161. Poesía de Gabriel García Moreno

El estudio de los personajes históricos depara muchas sorpresas. Gabriel García Moreno es poco conocido como poeta para los no estudiosos de la literatura, a pesar de que en el manejo lanzaba los más hirientes dardos de su talento contra quienes no compartían sus ideas: Montalvo, Flores y Urbina, sus más zaheridos contrincantes, Montalvo fue bautizado de “Cosmopollino” en alusión a su obra “El Cosmopolita”; Flores y Urbina llevaron peores partes. Al primero dijo: “Vil tirano del crimen nacido” y al segundo: “Monstruo que hasta el patíbulo infamara”.                 

INICIA SU VOCACION POETICA

El futuro presidente tenía su corazoncito romántico cuando frisaba los dieciocho años. Era apuesto y gallardo como joven tropical. Algo pálido, delgado y con ligero esbozo de bigote, no mal bocado para las chicas del Quito colonial todavía de 1841, época en que frecuentaba los salones capitalinos debido a la protección que le dispensaba el obispo, a quien había sido recomendado. Este nexo le sirvió al joven estudiante del Real Convictorio de San Fernando para cobijarse en la generosidad de Monseñor Arteta y Calisto, que informado que deseaba tomar los hábitos en una orden religiosa cualquiera, lo apoyó incondicionalmente, exigiéndole eso sí, que terminara los cursos regulares del bachillerato y después… “Ya veremos, la vocación no era cosa de prometer como manda cualquiera, porque había que sentirla de veras para no engañarse a sí mismo y tomar el camino equivocado, del que habrá que retroceder después con muchas penas; así es que, jovencito García Moreno, siga con la Gramática, Retórica y Matemáticas Generales en las que está muy bien y luego si Dios quiere. El dirá. No olvidemos queestasede ha sido ocupada por guayaquileños de nacimiento o familia. Yo soy hijo de un caballero de allá, quizá usted…”

EL SALON DE RECIBO DE LA PRIMERA DAMA

Y como del dicho al hecho hay poco trecho, nuestro futuro poeta siguió estudiando y visitando, siendo recibido cariñosamente porque los afuereños son siempre bien atendidos en cualquier lugar, quizá por la novedad. Un día concurrió a la casa de la primera dama de la nación Mercedes Jijón de Flores, alternó con jovencitas muy hermosas y puso especial atención en una que es: inocente y bella como una flor.

Juanita Jijón y Vivanco se llamaba la hermosa “serafín de amor” y parece que no fue indolente a los requiebros garcianos por las atenciones que éste recibió: risitas, zalemas, lánguidas miradas y en suma mil y una coqueterías entre las que podríamos pensar que hubo uno que otro inocente beso.

Y el joven estudiante porteño halagado por tan fácil conquista, la primera que realizaba en su vida, corrió a contarlo en el Real Convictorio a sus compañeros de aulas, donde esperaba recibir palmas por tan grande hazaña y efectivamente que lo era, porque para un simple muchacho que estudiaba becado, sin riquezas y en medio extraño, recibir un beso de la cuñada del Presidente de la República era cosa grande.

Pero nuestro héroe ignoraba que entre sus compañeros había uno medio hablador, Martín de Icaza Paredes, que voló a Palacio a contarlo todo.

EL PESO DE FLORES CASI LO ANIQUILA

Ah, jovencito pretencioso, con que le ha robado un beso a Juanita. La muy boba. Dar besos a pobretes. Pero ya verá el atrevido, déjenlo que regrese para que se tope conmigo. El irritado Flores tramó su venganza y esperó que Gabriel García Moreno volviera a visitar su casa, para espantarlo a patadas y así efectivamente ocurrió, para desgracia de nuestro paisano, que tuvo que salir a escape, mohíno y cabizbajo.

El ofendido Flores solicitó al Convictorio el retiro de la matrícula de estudiante de García Moreno y a no ser por la pronta intervención del doctor Benigno Malo, Ministro del Interior, que se prestó a intermediario para componer la diferencia y aplacar los caldeados ánimos presidenciales, duro castigo hubiera recibido el avergonzado García Moreno. Oh tiempo engañoso, Oh ¿Quién te cambió?

