247. Los Astronómicos Problemas De Un Profesor

En 1894 el doctor Luis Cordero fundó en Tulcán el Colegio Bolívar, encargando su administración a los padres oblatos de la Congregación de San Francisco de Sales. Dos años después el Jefe Civil y Militar de Carchi, Coronel Nicanor Arellano, comunicó al gobierno del General Alfaro que el plantel se hallaba abandonado desde marzo y los sacerdotes habían partido a Colombia, llamados por sus superiores.

En Agosto de 1896 el Presidente designó nuevo Rector al doctor Rosendo Mora y le entregó el edificio, que era moderno y único en Tulcán; todo marchaba viento en popa, las clases se reiniciaron en Septiembre con toda normalidad, hasta que el 8 de Diciembre, día de la Virgen, el Obispo de Pasto, fray Ezequiel Moreno Díaz, lanzó desde Colombia una Pastoral prohibiendo a los padres de familia de la Diócesis de Ibarra que enviaran a sus hijos al Bolívar por ser el Rector un hereje impenitente, enemigo declarado de las teorías bíblicas y de la Iglesia Católica porque en varias oportunidades se había expresado en público que la Tierra no se formó en siete días como lo asegura el Libro Sagrado sino en muchos miles de siglos, a base de la nebulosa de La Place y para colmos, hasta se apoyaba en el «Experimento de Plateau.

La noticia pasó inadvertida por falta de medios de comunicación y fray Ezequiel Moreno volvió a las andanzas el 4 de Febrero de 1897 y reiteró su orden bajo pena de excomunión mayor. Aquí si ardió Troya, porque el que menos corrió al Colegio y salió con su hijo al brazo. El Rector se quedó sin alumnos, con un palmo de narices y tuvo que cerrar.

EL DOCTOR MORA

Todo comenzó en Ipiales en 1891, ciudad a la que llegó un hábil y experto pedagogo natural de Túquerres en Colombia de nombre Rosendo Mora y por añadidura ex hermano cristiano, congregación de la que había formado parte con el nombre de Constancio, luego colgó los hábitos para contraer matrimonio con su paisana Rosa Villota y por último se graduó en agronomía y dirigió varios Colegios en Túquerres e Ipiales.                           

El maestro Mora era un profesor eficiente y todos le respetan  y consideran; únicamente tiene un defecto, es liberal, y en sus ratos de ocio estudia a los enciclopedistas y profundiza en astronomía, conoce y comenta los últimos descubrimientos del célebre astrónomo Camilo Flammarion, las tablas de Pascal y el curso de los planetas. Cuando se toma unos tragos es de oírlo cómo habla de todo esto y cuanto grita por Alfaro, Voltaire, Rousseau, Dalambert, Saint Simón y demás personajes de la política y de la filosofía de avanzada del siglo XVIII.

El antiguo Obispo de Pasto, doctor José Manuel Caicedo, se hacía de la vista gorda porque creía que Mora se compondría y  lo necesitaba en su diócesis para desasnar a tanto muchacho borrico; pero el pedagogo continuaba en sus estudios y cada vez hablaba más en público. Un día fatal, para Mora, el Obispo perdió la paciencia y fulminó pena de excomunión mayor para quienes mandaran a sus hijos al plantel de Mora en Ipiales, que se cerró ipso facto por falta de pupilos.

Y rara coincidencia, el Juez Civil de Ipiales también lo atacó, acusando la comisión del delito de blasfemia contra la Virgen de Las Lajas. La condena fue de cárcel; se le declaró hereje en público y tuvo que huir al otro lado de la frontera, a Ibarra.

GONZALEZ SUAREZ SALE EN SU DEFENSA

Publicada la pastoral de fray Ezequiel Moreno, que ha reemplazado en el Obispado de Pasto a Monseñor Caicedo, se produjo el conflicto de jurisdicción eclesiástica con el dinámico Obispo de Ibarra, Dr. Federico González Suárez, que opinaba que sólo a él correspondía juzgar el grado de catolicismo de los planteles de su diócesis y publicó una pastoral apoyando a Mora. Pastoral que lo hizo famoso en el campo liberal.

