Calderón Garaicoa Abdón

Nació en Cuenca el 31 de julio de 1804 Colaboro la noche del 9 de octubre siendo nombrado Subteniente. su figura es muy conocida. Murió gloriosamente en Pichincha, (mayo 1822).

Doña Manuela Garaicoa ya viuda de Calderón se había trasladado a Guayaquil, con sus tiernos hijos, buscando protección y consuelo bajo el ancho alero de la numerosa familia paterna. Alli el niño huérfano, Abdón, realizo sus estudios primarios, debatiéndose entre el dolor de su orfandad y el deber de recibir instrucción. (Sus libros de escuela se conservan en el museo Municipal de Guayaquil).

Recibió, en el cuerpo de “voluntarios de la Patria” el grado de Subteniente y en esta calidad salió a campaña con la División Protectora de Quito” (J.I. Barrera, ob. cit.). Después de la primera victoria patriota de Camino Real, el 9 de noviembre de 1820, al mes justo de proclamada la revolución, Urdaneta al dar parte de esta acción de armas recomendó entre los que se habían portado mas valerosos el joven.

Abdón Calderón, para quien solicito el aspecto a Teniente, la traición realista del coronel López de Aparicio en Babahoyo, el 18 de julio de 1821 al arengar a las tropas Guayaquileñas para que gritaran ¡Viva el Rey! y marcharan con él hacia Quito para unirse a las tropas de Aymerich, López, “en medio de esta felonía, tuvo la delicadeza de dirigirse a los jóvenes oficiales de Guayaquil, diciéndoles que no quería tenerles forzados, sino voluntarios… Los oficiales Calderón (Abdón) y Garaycoa (Lorenzo) fueron los primeros que aceptaron la invitación (de retornar a sus cuarteles del puerto) y tras ellos salieron otros muchos”.

El Teniente Calderón ya en calidad de Abanderado del recién organizado batallón Yaguachi, partió bajo las órdenes del general. Sucre hacia el sur, para encontrar en Saraguro a la división de Santa Cruz, remitida por San Martin, en lugar del solicitado batallón Numancia.

Consta en el parte oficial de la batalla, suscrito por Sucre, quien al hacer especial mención de la heroicidad del espartano joven dice que “habiendo resido consecutivamente 4 heridas, jamás quiso retirarse del combate”. Solo cuando es proclamada la victoria, exclama Abdón: “Hemos vencido; ahora puedo morir en paz”. Retirado del campo de batalla, en brazos de sus compañeros, fallece cinco días después, el 29 de mayo de 1822, cuando aun no había cumplido los 18 años de edad. Bolívar dicto un decreto especial en que disponía su ascenso a Capitán, que no se nombrase reemplazo alguno y que al pasar revista al batallón Yagunchi, al nombrársele, sus compañeros de armas respondieron: “Murió gloriosamente en Pichincha, pero vive en nuestros corazones”.

Debe ser conocido el hombre de la familia en cuyo hogar paso calderón sus potreros gloriosos días, pero no lo recuerdo. (Juan Illingworth).

en cuanto a los restos mortales de Abdón, siguiendo las referencias tradicionales de mis abuelos, deben de estar en uno de los mauseleos de la familia en Guayaquil, probablemente en el de doña Mercedes Calderón de Ailuardo, ya que se sabe que dicha señora, los tuvo en junta de sus hijos, en caja de madera la que guardaba en un altillo de su casa, propiedad hoy de la Beneficencia pública, los mismos que fueron trasladados por sus albaceas a la muerte de doña Mercedes. Esta relación Histórica la debemos al ilustrado investigador, don Gustavo Monroy Garaycoa hacia los años del 11 al 12, cuando andaba Don Abdón entre siete y sus ochos, comenzó el aprendizaje de las primeras letras. Fue su maestro en ellas el, por antonomasia, Mecenas del Azuay, Señor Doctor Don José María de Landa y Ramírez, sacerdote argentino, que estableció nuestra primeras Escuelas Primarias, a su costa.

