POLITICO Y ESCRITOR.- Nadó en Tulcán el 15 de Abril de 1867. Hijo legítimo de Carlos Coral del comercio de esa plaza y de Clara Morillo, ambos de familias pastusas.
Desde temprana infancia demostró ser un niño que se elevaba sobre la vulgaridad con oportunas respuestas y por su carácter enérgico y resuelto. Su educación primaria corrió a cargo del Preceptor Manuel Carpio y en 1880 viajó a Quito a cursar Humanidades y Filosofía en el Colegio “San Gabriel” de los jesuitas, sin embargo, al estallar en Noviembre de 1882 la Revolución Nacional contra la dictadura del General Veintemilla, huyó con varios compañeros hacia el campamento del Coronel Manuel Folleco, incorporándose como Subteniente del batallón “Restauradores”.
El momento era solemne porque coincidió con la orden de asaltar el cuartel Latacunga, Coral tomó parte activa en el combate. Fue ascendido a Teniente y pasó al “Escuadrón Sagrado” a órdenes de los Generales Salazar y Sarasti.
El 28 de Diciembre concurrió al combate Quero al mando del Comandante Arteaga y triunfaron sobre las tropas de los Coroneles Mata y Echeverría. Ya de Capitán, fue destinado a la Comandancia Militar de Tulcán a cargo del Coronel Antonio Ribera y asistió al combate de Troya. El 1 de Enero de 1883 participó en la toma de Quito, fue herido por un proyectil en la pierna izquierda y obligado a estar en reposo se trasladó a Tulcán donde alcanzó las letras de Sargento Mayor y permaneció hasta el fin de la campaña en Septiembre de ese año. Entonces ingresó a la Orden lasallana.
En 1884 viajó a Guayaquil como Hermano Cristiano, se dedicó a la enseñanza y a colaborar en diarios y revistas de la época. Tenia 17 años escasamente, pero todo en él anunciaba madurez y responsabilidad, pasó a “El Globo”, escribió sobre problemas limítrofes especialmente sobre el Tratado Herrera-García- se salió de la Orden por falta de vocación e hizo activa oposición al régimen de Caamaño. En Coral se había producido el conflicto entre una religión caduca en ideas políticas frente al amplio panorama mundial, cambiante y esperanzado en días mejores, a través de una justicia liberal y social.
En 1888 fue Regente del “Liceo Rocafuerte”. Entre 1888 y el 90 trabajó para el “Diario de Avisos”, decano de la prensa nacional y bajo el seudónimo de “Atahualpa” analizó los inconvenientes de un proyecto del Congreso para gravar las exportaciones de café y cacao. En 1902 José Gómez Carbo editó esos artículos en un folleto titulado “Los Nuevos Impuestos”, También fundó el semanario político y satírico “El Zancudo” que mantuvo siete años y “El Diablo Cojuelo” de vida efímera.
En 1892 prestó servicio cinco meses en el batallón “Guayaquil” a órdenes del Coronel Apolinario Calvez y editó una composición poética titulada “Presentimiento Fatal” en 8 págs. dedicada a la memoria de su madre y hermana María, fallecidas en Diciembre del año anterior. En 1893 contrajo matrimonio con la guayaquileña Gertrudis Morales Lara, tuvieron seis hijos y fueron felices. En 1894 fundó la revista “La Aguja” y publicó “Ecuador y Perú, documentos importantes”, en 2o págs. En 1894 el folleto “Batalla de Tarqui” y “Conflicto Internacional entre el Ecuador y Perú” en 288 págs, que constituye un valioso resumen del problema limítrofe ecuatoriano desde la Cédula de Erección de la Audiencia en 1563. Poco después se empezó a descubrir el negociado del crucero de guerra “Esmeraldas” y Coral se sumó a la oposición contra el Presidente Cordero, En Enero siguiente estuvo entre los fundadores de “El Grito del Pueblo” con Federico Reinel y José Lapierre, trabajando de primer Cronista de ese diario, pero a las pocas semanas las autoridades ordenaron la prisión de Coral y de Lapierre y sus inmediatos destierros a Panamá.
Después del triunfo de la revolución liberal del 5 de Junio de 1895 regresó en calidad de Primer Ayudante y Secretario Jurado del General Eloy Alfaro. El 14 de Agosto asistió a la Batalla de “Gatazo” como miembro de la Cuarta División y fue ascendido a Teniente Coronel efectivo. En Febrero del año siguiente reingresó como miembro del Estado Mayor General del Norte a órdenes del General Manuel Antonio Franco. Se esperaba una invasión de parte de los numerosos emigrados conservadores y de gentes enganchadas en Ipiales. Pasto, Túqueres y Samaniego. Frente a dicho peligro Alfaro requería de personas leales y enérgicas y nombró a Coral para el desempeño de la Gobernación del Carchi, con la calidad de Jefe de Estado Mayor y mando militar en toda la zona norte de la República.