Monseñor Moreno no se quedó atrás y endilgó sus cáusticas palabras contra ambos, acusando a Mora de hereje contumaz e impenitente y a González Suárez de tonto útil.

Por las páginas del diario La Nación de Guayaquil González Suárez replicó a Moreno, informándole que la excomunión dictada contra Mora por el Obispo Caicedo era injusta porque el profesor es  católico; indicaba al paso que el 13 de Octubre de 1896, a solo diez días de iniciadas las clases en el Bolívar, Mora solicitó el envío de un profesor de religión y como no hubiera en la diócesis ningún sacerdote desocupado para tal desempeño, González Suárez se demoró en atender el pedido y Mora insistió hasta que al fin le designaron al doctor Nicolás María Granda, quién dictó sus clases con regularidad cinco veces a la semana, ayudado con el Compendio del Abate Gaumé, suspendiéndolas a fines del curso para que los alumnos repasen el resto de las materias.

LA POLEMICA RELIGIOSA

Estas y otras razones esgrimió González Suárez en defensa de Mora terminando la pastoral con la siguiente frase, que causó sensación:

«Es admirable que en los tiempos que alcanzarnos haya espíritus circundados de tan densas tinieblas, que ven fantasmas de impiedad donde sólo hay luz de ciencia pura y tranquila …»

Pero el Obispo Moreno no se quedó mudo y contestó con una filípica tremenda, que en la parte medular dice  La defensa de la fe no es causa de escándalo sino de mérito. Seguiré intransigente en ella, como muchos otros lo han hecho en el pasado y por ello han muerto coronados con la gloria del martirio …

Sus diocesanos lo apoyaron y en un comunicado llegaron a afirmar que: Es cierto que fray Ezequiel Moreno Díaz no ha escrito historias más o menos verosímiles que escandalizan a sus piadosos lectores; pero, es un Obispo sabio y virtuoso que sí entiende cómo se rige una diócesis …

En clara referencia al tomo IV de la Historia General del Ecuador que González Suárez publicó en 1894, causando la crítica de algunos espíritus fanáticos porque contiene capítulos escabrosos de la vida conventual quiteña de los siglos XVII y XVIII

INTERVIENEN MUCHOS MAS

Algunos diarios guayaquileños hicieron causa común con el prelado de Ibarra y le enviaban invitaciones para visitar el puerto. Queremos que usted sea nuestro Obispo, Doctor, véngase a Guayaquil, que nosotros lo conseguiremos de Roma.

Estas y otras frases más indicaban el aprecio que nuestros mayores tenían en esos momentos para el doctor González Suárez mientras otros ecuatorianos lo atacaban indicando que la biblia, a pesar de contener la narración de hechos escandalosos o escabrosos, los presenta con afán moralista, para que nos volvamos buenos; lo que no ocurre en la Historia General del Ecuador, donde los escándalos conventuales se suceden sólo para conseguir lo contrario; es decir, que los buenos se tornen malos.

LAS COSAS PASAN A MAYORES

El Encargado de Negocios de la Santa Sede en Bogotá, Sibilla, tomó parte en la polémica a favor del Obispo Moreno Díaz, avivando el asunto. González Suárez elevó una petición a la Sagrada  Congregación de Ritos solicitando que se absolviera en consulta. La respuesta le llegó favorable; el Tribunal con fecha 27 de Abril de 1896 resolvió liberar a los padres de familia del Colegio Bolívar de Tulcán de todo castigo religioso, ordenando la reapertura del Colegio y revocó la excomunión mayor.

Los liberales vivaron al Papa y a Roma por primera vez desde 1895 y fray Ezequiel tuvo que viajar a Europa, en visita «ad limina apostolorum», arribando al Vaticano el 29 de Agosto. León XIII lo recibió muy afectuoso en audiencia privada y como el que tiene padrinos se bautiza y el que no se queda moro, el Obispo de Pasto lo convenció y obtuvo de él una «aclaración, revocando la absolución de consulta dictada por la Sagrada Congregación de Ritos.