A consecuencia de cuatro heridas, la ultima mortal, “sus soldados lo condujeron al campamento en una ruana, lo colocaron sobre una frazadas en el suelo de una casita, porque no se encontró cama en que acostarlo. Su estado postración requería de auxilios eficaces para al menos, calmar su devorante sed y darlo algún alimento; aun amigo se encargo de prestarle aquellos servicios, porque el desdichado joven no podía hacer uso de sus brazos, ni mover las piernas. Como la última herida recibida era mortal, y no se prestaba a la imputación, murió al amanecer del día siguiente (Relación del general López). Tenía apenas diez y ocho años y pertenecía a la tercera Compañía del Yaguachi. Nuestro Héroe niño falleció así, en una casita de la Chilena a donde fuera conducido a las cinco de la tarde de ese 24 de mayo, cifra y sello de nuestra Independencia.

Que autentico no ha habido más que uno, que poseyó su hermana doña Mercedes, por disposición testamentaria, este retrato, paso a poder de la junta de Beneficencia Municipal, y en su Salón de Sesiones fue presa de las Llamas del incendio de 1896, promovido en Guayaquil. “Era una pintura al oleo, como de madia vara de alto, que la familia estimaba como muy parecido al original, fue hecho en Quito, después de la Batalla del Pichincha, por cariñoso acuerdo de la Sra. en cuya casa expiro el héroe y esta le envió a la madre del héroe, manifestándole que en previsión de que no existiera el retrato de su glorioso hijo, había querido obtener ese.

El 17 de junio de 1822, Simón Bolívar Informado del heroico comportamiento del teniente Abdón Calderón, le asciende a Capitán y decreta honores a su memoria.

Se alistó en 1820 al ejército revolucionario y fue ascendido Abdón Calderón el 9 de octubre del mismo año, a Subteniente, en el batallón “Voluntarios de la Patria” a órdenes del coronel Luis Urdaneta, habiéndose distinguido por 5 su arrojo y pericia militar en varios combates: perteneció al “Batallón libertadores”. y aun al estado mayor del general Sucre, en 1821, y formo parte de la vanguardia del Ejercito Libertador a órdenes del Coronel Ibarra, al mando de la tercera compañía del Yaguachi; intervino con intrepidez y valentía en cinco campañas y coopero a la derrota de la Caballería Española en Tapia, el 21 de abril de 1822. “habiendo recibido sucesivamente cuatro heridas no quiso retirarse del combate” y en dicho parte se expresa que probablemente morirá y que el Gobierno de la Republica sabrá recompensar a la familia los servicios de este oficial heroico. “Cuyo comportamiento sorprendido en tal forma que llamo la atención a pesar de que la mayoría de los combatientes actuaban con heroicidad”. Advierte el Sr. Albornoz que cuatro días después de la batalla de Pichincha no moría Abdón Calderón. Otro de los testigos presenciales es don Jacinto Benavente que en su relación de los servicios y actuaciones es don Jacinto como militar en la batalla de Pichincha en el Escuadrón de Granaderos de los Andes manifiesta que fue uno de los que levanto el cuerpo examine de Abdón Calderón y en junta de otros oficiales le llevaron en una ruana al Tejar en donde había un Hospital de Sangre, allí seguramente se hizo el reconocimiento de las cuatro heridas que ocasionaron la muerte del héroe, que fue enterrado en el cementerio de ese lugar.

Herido Calderón en ambos brazos y en ambas piernas no quiso retirarse del combate y se hizo sostener por dos soldados. Sucre le ascendió a Capitán después de muerto, Bolívar, cuando tuvo noticias de lo ocurrido, ordeno que la madre de Calderón percibiera durante toda la vida, el sueldo. Dispuso que no se nombrara otro capitán a la primera compañía del “Yaguachi”; y que cuan se nombrara a Calderón en las revistas de comisario, respondieran todos los soldados: Murió gloriosamente en Pichincha, pero vive en nuestro corazones. Este no fue un honor especial, sino el derecho por haber muerto en combate y la madre tuvo que hacer repetidos reclamos para que Bolívar le hiciera pagar los sueldos, así como el montepío por su marido, el coronel Francisco Calderón, fusilado por los realistas, y los de su otro hijo Francisco Calderón, Oficial de Marina, héroe del sitio del Callao. Habiendo tenido, inclusive, que llegar a una transacción rebajando los sueldos para conseguir que Bolívar se los haga pagar. (Nicolás A. González Tola).