PINTOR.- Nació en Guayaquil el 18 de Agosto de 1900 en un chalet alquilado en P. Ycaza entre Chimborazo y Córdova y fueron sus padres legítimos Luis Bellolio Corniglio natural de Génova, socio de la Fabrica La Roma con Antonio Vallaza, después Jefe de Ventas de la Fábrica la Nueva Italia de los Landucci, finalmente puso una distribuidora de alimentos al mayoreo en García Avilés y Luque pero enfermó y dejo de trabajar por ser un bebedor fuerte, aunque murió de casi noventa años en su casa frente al parque Infantil y la iglesia del Corazón de Jesús, y Candelaria Pilart Córdova, natural de Piura, que habiendo quedado huérfana, fue criada por una tía y de sólo diez seis años conoció al joven Bellolio de paso por el Perú y se vino con él. Aquí se casaron y tuvieron tres hijos. Antonio fue el segundo.
Desde pequeño le agradaba hacer esculturas de barro cuando llovía y caricaturizaba a los vecinos, sobre todo a un italiano narigón y a una libanesa gorda y nalgona, quienes terminaron por darle las quejas a su padre para que le castigara por malcriado. Buen gimnasta, era el mejor trompón de la manzana y de otros barrios venían a desafiarle; mas, como a veces le caían entre varios, su hermano Pedro tuvo que aprender a boxear para defenderlo. Por eso siempre estaban juntos y al verles pasar por las calles con unas gorras en las cabezas como era usual entre los descendientes de italianos, los otros muchachos decían respetuosamente: Allí van los Gorras. Una tarde los dueños del Circo Nelson le vieron haciendo maromas y quisieron llevárselo como acróbata, pero su madre casi se desmayó del susto.
Hizo la primaria en el Colegio Andrés Matheus que era cercano a su casa y la secundaria en el Vicente Rocafuerte donde fue muy popular por su natural elegancia y porque no había chica que resistiera sus requiebros
Graduado de Bachiller en 1918 tuvo un corto romance con Rosa María Mórtola Zerega a quien haría su segunda esposa muchos años después en New York y como no sentía atracción por ninguna profesión, a no ser por el dibujo, que había seguido cultivando desde sus años mozos, sus padres decidieron enviarlo a estudiar a la Escuela de Bellas Artes en Quito, donde fue alumno de Víctor Mideros en pintura y tuvo por amigos y compañeros a Mario Kirby y a Sergio Guarderas en cuya casa terminó viviendo, invitado por los padres y hermanos de él.
En 1920 ganó la Medalla de Oro Exposición Centenario como homenaje a Guayaquil. El 2l trabajó de cronista e ilustrador de la revista artística y literaria “Proyecciones” en una de cuyas portadas apareció una escena femenina muy influenciada por el Art Nouveau que ya había concluido en Europa. En 1922 volvió a Guayaquil y puso una Academia para la enseñanza de pintura en Pedro Carbo No 1.028 entre Sucre y Colón, casa de la familia Avilés Minuche, al lado del consultorio de su hermano Pedro, que ya era médico especializado en enfermedades venéreas. Su teléfono era el 231 pero su estilo se vio afectado por un amaneramiento muy academicista.
Ese año dibujó las portadas de los Nos. 2 y 3 de la revista “Proteo” que editaba su amiga Aurora Estrada y Ayala y se inició como cronista de “El Guante” de propiedad de sus amigos los Avilés Minuche donde ilustró la Página Femenina y la Página Literaria, pintaba las propagandas comerciales de la Cervecería Nacional, también es de esta época un vitral a colores con niñitos desnudos bailando alrededor de un árbol frutal, muy decorativo por cierto, pero nada más, hoy en el Museo del Banco Central de Guayaquil.
