BENEFACTORA.-Hija legítima del Coronel Francisco García – Calderón y Díaz (1770-1812) natural de La Habana, Cuba, oficial real, casado en Guayaquil en 1801 con Manuela Garaycoa Llaguno (1783-1867) Cuando se dio el primer grito de independencia el 10 de Agosto de 1809 en Quito desempeñaba la Tesorería de las Reales Cajas de Cuenca por ser Ministro Contador. Por chismes de otros oficiales fue aprisionado, sufrió maltratos y perdió el empleo sindicado del delito de revolucionario, siendo sus bienes confiscados y subastados. En 1811 viajó a Quito y se unió en calidad de Coronel de Infantería a las
fuerzas patriotas. En 1812 fue jefe del bando sanchista y luego de la derrota que sufrieron las armas patriotas en la batalla de San Antonio cayó prisionero y fue fusilado en Ibarra el día 3 de Diciembre por orden del jefe realista Juan Sámano. La viuda permanecía en casa de sus padres en Guayaquil sufriendo injusta desprotección y al saber la infausta noticia juró educar a sus hijos en el amor a la patria. Fueron sus abuelos paternos José García Calderón natural de Santur en el valle de Toranzo, España y y María Ignacia Díaz Núñez, de La Habana.
Nació en Cuenca el 6 de Enero de 1806, fue bautizada al día siguiente en la Catedral con los nombres de Baltazara Josefa y desde su infancia gozó de una memoria privilegiada y dulce vocalización. Tuvo por hermanos: 1) Abdón Calderón Garaycoa quien en 1820 se alistó de oficial en el batallón Yaguachi, realizando la campaña como abanderado hasta su gloriosa muerte a consecuencia de heridas después de la batalla del Pichincha. El Libertador Bolívar honró su memoria. 2) Francisco Calderón Garaycoa, el menor de todos, ingresó a la Marina en 1827 y realizó algunas campañas navales distinguiéndose por su valeroso comportamiento, y dedicado al comercio de cabotaje costero se estableció en Lima donde contrajo nupcias, con descendencia. 3) Carmen Calderón Garaycoa que coronó a San Martin en Julio de 1822 y ha pasado a la historia con el sobrenombre de “La Gloriosita” y falleció soltera 4) Mercedes Calderón Garaycoa casada con el comerciante limeño Bartolomé Ayluardo y Azpillueta residió en la capital peruana durante muchos años. Viuda, volvió a Guayaquil, heredó a su hermana Baltazara y dejó un cuantioso legado para la fundación del Asilo Calderón Ayluardo recordando sus años de orfandad.
Baltazara creció huérfana de padre, recibió las primeras letras en la casa guayaquileña de los Garaycoa Llaguno y en el amor a la causa de la emancipación americana y tras la revolución emancipadora del 9 de Octubre de 1820 realizada entre otros
por su tío político José de Villa mil, integró con los demás miembros de su familia el partido patriota y desde 1821 que la Junta de Gobierno recibió a las fuerzas auxiliares comandadas por el General Antonio José de Sucre, admiró como todas las mujeres de su familia las glorias de Colombia y el Libertador Bolívar.
En esta época las Garaycoa se convirtieron en el eje del partido colombianófilo en Guayaquil, frente a las aspiraciones peruanófilas de la mayor parte de la población, que acostumbraba pensar en Lima como la capital natural de esta parte del continente.
En 1822 salía por las noches acompañando a su madre y hermanas Carmen y Mercedes Calderón y a sus tías Joaquina y Carmen Garaycoa Llaguno, amigos y amigas, cantando por las calles, algunas noches, las canciones colombianas. A finales de Mayo murió su hermano el Teniente Abdón Calderón a causa de heridas, causándole una pena enorme dada las tristes circunstancias en que ocurrió su deceso en Quito.
Cristiana practicante como correspondía a su calidad de sobrina del Párroco de la Iglesia Matriz de Guayaquil, leía mucho de política, tema que encontraba en los libros de la biblioteca de su tío el Dr. Luís Fernando de Vivero y Toledo, tan amigo de Bolívar que fue en honor de su hijo Pepito Vivero Garaycoa, primo hermano de Baltazara, que Olmedo compuso “El Alfabeto para un niño” pues el propio Libertador se lo pidió, para que el niño tuviera una buena Cartilla de Lectura.
Bolívar le envió en Junio de l.826 un ejemplar de “mi Constitución para Bolivia y otro de mi Discurso a los legisladores de ese estado naciente, para que leyendo ambas cosas con su acostumbrada atención y haciendo uso de su feliz memoria, tenga yo el gusto a mi llegada a esa, de oír de su bella boca, la reproducción de mis ideas.” En Septiembre recalcaba el Libertador en otra comunicación que no la había
olvidado, jamás, ni a Viverito, ni a Carmen, ni a Baltita”.
Quizá por ese género de lecturas elevadas nunca fue popular entre los jóvenes de su tiempo y como tenía un temperamento retraído y algo seco, se fue quedando soltera; pero quienes la conocían de cerca por haberla tratado y oído conversar, tenían una gratísima impresión de su clara intelectualidad, formada en lecturas y en ejemplos dignos de imitar, sacados principalmente de la antigüedad. En fin, todo en su casa respiraba patriotismo y cultura. Se conservan numerosas cartas de su madre y abuela materna al Libertador y las contestaciones de éste.
En 1838 su tío Francisco Xavier fue elevado al Obispado de Guayaquil, de reciente creación por el Presidente Vicente Rocafuerte. Baltazara y otros parientes pasaron a gozar de un cierto boato y distinción, saliendo de la tristeza en que se hallaban desde la muerte del Coronel García Calderón en 1812. Fueron pues, los años de su niñez y juventud, tristes y opacos; nunca un vestido elegante, jamás una peineta de fantasía, solamente lo elemental para vivir con la dignidad que su condición de hija de nobles le exigía.
I el Obispo, viendo que Baltazara no tenía pretendientes, decidió pedirle a Rocafuerte en 1842 que se interese por ella y como éste visitaba al prelado con quien le unía un no lejano vinculo de sangre por Lavayen, la cosa fue relativamente fácil. Una tarde el bonísimo Obispo los dejó solos en la sala del Palacio y luego de las formalidades de rigor, Rocafuerte – que no tenía tiempo para perder en románticas declaraciones – le pidió la mano y ella tuvo que dársela, puesto que él era Gobernador del Guayas y ex Presidente de la República y en lo físico un hombre bastante apuesto y viril, aunque entradito en años como lo decían sus patillas blancas, como aún se puede observar en los daguerrotípos de la época, pues frisaba los cincuenta y nueve años de edad, ella tenía treinta y seis. El era de contextura
delgada (nervioso, fibroso y bilioso) se contrariaba fácilmente y entonces los ojos le echaban chispas, siendo capaz de cualquier abuso, pero luego la frialdad de su inteligencia moderada y reflexiva, formada en lecturas y viajes, y la cortesanía de quien se había sentado varias veces a la mesa de la Emperatriz madre de todas las Rusias, hacía que se controlara.
Esos arrebatos le agradaban a Baltazara quien vio en él a un padre – marido, luego sería un amigo – marido y por fin, el gran amor de su vida, que así fue conquistada por aquel gran misógino a quien ningún autor le ha conocido aventuras románticas ni escarceos con el bello sexo a excepción de un intento de matrimonio en México con una sobrina, petita Gainza Rocafuerte, “para que pudiere heredarle.”
