CARONDELET LUIS FRANCISCO HECTOR BARON

PRESIDENTE DE LA AUDIENCIA DE QUITO.- De familia originaria de la región de Borgoña al este de Francia, establecida en Flandes, hoy reino de Bélgica. Nació en 1748 en Noyelles, cantón de Bouchain, Arquidiócesis de Cambray, hijo legítimo de Juan Luís Chislain y Bernard de Rasoir, IV Barón de Carondelet, Señor de Noyelles, Vizconde hereditario de Langle, de religión Católica y habla francesa, (grupo étnico conocido como Valon) y de Angelina Bernarda Bosoist.

Muy Joven ingresó de cadete al servicio militar español en calidad de miembro de la guardia real valona participando en 1775 en la expedición de Argel. En 1783 fue Jefe de la IV División que viajó a Norteamérica y puso sitio al Castillo de Pensacola en Florida, en poder de los ingleses desde hacía veinte años. En 1787 regresó a España y fue nombrado Agregado al Regimiento de Flandes con el grado de Coronel de Infantería. Ese año recibió el hábito de Caballero de la Orden de Malta, también conocida como de San Juan de Jerusalem y casado con María Concepción Castaños y Aragorri Uriarte y Olavide, de familias aragonesas muy influyentes en la Corte.

En 1788 fue Intendente y Gobernador de la Provincia de San Salvador en Guatemala, ejerciendo el mando hasta 1792 con notable éxito. Entonces fue ascendido a Mariscal de Campo y el Rey Carlos IV lo nombró Gobernador de la Luisiana y de la Florida Occidental con capital en Nueva Orleans. Carondelet viajó a su destino aunque ignoraba los problemas de la región y sus costumbres.

De inmediato dio inicio a una obra de adecentamiento de New Orleans, realizando profundas transformaciones, para lo cual retomó la traza urbanística, ordenó la construcción de un importante canal diseñado para drenar las aguas, inició los cultivos intensivos de caña de azúcar que desde entonces se convirtió en el primer producto básico para la economía de la región y se dio cuenta de los ambiciosos planes expansionistas de los Estados Unidos de Norteamérica para abarcar nuevas regiones como la Luisiana y la Florida. Para impedir una posible invasión armada pactó con las cuatro mayores tribus indígenas cercanas estableciendo el servicio de postas por su territorio y creando un cordón de seguridad, trató de convencer a los vecinos de la zona oeste de Kentucky para que se declaren independientes, de manera que con tan oportunas medidas logró neutralizar la política de penetración. En 1795 fue ratificado el Tratado de Pinkney. Su reemplazo, el Coronel Manuel Ganoso de Lemos, cuando arribó en 1799 encontró establecidos numerosos almacenes fortificados de víveres en las márgenes del río Mississipi.

Se encontraba en relativa pobreza pues sus bienes situados en Francia por efectos de la revolución de ese país habían pasado a mano de diversas personas pero contaba con sus sueldos y una reserva en monedas de oro y plata que siempre tenía consigo.

Al término de su Gobierno en 1797 fue designado Presidente de la Audiencia de Quito y el 14 de Diciembre de 1798 arribó a Manta en compañía de su esposa, dos hijos, varios acompañantes y sirvientes. Pasó a Guayaquil, siguió a la sierra y encontró en Ambato a su antecesor Luís Muñoz de Guzmán que bajaba a Lima pues había sido designado Gobernador de Chile. Durante este viaje se informó sobre el estado de pobreza y ruina originado por el terremoto de 1797 que asoló la zona central de la sierra destruyendo a la antigua ciudad de Riobamba.

El l de Enero de 1799 ingresó con solemnidad en Quito, ordenó el traslado de la nueva Riobamba a las llanuras de Tapi, que aunque arenosas son de fácil aprovisionamiento de agua, y designó a José Antonio de Lizarzaburo Dávalos y al Ing. Bernardo Darquea Endara y Cruzat, directores de los trabajos.

Su labor en Quito fue altamente encomiable. Auspició la construcción del domo de la Catedral, el adorno de la Capilla y la remodelación del coro, así como la confección de unas andas de plata para sacar las imágenes durante las procesiones como era usual en Sevilla. En cuanto a obras públicas dio forma a los cementerios de San Diego y el Tejar hasta entonces campos abiertos. Organizó el servicio de serenos o celadores y las patrullas nocturnas, medida exagerada que causó disgustos porque impedía la libre circulación. Igual afán moralizador demostró con las casas de juego y las peleas de gallos que se prestaban para todo tipo de apuestas.

Atendió el aprovisionamiento de víveres y a la apertura del camino a Malbucho que uniría Quito y el mar atravesando las selvas de Esmeraldas. En ese empeño fue ayudado por Antonio Melo, Pedro Muñoz y el sabio Francisco José de Caldas que inspeccionaban la zona y controlaron el avance de las obras. Caldas llegó a formular una interesante “Memoria previa”, pero quien comenzó la construcción fue Miguel Hernández Bello, terminándola Mariano Yépes. Este camino habilitó al comercio una extensa región, permitiendo la fundación de un tambo en “La Tola”.

