ASTUDILLO ESPINOSA CELIN

MEDICO Y ESCRITOR. Nació en Riobamba el 20 de Enero de 1923. Hijo legítimo de Teófilo Melitón Astudillo López, nacido en 1875, propietario de la hacienda Santa Ana – Elén a orillas del río Chibunga, cerca de Riobamba. A su vez hijo legítimo de Mariano Astudillo Arrieta (1840 – 1911) hombre cultísimo y apasionado por las raíces latinas y griegas, secretario del ilustre Manuel Villavicencio Montúfar, primer geógrafo ecuatoriano, cuando éste visitó la provincia de Chimborazo. Autodidacta que solía leer con avidez las tardes y los fines de semana libros de Ciencias Naturales en los que hacía anotaciones marginales propias de su genialidad, coleccionaba piezas arqueológicas y se escribía con el sabio botanista Luís Sodiro quien llegó a apreciarle mucho, y de Josefina Espinosa Moreno, riobambeños.

Fue el quinto de nueve hermanos y siguió estudios primarios en la escuela San Juan Bautista de la Salle, cursando la secundaria en el Colegio Nacional Maldonado y aunque no llegó a conocer a su ilustre abuelo, durante éste período realizó sus primeras investigaciones botánicas y zoológicas en un microscopio antiguo de propiedad del Dr. Julio León, que lo facilitaba por las tardes a sus alumnos. Para entonces hablaba de corrido el quichua, idioma aprendido en las propiedades de su padre, y poseía conocimientos rudimentarios del inglés y francés, que después perfeccionó con el portugués hasta poderlos hablar con gran fluidez.

En 1941 se graduó de Bachiller y fue enviado a estudiar medicina en la Universidad Central de Quito, mientras vivía en casa de sus primos los Alarcón Mesías y sobresalió como excelente alumno. El 48 se graduó de Médico y los laboratorios LIFE publicaron su tesis resumiéndola bajo el título de “Tratamiento de las dermitis parasitarias por la rotetona”, debido a su gran utilidad práctica.

Mientras tanto sus padres le llamaban con gran insistencia para que regrese a Riobamba y mas por complacerles instaló allí su consultorio en medicina general y empezó a trabajar en el Hospital Militar con sueldo de Capitán que se elevaba a S/. 1.500 mensuales, haciendo las veces de médico laboratorista. También ayudó al Dr. Isaías Medina, que había sido enviado de Guayaquil a combatir la última epidemia de bubónica que registró la zona central de la República.

El 49 el Jefe de su unidad fue trasladado a Quito y quiso llevarlo, pero no aceptó, cambiándose en 1950 al Hospital Policlínico, en el que laboró nueve años. También se dedicaba al deporte pues era un consumado andinista, gustaba escalar las cumbres de los volcanes y como volante del automovilismo compitió en algunas pruebas nacionales con éxito. Por todo ello su nombre comenzó a ser conocido en la República.

En 1951 fue electo Concejal del Cantón y miembro del directorio de la Federación Médica de Riobamba, mas ese año sufrió un gravísimo accidente a la altura de Biblián, viajando de Cuenca a Riobamba, cuando un bus cargado chocó de frente a su automóvil, descendiendo una cuesta a gran velocidad y sin frenos. Astudillo quedó gravísimo y con varias fracturas en la cadera y piernas. Los periódicos se equivocaron y anunciaron su muerte, pero al día siguiente tuvieron que desmentirla.

Un obligado reposo de muchos meses le dejó inválido y para volver a la normalidad el 52 viajó al Hospital Aedo de Buenos Aires, a terminar de curarse con el famoso traumatólogo Dr. Luis Bado, que para levantarle el ánimo le dijo en cierta ocasión: “No importa cuan menguado sea un hombre, si se hace un propósito en la vida y lucha por conseguirlo, seguramente triunfará”. Desde entonces se impuso caminar apoyándose en un bastón y cuando lo consiguió, viendo que la convalecencia se anunciaba igualmente larga, decidió aprovechar su tiempo investigando en el Instituto de Bacteriología del Dr. Liberato Pérsico, donde aprendió mucho y de allí pasó a trabajar al Hospital Lerner como Interno.

