En 1721 se da el nombre de Santa Catalina, al Hospital de Guayaquil siendo medico, con sueldo de 800 pesos anuales.
El Sumo Pontífice Benedicto XIV habla nombrado Ponente de la Causa al Cardenal Portocarrero en Enero de 1755 tres años más tarde, el 17 de Diciembre de 1757 firmo el Papa el nombramiento de la comisión para la introducción formal de la Causa y el 21 de Enero del año siguiente ordeno se enviaran el Obispo de Quito las letras remisoriales para que formara el segundo Proceso Apostólico Llamado “De virtutibus in specie”. Luego se ordeno la formación de los demás procesos acostumbrados sobre la fama de santidad, sobre no haberse rendido culto público a la sierva de Dios, etc.; y en este tiempo falleció el Cardenal Portocarrero y el Papa nombro para sustituirle al Cardenal Ganganelli, años más tarde elevado al Pontificado con el nombre de Clemente XIV. El Cardenal obtuvo el plazo de nueve años para todas las gestiones que debían realizarse en Quito, de reconocimiento del sepulcro, comprobación de las reliquias y testimonios sobre los milagros.
El obispo de entonces Doctor Pedro Ponce Carrasco nombro a su Provisor y Vicario General Doctor Agustín Zambrano con varios otros altos funcionarios de la Curia de Quito como Jueces Delegados, y estos eligieron al Doctor Antonio Sánchez de Orellana, hermano del Deán Marques de Solanda, para procurador o Postulador de la Causa.
Con suma prolijidad se tomaron los testimonios jurados de personas de la más alta sociedad y de religiosas de los conventos de Quito sobre las virtudes y merecimientos de Mariana de Jesús; pero por no haberse encontrado una persona que llevara estos documentos a Europa desde Quito, se comisiono a Don Manuel de Jijón León, hermano de Don Tomas, que partía para Bogotá en 1772 para que de allí procurar la remisión a Cartagena. Nuevo contratiempo: Al llegar por fin a Madrid, fueron archivados en el consejo de Indias esos papeles y solo se logro que se remitieran a Roma en 1786 por gestiones del benemérito sacerdote Don Juan del Castillo uno de los biógrafos de Mariana de Jesús, apasionado por la causa de su beatificación que durante nueve años recorrió quince mil leguas por toda la América española del Sur para recolectar fondos, dar a conocer la vida admirables de Mariana de Jesús y promover la devoción a su memoria. El Doctor del Castillo había sido nombrado por el rey Carlos III en 1767 Postulador de la causa para que la impulsara justamente con Olaran; y por fin nuestro Benemérito compatriota tuvo la dicha de alcanzar de su Santidad el Papa Pio VI, después de minucioso examen de todos los procesos en la diversas juntas de Cardenales y consultores, el decreto por el que el Papa reconocía que las virtudes de las virtudes de la venerable Sierva de Dios Mariana de Jesús de Paredes, habían alcanzado el grado heroico y podía procederse a la discusión de los tres milagros.
Muchas de las piezas concernientes a la causa de Beatificación de Santa Mariana de Jesús ni siquiera se encuentran en los Archivos del Vaticano; fueron arrebatadas de allí, con innumerables documentos históricos por las tropas invasoras del Emperador Napoleón I y transportadas a Paris. A la caída del Imperio logro la corte Pontificia la orden de que fueran devueltos esos importantes papeles; pero entre los 2.131 volúmenes o legajos que quedaron en Francia devolverse, se hallan nueve tomas de la causa de Mariana de Jesús. El padre Jesuita Louis de Regnon, que escribió en francés una biografía de la Causa de Mariana de Jesús. El padre Jesuita Louis de Regnon, que escribió en Francés una biografía de la Santa ecuatoriana con el título de “Le lis de Quito” descubrió esos documentos que se encuentran en la biblioteca Nacional de Paris con esta marca “L. VIII–k” y están numerados desde el 2.157 hasta el 2.164 bis. El tomo quinto, que es el más voluminoso de todos, encierra un sumario histórico de 427 páginas, compuestas con extractos textuales de los Procesos, especialmente del primer informativo, cuyo original se guarda en Quito. “Con vista de esta pieza autentica- dice el Padre región- me he cerciorado de la fidelidad con que Butrón, su traductor Castillo y el R.P. Boero ha reproducido las deposiciones de los testigos”. El último biógrafo de Mariana de Jesús en el siglo XVIII fue Don Juan del Castillo. Pocos datos tenemos de este Autor, y solo sabemos que este benemérito sacerdote nació en Ambato y que se encontraba en Quito cuando con renovado entusiasmo tratabase aquí de impulsar las gestiones para conseguir que la heroína quiteña fuese elevada a los altares. La causa de su beatificación se hallaban casi paralizada, como consecuencia de la persecución a la Compañía de Jesús ya todo lo relacionado con ese instituto religioso. Más de ochenta años habían transcurrido desde que se inicio esa Causa que tanto anhelaban los quiteños ver terminada con la glorificación de Mariana.