Baltazara era según personas que la conocieron algo seca, es decir, delgada y con tendencia a las arrugas, nada de chapas, rostro ovalado, frente amplia, peinada siempre partido el pelo en la mitad y cogido en un moño atrás, de piel fina y blanquísima, vestida casi siempre de negro, aunque elegante y con buen gusto. Pie fino, modales enérgicos pero femeninos y una mirada triste, muy del gusto romántico de entonces, pero triste de verdad y sin afectaciones ridículas, pues que la tristeza que llevaba era real por el fusilamiento de su padre y la carnicería sufrida por su hermano en la batalla del Pichincha.
Niña solitaria y fugaz, al fin, con su matrimonio, encontró la paz y la tranquilidad que tanto requería su espíritu. El matrimonio se realizó en la Capilla del Palacio Episcopal de Guayaquil el jueves 10 de Febrero de 1842.
Meses más tarde, en Octubre, durante la gran epidemia de fiebre amarilla aparecida en el puerto cuando Rocafuerte estaba a punto de terminar su Gobernación y dedicado de lleno a controlar la situación. Baltazara enfermó de cierta gravedad y casi muere, entonces Rocafuerte escribió al Presidente Juan José Flores diciéndole que estaba loco por la falta que ella le hacía, pues era su brazo derecho, su compañera, su confianza y su archivo y no había quien le hiciera de secretaria, en fin, con sus buenas maneras ella se lo había metido enteramente al bolsillo. Poco después sanó, “si no fuera por mi Balta, que ha pasado la epidemia, no sé cómo me viera, pues ella sola hace más que diez sirvientes juntos,” pero tuvieron que soportar la pérdida de varios familiares cercanos.
Fueron tiempos difíciles para las familias guayaquileñas pues la ciudad quedó prácticamente despoblada durante varios meses y recién a mediados del 43 volvió la normalidad. Mientras tanto los nuevos cónyuges Rocafuerte – Calderón seguían amartelados y muy juntitos, dando buen ejemplo a la colectividad, que no podía creer cómo una señorita tan controladita, hubiera dominado a ese monstruo famoso por sus arrebatos de mal humor. Mañas femeninas, aunque no faltó la coplilla sarcástica que gozó de tanta popularidad que hasta en mis años mozos se seguía cantando y dice aí: // Nada le falta a mi Baltazara // nada le falta si no la cara. // en referencia a su falta de hermosura física.
Electo Diputado ese año para el Congreso del 43 se puso disgustadísimo contra Flores, que se hizo reelegir por seis años presidente de la República y realmente se convirtió en dictador perpetuo, despertando la odiosidad de todos los sectores del país. Rocafuerte fue el más ofendido porque quería subir nuevamente al solio presidencial, así le correspondía en el reparto de poder. Primero Flores, luego él, después Flores y nuevamente Rocafuerte y así hasta el fin, pero Flores le cerró el paso y el 24 de Mayo Rocafuerte – acompañado de su esposa – se fueron de exiliados voluntarios en la goleta Carolina a Lima, donde vivieron fastuosamente dada su enorme fortuna, porque Rocafuerte poseía varios navíos, los pozos de brea de Santa Elena que servía para calafatear e impermeabilizar los cascos de madera de los buques y varias propiedades rurales, entre ellas la hacienda Conducta que había sido parte del latifundio El Naranjito en el cantón Yaguachi, considerada una de la más extensas y valiosas propiedades agrícolas del país por tener cuarenta y cinco mil hectáreas.
En Lima fueron recibidos por lo ministros de estado, los cónsules acreditados y la sociedad de esa capital, que les agasajaron y obsequiaron con repetidos convites. A poco compraron casa y Rocafuerte escribió sus catorce “Cartas a la Nación” e incendió al país, pues circularon impresas y prepararon la insurgencia del 6 de Marzo de 1845. Entonces envió armas adquiridas a José Canevaro y a Juan Ugarte comerciantes de esa capital y producidos los sangrientos combates en la hacienda “La Elvira” cerca de Babahoyo, terminó la dictadura de flores.
Nuevamente en el Ecuador en el mes de Noviembre de ese año con Baltazara, concurrió a la Asamblea Nacional reunida en Cuenca, presidió la Cámara del Senado y al grupo de diputados que votaron para la presidencia de la República por José Joaquín de Olmedo, pero los conservadores estaban mejor organizados y triunfaron con Vicente Ramón Roca. Enceguecido de pasión regresó a Guayaquil, se disparó contra los Convencionales acusándoles de vendidos y junto a su esposa arribó al Callao el 9 de Abril del 46 a bordo del bergantín Caupolicán.
A los pocos meses fue designado para el Congreso que se reunió en Quito y el 1 de Diciembre volvió a Lima en el vapor Ecuador como Ministro del Ecuador ante el Congreso Americano convocado para unir a las naciones del Pacífico y hacer frente a la expedición armada que preparaba el General Flores en Europa. Como siempre, lo hizo en compañía de su esposa.
En Enero del 47 y con su salud desmejorada por un cáncer al estómago se instalaron en el vecino balneario de Miraflores. El 21 de Abril dictó su testamento designando a su esposa única y universal heredera de sus cuantiosos bienes “impuesta de todos mis asuntos y negocios” y murió con dolores a la una de la madrugada del 16 de mayo de 1.847. Las honras fúnebres fueron solemnes y en la iglesia de Santo Domingo, concurrió el gobierno peruano, cuerpo diplomático y consular, altas autoridades, amigos, compatriotas y pueblo en general, siendo enterrado en el Cementerio Católico el día 19. Baltazara quedó con la responsabilidad civil del albaceazgo.
Había fallecido su ídolo inseparable, quizá por eso decidió permanecer en la capital peruana junto a su madre y a sus hermanos Francisco y Carmen. La biblioteca de Rocafuerte pasó a integrar el haber del recién fundado Colegio San Vicente del Guayas y trató por todos los medios de cobrar al erario público ecuatoriano los créditos contraídos por Rocafuerte como Encargado de Negocios del Ecuador; pero todo fue inútil y finalmente terminó pagando, aunque años más tarde le fueron abonados en varios dividendos que destinó a obras de beneficencia. En lo material mandó a construir un imponente mausoleo al escultor José Gaggini de Génova, que hasta hoy existe en el interior del cementerio Presbítero Matías Maestre de Lima.
Dicho monumento fue tallado en mármol de Carrara color blanco y despertó la admiración en la vecina nación por su buen gusto, sobriedad, suntuosidad y riqueza. El conjunto se compone de una verja circular de hierro forjado que encierra un túmulo con dos ángeles en alto relieve y una placa inscrita, sobre el que se levanta una bellísima urna funeraria rematada por la estatua de una dama griega, que majestuosamente anota en el noble libro abierto de la Historia, los hechos del gran tribuno y eximio republico.
I cuando el Presbítero José Hermenegildo Noboa escribió contra la memoria de Rocafuerte en 1853, le salió al paso, puso de abogado al jurista peruano Santiago Chávez, inició juicio de imprenta por injurias y lo ganó en sus diferentes instancias que duraron seis largos años.