El 56 regresó totalmente repuesto a su Patria después de cuatro años de ausencia, instaló un laboratorio privado en Riobamba, casó con Fabiola Arroyo Robelli y han tenido cuatro hijos. Para esa época ya había publicado “Sensibilidad de los microrganismos a los antibióticos”, “Las Uncinadas”, para el Congreso de PAMA de 1955 de Guayaquil y “Parasitosis intestinal del Ecuador que apareció en el Boletín de la Federación Médica el 56.

En 1962 dio a la luz “Los Protozoos intestinales” con motivo del V Congreso Médico Nacional y el 63 “Epidemiología de Bubónica en las provincias andinas” en la revista de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, conteniendo sus experiencias de la epidemia del 48.

El 63 subió al Chimborazo varias veces y con un jesuita amigo suyo construyó el primer refugio en las nieves. Esta hazaña le fue posible cuando alcanzó su total rehabilitación física.

El 65 dictó una conferencia en Quito sobre las investigaciones médicas del Dr. Paúl Rivet en París y la Embajada de Francia lo premió con un viaje de estudios por un año al Instituto Pasteur de esa capital, donde logró especializarse en enfermedades tropicales y micosis.

A su regreso al país en 1966 concursó para la cátedra de Parasitología y Enfermedades Tropicales en la Universidad Central y cuando la ganó, tuvo que trasladarse con su familia a Quito, instalando un pequeño laboratorio privado en el quinto piso del edificio Vivanco, calles 10 de Agosto y Arena, que traspasó su hijo Fernando, que también es médico.

Una vez en funciones encontró que la cátedra era un simple apéndice de la de Microbiología y tras largas instancias pudo conseguir que se la independice, concediéndosele la importancia que debe tener el aspecto clínico de la Parasitología, tal como sucede en otras partes de América y Europa. Actualmente esa cátedra es solo de investigación científica, cuenta con siete profesores asistentes y funciona a nivel del quinto curso.

El 66 también editó “Las ciencias naturales en Riobamba” e “Hidrología termal e hipotermal en Riobamba” y entró al Hospital San Juan de Dios de Quito como médico laboratorista, hasta que al destruirse dicho Hospital en 1974 pasó al Laboratorio del Centro de Salud No. 1 de la Dirección General de Sanidad, a realizar investigaciones y programas sanitarios.

El 67 dio a la luz pública unas lecciones de Parasitología para sus alumnos. El 69 un curso y una conferencia en la Sociedad Médica de Laboratoristas sobre la “Leishmaniasis”. El 70 “Micosis Humana y “Parasitología

Humana, el mundo de los parásitos y de los vectores” texto que amplió su tesis doctoral y que ha tenido tanto éxito que obtuvo el primer Premio de la Universidad Central en 1974 y cuenta con seis ediciones.

El 72 “Lecciones de Microbiología” y en el concurso para médicos latinoamericanos que organizó la OEA logró una clasificación y viajó un año a estudiar salud pública al “Hospital de Ultramar” de Lisboa, donde se preparaban numerosos especialistas para trabajar en las colonias de Angola y Mozambique.

De regreso al Ecuador en 1973 editó “Resumen y apéndice parasitológico”. El 75 “Tratamiento de las parasitosis” y “Desenvolvimiento parasitológico”. El 76 “El Medio ambiente” y viajó invitado por el gobierno de Rumania, junto a otros catorce científicos ecuatorianos, a dictar conferencias sobre enfermedades tropicales en Bucaret. Allí fue traducida al rumano su obra sobre Parasitología humana, honor grande pero muy merecido.

En 1977 sorprendió al país con una biografía del padre Juan de Velasco en la que se dio primacía a sus estudios de medicina y ciencias naturales, libro que recibió el Premio Nacional de la Casa de la Cultura y constituye el mayor esfuerzo realizado para adentrarse en el pensamiento científico de tan distinguido historiador colonial. Dentro de esta línea el Dr. Celín Astudillo ha escrito otros numerosos ensayos, como “El Primero en la ciencia ecuatoriana, don Pedro Vicente Maldonado”, 1977; “Brillante lírida andino: Miguel Ángel León” 1981; “Juan Félix Proaño” 1979, “Emilio Uzcátegui y las ciencias naturales” 1980; “Enrique Garcés, “1980; “Dr. Emiliano Crespo” 1981; “Dr. Virgilio Corral: 1981; “Doctor Paúl Rivet” 1981; “Hernando de Santillán” 1982; “Eugenio Espejo, escritor luminiscente” 1978; “Isabel Godín”, 1978; etc. En el campo de esos ensayos cortos, muchos de ellos para periódicos como “El Tiempo” de Quito donde escribió algunos años, Astudillo llega casi al centenar de fichas, casi todas muy interesantes, por sus datos inéditos y novísimos enfoques científicos, útiles a los investigadores, por lo que deberían ser coleccionadas en varios tomos dé “Obras históricas”.