Igual interés demostró en mejorar el camino a Guayaquil, con tal objeto ordenó a Pedro Tobar la construcción de varios tambos en Guaranda, Zapotal, Ventanas y Montalvo proveyendo su buen estado de conservación con periódicas mejoras. A esta vía denominó “El Camino Real”, después fue conocida como la Vía Flores, hoy se encuentra casi abandonada pues ha sido reemplazada por otra, pero prestó utilísimos servicios hasta 1908 que comenzó el ferrocarril, también quiso abrir el camino a “La Chima” cercano a Babahoyo, llamado de “San Antonio,” y encargó su inspección a Mauricio de Echanique y Piñeiros.

Incrementó el cultivo del tabaco en la zona noroccidental de Quito en Loja y Guaranda, investigó el cultivo de la cascarilla y envió doscientos diez cajones de muestras a Madrid.

Entre 1799 y 1806 favoreció con recomendaciones y ayudas a la expedición botánica de Juan Tafalla y Agustín Manzanilla. En 1803 auxilió a los naturalistas Alexander Von Humboldt y Aimeé Bonpland durante su visita a los territorios de Quito y durante una visita al Colegio de San Fernando, dándose cuenta de lo rutinario de la enseñanza, se propuso reformar los planes de estudio. El Plan de Estudios de Derecho lo encomendó al Dr. Juan de Dios Morales y el de Filosofía al Dr. Luís Quijano. Finalmente logró unir a la Universidad de Santo Tomás con el Colegio de San Femando bajo la dirección de los sacerdotes dominicanos – aun cuando vivían muy atrasados en sus conocimientos científicos – pues como no tenía los fondos necesarios para que siguiera en poder de profesores laicos, debió entregarla a tan aberrantes dómines.

Su obra más duradera fue la terminación en 1805 del actual Palacio Presidencial, mal llamado por ello el “Palacio de Carondelet,” adecuando las antiguas casas de los Oidores que amenazaban ruina pues ya tenían casi dos siglos de construidas.

En 1802 había solicitado elevar la Audiencia de Quito a la categoría de Capitanía General pues tenía dos obispados, siete gobiernos con sus Cabildos y un inmenso territorio, lo cual acreditaba de sobra tal calidad, pero el Ministro General Manuel Godoy no dio respuesta alguna.

En 1803 ocurrió la insurrección de indios de Guamote que fue juzgada por Javier Montúfar, Corregidor de Riobamba, otros alzamientos se registraron en Columbe y Yaruquíes. En 1805 el Cacique de Licán José Leandro Zepla y Oro fue premiado con el empleo de Regidor del Cabildo de Riobamba por su lealtad a la corona durante esos levantamientos. Este Cacique era persona culta y guardaba en su poder unos pergaminos con escrituras Puruhaes que entregó a Humbold cuando este visitó Guaranda. Dichos Pergaminos hoy se hallan perdidos, así como el conocimiento de dicha escritura pictográfica.

En Mayo de 1804 había salido a inspeccionar el camino de Malbucho y las nuevas poblaciones formadas por su orden y venciendo numerosos obstáculos arribó finalmente a la costa del Pacífico y se hospedó en la casa de su amigo Manuel José Pérez Valencia situada en el sitio Playa de Oro, pero ya no tenía la salud de antes y al regresar a Quito solicitó su dimisión que debía tramitar el Virrey del Perú.

El 21 de Junio de 1804 solicitó al poderoso Ministro General Manuel Godoy que se le restituyera a la Audiencia de Quito la plena jurisdicción de Maynas y Guayaquil y que la Audiencia fuere elevada a la categoría de Capitanía General, pero no obtuvo respuesta.

El 8 de Julio de 1807 partió con dirección a Ibarra a inspeccionar el camino del mar. El día 17 “volvió bastante incomodado en una pierna”. Poco después viajó a la quinta de su amigo Juan Pío Montúfar ubicada cerca de la capital, en el valle de los Chillos, medicinándose con sus aguas durante tres semanas. Estaba aquejado de “un dolor al hígado” y como se sintió peor hizo testamento declarando por hijos a Luís Angel y María Felipa, menores de edad.

De regreso a Quito se le agravaron las dolencias y murió repentinamente en la madrugada del 10 de Agosto de 1807 a los cincuenta y nueve años y lo enterraron en la bóveda de los canónigos en la Catedral.

Su retrato al óleo y de cuerpo entero, pintado por Manuel Samaniego, fue colocado en la Sacristía de la Catedral y le muestra “alto de cuerpo, sonrosado, enjuto de carnes, la cabellera cana”. Al momento de su fallecimiento ostentaba los siguientes títulos: Era Barón de Carondelet, Vizconde de Langle, Señor de Hayne Saint Pierre y Señor de Biaul, todas esas posesiones estaban situadas en Flandes.

Comedido y moderado no usó nunca de la altanería y arbitrariedad tan del agrado de los funcionarios. Hombre culto y progresista, sensible e inteligente, ayudó a Caldas y a José Mejía. En 1803 reunió en el salón de actos de la Universidad de San Gregorio Magno a la Junta de Vacuna de la Presidencia. Se lo considera uno de los mejores Presidentes de la Audiencia por sus trabajos en pro del adelanto material de estos territorios se conserba su retrato al óleo de cuerpo entero y gran uniforme.