En 1924 participó en el Salón de Pintura de la ciudad y obtuvo el Primer premio con un busto del Libertador hoy en el Museo Municipal. El Concejal Heleodoro Ferruzola Morlás le consiguió una beca para estudiar en Europa con Enrique Martínez Serrano, otro joven guayaquileño que prometía mucho. La beca consistía en los pasajes de ida y vuelta más ochenta dólares mensuales durante dos años, que su hermano Pedro elevó a ciento cuarenta poniendo la diferencia de su bolsillo
En Europa fue corresponsal de la revista guayaquileña “Savia”, realizó diversos estudios, visitó museos en Italia y Francia y terminó por instalarse en París con su modelo Margarita Letrange a la que hizo su amante. Juntos frecuentaban los cafés y vivieron la bohemia del momento, conociendo a pintores que se harían célebres como Salvador Dalí, José Miró y Pablo Picasso. Con este último se carteó durante muchos años.
En 1927 volvió a Guayaquil, instaló una Academia de Pintura en Diez de Agosto No.220, ejerció por algún tiempo la cátedra de Decoración en el Vicente Rocafuerte, ilustró el número 56 de la portada de la revista Savia, El 28 expuso en dichos salones del Vicente. En septiembre formó parte del Jurado designado para el Concurso de Afiches promovido por la revista Ocaña Film.
Era un Joven culto, viajado, que hablaba francés, italiano y genovés a la perfección y le agradaba recorrer el país buscando motivos nuevos para sus cuadros, captando paisajes, marinas, valles, nevados, así como las ferias pueblerinas ricas en colorido y el arte religioso. En el oriente ecuatoriano estudió los tipos raciales de los jíbaros de la región de Canelos y terminó por dejar a un lado su manierismo inicial. De esta primera época es un magnifico retrato de su hermano Pedro y otro de Ana de Pacciani acompañada de su hija con un fondo andino de montañas y valles donde consiguió fuerza, expresión y carácter. También empezó a diseñar muebles porque siempre le había atraído la decoración de interiores, pero no le fue bien con esa línea debido a la falta de conocimientos de la sociedad de entonces, que ignoraba las nuevas directrices del Art Decó impuesto en Europa y los Estados Unidos a comienzo de los años veinte.
En agosto de 1928 colaboró con Rodrigo Chávez González, a) Rodrigo de Triana, en una serie ilustrada con sus grabados. Monos les decían entonces a las caricaturas, aparecida en el diario El Telégrafo bajo el título de “Guayaquil Nocturno” Fueron once artículos de mucho interés y trataron sobre el folklore nocturno del puerto, siempre tan pintoresco.
En octubre del 29 formó parte con José María Roura Oxandaberro del Jurado para calificar los trabajos artísticos presentados por el Día de la Raza. En 1930 ilustró el Álbum de la joven bailarina de sociedad Thalie Rosales Pareja y con un grabado – motivado en el trabajador bananero – una de las portadas de la Revista Mosaicos. En octubre realizó una Exposición de Arte Moderno con Enrico Pacciani en la Galería del Museo y Biblioteca Municipal, calle Pedro Carbo y Diez de Agosto. El crítico español Francisco Ferrandis Albors a) Feafa, escribió en El Telégrafo lo siguiente: Bellolio ve las cosas a la manera clásica con toda su natural definición. No es un amanerado que con el puntillismo llega al retrato fiel de las cosas, ni es un detallista anodino. Pinta con un solo impulso del pincel, pincelada en la que ha alcanzado maestría Zuloaga y cuando abandone en los desvanes del olvido el resto de academicismo que le queda y adquiera sabor vernáculo, gusto a la tierra que le nutre y bañe su espíritu de este rol tropical sin desmayos violetas ni difuminaciones opalescentes, entonces habrá alcanzado la ruta de su temperamento artístico. En dicha muestra presentó sesenta y seis óleos entre marinas, paisajes, retratos, estudios y desnudos y veinte dibujos en color sepia, sobresaliendo entre los retratos el de su padre, de su madre, del Dr. Abel Gilbert Pontón ejecutado en 1928 y un bellísimo estudio titulado “La del vestido azul” que fue adquirido por la Municipalidad. Su amigo Francisco Huerta Rendón escribió: Destacan los retratos, especialmente el de su padre, donde logra un parecido más o menos fiel y una humanísima figura llena de fuerza y vigor sobre el lienzo
Otra de sus facetas preferidas fue el costumbrismo evidenciado en sus dibujos a sepia: Bajadores de banano, De vuelta a la choza 1931 De la raza costeña y los óleos Mercado de granadillas, Yaraví o la quena, igual que otras técnicas como el lápiz, el óleo, el grabado, el vitral, todo en el ámbito del realismo.