A principios de Mayo el enemigo abrió las operaciones, el 29 se encontraron los ejércitos en el sitio de “Cabras” y Coral atacó por el flanco izquierdo, compartiendo la victoria con su tío el General Rafael Arellano. Después persiguió a los que huían por los campos de Taya, Troya y Chapúes, diezmándoles las filas hasta obligarlos a repasar el río Carchi, Nuevamente en la Gobernación hasta 1900, dejó entre sus más importantes obras el parque de la iglesia matriz y el edificio de la Biblioteca Municipal que levantó con fondos fiscales. En 1896 fundó con José Gabriel Dávila el periódico “El Carchi” pero el 98 lo traspasaron a unos periodistas colombianos, también fue electo Diputado por el Carchi a la Convención Nacional que se reunió en Guayaquil y en la que actuó como Secretario. El 97 fue reelecto Diputado y concurrió al Congreso Nacional en Quito. El 98 fue Ministro del Tribunal de Cuentas con sede en la capital.
En 23 de Enero del 99 fundó en Guayaquil el diario “El Tiempo, en formato grande de 8 págs, de 5 columnas, impreso en talleres propios adquiridos con el dinero de la herencia de una tía materna muy rica y poseedora de varias haciendas importantes, que acababa de fallecer en Tulcán. Coral fue desde su primer momento Director y Escritor. Camilo Destruge el primer Redactor y colaboraba la plana mayor del radicalismo ecuatoriano representada por Abelardo Moncayo, Felicísimo López. José Peralta, José Domingo de Elizalde Vera y Juan Benigno Vela entre otros.
Ese año editó su más importante obra “El Ecuador y el Vaticano o la revolución religiosa en el Ecuador” en 341 págs. e índice, que dedicó a José Peralta y relata los antecedentes históricos y las luchas políticas liberadas entre 1895 y el 99 para obtener las reformas del clero y la expedición de la Ley del Patronato. El libro cayó como “faro de luz en la República” y ubicó a su autor entre los ideólogos de la revolución. A esta obra siguió el folleto “La religión y el Estado”, que trató sobre el mismo tema.
En 1900 publicó el folleto “Guayaquil” con datos estadísticos y generalidades del puerto, fue electo Diputado por Imbabura, asistió al Congreso y allí sostuvo con el General Leónidas Plaza el proyecto de ley de “Desamortización o reivindicación de bienes de manos muertas”, que expropiaba los bienes de las comunidades religiosas del país en favor del Estado, pero el proyecto no alcanzó mayoría y fue archivado Ese año publicó su “Discurso sobre desamortización de manos muertas” en 20 págs, que pronunció en la sesión del 15 de Septiembre, con ocasión de! segundo debate.
En 1901 denunció el fraude electoral realizado para favorecer la candidatura oficial de Leonidas Plaza, a quien hizo cerrada oposición durante los cuatro años de su gobierno (1901 -05) desde las columnas de “El Tiempo” de Guayaquil, concitando su odio mortal. Ese año fundó “El Tiempo” de Quito y se trasladó a vivir a la capital. A fines de 1905 regresó al puerto y adquirió un amplio y confortable edificio de tres pisos y torre, ubicado en Aguirre entre Chimborazo y Pedro Carbo, donde trasladó los talleres y oficinas de su diario. Igualmente imprimió la sentencia de segunda instancia del Tribunal de Cuentas desvaneciendo las glosas que le emitieron en el desempeño de la Gobernación del Carchi. En 1903 dio a la publicidad “A Nuestros electores” en 9 págs, escrito en colaboración con Manuel Velasco Polanco. Senador por el Carchi y con Anacarsis Martínez, Diputado por el Tungurahua. sobre sus conductas en los escrutinios presidenciales de 1901, En 1904 editó el folleto doctrinario titulado “Liberalismo Ecuatoriano” y “Artículos de Haroldo”, colección de 158 págs. con sus publicaciones en el Diario de Avisos, El Tiempo y el Grito del Pueblo, aparecidas entre 1894 y 95 con motivo de! escándalo de la venta de la bandera nacional.
En 1905 atacó a la candidatura oficial de Lizardo García y luego hizo oposición a su mandato. El 31 de Diciembre se sumó a la revolución del General Emilio María Terán y el 19 de Enero, cumpliendo órdenes secretas de
Alfaro, encabezó la toma de cuarteles en Guayaquil e incorporado al Estado Mayor del ejército rebelde, avanzó a Quito y entró con los triunfadores.