Vueltas las cosas a su punto inicial el doctor Mora nuevamente fue condenado a ser removido de su cargo, a dar públicas satisfacciones al Obispo Caicedo, que hacía muchos años que había fallecido, en la persona de su sucesor en la diócesis fray Ezequiel Moreno Díaz.

EPILOGO INTERNACIONAL

Los Obispos Schumacher y Massiá, auto desterrados del Ecuador desde el triunfo del liberalismo, batieron palmas desde Samaniego y Lima respectivamente, declarando: ha vuelto a triunfar la religión. Alfaro, en Quito gritó contra los fanáticos y anunció que no volverían a reanudarse las conversaciones diplomáticas con el Vaticano hasta tanto nose componga este entuerto y el Colegio Bolívar permanecería cerrado por falta de alumnos; en cambio, como un acto de desagravio a  Mora, lo nombró ayudante del Observatorio Astronómico capitalino con mejor sueldo. Poco después, el 30 de Diciembre de 1901, moría en Quito tan discutido pedagogo, reconciliado con la Iglesia, confesado y comulgado.

El doctor Manuel María Pólit, en el Tomo I de las Obras Pastorales de González Suárez, que recopiló y publicó en Quito en 1920, indica que Mora quiso firmar en trance de muerte una retractación publica de sus errores; pero no hubo papel ni tinta a mano, por lo que un clérigo corrió a comprarlos y cuando regresó ya Mora había volteado la esquina de la vida.

Así terminó este lío que tanta polvareda levantara sin vencedores ni vencidos y ahora veamos un capítulo muy curioso, la enemistad mortal que hubo entre los Obispos González Suárez y Schumacher.

LOS SECRETOS DE UN CURA CONVERSON

Monseñor Pedro Schumacher era un hombre dinámico y terrible, que  gobernó la Diócesis de Portoviejo con criterio de conquistador europeo. En nombre de la religión atropellaba las libertades individuales de sus diocesanos interviniendo en asuntos tan nimios como las conversaciones, los chismes y los corrillos de Portoviejo en el siglo pasado. Ni la correspondencia se le escapaba porque tenía montada una maquinaria de espionaje que todo lo investigaba.

González Suárez, siendo simplemente Canónigo, en 1888 visitó Portoviejo para estudiar los archivos históricos de la provincia y colectar datos para la Historia General que estaba escribiendo. Se hospedó en casa del doctor Juan Abad Serrano, sacerdote probo y honesto, muy culto y de ideas modernas para la época, que acababa de caer en desgracia ante Schumacher por esas razones. El Vicario doctor Vicente Loor, que le tenía inquina a Abad, lo había denunciado ante el Obispo acusándole de tener tertulias caseras liberales y secretas, donde se conversaba «de todo» con algunos sospechosos de la comisión del delito de libre pensamiento. Esto indignó al diocesano que tomó medidas y ordenó a González Suárez que se trasladara al Seminario; luego cambió de opinión y le mandó a decir que fuera a la casa del doctor Loor, donde no sólo que no se conversaba en secreto como sucedía donde Abad; ni en público como en el Seminario, sino que además, no se conversaba nunca y el ambiente era tenso y pesado, casi colonial.

González Suárez sólo se quedó nueve días más, los suficientes para visitar el Cementerio del cerro de Hojas y sin siquiera decir una misa sencilla abandonó Portoviejo cansado de la insípida charla del hostigoso doctor Loor, viejo achacoso al que no había forma de sacarlo del Rosario, porque nada más conocía en su monótono vivir de aldeano de provincia.

Schumacher no olvidó a González Suárez ni le perdonó el haber abandonado la ciudad sin siquiera despedirse y cuando este publicó en 1894 la Historia General del Ecuador, escribió para que se formara una comisión de teólogos y estudie el libro, a ver si examinándolo bien descubrían las herejías contra la doctrina y el dogma.

Muy lamentable todo esto, porque no competía a teólogos, juzgar sobre la veracidad de un libro de historia. Mejor hubiera sido que Schumacher hubiera pedido una reunión de historiadores ¿No les parece?