I tal fue el éxito alcanzado por Bellolio y Pacciani que pasada la estación invernal fundaron en Abril del 31 la “Sociedad Promotora de Bellas Artes Alere Flammam” – que en latín significa avivando la llama – con el pintor Marco Martínez Salazar, los escultores Alfonso Vernimmen y Léntulo Aragundi, el caricaturista Galo Galecio y el dibujante Carlos Zevallos Menéndez y colaboró en la I Exposición de Arte organizada por dicha sociedad con los siguientes cuadros al óleo trabajados con la técnica de la espátula: Mercado de Granadillas, retratos del Dr. Pedro Bellolio, de Ana de Pacciani y su hija, retrato de Ña Crucita, retrato de un Jívaro de Canelos.
En 1932 viajó a Caracas invitado por un amigo pintor. Expuso en la Universidad y en una Galería particular, vendió todo y permaneció tres meses. El 34 participó en la IV Exposición Colectiva de Alere Flammam con diez óleos, entre ellos un retrato de Paccianí y otro del recién fallecido Dr. Cesáreo Carrera Padrón, realizado por especial encargo de la Municipalidad para adornar el salón de la Sindicatura. Igualmente presentó temas andinos, influenciado por el indigenismo que ya pegaba fuerte en el país: Yaraví, entierro, familia, serenata, recuerdo colonial, acacias. Ese año se mostró muy optimista y hasta ayudó a fundar el Curso de Modelado que abrió Alfredo Palacio bajo los auspicios de la Municipalidad, transformado en 1941 en Escuela Municipal de Bellas Artes.
En 1934 conoció a Dolores Ordóñez Mata, recién llegada de New York a causa de la crisis mundial. Al año siguiente contrajeron matrimonio en Cuenca, fueron felices aunque sin hijos. Vivian viajando por el país y de lo que producía la pintura. Numerosos Bancos, instituciones y empresas particulares ocupaban sus servicios sobre todo para que hiciera retratos. En ello disputabale la primacía en Guayaquil su entrañable amigo Mario Kirby radicado en la ciudad hacía varios años.
En 1937 aportó solamente con dos óleos a la VII Exposición de Alere Flammam y obtuvo el Primer premio con Retrato de mi esposa. La revista “Social Cine” le publicó un reportaje con foto y volvió a Caracas por dos meses.
En 1945 fue designado miembro de Número del Núcleo del Guayas de la Casa de la Cultura. El 46 decidió instalarse a vivir en “La Florida” extensión grande de terreno ubicada frente al mar entre el puerto de La Libertad y el balneario de Salinas, donde gozó de paz, tranquilidad y quiso realizar un centenar de marinas que donaría al Museo de la ciudad pero que vendía con tal rapidez que llegó un momento en que no se daba alcance. El 47 colaboró en el III Salón Nacional de Bellas Artes en Quito con los óleos titulados: La Olla, Autoretrato, centinela del mar y retorno de pescadores. No era realmente un pintor comercial pues pensaba mucho antes de escoger la ubicación exacta para elaborar sus paisajes y no le agradaba repetirse, había días enteros que caminaba sin hallar lugar apropiado y como su esposa puso una Hostería, más bien para amigos y por tener algo en que distraerse, pronto el lugar se convirtió en sitio de reunión de la sociedad guayaquileña, hasta que el 51 ella sufrió la pérdida de los cristalinos y quedó ciega.
