415. Las Cartas Que Se Perdieron

Tras el golpe dictatorial del presidente Velasco Ibarra en marzo de 1.946 se desató una persecución contra las izquierdas, pero el notable escritor y político guayaquileño Joaquín Gallegos Lara no fue molestado por su condición de inválido y porque ya no salía debido a una contumaz fístula en la zona que el pueblo denomina la rabadilla, dolencia que finalmente lo llevaría al sepulcro año y medio más tarde.

Una mañana, que desde su buhardilla miraba distraídamente la calle Eloy Alfaro, se sorprendió gratamente al observar que bajaba del tranvía una joven muy guapa y que entraba a la escuelita fiscal situada frente a su casa. Como el asunto se repitió día tras días, llegó el momento en que Olguita Herrería, que así llamaba la joven, se dio cuenta que Joaquín la espiaba y habiendo amistad de por medio pues su hermana Isabel era casada con Pedro Saad íntimo amigo de Joaco, empezó a visitarlo como amiga y pronto se hizo su secretaria y hasta su confidente. Fue un amor meramente platónico de parte de él, que ella no adivinó siquiera.

Como buen romántico el escritor se ilusionó pronto y hasta llegó a solicitarle cartas escritas por un corazón femenino dizque para lograr una mayor autenticidad y poder utilizarlas con éxito en una novela que estaba preparando. Ella, más por complacerle, le siguió la cuerda algunos meses. Esas cartas eran atesoradas por Joaquín, que hasta llegó a contestarlas para aumentar el material de la novela, que sin embargo jamás se atrevió a comenzar.

En septiembre, ya enfermo de cuidado y despechado de su suerte, las hizo volar al viento y cayeron sobre la azotea de un edificio vecino, donde las encontraron al día siguiente varios muchachos, uno de los cuales las recogió y se tomó el trabajo de leerlas. Así fue como se perdió para siempre tan inocente como extraño epistolario.

Nada hay más triste para un corazón solitario que la imposibilidad de declarar su amor. A esto le llaman los poetas tragedia, aunque en términos vulgares solo podría calificarse de un simple affaire. Es decir, algo trunco, que quizá pudo ser y nunca fue.

Gallegos Lara (1.909 – 1.947) fue un espíritu de selección. Huérfano de padre a los dos años creció bajo los cuidados de su madre en casa de su tío el Dr. Lara Calderón y dada su condición de inválido, (nunca se le desarrollaron las piernas) no pudo caminar debido a una tuberculosis a la espina dorsal, pero hizo una infancia tranquila y consagrada a la lectura y leyó como pocos jóvenes lo han hecho en el país y le fueron familiares los clásicos hasta adquirir una sólida cultura. Por eso maduró rápidamente y al ocurrir el suicidio de Medardo Angel Silva en 1.919, se sintió conmovido. “Me sentí poeta, diría después, aunque solo sufrí un desborde de olas sentimentales” y solo tenía diez años.

De 1.923 en “Despedida del hogar” escrita cuando se cambió de domicilio, dice: Fragmento. // Me voy, amigos, del hogar risueño / donde volaron mis primeros días. // No es extraño que vuelvan a la mente / los recuerdos de viejas alegrías. // Desierta queda la gozosa casa / donde tranquila deslizó mi infancia; / casa donde murieron mis abuelos / impregnada de rústica fragancia. / La calle en que soñé bajo la luna / el balcón que se vuelve al occidente / donde vi la caída de la tarde / tantas veces soñando tristemente. //

Cuando tenía diecisiete años arribó de España su prima Matilde Gallegos Ortiz a quien dedicó el poema “En su Hoja de Album” Fragmento. // Era un pálido, meditador y triste, / que pasaba la vida aburrido tal vez; / No le recuerdas prima ¿Acaso tú lo viste? / ¿Acaso lo conoces?  El que esto escribe es. // Yo he sentido una sueva y aburrida tristeza, / He amado la poesía, la gloria y el amor, / pero todo era un sueño que forjó mi cabeza; / hay que desengañarse, todo es dolor, dolor // Hoy por eso en tu libro no estampo la alegría / que merece la España de donde vienes tu; / Yo solo puedo darte mucha melancolía / y la sueva tristeza que hay en mi juventud. //

I advino la época del cambio que fue de maduración en todo sentido, cuando un amigo puso en sus manos un ejemplar de la revista Amauta que publicaba en Lima José Carlos Mariátegui, y a través de la lectura de sus artículos aprendió a amar la justicia social como supremo fin de los gobiernos, fijándose en la doctrina marxista que estudió a fondo, al punto que comenzó a ser considerado un experto cuando solo tenía 18 años de edad, pues su buhardilla se fue transformando en sitio obligado de reuniones culturales a las que asistían intelectuales jóvenes de todo el país.

Fruto de estas tertulias fue un pequeño libro titulado “Los que se van (cuentos del cholo y del montubio) escrito a medias con sus amigos Demetrio Aguilera Malta y Enrique Gil Gilbert y por eso puso como liminar “Este libro no es un haz de egoísmos. Tiene tres autores, no tiene tres partes. Es una sola cosa. Pretende que unida sea la obra como unido el ensueño que la creó. Ha nacido de la marcha fraterna de tres espíritus. Nada más. Después agregó los siguientes terceros que han sido calificados de malos y sin embargo son bellos y elocuentes // Porque se va el montubio, los hombres ya no son / los mismos. Ha cambiado el corazón / de la raza morena enemiga del blanco. // La victrola en el monte apaga el amorfino / tal un aguaje largo los arrastra el destino / los montubios se van p´bajo del barranco. //

Al aparecer el libro a finales de 1.930 Joaquín solo tenía veinte y un años y ya era el jefe de una generación literaria que pugnaba por emerger y estaba llamada a ser piedra de escándalo por su índole realista y voluntad de denuncia social, pero la obra no fue bien acogida, tuvo detractores que aseguraban que el uso de un lenguaje crudo y hasta procaz y la violencia y el sexo como fondo, no era literatura. I debieron transcurrir 14 años para que con el advenimiento de la revolución del 28 de mayo del 44 y la creación de la Casa de la Cultura Ecuatoriana se aceptara en el país el llamado realismo social. Entonces Joaquín nos dio esa bella novela que llama “Las Cruces sobre el agua” con el drama del pueblo obrero guayaquileño durante la atroz matanza del 15 de noviembre de 1.922 pero eso será parte de otra crónica.