Don Juan del Castillo hombre de extraordinaria actividad, energía, y paciencia, inflamado en devoción a la Azucena de Quito, resolvió consagrar todos sus esfuerzos para conseguir el Decreto Pontificio de Beatificación; y para el efecto decidió viajar por la América Hispana del Sur a fin de propagar en los pueblos del conocimiento de la vida admirable de Mariana de Jesús, conseguir el apoyo de personas influyentes para acelerar los trámites de la Causa y recoger los fondos indispensables para tal objeto. Salió de Quito el 26 de Septiembre de 1757 y visito las ciudades de Trujillo, Lima, Guamanga, Cuzco, Arequipa, la Paz, Charcas, Santiago de Chile, La concepción, Tucumán, Buenos Aires y muchas pequeñas poblaciones de aquellas diócesis. Nueve años tardo en ese extenso recorrido de cosa de quince mil leguas, con admirable constancia. En buenos Aires se embarco para Europa el 13 de junio de 1766, llevando más de 27.000 pesos que había logrado recoger; y el 24 de septiembre desembarco en el Ferrol. Tan lenta era entonces la navegación para atravesar el atlántico!.
Se traslado inmediatamente a Madrid y entrego al consejo de Indias la suma recogida en América para los gastos relacionados con la Causa de Beatificación. El Rey Carlos III, en virtud del privilegio que le concedía el patronato, propuso al Señor del Castillo el nombramiento de Canónigo de Santiago de Chile; honor que no acepto entonces, pero que más tarde lo recibió como distinción otorgada por el monarca, que podía servirle en las gestiones que se proponían llevar a cabo en Roma. Recibió muy gustoso la Real Cedula, expedida el 10 de junio de 1767 por la que se le enviaba a la ciudad eterna en el carácter de postulador de la Causa para que trabajara en unión del Enviado del consejo de Indias Don Bartolomé de Olaran.
Con Extraordinaria prudencia y tino trato Don Juan del Castillo con el Papa Clemente XIV de promover y activar el trabajo de las congregaciones para la complicada prosecución de la Causa. Se dedico a traducir al italiano muchos de los documentos constantes en los Procesos, de los que se sirvió también para componer la biografía de la Santa virgen quiteña, que se público, en italiano, en 1776.
Este libro fue muy apreciado y de el se hicieron tres ediciones: la primera en Roma en 1776; la segunda en Madrid en 1779; y fue reproducida por tercera vez en Roma 1853. El señor obispo Heredia dice en la página 51 de su obra acerca de Mariana de Jesús. “De la obra del Sr. castillo, se hizo una segunda edición en 1833; pero los bibliográficos la ignoran por completo”, que fue impresa por Salvincci en Roma.
El activo postulador de la Causa Señor del Castillo tuvo la inmensa satisfacción de ver coronados sus esfuerzos en las múltiples reuniones de la congregación de ritos y las demás juntas apostólicas con el decreto expedido el 19 de Marzo de 1776 por el Sucesor de Clemente XIV, Su Santidad Pio VI en el que se declaraba que las virtudes de Mariana de Jesús Paredes y Flores habían alcanzado el grado heroico.
En los breves publicados a este propósito hay también hermosos rasgos biográficos de nuestra Santa.
Cinco años más tarde, en 1781, Falleció el Señor del Castillo, pobremente, en Madrid, sin haberse posesionado de su Canonjía en Santiago de Chile, cuando preparaba viaja de regreso a la patria.