BEDOYA MARURI ANGEL

INVESTIGADOR. Nadó en Quito el 8 de diciembre de 1913 y fue bautizado en la Parroquia de San Blas con los nombres de Ángel Nicanor. Sus padres legítimos Alejandro Bedoya Jaramillo y Mercedes Maruri Padilla eran de mediana condición económica, vivían en un departamento arrendado en la Colombia y Egas. El comerciaba cueros en la Venezuela y Olmedo y tuvieron tres hijos, siendo Ángel el mayor.

Estudió la primaria en la escuela de los Hermanos Cristianos de San Blas y la secundaria en el Mejía, destacando como excelente alumno hasta graduarse de Bachiller en 1933. Poco después se matriculó en la Facultad de ingeniería de la Universidad Central donde aprobó hasta el segundo Curso el 36. Entonces fue de los Cadetes fundadores de la Escuela de Artillería e Ingenieros, para lo cual tuvo que rendir examen de ingreso ante un tribunal compuesto por los profesores alemanes traídos por el Presidente Velasco Ibarra para esta segunda Escuela Politécnica.

Recuerda que destacaban los Dres. Tullen en Matemáticas, Foster en Electro Técnica, Grossman en Física y como había dos facultades solo siguió los cursos de Artillería hasta graduarse de Subteniente en 1940, año en que fue destinado a una de las baterías de un reparto acantonado en Santa Rosa, Provincia de El Oro.

El 41 ascendió a Teniente, lo destinaron al grupo de Artillería Tarqui en Cuenca, que permaneció durante los aciagos días de la invasión peruana en esa ciudad y por eso no combatió. El 43 casó con una antigua vecina, la quiteña Blanca Lucía Melo Ochoa, matrimonio feliz y cinco hijos.

El 46 fue ascendido a Capitán y su amigo el Dr. Manuel Agustín Landívar le invitó a conocer las ruinas del castillo de Ingapirca en la región del Cañar, que estaban abandonadas, despertando su inquietud por la arqueología. En un viaje a Quito visitó al erudito bibliógrafo Carlos Manuel Larrea, quien tuvo la generosidad de abrirle su biblioteca y poco tiempo después le presentó al científico mexicano Pedro Armillas, que realizaba estudios por contrato con el Banco Central. Juntos planificaron la compra del Castillo a la Curia cuencana para que formara parte del patrimonio Cultural de la Nación

El 53 adquirió una villa de cemento en la Ciudadela San José de la Caja de Pensiones, en el tradicional sitio de la Magdalena, al sur de Quito, que habitó con su esposa y numerosa familia. El 60 salió del Ejército con el grado de Teniente Coronel debido a un cambio orgánico decretado por el voluble Presidente Velasco Ibarra.

Casi enseguida se sumó al grupo de trabajo que dirigían en Quito sus amigos el antropológico físico Antonio Santiana Barriga y su esposa de nacionalidad argentina María Luisa Carlucci de Santiana con el nombre de Sociedad de Amigos de la Arqueología y fue el primer Secretario. La amistad con los Santiana le venía desde cuando visitó el Museo que mantenían bajo los auspicios de la Universidad Central. Se reunían de preferencia los sábados a conversar sobre los tópicos más disímiles, aunque siempre relacionados con el indio ecuatoriano y escribió en la revista “Humanitas” de esa Sociedad, pues ya investigaba en las zonas de Rumicucho, Caranqui, Cayambe, Cochasqui con el alemán Udo Oberem, a quien acompañó en tres ocasiones entre el 60 y el 62, San Agustín de Callo, Culebrillas, etc. También enviaba colaboraciones a varios periódicos de Quito y Guayaquil.

Al ocurrir la dictadura militar del 63 y reestructurarse la Casa de la Cultura Ecuatoriana, ingresó a la Sección de Historia y Geografía. Su diploma fue firmado por el joven Secretario Rodrigo Borja Cevallos. Entre el 63 y el 64 viajó vanas veces en comisión de servicios de la CCE al Cañar y editó “Aspectos de la Arqueología en la región de Cañar” en 223 págs. y láminas, primero de sus libros.

El 69, con motivo de las celebraciones del bicentenario del nacimiento de Humbolt, dio a la luz un resumen biográfico bajo el título de “Federico Enrique Alejandro Barón de Humbolt” en 87 págs. y láminas, extracto de la obra “Humbolt, su vida y su época” de Hemukt de Terra, cuya traducción al español fue editada en México en 1956 por Eduardo Ugarte, ingresó al Instituto Ecuatoriano de Ciencias Naturales de Misael Acosta Solís, quien republicó en la revista “Flora”, en Mayo de ese año, el trabajo sobre Humbolt.

