467. El Grupo Cultural “Oasis”

Corría el año 1.955 y una tarde invernal se reunían en Guayaquil Rosa Borja de Ycaza, María Eugenia Puig Lince y Zoila Luisa Campodónico de Caputi con la finalidad de formar un Grupo Cultural de artistas e intelectuales, unidos en fructíferas jornadas sabatinas. Rosa Borja – autora del proyecto – habiendo lanzado la idea dejó a las más jóvenes el trabajo de conseguir un espacio radial gratuito y la convocatoria a los miembros. Rafael Guerrero Valenzuela aceptó colaborar con su compañía Radiodifusora del Ecuador CRE que funcionaba en las frecuencias de 105 y 465,5 kilovatios y tenía una potencia que cubría buena parte de la zona costeña y aún del Azuay, El Universo y El Telégrafo pusieron sus páginas a las órdenes a través de los poetas Francisco Pérez Febres Cordero y Abel Romeo Castillo. La Lotería de la Junta de Beneficencia, La Cervecería Nacional, Sudamérica Cia de Seguros y otras empresas entregaron sus auspicios.

Oasis nacía con buenos augurios y pronto se hizo sentir en el panorama nacional. Figuras de las letras, las artes y la política frecuentaban los sábados de tarde las instalaciones de la emisora alternando con intervenciones musicales y las presentaciones y discursos eran reproducidos en los diarios en la revista anual “Oasis” que apareció en la imprenta de la Casa de la Cultura hasta el 66 y se vendía a diez sucres el ejemplar. Por eso se ha dicho, que en su momento “Oasis” fue una ventana abierta al arte y la cultura, una especie de sección especial – por su carácter eminentemente radial y su toque popular –  del Núcleo del Guayas y cuando desapareció “Oasis” por la ausencia de María Eugenia Puig en el exterior, comenzó “Música y Poesía,” espacio igualmente cultural dirigido por la poetisa María Leonor Madinyá Herrera contando con la ayuda de varios miembros de la Asociación Cultura y Fraternidad.

Entre sus invitados más notables, cabe mencionar al presidente Velasco Ibarra, condecorado con Medalla de Oro por “Oasis” y en su intervención dijo sobre la música escuchada esa tarde: La música da sentido al dolor del hombre, expresa la profundidad del dolor, es un sonido de gran misterio, modulado en determinada forma, que penetra allá en la intimidad de nuestra alma y la hace vibrar y la hace comulgar y produce un unimismamiento por obra de un sonido, en determinada forma manejado, del hombre con el gran misterio de la tarde, del dolor, de la angustia y la poesía y por eso comulgamos con la esperanza, con el bien, con lo universal, a donde se dirigen todos nuestros anhelos.   Os llamáis Oasis y lo sois en realidad para la Patria y permitidme que os diga que habéis descargado sobre mí una tal tempestad de bondad, de belleza, que yo me he angustiado mucho más de lo que me angustio cuando veo que las gentes bondadosas y sencillas e intuitivas, me aclaman con tanta bondad, despertando en mí, semillas de virtualidad. En este centro cultural encuentran sentido tantas cosas, la tarde al caer del día, siempre me trae en este Guayaquil, sorpresas tan agradables.

El Dr.  Arroyo del Rio, en otro sábado, expresó: La hora es de poesía, el ambiente es de recuerdo, se respira el silencio que antecede a toda idea grandiosa, el anhelo es de glorificación. Hemos venido a este acto a recordar la recitación de un poema, el poema simbólico, eterno y cuotidiano de la Naturaleza, en que la policromía sugerente de las flores, sirve de rima perfecta a la tenue tonalidad de los crepúsculos, en que la vaporosidad de las nubes comparte el ritmo con la evaporización enrarecida y húmeda del suelo….

Por “Oasis” transitó lo más selecto de la cultura, el pensamiento, el arte y la música de entonces porque fueron muchos más, pasaron de cientos los convocados.

MARIA EUGENIA PUIG (1.919-2.001) Desde su primer poemario “Alma en azur” publicado en 1.949 hasta  1.986 que apareció lo último de su producción con “Cuando el alma habla” dio a la prensa seis bellísimos sonetarios, sin embargo NO figura entre los consagrados de la lírica nacional y buena parte de este olvido se debe a que no consta en la bellísima “Lirica Ecuatoriana Contemporánea” del gran crítico nacional Hernán Rodríguez Castelo, Quito, Círculo de Lectores, 1.979,  de manera que el público lector no la ha conocido ni tampoco ha accedido  a su obra, situándole con mucha injusticia entre los poetas menos estudiados del siglo XX.

María Eugenia vivió en mitad de dos generaciones sin pertenecer a ninguna. I no marchó con los aedas que surgieron tras la revolución del 28 de Mayo de 1.944 y la creación de la Casa de la Cultura Ecuatoriana  pues ni perteneció al Grupo Madrugada, ni a los del Elan, ni a los de Presencia, ni a los de Umbral, ni a los de Camino, que publicaron justamente en la década de 1.950 que fue de plenitud lírica para ella,  y siendo una escritora tan femenina, tan  eminentemente libre y romántica, le correspondió vivir en una época  de cambios abruptos para el mundo occidental, cuando el soneto y las introspecciones había dado paso en Ecuador a ideales más bien de orden social. Fue, pues, una gran poetisa intemporal, que no escribía para el pensamiento del momento histórico si no para explicar sus sentimientos. Así de simple….

Tampoco formó parte en el Guayaquil de esos años cincuenta – por diferencia generacional no por falta de simpatías – con los poetas del Club Siete – más jóvenes que ella, Ileana Espinel, Sergio Román, Gastón Hidalgo, Alvaro San Félix, ni con los Universitarios como Miguel Donoso, Jorge Torres Castillo, Fernando Cazón Vera que recién salían, peor aún con los Generación Sesenta o con los Tzanzicos. Fue una estrella solitaria entre los ismos y la revolución, pero su obra permanece y tiene un brillo enternecedor. Los sonetos perfectos, con un ritmo que jamás decae, la belleza y profundidades de sus metáforas pues tuvo la mente abstracta, la situa en el firmamento de nuestra mejor poesía. En años fugaces María Eugenia también nos representó en el servicio exterior, tanto en Santiago de Chile, como en Río de Janeiro y Caracas. Largo tiempo vecina de mi madre, le compuso una poesía que guardo entre mis papeles más preciados y dice así: // Qué lindos son tus versos / Cuando me haces uno a mí? / Así ella me dijo. // A mi vida Maruja vino un día / en que el bien se inclinó sobre la tierra, / todo lo bueno que la especie encierra, / una doncella ingenua parecía. // Un mensaje de luz siempre traía / – Samaritana de la paz en guerra – / Ese daño del hombre, cuando yerra, / a su espíritu siempre le dolía. // Con mi madre venía, prestamente / en los momentos grises. Por tenerla, / era siempre ave en vuelo, era trino. // Esta deuda que oprime lentamente / quisiera en inmortal presencia verla / en un mural, cual pedestal divino.