Noboa, que sabia que Baltazara era una fiera cuando defendía la memoria de su esposo, escapó a Guayaquil pero en el muelle dijo: “Esa flaca es peor que un tigre ¡Ay del que se meta con su marido”, frase que quedó gravada y por supuesto nadie volvió a escribir contra Rocafuerte ni en periódicos ni en revistas, por muchos años.
En 1854 acompañó a su madre en la defensa de su hermano Francisco acusado de acciones revolucionarias. El 56 escribió varios artículos para el diario “El Comercio” de Lima contando aspectos de la vida de su esposo.
Hacia 1857 regresó a su tierra, viviendo en una de las casas que había heredado en el malecón y Sucre, otra quedaba en Ciudad Vieja y una tercera en Las Peñas. Entonces fue la primera dama de la ciudad, la más considerada y respetada por su sangre de héroes y por viuda de un ex Presidente de la categoría de Rocafuerte.
En 1859 viajó a su hacienda huyendo del bloqueo de la armada del Almirante Ignacio Mariátegui, que sitió el golfo por varios meses y amenazó bombardear y quemar el puerto.
En Enero de 1865 García Moreno mandó aprehender a la mayor parte de los miembros del Cabildo y a varias personas notables de la ciudad, causando la indignación del vecindario de Guayaquil, que comentó el abuso, con total desagrado, durante semanas y meses.
Alguien le contó que Baltazara había dicho ¡Qué pena que ya no viva Vicente, pues le hubiera puesto las peras al cuarto a este tirano! con lo cual el malo de don Gabriel firmó la orden de destierro y Baltazara fue embarcada a Lima como una política cualquiera. Las damas se asustaron del hecho y no volvieron a comentar, pues se había iniciado el terror y nadie sabía quien podía ser el portador de chismes o mentiras, que el tirano creía cuando le convenía; además, los curas especialmente los jesuitas se habían convertido en sus principales soplones, cambiando la religión por la política.
Salieron también los individuos del Concejo Municipal: Pedro Carbo
Noboa, José María Avilés Pareja colega de García Moreno en el Triunvirato de 1859, Marco Aguirre Abad, Emilio Gerardo Roca Andrade, Francisco Boloña Roca, Rosendo Avilés Tolosano y varios ciudadanos particulares.
En 1867 falleció su madre, el 68 su hermana Carmen, el 73 su hermano Francisco, todos en Lima. Terminada la dictadura del primer período garciano, volvió a Guayaquil en 1867, a vivir con su hermana Mercedes, quien había quedado viuda.
Acostumbraba donar dinero para obras pías y cuando en 1870 se quiso levantar un monumento a su marido, como la gente se mostró reacia porque Rocafuerte se las había tenido contra mucha gente y hasta con familias enteras siendo Gobernador y Presidente y su memoria todavía despertaba resistencias, la noble anciana asumió el pago de la mayor parte de los gastos del monumento que hasta hoy existe en la Plaza de su nombre. El Comité estuvo presidido por Francisco Campos Coello y entre sus miembros principales figuraron Teodoro Maldonado González rector del colegio San Vicente del Guayas y Pedro Carbo Noboa presidente de la Municipalidad en 1870. Pronto se mandó a esculpir la estatua con el francés Aimé Millet y actuaron de fundidores en bronce Thibault & fils. El Gobernador José Sánchez Rubio la inauguró el 1 de enero de 1880 en medio de grandes solemnidades pues el día fue declarado festivo. Federico Cornejo Blanco presidía el Comité pro estatua a esa fecha y varias damas asistieron en corporación: Teresa Jado de Urbina, Dolores R, de Grimaldo, Adela Segarra de Cabezas, Zoila Dolores Caamaño y Bolivia Villamil de Ycaza, para acompañar a Baltazar en tan solemne acto.
En 1881 fue designada madrina de honor del primer local escolar que inauguró al Sociedad Filantrópica del Guayas. El 83 se celebró el centenario del natalicio de Rocafuerte con festejos cívicos. En tal ocasión se ejecutaron hermosas piezas vocales e instrumentales compuestas por los maestros Rosas, Bernardi y Pérez Antepara. El 11 de Agosto de 1884 el Presidente Placido Caamaño expidió un Decreto ordenando el traslado de sus restos a Guayaquil por cuenta de la nación, en el vapor Nueve de Julio, cumpliendo lo dispuesto por la Asamblea Nacional de 1852. La Comisión que viajó a Lima estuvo formada por Pedro Carbo quien se excusó por lo avanzado de su edad y fue reemplazado por Gregorio de Icaza Gainza, por Lucas Rojas y Rafael E. Jaramillo, a los que se agregó Francisco X. Aguirre Jado. Doña Baltazara les instruyó sobre varios puntos, entregó un Plano del mausoleo y las llaves del ataúd. El 23 de Septiembre se verificaron en Lima las solemnes exequias en la iglesia de Santo Domingo, concurrió el presidente Miguel Iglesias, los Ministros de Estado, Edecanes, Cuerpo Diplomático y demás autoridades. El 29 de Septiembre arribaron los restos a la isla Puna, el 30 fueron desembarcados en Guayaquil a la altura del Colegio de los Sagrados Corazones (calle Loja y malecón) y los recibió Caamaño. El 2 de Octubre se celebraron otras suntuosas exequias en la Catedral y el cadáver fue depositado en un mausoleo provisional cuyas llaves fueron entregadas a la viuda., donde permaneció hasta 1932, en que fue llevado al nuevo mausoleo en el Cementerio General.
En 1889, cuando el Dr. Víctor Manuel Rendón Pérez llegó de París recién graduado de médico, fue consultado por Baltazara, ya muy anciana. El anotó el grande honor que le había dispensado la señora al tomarlo de médico de cabecera.
Ya estaba enferma de cáncer a las mamas que se le pudrieron. Vivía entre la casa de las Peñas y su casa del Malecón y Sucre, donde falleció, acompañada solamente de una negra, antigua esclava, quien la cuidaba y atendía como podía, pues sus amistades rehuían subir a visitarla, porque según se decía apestaba hasta la escalera. Murió con dolores tan grandes que se escuchaban día y noche en el malecón. Años más tarde el albacea testamentario de su hermana Mercedes, llamado Vicente de Santistevan Rocafuerte, mandó tirar al río los cuatro baúles de alcanfor con el archivo Rocafuerte atestados de documentos y papeles por miedo al contagio, pues se creía que los saratanes o cánceres se pasaban al tomar los objetos usados por los enfermos, pero a última hora se salvó parte de los documentos que fueron a dar en Santiago de Chile, donde los acaba de adquirir un historiador guayaquileño para darlos a la luz pública.
