Un joven de 20 años, valiente como un espartano, altivo como un romano, alegre como un ateniense, bello como el hijo de Clinias, la flor de nuestro ejército diminuto, digno de los compañeros de Leónidas, cayó al pie de una de las ignivoras trincheras; mas reboto impetuoso contra el suelo y se lanzo al asalto para volver a caer, cubierto de heridas y morir como Jado en la Elvira, en manos de sus enemigos. Quinto Garcés, nuestro atleta negro, que rugía y saltaba como un león en medio de la horrísona refriega, penetro dos veces con su terrible machete en la trinchera y dos veces salió desde el fondo del cráter homicida (Miguel Valverde).
Estaba Clemente estudiando en un Colegio de Londres, cuando en 1877 sintió que alguien le tocaba la puerta del cuarto de baño y le decía su nombre. Reconoció la voz de su padre, se vistió y fue al rectorado a inquirir por su progenitor, pero no había sido él. Sin embargo el rector anoto el día y la hora y luego supieron que era el mismo en que había fallecido en Guayaquil don Uladislao Concha, del hígado (1877).
En 1882 Clemente regreso de Europa y se metió en las guerrillas liberales de Esmeraldas contra la dictadura la Veintimilla. En un ataque a la ciudad recibió varias esquirlas en las rodillas y el médico opino que debía amputarle ambas piernas. Esto ocurría en casa de su hermana Sara Concha de Gastelu, en el malecón de Esmeraldas. El médico dijo que no podía hacerlo porque no tenía anestesia, pero Clemente indico que debía proceder inmediatamente para que su madre doña delfina, a quien ya habían notificado, no lo viera en tan tristes circunstancias. El médico comenzó a operar con serrucho, Clemente solo tenía un cigarrillo en la boca y no dijo nada durante la operación, que duro más de 15 minutos. Entonces el médico se lo quedo viendo y le dijo: “Concha, diga algo. Su hermana Sara le paso una copa de licor y Clemente dijo: “A la salud de Alfaro” y la bebió. Después quedo inconsciente y murió a consecuencia de la hemorragia, casi enseguida.
El 14 de junio de 1882 Veintimilla puso fuera de la ley a sesenta conspicuos ciudadanos de la Republica y entre ellos a Clemente Concha. Al final pone a “dos jóvenes Conchas” (Jorge y Jose María). En total fueron tres. A los dos últimos no se los menciona con sus nombres.
En 1882 Esmeraldas. El valerosísimo joven Clemente Concha, segundo Jefe de la Brigada Colombia, que había sido sacado de la inmediación de una trinchera por la intrepidez de nuestro cirujano Cesar Borja Lavayen fue allí curado también.