El convento de Santa Clara en Quito lo fundo Doña Francisca de la Cueva. Del mismo modo que las otras comunidades religiosas, esta de Santa Clara tuvo su primera iglesia provisional miserable, hecha de adobes y tierra secada al sol, la que quedo tan maltrecha que uno de los terremotos que afligieron a la ciudad a principios del siglo XVII, que un buen día las monjas ordenaron derribar toda la iglesia para abrir nuevos cimientos y comenzar la edificación de la actual, según la plata trazada por Fray Antonio Rodríguez.