Testó en Guayaquil el 24 de Febrero de 1890 ante el escribano público Antonio Darío Maldonado y su muerte ocurrió a la una y un cuarto de la tarde del sábado 7 de Junio, tenía ochenta y cuatro años de edad y el día anterior había recibido los óleos de manos del Cura de la Catedral José Ignacio Alvear. Sus funerales constituyeron una renovada muestra de pesar pues fue una gran dama, la más rica y venerable del puerto principal, hija y hermana de héroes y amiga juvenil del Libertador. Concurrieron profesores y alumnos del Colegio San Vicente del Guayas fundado por su esposo, los miembros del Cuerpo de Bomberos que ella protegió tanto, autoridades, público, vecinos y familiares que recorrieron las calles Pichincha y 9 de Octubre hasta el templo de San Francisco en donde se cantaron las exequias
Su ama de llaves Juana Jaime de Espinosa recibió un legado y se fue a Samborondón con un mundo de anécdotas que hubieran sido hermosas para ilustrar más aún esta biografía. A los parientes Luzarraga, Santistevan, Icaza y Wright sobrinos de su marido, así como los Vivero, Villamil y Garaycoa sobrinos de ella, no dejó ningún legado ni herencia, de manera que no hubo pelea. Los retratos de familia, uno grande al óleo del Obispo, otro de su padre en busto y uno de su hermano Abdón enviado desde Quito y tomado un día antes de su muerte por orden de Catita Valdivieso de Valdivieso en cuya casa expiró el héroe niño, pasaron a la Sociedad de Beneficencia. El del Obispo lo tuvo años más tarde Pedro Robles y Chambers en el rellano de su escalera donde le vi multitud de veces. El del Coronel García Calderón fue a parar a Quito y está en el Museo de la Casa de Sucre (donde lo hacen pasar equivocadamente como si fuera el de su hijo Abdón) retrato que ya no existe pues el único que se conservaba presidía el salón de sesiones de la Junta de Beneficencia Municipal de Guayaquil y se quemó con la casa situada al costado derecho de la plaza de San Francisco, conjuntamente con el resto del menaje, en la madrugada del 5 al 6 de Octubre de 1896, durante el Incendio Grande.
Antes de morir realizó varias donaciones a favor del Cuerpo de
Bomberos, construyendo en los bajos de su propia casa del malecón un local para depósito donde aún funciona la estación de bomberos Rocafuerte, a la Municipalidad legó la tabaquera de oro y fina porcelana francesa color azul cobalto con incrustaciones de oro de 18 kilates y las iniciales L y F correspondientes a Luís Felipe de Orléans, Rey de Francia, en brillantes, enviada como regalo al presidente Rocafuerte, por haber reconstruido las pirámides de Caraburo y Oyambaro, mandadas a erigir en tiempo de la Misión Geodésica francesa en el siglo XVIII y que las estultas autoridades españolas había demolido por pura ignorancia, alegando que tenían grabada una leyenda con el nombre de Luís XV Rey de Francia.
A la Sociedad de Beneficencia de Señoras de Guayaquil dejó varios bienes, principalmente La hacienda Conducta. La porción llamada la Isla a la Municipalidad de Guayaquil para que estableciera una escuela de artes y oficios, pero ésta no lo hizo y dichas tierras terminaron en poder de la Sociedad Filantrópica del Guayas que las vendió a terceros.
Su efigie se ha conservado a través de un medallón pintado al óleo actualmente en poder de meche Santistevan Arosemena que ha sido muchas veces reproducido. El cadáver fue depositado en el mausoleo de su hermana Mercedes Calderón de Ayluardo, elaborado por Estéfano Menconi en 1887 en Florencia, que se levanta en la entrada principal del Cementerio de Guayaquil, donde descansa con su madre, hermanos y sobrinos. En 1923 se levantó el Mausoleo de Rocafuerte al fondo de la Puerta No. 3 en el Cementerio General pero los restos de su esposa no fueron pasados a él.
Queda el recuerdo de sus buenas acciones y su retrato que no le hace justicia, pues fue bella porque poseyó la belleza interior y permanente de los espíritus superiores.
En la prensa guayaquileña de esos días apareció una Elegía, bastante maluca, que dice así // Consorcio de belleza y de decoro / tiene del aureo lys y de la rosa / ¿Quién pudiera decir cual más hermosa / si la corola o si la insignia de oro? // Le adornó el cielo del gentil tesoro / de una mente vivaz y esplendorosa / a la que aureolan, como a estrella y diosa, / de patrios genios legendario coro. // I así, fulgen en épicos anales / dignos todos de cantos inmortales / el autor de su vida, en el martirio // Su consorte, en los cielos de la historia / y el fraterno adalid en el delirio / del Pichincha, cimera de la gloria. //
La familia Rocafuerte tomó posesión de un latifundio conocido al principio como “Papayal” y luego “ El Naranjito,” el inmenso fundo estaba donde hoy se constituyen los cantones de Naranjito, Yaguachi, Milagro , Juján , Marcelino Maridueña, Bucay, el camino hacía Naranjal y El Triunfo ,de tal modo que estos territorios formaron parte de la gran hacienda de los Rocafuerte, la cual fue dirigida y administrada desde la “Casa de Hacienda” en el lugar donde hoy se levanta la ciudad de Naranjito.
El fundo pertenecía a Josefa Rodríguez de Bejarano y Lavayen, nacida en Guayaquil esposa del Capitán español don Juan Antonio Rocafuerte y Antolí, oriundo de Morella, Valencia (España) quién ocupaba altos cargos en Guayaquil, destacándose como Alcalde Ordinario. Alguacil Mayor del Santo Oficio de la Iglesia Católica. Teniente de Gobernador con jurisdicción en la Punta de Santa Elena, donde también tenía depósitos de brea por concesión del Rey de España.
El clan Rocafuerte- Bejarano poseía cuantiosos recursos económicos, en primer lugar por ser dueños de la más grande hacienda cercana de Guayaquil, “El Naranjito” que producía en abundancia cacao, algodón, caña de azúcar, maderas fina, tagua, y cría de ganado. Parte de está producción se la industrializaba, pues el Capitán Juan Antonio Rocafuerte exportaba grandes cantidades de aguardiente, a parte de estas actividades agrícolas se encontraban también entre sus intereses familiares, aquellas relacionadas con el comercio y las empresas navieras.
Vicente Rocafuerte nació en Guayaquil el 1 de mayo de 1783, sus padres fueron Juan Antonio Rocafuerte y Antolí, español, y Josefa Bejarano Lavayen, guayaquileña El matrimonio Rocafuerte tuvo 20 hijos de los cuales sobrevivieron Vicente y 5 hermanas que se casaron con importantes personajes. El niño Vicente por su condición de nacido en una familia rica e influyente, le permite recibir una buena educación.
Luego su formación intelectual fue completada en el Colegio de nobles de San Germaín en Laye, cerca de Paris, ingresa a la escuela de caballería fundada por Napoleón para los hijos de la nobleza europea, estudió lenguas, instrucción militar, administración, leyes, teología, geografía, matemáticas, literatura, aprendió de los escritos clásicos y de la ilustración que le dejaron huella en su expresión. En Saint Germaín le permitió ampliar sus relaciones sociales y comparte con la juventud más florida que había en París en aquella época donde tuvo como compañero de aula a los parientes de Napoleón y los mariscales de la Francia Imperial, pero lo más importante de su estadía en Paris fue el encuentro con el joven de igual edad, el futuro libertador, Simón Bolívar en 1803, también hizo amistad con Carlos Montufar, de Quito, Cabal de Colombia, Landaburo de Perú y Fernando Toro de Venezuela.
