Araujo Miguel


Tenía de virtuoso e inteligencia. Era doctor en Teología y había escrito mucho sobre esa materia. En el pasado tenía solo un pecado: Había sido un recalcitrante realista.
En 1830. En Ambato residía, pobre y anciano, el de veras celebrado teólogo y descendiente de los Cepedas y Ahumadas, Sr. Dr. don Joaquín Miguel de Araujo quien, describiendo su situación, decía entre otras cosas el Ilmo. Sr. Rafael Lasso de la Vega, Obispo de Quito, lo que sigue: “No obtengo capellanía alguna, y me ordené a título de patrimonio impuesto en una hacienda nombrada Milán, que en la actualidad me la van a quitar por deuda de mi finado padre: con que en adelante soy clérigo incongruo a pesar de haber servido tantos años en la Iglesia con mi propio patrimonio”