A los pocos meses publicó “Puntos vulnerables” en 67 págs. resumiendo su polémica con “El Telégrafo” de Guayaquil, al que acusó de gobiernista y de haber apoyado en 1904 la aprobación de la Ley de Cultos, que concedió al Estado la administración de los bienes del clero, sin arrebatárselos, como propugnaban los radicales, a los que Coral se pertenecía. En 1908 “Participes del Carchi” en 67 págs. sobre las recaudaciones de los fondos del Hospital, del Colegio y la Escuela de Artes de Tulcán y “La Ley de Beneficencia” en 14 págs discurso pronunciado en la Cámara de Diputados sobre las comunidades religiosas.
El Congreso Nacional lo ascendió el 24 de Octubre de 1909 a Coronel efectivo El 10 publicó “Con la Constitución en la mano” en 5 págs. defendiéndose de una acusación de “La Prensa” de Quito, que sostenía que no podía ser electo Diputado por deber unos alcances de cuentas desde que había ocupado la gobernación.
Durante el Conflicto Internacional se movilizó a la frontera sur y estuvo junto a Alfaro en los puestos de mayor peligro. Ese año volvió a ser electo Diputado, pero en esta ocasión lo fue por el Guayas. A mediados de 1911 inició una furibunda campaña contra el Presidente electo Emilio Estrada, insinuándole que renuncie por su enfermedad al corazón. Posesionado Estrada, las turbas asaltaron las instalaciones de “El Tiempo” de Quito con notable perjuicio económico para su propietario. Poco después Estrada moría de infarto, cumpliéndose el fatal vaticinio de Coral, que volvió a la política y a criticar la candidatura presidencial de Leonidas Plaza, Ministro de Hacienda en el régimen anterior.
Mientras tanto se había proclamado en Guayaquil la Jefatura Suprema del General Pedro J. Montero, que enseguida llamó a Alfaro. En Quito se encargó del mando Supremo el Presidente de los Diputados. Carlos Freile Zaldumbide, quien formó un ejército al mando de los Generales Julio Andrade y Leónidas Plaza que triunfaron en Huigra y Yaguachi.
El 22 de Enero dejó de publicarse “El Tiempo” de Quito. En Guayaquil fue apresado Coral por Clotario Paz Paladines, aunque sin justa causa, porque no había intervenido en la revolución de Montero; únicamente por el odio que despertaba su nombre entre el elemento gobiernista.
El 26 fue enviado en tren a Quito y el 28 internado en el Panóptico donde ocupó una celda. Enseguida las turbas asaltaron el edificio y fueron victimando a los presos políticos. Coral gritaba que era inocente pero de todas maneras le atacaron y desgarraron los labios, le pusieron una soga en el cuello y trataron de ahorcar. Cuando se le salió la lengua por la asfixia, la amarraron con un trapo sucio y con la punta de una bayoneta se la cercenaron de raíz y de un solo tajo. Aún vivo lo arrastraron a la calle y murió a golpes mientras lo conducían a El Ejido, donde incineraron los cuerpos en una “Hoguera Bárbara” y entre gritos y alaridos de triunfo. En el juicio se dice que su verdugo llamóse Manuel Antonio Delgado, otros opinaron que más bien fue Alejandro Salvador, en ambos casos se trataba de gente ignara y a sueldo del gobierno. Durante el macabro desfile fue exhibida su lengua ensartada en la punta de un bastón.
Sus restos fueron depositados en una fosa por el Ayudante del Arzobispo González Suarez y el 14 de Febrero pasaron a un nicho en el Cementerio de la Sociedad Funeraria Nacional de Quito.
De estatura mediana, macizas y anchas espaldas, frente despejada , amplias cejas pobladas que hacían marco a sus ojos oscuros donde brillaba una inteligencia creadora y comprensiva. Activista del radicalismo ecuatoriano e intransigente implantador del laicismo, era de figura simpática a primera vista por jovial, sociable y sencillo. Buen conversador, serio en sus asuntos, generoso y delicado con los necesitados. Autodidacto, estudioso, versado y muy trabajador. Como periodista combativo, como escritor poseyó estilo claro y hermoso.
Sus herederos mantuvieron “El Tiempo” de Guayaquil bajo la dirección del periodista Manuel de Jesús Aguilar hasta 1923 en que el diario cerró sus puertas. En 1937 presentaron una reclamación al Congreso pidiendo el resarcimiento de los daños y perjuicios causados por las turbasen 1912 a las instalaciones de Quito, pero nada obtuvieron.