Para operarla de urgencia viajaron a New York donde finalmente pudo recobrarse pero la recuperación se hizo larga por lo que decidieron alquilar un departamento pequeñito pero elegante, en las cercanías de la tumba del General Ulises Grant, en la zona noroeste de Manhattan. Uno de sus sobrinos políticos de apellido Astudillo Ordóñez le empleó en una importante Compañía Publicitaria donde tomó el dibujo técnico y comercial y llegó a ser muy considerado. La vida newyorquina le hizo volver a la bohemia y quizá por eso su señora se regresó el 52 al Ecuador. El prefirió seguir allá pues en una Exposición en el Chase Manhattan Bank logró vender un retrato al óleo del Presidente Dwright Eisenhower en veinte mil dólares iniciando su carrera como retratista en los Estados Unidos y ganando muy bien.
En 1955 participó en la Décima Sexta Exposición – la última – de la Asociación Allere Flammam, realizada en los salones de la Cámara de Comercio de Guayaquil. En 1960 se divorció en ese país entregando su propiedad de “La Florida” a su esposa y contrajo matrimonio con Rosa María Mórtola Zerega, una antigua novia, a quien había encontrado a la vuelta de muchos años, aunque tampoco tuvieron hijos.
El 63 fue contratado por la General Electric Co. para trabajar su stand en la Feria Mundial de New York de ese año. El contrato le significó excelentes ganancias. Ya tenía la costumbre de viajar en las vacaciones de invierno varios meses a Europa, pero ese año al tomar un tren en Paris sufrió un súbito desmayo que le hizo rodar por los suelos.
Llevado de urgencia a New York le detectaron un tumor canceroso en el cerebro casi del porte de una bola de tenis que le fue extraído a medias. Con pronóstico reservado regresó a morir a Guayaquil y él lo sabía. Arribó con el pelo cortado al rape – los médicos le habían dado un año de vida – y habitó un departamento pequeño en casa de su cuñado Luís Savinovich Bravo en Eloy Alfaro No.2.620 y Azuay, pero no sufrió dolores porque su hermano le mantenía en estado de semi conciencia, como adormecido, para evitarle todo sufrimiento.
Falleció en 1965 de solamente sesenta y cuatro años de edad, junto a su esposa y demás familiares. La mayor parte de la producción de sus últimos años, que fueron de constantes trabajos, quedó en su departamento de New York en poder de la viuda.
En 1966 se realizó una retrospectiva suya con el nombre de “Testimonio Plástico”, el 2008 la Municipalidad de Guayaquil editó un pequeño Álbum en 141 págs. con parte de su producción, especialmente los dibujos aparecidos en las revistas guayaquileñas Predicciones, Cultura y Novedades desde 1921, Proteo desde 1922, La Ilustración desde 1923, Savia y Ecuador Ilustrado desde 1925, Ocaña Film desde 1928, Novedades desde 1929, Mosaicos desde 1930, Semana Gráfica desde 1931, Caritas y Carotas, Cultura y los periódicos El Telégrafo y El Universo.
De joven había sido galante, pretencioso y enamorador Tenia la debilidad masculina de vestir bien y hasta diseñaba su calzado, pero jamás gustó del nudo de corbata, que solo llevaba cruzada. Amó el mar y los viajes que fueron las principales fuentes de su inspiración. Su trato parsimonioso, culto y educado.
La conversación siempre de temas artísticos y musicales, nunca de política. Severo consigo mismo, no se daba fácilmente pero era de buen corazón y generoso al máximo.
Tal su fisonomía moral. En cuanto al físico, tenía la estatura baja, atlético, nervioso, musculado, atraía irresistiblemente a las mujeres y tuvo muchas y en todas partes. El rostro blanco rosado, la nariz roma, la barbilla partida, las cejas y el pelo negro, así como sus ojos que miraban sin malicia, en la edad madura fue miope y usaba lentes.
“Los apuntes de Bellolio nos permite rescatar para nuestra memoria ese Guayaquil nostálgico que quedó escondido en un cúmulo de papeles.”