En 1807 Rocafuerte se vio obligado de regresar a Guayaquil, tenía 24 años y había permanecido 14 en Europa. Al llegar al puerto decide atender los negocios familiares, es el único varón y tiene que ponerse al frente de la familia pues su padre había muerto en 1796; en su tierra natal encontró un ambiente de tensión entre criollos y chapetones; después de estudiar en Europa, Rocafuerte desea emplear sus energías en el trabajo agrícola de su hacienda “El Naranjito”, el latifundio producía cacao, caña de azúcar, tabaco, algodón, y ganado, producción que era industrializada para la exportación y que generaba cuantiosos recursos económicos, una vez establecido en su hacienda pasaba sus mejores días disfrutando del paisaje de los ríos y de las tierras fértiles, salía de paseo o excursiones aprendiendo de la siempre sabia naturaleza.
Pero Rocafuerte ni aún así puede escapar de la tormenta de la época, por el contrario, esa misma hacienda le sirvió para dar refugió al Dr. Juan de Dios Morales unos de los principales líderes revolucionarios de Quito y relacionarse directamente con el movimiento que había de estallar en la capital el 10 de agosto de 1809.
Rocafuerte había conocido en Paris a unos parientes de Luís Francisco Héctor, Barón de Caron de Let. , Presidente de la Real Audiencia de Quito, quienes enviaron al presidente a través del guayaquileño cartas y demás documentos familiares, con este motivo se entabló “una correspondencia amistosa entre Rocafuerte y el Barón”, Lamentablemente éste fallece en Quito el 10 de agosto de 1807 y se suscitó “una singular competencia entre la Audiencia y el Coronel Diego Antonio Nieto” militar español que se hallaba de paso en Quito de tránsito para el Perú a donde iba a desempeñar la intendencia de Puno. El Dr. Morales ex Secretario de Carón de Let. Se había pronunciado en contra del Coronel Nieto pues sostenía que el mando no le correspondía, según la jurisprudencia sentada en ocasiones similares tocaba el gobierno interino al Oidor más antiguo de la Audiencia La tranquilidad de los días de campo son interrumpidos por los viajes periódicos que realizaba a Guayaquil y en 1808 cuando se encontraba en el puerto visita diariamente a María Castaño viuda del Barón de Carón de Let, quien había llegado con su familia para regresar a España, acompañándola estaba el futuro prócer y mártir de la independencia don Juan de Dios Morales quien sufría la persecución de las autoridades españolas las que consideraban a Morales un agitador.
La Baronesa María Castaño le pidió a Rocafuerte que ocultase a Dr. Morales en la hacienda Naranjito, el accedió gustoso y es así como estos dos personajes el huésped y anfitrión no tardaron en intimar, pues perseguían un mismo ideal y juntos bajo el hermoso follaje de la tupida selva, discutiendo por varios meses sobre el plan de asegurar la emancipación de su patria de España y de sus injustos oficiales; Rocafuerte era partidario de preparar la opinión mediante la organización de Sociedades Secretas, como las de Nueva Granada y de Lima; mientras que Morales quería proclamarla de inmediato, el guayaquileño acogió y ayudó a Morales, pero discrepó sobre las posibilidades del éxito final de la conspiración que se preparaba en Quito. Morales se puso en comunicación con él marqués de Selva Alegre, Comandante Salinas, el Dr. Riofrío y otros patriotas de Quito y una vez libre de la persecución, se despidió y salió de la hacienda “El Naranjito” para la capital por la vía de Riobamba y participó en el movimiento del 10 de agosto de 1809, un año después Morales murió en la trágica jornada del 2 de agosto de 1810.
División del Fundo El Naranjito.
Estando Rocafuerte en Europa en servicio diplomático en
representación de México. Por varias ocasiones solicitaba desde
Londres entre 1825 y 1826 permiso al Presidente de la República y al Ministro de Relaciones Exteriores para regresar a su patria natal, pues sus hermanas reclamaban su presencia para atender la testamentaria de su madre, “las continuas insistencias de mi familia para que vuelva a Guayaquil y termine los asuntos pendientes en mi casa, me ha puesto en la necesidad de hacer una representación al Exmo. Sor. Presidente se sirva concederme una licencia“; la solicitud que hice pidiendo una licencia de ocho meses a un año para ir a Guayaquil, a arreglar asuntos de intereses familiares; pero no volvió a Guayaquil sino hasta 1833.
A la muerte de Doña Josefa Bejarano de Rocafuerte en abril de 1823 la propiedad de la hacienda Naranjito se dividió en tres partes: Naranjito, Papayal, y Conducta que fueron repartidas entre la señora Rosario Rocafuerte de Alzúa; a quien correspondió Conducta. Al General Tomás Carlos Wright casado con María de los Ángeles Rico Rocafuerte (hija de Francisca Rocafuerte Bejarano) le tocó Papayal; y la otra parte llamada Naranjal fue para Vicente Rocafuerte, respectivamente que incluían 150 mil árboles de cacao.
En Guayaquil en agosto 25 de 1842 se suscriben ante el notario Juan Gaspar de Casanova un acuerdo bajo denominación general de “Naranjito” y se establecen líneas divisorias que fueron señaladas en el reparto entre los tres herederos esclareciendo en una forma los límites entre cada sección.
“Naranjito” en la época que gobernaba Vicente Rocafuerte como Primer Presidente Constitucional de la República del Ecuador era vía de paso para las tropas y se constituye en un destacamento militar formando una compañía de héroes de guerra. En cierta ocasión Rocafuerte, les dijo a los soldados “Yo les daré tierras de balde, y los ayudaré en todo y por todo, y si quieren les formaré un pueblo bien arreglado, puedo franquearles buenos potreros y excelentes tierras de pan sembrar, tan buenas o mejores que las de punta de Playa. No necesito explayarme sobre la importancia de ese proyecto, a buen entendedor la palabra vasta, Todo soldado veterano que quiera tierras para trabajarlas, yo sé las daré. Está es buena ocasión de atraer a los hombres valientes y vigorosos capaces de defender la noble causa que hemos abrazado de libertad nacional y progreso de civilización, Inútil es recomendar el secreto sobre este negocio, que nadie debe saber más que Ud. (Flores), Wright y Yo.
Por haber vivido muchos años en Londres como representante de México ante el gobierno británico, Rocafuerte tuvo gran simpatía y admiración por los ingleses y en igual forma, él fue muy respetado por la comunidad financiera británica Rocafuerte negocia la deuda de la independencia.
Como hemos podido apreciar, Rocafuerte se preocupó de solucionar el pago de la deuda inglesa, pues a él le convino establecer relaciones comerciales con Inglaterra para poder aumentar las exportaciones y generar mayores niveles de ingresos para el Ecuador. El gobierno inglés reaccionó favorablemente, lo que permitió la firma del tratado comercial.
Impulsor de la abolición del Tráfico de Esclavos.
También coincidió, con la preocupación que tuvo el gobierno de la Reina Victoria, en terminar con el comercio de esclavos y se preocupó de iniciar las negociaciones con Gran Bretaña que concluyeron en 1841 con la firma del Tratado de Abolición del Comercio de Esclavos.
A inicios del siglo XIX existieron en el Ecuador cuarenta y dos mil esclavos especialmente radicados en la Costa y el Valle del Chota.