El 74 salió en la Editorial Cajica de México “La Arqueología en la región interandina en el Ecuador”, reeditada en Quito por Acosta Solís. El 76 comenzó a escribir para el “Boletín Histórico”, órgano de la Sección de Historia y Geografía Militar del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, fue electo Miembro de la Academia Nacional de Historia. Le recibió Fray Agustín Moreno Proaño y habló sobre “El Libertador Bolívar, principales facetas de su vida” en 21 págs. tema que no dejaba de tener actualidad a nivel de estudiantes de primer y segundo nivel solamente, pero que en ningún caso prodría calificarse de académico.

El 78 dio a la imprenta “Nevados del Ecuador en Quito” en 258 págs. que mereció el Premio Tobar de la Municipalidad. Se conoce una segunda edición de 1995 en 161 págs. con láminas a colores. La primera parte contiene el resumen de numerosos documentos, noticias extractadas de los escritos de los geólogos que visitaron nuestra Patria, principalmente los del siglo XIX, y una Bibliografía. La segunda trae diversos ensayos sobre los Conquistadores y su acción colonialista desde la época del Gobernador Gonzalo Pizarro.

Su amigo Jorge Salvador Lara en una conversación le había referido que en una de sus crónicas el sabio Luciano Andrade Marín Baca comentó que González Suarez mencionaba un cuadro de grandes dimensiones donde aparece el Presidente de la Audiencia José García de León y Pizarro en el interior del antiguo Hospital de San Juan de Dios, entregando un donativo a fray José del Rosario, del Orden de los betlemitas, en presencia del médico y cirujano de dicho Hospital. Motivado por este dato decidió localizar la obra para ver si encontraba el rostro del Dr. Espejo y tras algunas pesquisas localizó el cuadro en el edificio de administración del actual Hospital Eugenio Espejo de la Avenida 24 de mayo.

El dicho Presidente de la Audiencia, conforme lo describe el historiador- arzobispo, aparece entregando un donativo al Administrador fray José de Rosario, de la Orden Betlemita. Al fondo, un médico observa fijamente al espectador y le acompaña su ayudante.

Espejo era el único Médico del Hospital ese tiempo y tenía una cicatriz en el rostro. El facultativo del cuadro tiene la misma cicatriz y aparece de estricto uniforme, que corresponde en todo a la minuciosa y pormenorizada descripción de los uniformes de los Médicos de esa época. Por tales razones – cicatriz y uniforme – Bedoya confirmó que el personaje del cuadro era el Precursor, descubriéndose tras casi dos siglos su rostro, que no era enteramente nativo como se lo ha venido pintando sino más bien mestizo amulatado por los aportes de las tres razas que conforman el mapa genético de América: la india por su padre Espejo, la blanca y la negra por su madre Aldás Larraincar. El rostro moreno, la mirada clara, inteligente, inquisitiva como corresponde a quien tenía la alta calidad de científico, instrucción sólida, pensamiento moderno y actualizado.

El asunto causó gran revuelo en los medios intelectuales. Por fin se conocía la vera efigie de Espejo lo cual ameritaba su reproducción por la prensa, una serie filatélica y hasta una Medalla conmemorativa, pero nada de eso se ha hecho y en escuelas y colegios siguen rindiendo tributo de admiración a los numerosos rostros ficticios que se tienen de Espejo, de manera que debemos concluir que a los gobiernos y autoridades nacionales y seccionales más les interesa sostener el mito que esclarecer la verdad histórica.

En 1982 apareció finalmente su biografía “El Dr. Xavier Eugenio de Santa Cruz y Espejo” en 193 págs. En la carátula consta el retrato verdadero de Espejo pintado al carboncillo. El 88 editó “Recientes investigaciones arqueológicas en la provincia de Imbabura” en 124 páginas y láminas a colores.

El 91 asistió al primer simpoosium sobre Historia de América celebrado en Montevideo con la ponencia “La Revolución de las Alcabalas” y conoció Uruguay y Argentina. El 93 estuvo en Europa con motivo del Congreso Internacional de Historia reunido en Lisboa y trató sobre “Los límites entre Ecuador y Brasil”

Vivía en soledad pues su esposa murió el 86 a causa de una infección pulmonar. Su estatura baja, rostro blanco canela, pelo cano, ojos cafés, contextura robusta, usa lentes, desempeñó la secretaría de la Academia Nacional de Historia y tenía a su fallecimiento numerosos planes intelectuales que cubrir.