La Guayaquil del siglo XIX era una ciudad bucólica y casi pueblerina, quien recorriera sus calles advertiría el avance urbano por entre los manglares, esteros y charcos que dejaba el río en las angostas callejuelas del malecón lo que aún recordaba a los tiempos coloniales.
Guayaquil en 1867 era la misma que había recorrido los próceres de la independencia Antepara, Villamil, Bejarano, Olmedo y Rocafuerte; poco había cambiado desde esa época a no ser una que otra callecita por aquí y por allá. Mucho distaba de ser como hoy llena de edificios de hormigón armado y de sitios donde se reúnen a conversar sus vecinos de diversos tópicos, frente a un buen servido coktail de lejana procedencia gringa.
Cuando vivían nuestros bisabuelos el trago preferido era el cognac que se traía de Francia donde aún había las mejores viñas de Europa; hoy las bebidas mixtas variadas, más refrescantes que los fuertes de antes, han tomado posición en las gargantas de nuestros modernos bebedores, que aprecian los vodkas, whiskies, ginebras mucho más que las tradicionales chichas que también se servía en los salones de antaño.
Leamos por un momento el aristocrático Diario “Los Andes” de aparición semanal. Quizá allí podamos conocer del espíritu reinante en nuestro puerto cuando gobernaba el Santo del Patíbulo. Comencemos ¡Caramba, parece que la lectura va a estar interesante! Ni bien hemos puesto nuestras curiosas miradas en las amarillentas páginas del ejemplar cuando ya encontramos un anuncio que dice lo siguiente: Tenemos de venta un retrato de la beata Narciso Martillo, natural del río Daule, que ha muerto en Lima, en fama de Santa. Establecimiento de fotografía y pintura de Pérez Basconez y Cía. esquina de San Agustín. Luego viene otro parecido cuyo título es: Fotografía. De venta en el establecimiento y almacén de fotografías de L. Labaure, calle del Comercio, el retrato fotográfico de la beata Narcisa Martillo, muerta recientemente en Lima. Aunque el retrato es copia, ha salido tan buena como el original, como podrá convercerse al comprar los dos.
Y no faltan los que exclaman. ¡Hola! ¡Hola! Se alquila la casa nueva de Nicolás Bonín, situada en la calle del teatro, así como también el departamento interior. Igualmente se alquilan bodegas, tiendas y cuartos cómodos, para cuyo efecto véanse con su dueño en la misma casa.
También hay anuncios informativos como el que dice así: Orrantia y Cía. Participa a sus relacionados que ha trasladado sus escritorios al almacén que ocupó el señor Hilario Herrera, al lado del Bazar Francés.
Y los cafés y establecimientos de comida no se quedaban atrás, anuncian a más y mejor y de la siguiente manera: Café y Fonda Peruana. Con este nombre acaba de abrir el infrascrito en la calle de la municipalidad, frente al edificio de la cárcel, un establecimiento donde el público encontrará el más esmerado servicio. (f) Juan Blacio.
Los comerciantes de alto coturno también se hacían propaganda como aparece en el anuncio de esta firma panameña: M. Pérez & Obarrio, Comisionistas. 55 Líberty Street, New York.
Tampoco falta la publicidad criolla veámosla: Sombreros de Manabí. Finos y entrefinos y de otra clase. Se reciben constantemente y se venden por mayor y menor en el escritorio de José Rosales y Cía. Calle del Correo, frente a la casa del gobierno No. 133.
Y como la mano de obra estaba algo escasa, sobre todo en lo referente a contadores, hubo uno que se atrevió a poner lo siguiente: Al Comercio. Un joven honrado y deseoso de tener alguna ocupación tiene el honor de ofrecer sus servicios como tenedor de libros, ya sea en esta ciudad o fuera de ella. Las personas que quieran proporcionarle alguna colocación pueden ocurrir a esta imprenta.
Las propiedades también se anunciaban en venta: Se Vende. La casa de la señora Dolores Espantoso, situada en la Calle del Senado. Sus comodidades son conocidas, estando en perfecto estado de seguridad y aseo. El que quiera ofertas puede verse con el Sr. Rosendo Avilés y a falta de éste con el Sr. José Coronel, encargados por la interesada para su venta.
Y como nota cultural: Resumen de la Historia del Ecuador por Pedro Fermín Ceballos. El Primer Tomo de esta interesante obra se halla en venta en esta imprenta, al precio de 2 soles 40 centavos, el ejemplar. Esto si que mueve a risa, que los soles peruanos circulen como moneda corriente en el Guayaquil de nuestros bisabuelos….
Y para los enfermos nada mejor que lo anunciado por un honesto boticario. Sangijuelas extranjeras. No hay superiores, en la botica de Pedro Mata, Calle Bolívar No. 149.
Por acá un cándido ciudadano coloca el siguiente anuncio: Se ha perdido. Un reloj de oro suizo áncora No. 11778 con 2 cadenas de oro, una larga y otra de llavero. Ofrezco una propina al que me lo denuncie. Pedro Ignacio Llanos.
El Municipio, por su parte, no se quedaba atrás: Aviso Municipal. En los días 16, 17 y 18 del presente mes se sacará a remate el derecho de alumbrado público de esta ciudad con la base de S/. 150 mensuales que deberá cubrirse para ser admisible una postura. El Secretario Municipal. Sixto J. Bernal.
Otros anunciaban sus establecimientos a secas, sin hacerle publicidad, como fue el caso de Montano & Lavezzari, que indican que están situados en el Malecón.
Por enfermedad algunos avisaban: Aviso: No pudiendo el que suscribe manejar por sí los negocios de su establecimiento a causa del mal estado de salud, pone al conocimiento del público que vende el derecho de llave de la tienda N. 8 que acaba de refaccionar nuevamente hace pocos días en el círculo de la plaza del Mercado a la entrada de la Portada del Sol frente al Tesoro. También vende las mercaderías por sus avalúos y con un 10 o/o menos éstas ascenderán a la cantidad de 4.000 y más pesos, conformándose para el efecto de una garantía a su satisfacción previo arreglo. J. M. Balanzátegui.
Tampoco faltan los precavidos: Importante: Habiendo terminado la sociedad privada que tenía con el señor Claudio Fossoriero en el café y fonda conocido con el nombre de La Concordia, el que suscribe pone en conocimiento de este respetable público que los compromisos pendientes en esta plaza son directamente con él, ofrezco mis servicios muy esmerados a las personas que se sirvan concurrir a dicho establecimiento. Tadeo Alarcón.
Y algunos chuscos, como el que firma con el seudónimo de Telmo, sacudían de risa a los vecinos, con alegres y jocosas coplas que luego pasaban de boca en boca entre los aburridos moradores de la ciudad. Allí va una escogida al azar de entre las muchas que se publican.
Cantaba en noches pasadas
una niña a “La Lucía”
y cuando la voz subía
a notas muy elevadas
dos mujeres que alojadas
en el entresuelo estaban
asustadas exclamaban
¡Pobre niña! ¡Qué tendrá!
¡una muela le doldrá!
sin cesar se preguntaban. F) Telmo.