Si bien es cierto que durante la administración de Simón Bolívar se dictaron leyes en la Gran Colombia eliminando la manumisión de los esclavos, las leyes nunca se pusieron en práctica, debido a:.. “los fuertes intereses creados, especialmente, por los terratenientes y finqueros, que tenían a su servicio gran cantidad de esclavos.” El Tratado de Abolición del Comercio de Esclavo fue un gran logro que nuestro país alcanzó para mejorar las relaciones comerciales con Gran Bretaña.
Como hombre práctico y de grandes ejecutorias, Rocafuerte requirió de programas de acción adicionales, para poder proporcionar prosperidad al Ecuador. Por un lado, redujo los aranceles de aduana para estimular el comercio y estableció los medios para que ingresen a Guayaquil las Naves a Vapor. Para Rocafuerte, “la introducción de los barcos de vapor en el Pacífico va a producir una revolución comercial más portentosa que la de nuestra independencia. Resulta que antes de 3 años, el Ecuador va a ser el centro de la Europa y de la Asía.
En 1841 Rocafuerte, como Gobernador de Guayaquil contrató con el inglés George Peacock, Segundo Superintendente de la Pacific Steam Navegatión Company, la instalación de boyas y el Faro para que el río Guayas pueda ser navegable por grandes embarcaciones. El trabajo demandó de un gran esfuerzo, pues se requirió construir una base y columnas para sostener la torre del faro.
El día de la inauguración se puso una plancha de cobre con una leyenda, que entre otras cosas dijo: Rocafuerte, fundó tan importante obra manifestando así su gran interés por la seguridad del comercio y la prosperidad de la industria.
Un viejo sueño de Rocafuerte se hizo realidad. Desde 1840 el había tenido en mente la colocación del citado faro. En una carta al General Juan José Flores, Rocafuerte le decía que la instalación del faro era de vital importancia para la navegación por el río.
Primero, el faro producirá una renta de 1.200 pesos poniendo el derecho de canal a medio real por tonelada, derecho que pagan volando y con muchísimo gusto los barqueros. Segundo, él facilitará la entrada, al río de los balleneros, que van a Tumbes, por los riesgos que les ofrece pasar por la isla del Muerto. Tercero, el faro traerá muchos buques extranjeros, porque bajarán los seguros, y porque encontrarán aquí cuanto necesitan en víveres y cargamento. Los carriles de fierro con la máquina a vapor que tanto facilitan la descarga de los buques forman con el faro un sistema de conveniencia comercial, que dará mucha fama al puerto de Guayaquil
Rocafuerte, durante la gobernación en 1842 en los momentos de conflictos y problemas políticos que tenía que enfrentar añoraba estar en “Naranjito” y decía: “Y crece mi deseo de irme con Baltazara a sepultarme en mi Naranjito; y ocuparme de cosechar cacao y engordar novillos, bañarme en las soleadas riberas del río Chanchan”. A la muerte de Rocafuerte sus propiedades pasaron a su esposa Baltazara Calderón que asume los encargos de la testamentaria de su esposo, entrega la biblioteca al Colegio San Vicente del Guayas, está al cuidado de las propiedades en Lima y Guayaquil, se estableció en 1884 el ingenio Rocafuerte en la antigua molienda y trapiche de caña. Por el quebranto en su salud no pudo continuar con los trabajos agrícolas, arrendó parte de su hacienda a los señores Rendón y Balazátegui y a los doctores Agustín L. Yeroví y Lorenzo Rufo Peña. La parte de la histórica hacienda Naranjito, que le correspondió a su esposo con el nombre de El Naranjito, pasó a llamarse “Hacienda Rocafuerte”.
En 1890 al fallecer Doña Baltazara mediante testamento dispone que una parte del fundo es decir “La Hacienda Rocafuerte” se entregue a la Sociedad o Corporación que estuviera en actitud de llevar a cabo sus propósitos de contribuir al fomento de la educación primaria. La Sociedad Filantrópica del Guayas después de entablar acciones judiciales obtuvo la posesión de la hacienda para el sostenimiento de la Escuela de Artes y Oficios llamada Vicente Rocafuerte.
La otra parte conocida como “La Isla” ubicada entre los ríos Chimbo y Chanchán la dejó a la Sociedad de Beneficencia de Señoras, pero fue manejada con dificultades y después de múltiples problemas terminó en remate público en 1933 siendo adjudicada al colombiano Arcesio Echeverri, el sacrificio de tantos años no les dejó muchos beneficios por las limitaciones o por falta de asesoría. Pues sólo habían valorado el terreno y las inversiones y no su potencial agrícola y correcta explotación económica.
Los terrenos que estuvieron arrendados a Agustín L. Yeroví pasaron a su propiedad por escritura pública en 1898, hizo préstamo a la Sociedad Aspiazu State Limited de los Hermanos Aspiazu y se fue a Paris a comprar maquinaria, luego de vivir en Europa se gastó el dinero y los Aspiazu embargaron el ingenio. Al disolverse la Sociedad Aspiazu State Limited en 1909 parte de los terrenos del ingenio Rocafuerte fueron vendidos a Nicolás y Pedro José Carrillo, el resto de la hacienda Rocafuerte fue vendido a Juan Amadeo Parodi y Domingo Bruzonne quienes intentaron seguir con el ingenio. En 1911 Carlos Lynch adquiere la Hacienda Conducta formando parte del Ingenio San Carlos.
A la muerte de Rosario Rocafuerte pasó la “Hacienda Conducta” a sus nietos Dolores y Enrique Dorn de Alzúa quienes vivían en Paris y él integraba la legación diplomática ecuatoriana. Los hermanos Dorn formaron la Sociedad Agrícola Naranjito en 1916 con Francisco Aguirre Jado a quien vendieron la mitad. Los hermanos Dorn nunca volvieron al Ecuador.
En Paris para el mes de abril del 1924, le Dolores y Enrique Dorn y Ángela Overweg de Aguirre Jado, socios de la compañía, otorgaron poder a sus parientes los hermanos Enrique, Luis, Gustavo, Julio Aguirre Overweg a quienes designaron administradores, gerentes y apoderados de la Sociedad Agrícola y les encargaron gobernar todos los muebles e inmuebles de la sociedad y especialmente el fundo Naranjito, que comprende el pueblo y la hacienda del mismo nombre ubicado en la provincia del Guayas.
La hacienda Papayal adjudicada al general Wright, llegó a manos de José Rosales en 1860. La hacienda María Isabel contigua a las haciendas Venecia y Paciencia pasaron al matrimonio entre Isabel Rosales Pareja, nieta de José Rosales y Francisco Aguirre Overweg sobrino bisnieto de Vicente Rocafuerte.
En 1944 la compañía naviera norteamericana Grace Line aparece en el escenario de las propiedades del fundo Rocafuerte y compra el antiguo Ingenio Rocafuerte a los herederos de Juan Parodi. La Grace Line Company. Conservó la hacienda hasta 1954 vendiéndola a la “Sociedad Anónima Hacienda Rocafuerte”.
Cuando la Sociedad Anónima Rocafuerte fue declarada en liquidación. Fausto Moscoso ex – Vicepresidente de la Grace Line, compró La Isla a la Compañía Agrícola del Guayas subsidiaria de la United Fruit. La Isla está ubicada entre el ingenio Rocafuerte y los terrenos del ingenio San Carlos en las riberas de los ríos Chimbo y Chanchan En 1964 Moscoso, cedió en venta al ingenio San Carlos, un bloque de acciones importantes que pasaron a pertenecer a esa empresa.
