GIL QUEZADA: Antonio


1912, este excelente señor Gil ! Si en Morona, sí en Zamora, el Aguarico, etc. hubiese hombres de su temple los peruanillos habrían tomado soleta hace fecha, pues a uno cogido, uno metido a la parrilla. Por igual procedimiento limpio de vagos y borrachos a esta buena ciudad; el cascajo era un remedio como otra cualquiera, y cuanto a fáciles bellezas, la reclusión resultó eficaz.
Ah, ¿es que no saben que se habla también de la candidatura del señor Antonio Gil, el Intendente desleal que, por confraternidad masónica, dejó escapar a don Eloy Alfaro de la ciudad de Guayaquil, para que consumase la trastada de la revolución de enero de 1.906, que tantas desventuras había de traer a la Patria, cuando, desde los últimos meses del gobierno del General Plaza, tenía la orden confidencial, dada por dicho Plaza, de fusilar a ahorcar al Viejo, si éste hacia finta de escaparse? Porque yo sé que, entonces al menos, el Señor Plaza le tenía ganas al Anciano Luchador, hasta el punto de desear que le hiciese una revolución para salir de él. Después…no sé.