Brandin Abel Victorino

Cirujano del Gran ejercito del Emperador Bonaparte en la invasión y retirada de Rusia. Llego a Buenos Aires en 1820 cuando Pelletier y Caventou habían aislado el principio activo de las quinas. De argentina paso a Chile donde ingreso en su calidad de medico en la expedición que venía al Perú en ayuda de la Emancipación, y hubo de presenciar los estragos que las tropas hizo la Malaria durante su permanencia en Arica. Aquí comienza su experiencia con el sulfato de quinina, descripta ampliamente en la Relación que escribió de la expedición antedicha, impresa en Santiago de Chile en 1824.
Cuando supo que los puertos del Perú reinaba la fiebre intermitente, salió a viajar a Lima y aquí sostuvo una cruenta lucha con sus colegas y médicos que se oponían al empleo del sulfato de quinina. Paso a Guayaquil, donde amplio su experiencia medica, para luego regresar a la capital peruana, pero aburrido por tenaz oposición de sus colegas y principalmente del médico Pezet, volvió al Ecuador en 1825 donde permaneció algún tiempo. También en Guayaquil y Quito tuvo opositores, aunque parece que nuestro país fue más propicio para sus experiencias dado el tiempo que en el permaneció. Comenzó suministrando el sulfato de quinina por gramos disuelto en una cucharada de elixir de quina o en infusión de café hasta que la fiebre desaparecía, para luego continuar con solo el elixir, del que daba dos cucharadas cada mañana por espacio de siete o mas días fue preconizador no solo del sulfato de quinina sino también de las sanguijuelas que se usaban en América desde hace tiempo y de los baños del sulfuro de potasa, estos últimos para curar la sarna. A respecto decía a las reflexiones y a los consejos higiénicos precedentes, añadieron el de los baños tan necesarios bajo la zona tórrida, en donde el órgano cutáneo está continuamente en excitación, y de donde resultan esas afecciones conocidas bajo el nombre herpes y de carachas, tan frecuentes aquí. Los baños templados con adición del sulfuro de potasa, abreviaran segura y prontamente la curación y prevendrán la propagación que resulta del inevitable contacto. 
En su primera visita a Guayaquil escribió en esta ciudad en 1825 su obra ” de la influencia de los diferentes climas del universo sobre el hombre y en particular de la influencia de los climas de América Meridional”, obra que fue impresa en Lima en 1826, y en la cual relata sus experiencias en América. De Guayaquil paso a Quito donde hace notar su Titulo de medico en la Facultad de medicina de la universidad de Santo Tomas, residió por algunos años, habiendo hecho también viajes a Colombia. Allá escribió su libro titulado “de la mayor calamidad que puede acometer al género humano y que aflige al ecuador, de los medios de remediarlos por el autor de la influencia de los diferentes clima de el universo, en 1830, del cólera Morbo en Europa. Esta obra fue impresa en Quito el 14 de octubre de 1840 en la imprenta de Alvarado y desde Popayán, en enero de 1835, escribía:

“el cielo sin la ciencia es un furor manifestó, decía San Pablo hablando de los judíos que aborrecían a los gentiles convertidos y no convertidos; del mismo modo que la libertad sin sabiduría es dañosa y la religión ciega y sin piedad desagradable a Dios. “El progreso misterioso de ese asqueroso mal y su modo de propagarse con todavía impenetrables y hay una igual masa de hechos en pro como en contra del contagio”. “por otra parte, pedir por la secuestración de los desgraciados enfermos sin asegurárseles anticipadamente de los medios y recursos para hacerlos subsistir, alimentar, curar y cuidar, es carecer de prevención, es ligereza y en consecuencia es querer sepultar a los vivos”. Fundó en lima en 1826 la primera revista médica titulada “Anales Medícales”, se había graduado de doctor en medicina en la universidad de Paris y fue caballero de honor de la orden Real de la Legión de Honor a Francia, e Individuo de varias Academias, entre estas las de Filadelfia y de Chile también escribió “Clima, costumbre y enfermedades predominante en Guayaquil y Quito donde habla de las enfermedades nerviosas y por esto opinamos que había roto los vínculos de la ciencia médica con la edad media y se abría un campo libre hacia la objetividad de las ciencias naturales, susceptibles a la observación.