CICALA MARIO

GEOGRAFO.- Nació en Fiume de Misi a solo treinta kilómetros de Mesina, Sicilia, Italia, el 19 de Enero de 1718, muy joven ingresó al Seminario que los jesuitas mantenían en esa ciudad y terminó los estudios de filosofía.

En 1741 conoció al padre José Maria Maugeri, S. J. de visita en su tierra natal como Procurador jesuita de Quito, quien le interesó para que se integrara en calidad de misionero en la expedición que saldría a Quito y fue su decisión tan resuelta que sin siquiera avisar a sus padres por el temor a una oposición, se embarcó el 21 de Agosto hacia Génova, para ingresar al noviciado de Quito o de Génova si por algún motivo se retrasaba el viaje a América, siendo su descripción física la siguiente: Joven, alto, delgado, blanco, poca barba, ojos azules y pelo algo rubio.

Al arribar el 1 0 de Septiembre se enteró de la muerte del padre Tambini, Procurador General de Indias y como el sucesor padre Giusepe Celli no le conociera, pensó que su ideal misionero se frustraría; pero no fue así, porque averiguadas las cosas y con su partida de bautizo que pidió a Fiume, el 27 de Diciembre fue destinado al noviciado de Andalucía, llamado de San Luís situado en Sevilla, con un grupo de jesuitas de variadas nacionalidades: alemanes, polacos, italianos.

En Febrero de 1742 pisaron Cádiz y enseguida fueron enviados al citado Noviciado. El 13 de Marzo recibió la sotana, enfermó del estómago pero mejoró aunque muy delgado. A fines de Enero del 43 fue llamado con otros novicios por el Superior del Puerto de Santa Maria para formar la expedición a Santa Fe y Quito. El 4 de Abril recibió su pasaje en la Casa de Contratación, se trasladaron a pie a dicho puerto y salió con setenta compañeros a bordo de la nave “Saltía Catalana”. El viaje tuvo sus complicaciones, se toparon con cuatro navíos ingleses y tuvieron que enfilar hacia las costas del África, desde allí siguieron a la isla de Tenerife en las Canarias y en el mar abierto soportaron una horrible tormenta que casi les hizo zozobrar.

El 2 de Junio, a la altura de Punta de Canoas cerca de Cartagena de Indias, fueron atacados por un navío inglés de ochenta cañones y no queriendo entregarse tuvieron que varar la nave bajo el fuego enemigo. Murieron varias personas, entre ellas tres misioneros. Dos más resultaron heridos de consideración. El resto, con el padre Maugeri, desembarcaron en lanchas o nadando bajo las balas enemigas que se cruzaban sobre sus cabezas y perdieron todo el equipaje.

El padre José Fiñón tuvo que quedarse en Cartagena para rescatar parte del equipaje y los demás jesuitas arribaron a Quito por la ruta del río Magdalena el 21 de Diciembre, tras casi un año de indecibles trabajos. Allí completó Cicala el noviciado, hizo los votos religiosos y continuó la teología en la Universidad de San Gregorio hasta su ordenación en 1747 de veinte y nueve años de edad. En 1748 fue misionero en Guayaquil y Panamá.

De allí en adelante continuó sus trabajos apostólicos en la provincia de Quito, recorriéndola y tomando notas y apuntamientos de su topografía principalmente y sobre cualquier asunto que revistiera importancia. En 1761 seguía en Guayaquil de Procurador. En 1764 se encontraba de Procurador de la recién fundada residencia jesuita de Ambato. El 67 era Procurador de los Colegios de la sierra en Guayaquil y como tuviera que viajar a Babahoyo cumpliendo gestiones relacionadas con su oficio, fue sorprendido con la orden del extrañamiento y volvió al puerto a fin de unirse a sus compañeros de comunidad en el viaje de regreso a España, tras permanecer veintiséis años en estos territorios.

El 28 de Agosto partieron a Panamá, Portovelo, Cartagena, La Habana y Cádiz, donde les tocó esperar algunas semanas hasta que finalmente les llevaron a la isla de Córcega; allí se dividieron, Cicala se domicilió en Vitervo y dio inicio a una extensa descripción en idioma italiano sobre la provincia de Quito, que dividió en dos grandes partes y finalizó recién en 1771.

La Carátula de la primera con el correspondiente título no ha podido ser encontrada pero la de la Segunda dice “Descrizione/ Histórico-Física/ de la Provincia del Quito/ scrita da un sacerdote de la medessima/ Provincia/ de la Compagnia/ Di/ Gesu.

Cicala aclara en el prólogo que la escribió para suplir los errores y omisiones cometidos en aquella época por los afamados geógrafos: 1) Neralco Pastore, cuya obra impresa en Roma en 1756 estaba extensamente difundida en Italia y 2) la del padre Claudio Ruffier publicada en Venecia en 1767.

El manuscrito de Cicala fue detectado gracias a los buenos oficios del padre Federico Yépes S. J. quien se puso en contacto con los familiares del Cicala en Sicilia, quienes le informaron que en la Curia Generalicia de la Compañía de Jesús en Roma se encontraba el original del manuscrito, de manera que en 1959 el padre Aurelio Espinosa Pólit lo mandó a pedir en copia, recibiéndola cuando ya estaba muy enfermo y no pudo traducirla ni editar.

La copia quedó consignada en la Biblioteca de los jesuitas de Cotocollao en 1197 folios manuscritos que acaban en 1994 de ser traducidos por el padre Julián G. Bravo, S. J.

La primera parte ha sido dada a la imprenta por dicha Biblioteca en colaboración con el Instituto Geográfico Militar, en 669 págs. Cicala avala toda información personal con una seriedad y veracidad libres de duda pues fue varón prudente. Su obra es la más antigua Geografía del Ecuador que se conoce, contiene los pormenores de su viaje de Mesina a Quito, la descripción de estos territorios con especial énfasis en otros aspectos como el Comercio, las Artes, Virtudes y Vicios de sus habitantes. Lamentablemente no fue imaginativo ni tuvo condiciones de historiador. Su descripción es solamente eso, un testimonio veraz y pormenorizado de cuanto vio. No hay la anécdota decidora, enjundiosa, de interés. No da mayormente nombres, pero en cambio es muy pormenorizada, sobre todo cuando hace la descripción de los templos. El 2008 apareció la segunda parte.

También dió a la luz la traducción italiana de la “Novena a la Santísima Trinidad” en Viterbo en 1785, en 16 págs. Un soneto “a la publicación del Decreto Coelestis animarun Sponsus de las heroicas Virtudes de la Azucena de Quito V. Sierva de Dios Mariana de Jhs. Paredes y Flores” y con el pseudónimo de Eustachios de Parisios Penippense editó: “Trattenimiento Spirituale”.

Debió ser un científico respetable, trabajador incansable en materia de ciencias naturales y botánicas, que honraba a su Orden en los territorios de la Audiencia de Quito cuando le llegó el extrañamiento de los dominios españoles y tuvo que pasar a Italia en 1767.