En Naranjito hasta 1950 existió la casa hacienda de los Rocafuerte, que por su construcción de madera el tiempo se encargó de destruir. La familia de los Aguirre Overweg junto a la casa de la hacienda Naranjito construyeron una casa de cemento de corte europeo, de amplios jardines adornada de una Pileta de fuente para verter Agua que aún existe derribada en el mismo lugar.
En la Iglesia se conserva la imagen de la Santísima Virgen de los Dolores considerada patrimonio histórico del cantón, pues su origen se remonta al siglo XVIII y fue traída por Josefa Bejarana de Rocafuerte, con el fin de incentivar la fe cristiana en los colonos de su hacienda Naranjito.
Igualmente en el recinto Rocafuerte aún existe una de la primeras locomotoras del llamado “camino de fierro” (hoy ferrocarril) que trajo Rocafuerte para el transporte de caña del ingenio, otro vestigio de este asiento industrial es la puerta principal donde en la parte superior existe una Placa de Bronce que dice Ingenio Rocafuerte.
Todas estas reliquias que aún se conservan deben dársele un mejor trato para que no se sigan deteriorando y preservándolas y declarándolas Patrimonio Cultural de la Nación por su alto valor histórico, de cuyo acervo sea el ejemplo para las nuevas generaciones sustentada en la grandeza de sus antiguos propietarios que ayudaron a la independencia del Ecuador y a las instituciones como base fundamental de nuestra nacionalidad.
Obras de Baltazara Calderón de Rocafuerte. En beneficio de la comunidad:
Donó su fortuna a instituciones educativas, religiosas y de beneficencia.
Destinó parte de su dinero para obra pública y apertura de caminos del país
Entregó la biblioteca de Rocafuerte al Colegio San Vicente del Guayas. Levantó en Lima un hermoso mausoleo para venerar la memoria de su esposo.
Contribuyó en la erección de la estatua de Rocafuerte en Guayaquil. Facilitó la repatriación de los restos de Rocafuerte desde Lima a Guayaquil.
Madrina de los edificios de la Sociedad Filantrópica del Guayas y del Manicomio Vélez.
Benefactora del Cuerpo contra incendios de Guayaquil y construyó un depósito para la Bomba Rocafuerte.
Encargó la pitillera de oro de
Rocafuerte a la Junta de Beneficencia Municipal para que sea entregada al primer museo de la ciudad de Guayaquil
Los libros de su hermano Abdón Calderón fueron donados al Municipio de Guayaquil.
Entregó a la Junta de Beneficencia Municipal los cuadros de su tío el Obispo Francisco Garaycoa y de sus hermanos Abdón y Francisco.
Facilitó la instalación y modernización del primer ingenio azucarero Rocafuerte en su hacienda. Permitió que por su hacienda pase la primera vía férrea de Yaguachi hacía Bucay.
Dejó la hacienda bautizada Rocafuerte para que sus productos sirvan de beneficio a la ciudad de Guayaquil.
Los sectores Conducta fue destinada a la Sociedad Filantrópica del Guayas. Donó la hacienda La Isla a la Sociedad de Beneficencia de Señoras.
Los valores de crédito público, acciones, inversiones y documentos fiduciarios de los bancos del Perú legó a la Beneficencia de Señoras.
Del producto de Conducta sirvió para sostener la Escuela de Artes y Oficios. Libros y Folletos impresos los donó a la Biblioteca Municipal de Guayaquil.
Su casa de Guayaquil y parte de una vajilla dejó a su sobrina Manuelita Calderón.
Certificado de minas de sal en el Perú fue destinado a sus sobrinos Clemente y Manuela Calderón.
Su casa del Callao la heredó su sobrino Clemente Calderón Froment. Su casa de Las Peñas y una finca en el pueblo de Caracol le entregó a su hermana Mercedes y a su vez a Isabel Icaza Villamil.
Su legado monetario fue distribuido entre sus parientes, vecinos, amigos pobres y la servidumbre.
El Nombre de Naranjito.
Sobre el origen del nombre de Naranjito se han formulado varias hipótesis, lo que se aproxima a la verdad es que nace de los progenitores de Vicente Rocafuerte, por la existencia de grandes cantidades de naranjos de montaña o achotillos.
La Hacienda Naranjito después que se operó la división, permitió la formación de comunidades: Naranjito 250 pobladores, Conducta 70, Rocafuerte 70, Venecia 60, todos ellos esclavos de los Rocafuerte.
Para el año 1851, el Presidente del Ecuador José María Urbina al decretar la liberación de los Esclavos, hace que un gran número de colonos que antes fueron esclavos de los Rocafuerte, se asienten en Naranjito, ahora como trabajadores libres, los que se convirtieron en verdaderos agricultores. La exuberancia del suelo afianzó la gran producción agrícola y ganadera, llegando a ser un centro de atracción de muchas personas que se establecieron en este lugar con el fin de realizar actividades comerciales de la producción agrícola, de este modo la hacienda Naranjito se fue poblando, pasando a ser un próspero caserío.
Según se conoce; para esa época las vías de comunicación para sacar los productos hacia Guayaquil y otros poblados, era mediante caminos de herraduras que se comunicaban con el río Chimbo, El Chorrón y Papayal, por los cuales se llegaba hasta la desembocadura del río Guayas, es decir que el transporte era vía fluvial en pequeñas embarcaciones como canoas o balsas.
Con relación al comercio entre los fundadores del pueblo de Naranjito, mayoría era de raza negra, los que hicieron el uso del trueque de productos: que es el cambio de un producto por otro en igualdad de cantidades, sistema que se utilizó por el desconocimiento de la moneda circulante. Igual canje se efectuaba con los comerciantes de los productos de la sierra,.
En los años de 1859 al 61, cuando Gabriel García Moreno llegó a gobernar como Jefe Supremo, el país se hallaba sumido dentro del colapso de la inmovilidad por la falta de vías, siendo éste el problema más agudo que soportaba la nación, impidiendo el progreso de los pueblos. Ante la urgente necesidad de las vías de comunicación, el Gobierno de García Moreno en 1883, decreta la ejecución del Ferrocarril directamente o por medio de empresarios, considerando que, mientras no haya buenas vías de comunicación en el país el progreso tardará por mucho tiempo. Once años transcurrieron desde la expedición del histórico decreto, fue así que, el 18 de Julio de 1873 cuando García Moreno gobernaba por segunda vez, se inicia la construcción del ferrocarril, partiendo desde la población de Yaguachi, ese día el pueblo estuvo de fiesta por haber sido privilegiado desde donde se iniciaba la obra del ferrocarril.
Para el año 1875 la construcción alcanza los 44 kilómetros, muy cerca de la hacienda Venecia, es decir que García Moreno había cumplido la primera etapa.
En este mismo año (1875) la Corte Suprema de Quito manda a levantar el Plano de Naranjito, el encargado de este trabajo fue el ingeniero James Wilson, un ejemplar permaneció por muchos años en el ingenio Rocafuerte.