El 78 lanzó una selección de estudios titulados “Temas Parasitológicos” y editó “Aspectos de la medicina andina y tropical”, “La patología humana es eminentemente parasitaria”, “Contaminación de las aguas de

Quito” y “Medicina Andina y tropical del Ecuador”.

El 79 salió “Moluscos del Ecuador” y desde el 80 asumió la dirección del Boletín de Informaciones Científicas de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, que aparece cada tres meses con material muy interesante. En esa dirección reemplazó a los Dres. Misael Acosta Solís y Julio Arauz. Ese año también dio a la publicidad “Crustáceos, moluscos, churos y jaibas” y algunos aspectos de su vida y experiencias como médico investigador en “Vicisitudes de la parasitología en el Ecuador”, “Quince años de la medicina antiparasitaria”, “Enfermedad de Chagas en Picoazá”, “Toxoplasmosis” y “Malaria y Paludismo en San Lorenzo”.

El 81 “El presidente Ayora, médico y docente universitario”, libro que mereció el primer Premio de la Universidad Central y el Isabel Tobar de la Municipalidad de Quito. Igualmente dio a la luz pública “Parasitosis entomológica Dr. Paúl Rivet” con los estudios del sabio en esa ciencia.

El 82 “Parasitología y Nutrición”, “Los Dermatophagoides”, “Trichiuris trichiura”, “La oncocercosis en Ecuador”, “Parasitosis en Ecuador”, “Parasitosis y contaminación del medio ambiente”, “Los laboratorios de Salud Pública”, “Enteroparasitosis”, “Secuencias científicas”, “Elevado porcentaje de parasitosis en el Ecuador”, “La filalia oncocerca vovulus en la patología ecuatoriana” y el 83 “La desparasitación otro requerimiento nacional”.

Habitaba sólo, en su villa situada en la calle Santo Domingo No. 204 y Cuba Norte, donde recibía a sus amigos, discípulos, leía mucho y escribía más, pues entre artículos, folletos y libros su listado bibliográfico asciende a doscientos títulos, algunos de enorme importancia para el conocimiento de la medicina tropical en el país y otros de marcado tinte humanístico. Falleció en Quito el 4 de junio del 2008 a la avanzada edad de ochenta y cinco años de edad.

Bien dotado para las biografías, sus obras sobre Velasco y Ayora son clásicas en el país. Su labor difusora en el Boletín de Informaciones Científicas de la Casa de la Cultura Ecuatoriana ha hecho conocer a nuestra patria en el ámbito científico del continente. Polígloto que dominaba numerosos idiomas, por lo que siempre estaba bien informado de las novedades mundiales en medicina tropical y junto al Dr. Luis A. León y al Dr. Ramón Lazo constituía lo más representativo en parasitología y enfermedades tropicales en el país.

Normalmente iniciaba sus actividades a las tres de la mañana, y realizaba anotaciones. A las cinco comenzaba a escribir. A las ocho dictaba sus clases universitarias y por las tardes concurría al Centro de Salud No. 1 que dirigía con tanto acierto. Al final de la tarde practicaba algún ejercicio, recibía visitas, conversaba, leia y se acostaba por lo general temprano. Escritor vital y de temperamento vivo. Su estatura baja, tez trigueña, ojos negros y pequeños, hundidos bajo generosos lentes, su frente amplia denota al pensador y al científico que investiga y escribe sin descanso, de los pocos del Ecuador en temas especiales, científicos y humanísticos.

Sus actuaciones le recomendaban y su obra le tenía abiertas las puertas de la opinión nacional y de los Congresos mundiales a los que asistía con notable regularidad, por ello su nombre era más conocido en el exterior que en su Patria, pero eso parecía no perturbarle, pues su férrea voluntad siempre le hacía proseguir sin detenerse, hasta la consecución del ideal.