Luego en 1884, en la presidencia de José María Plácido Caamaño, decidió continuar con la construcción del ferrocarril, el que pasando por Naranjito, tomó la prolongada curva de Supay pungo (puerta del Diablo) Y desde allí emprender la recta más larga del ferrocarril, cuya distancia es de 25 kilómetros pasando por Barraganetal hasta perderse en el kilómetro 82. En el Gobierno de Caamaño la estación del ferrocarril en Naranjito fue equipada con la red de telégrafos y teléfonos.
División Política
Naranjito Parroquia. de Yaguachi En el año de 1883 el Ilustre Concejo Cantonal de Guayaquil pidió a la Junta de Gobierno compuesta por José María Sarasti, José María Plácido Caamaño y Pedro Lizarzaburo que se declare Cantón a la parroquia Olmedo perteneciente a Yaguachi, estimando que en el mismo Decreto se eleve a la categoría de Parroquia al Recinto Naranjito, fue así que el 21 de Julio de 1883, se decreta que la Parroquias Olmedo que más tarde se denominó Yaguachi, sea considerado cantón; y el Recinto Naranjito sea elevado a parroquia.
Entre las consideraciones existentes para conceder las categorías de cantón y parroquia, estuvo su pasado histórico de ambos pueblos.
En relación a Yaguachi este cantón tiene a mucho orgullo y legítimo derecho de haber ofrecido a la Patria a destacados hombres y mujeres que se entregaron sin mirar el sacrificio a la revolución liberal. En la etapa de la independencia el 19 de agosto de 1821 en los campos de Cone o Yaguachi Viejo cerca del actual Yaguachi, los patriotas fecundaron con su sangre y sacrificio el camino para el triunfo del 24 de mayo de 1822 en la batalla del Pichincha uno de sus héroes, Abdón Calderón, le toco ser el abanderado del batallón Yaguachi.
El decreto fue dado y firmado en Guayaquil el 21 de Julio de 1883, a partir de ese año Naranjito pasó a formar parte del cantón Yaguachi, una vez dado este primer paso al ser reconocido jurídicamente como parroquia sus gentes trazaron las proyecciones del progreso basado en la gran riqueza de su suelo, aunque la población urbana para esa época era apenas de 1.200 habitantes.
En el año de 1883 la Dirección de Estudios de la Provincia, a solicitud de numerosos vecinos estableció la primera Escuela Mixta Fiscal nombrando como profesora, sin auxiliar alguna, a la señora Dolores Flores de Clavijo; y posteriormente fueron nombrados profesores del plantel los siguientes maestros: Mario Clavijo, Celestino Salazar, Darío Argudo. Luego de poco tiempo comenzó a funcionar en la parroquia dos escuelas, una de niñas y otra de varones. Para esta época existían muy pocas familias, una parte dedicadas al comercio y la otra en faenas del campo. Por el arriendo de la tierra, hasta después de 1890, tan solo pagaban los agricultores al dueño de la hacienda un quintal de arroz por concepto de cada cuadra de cultivo o también un quintal por la totalidad de la tierra ocupada por otros productos.
Origen y Fundación del Ingenio San Carlos.
El progreso de Naranjito se fortaleció más aún con la puesta en funcionamiento de un ingenio azucarero, que con el pasar de los años adquiere el nombre de Ingenio San Carlos, ubicado a tan solo 7 kilómetros, importante es reconocer que desde sus inicios está industria ha requerido de la mano de obra de los naranjiteños.
En 1893 en lo que hoy se llama Ingenio San Carlos, apenas era una pequeña finca poco cultivada en un sitio denominado “Playa de Piedra” que pertenecía a José Bermeo, consistiendo sus sembríos en la producción de cacao, y de igual manera, varias cuadras de caña de azúcar, destinadas estas últimas a la elaboración de aguardiente, para lo cuál contaba con un trapiche de mijarra, movido por acémilas y el cual estaba situado cerca de la confluencia de los ríos Chimbo y Chanchan de la jurisdicción del cantón Olmedo (al que luego tomo el Nombre de Yaguachi). Esta propiedad fue adquirida en septiembre de 1897, por el Sr. Carlos Lynch, que consiguió montar una nueva maquinaria para elaborar azúcar y alcohol, a medida que aumentaba la demanda de los productos, en el mismo orden se extendían nuevos sembríos de caña de azúcar.
De esta manera se inicia la formación del Ingenio San Carlos, siendo sus padrinos el Sr. Francisco Durán Rivas y Eulalia Durán, ( tal como lo atestigua la placa conmemorativa de este acto que se conserva todava en el ingenio). Para las operaciones comerciales la naciente industria azucarera, tuvo la necesidad de crear una oficina principal en la ciudad de Guayaquil.
Mientras tanto para el 8 de diciembre de 1937 se constituyó en la ciudad de Guayaquil. La Sociedad Agrícola e Industrial San Carlos S.A. siendo su primer Gerente el ex Mandatario Juan de Dios Martínez Mera, luego le sucedió el Sr. Agustín Febres Cordero Tyler, actualmente ejerce está función Xavier Marcos Stagg. A través de los años la Presidencia de la Empresa ha sido ejercida por Lorenzo Tous, Juan X Marcos y Mariano González Portés.
ELOY ALFARO Y EL FERROCARRIL ANDINO.
Con la total construcción del ferrocarril Naranjito, tomó un aspecto muy importante, lo que motivó para que hombres de negocios instalen sus casas compradoras de productos como: cacao, arroz maíz, maderas, caucho, tagua, y entre otros más. El progreso de Naranjito se vio aún más fortalecido, con la llegada al poder de Eloy Alfaro, quién desea continuar con la construcción del Ferrocarril de Guayaquil a Quito y para hacer realidad la obra , durante dos años mantuvo gestiones o sea desde enero de 1896 al 98 tendiente a la ejecución del ferrocarril , aunque tuvo que librar la fuerte oposición del Congreso que estaba en contra de la construcción del ferrocarril;
Por su parte los hermanos Harman se reunieron con los banqueros de New York, a quienes se les informó del ambicioso proyecto de la construcción total del “Ferrocarril Andino”, los inversionistas de Norteamérica no dudaron en ofrecer el crédito, conocedores que la inversión era buena y estaba garantizada, con estos antecedentes se había logrado la consecución del Ferrocarril en la ciudad de Nueva Jersey, gracias también a las gestiones el entonces
Ministro ecuatoriano Luís Felipe Carbo y del norteamericano Archer Harman, se conforma la compañía ecuatoriana – norteamericana ,con el nombre de The Guayaquil and Quito Railway Company.
Pese a todos los obstáculos, el 25 de junio de 1908, día de su cumpleaños, Alfaro, asistió a la fiesta de Chimbacalle. El Ferrocarril llegaba a Quito, el pueblo alborozado vivió una gran fiesta.
En año de 1911 terminaba el periodo presidencial del General Eloy Alfaro, para la sucesión de la presidencia grupos de ciudadanos presentaron sus candidatos , por los conservadores el doctor Carlos R Tobar. Por su parte los liberales eligieron a Don Emilio Estrada, por ser un antiguo militante además era un hombre de acción y trabajo, político de austeros principios, había nacido en Quito, descendía de familias guayaquileñas. Emilio Estrada salió electo a ocupar la presidencia, a pesar de la vinculación con Alfaro, el triunfador Estrada, declaró que gobernaría libremente, sin ataduras partidistas, es decir que será un gobierno para todos los ecuatorianos.