Entonces y como primera providencia, se encerró en un altillo al que nadie podía llegar porque la escalera de mano fue retirada y subida por él mismo. Allí permaneció cuarenta días estudiando hasta por las noches, a veces metiendo los pies en una lavacara de agua para no dormirse y con el cuero cabelludo rapado, sin un solo pelo en señal de rebeldía. Hecho un hippie al revés, para impedir que las tentaciones del mundo exterior le animaran a salir.

De esta época es la siguiente letrilla que Manuel María Pólit Lazo, Arzobispo de Quito y autor de las obras completas de García Moreno, hizo constar como puesta en el abanico de Juanita Jijón.

LETRILLA (FRAGMENTO)

Mientras sin amores

mi pecho existió

feliz y contento

el mundo me vio

Hoy desventurado

gime de dolor, .

que ha querido el cielo

que muera de amor.

Mi rápida dicha

se desvaneció

como leve niebla

que disipa el sol,

Si ya no me quiere

la que me adoró

decidme; ¿no es justo

que muera de amor?

OPOSITOR CONTRA EL REGIMEN

A los pocos meses de este desgraciado incidente se inscribió como miembro de la sociedad Filantrópica Literaria, sitio de reunión de los más ardorosos conspiradores contra la tiranía floreana entronizada con la República y ensoberbecida con los dictados de la Constitución vigente en 1843, llamada y con sobrada razón: “Carta de Esclavitud”.

Allí leyó a los presentes numerosos capítulos de “La Linterna Mágica” que editaba Pedro Moncayo y donde escribía García Moreno de vez en cuando.

En 1844 logró el título doctoral en Jurisprudencia y adquirió la tan ansiada independencia porque ya nada podía temer de Flores. Los tiempos en que se le podía expulsar habían pasado y la hora de la venganza comenzaba a vislumbrarse.

Pedro Moncayo refiere con fruición que habiendo manifestado a los asistentes a una velada literaria en la Sociedad Filantrópica que “sólo el puñal salvaría a la República”, recibió de inmediato la oferta garciana de ayuda y ambos se apostaran en la obscuridad de una esquina de la Plaza de San Francisco, cerca de la casa donde vivía una conocida del Presidente a la que éste visitaba todas las semanas, dispuestos a asesinarlo, sin conseguirlo porque esa noche Flores y su edecán Espinosa ingresaron a la morada y a las once salió Espinosa, no así el General, que durmió con la bella, fuera de palacio porque andaba de picos pardos. No pudiendo herirlo. García Moreno le dedica una poesía:

Cruel tirano del crimen nacido

esclaviza a la Patria adorada;

quien lo sufre es un vil fementido,

quien lo sigue, traidor se degrada.

Al principio Flores no hizo caso, estaba por encima de cualquier periódico como “La Linterna mágica” y de abogados jóvenes; no tiene tiempo para casos de ínfima cuantía, pero como le siguieron los ataques, ordenó la prisión del grupo y allí cayó García Moreno, Rafael García, Antonio Manrique, Manuel Alvarez y Rafael Pólit entre otros. Se les trasladó a la Provincia Flores (entiéndase Loja, que había cambiado su nombre epónimo por el apellido del Presidente) pero la pena no llegó a cumplirse con García Moreno porque el General Vicente Aguirre Mendoza depositó en su favor dos mil pesos de fianza, consiguiendo su traslado al valle de los Chillos, donde estuvo en una de sus haciendas hasta que triunfó la revolución del 6 de Marzo en Guayaquil y el dictador salió del país con rumbo al exterior.

EL POLITICO Y SU POESIA BURLONA

La producción poética posterior fue casi siempre un arma política. En 1845 y con motivo de la Convención Nacional insultó a los diputados que votaron por Vicente Ramón Roca para Presidente de la República, posponiendo al excelso poeta José Joaquín de Olmedo. En otras ocasiones utilizó la sátira y para ejemplo va el dedicado a una dama que no quiso corresponder sus amores.

A AURELIA (EPIGRAMA)

         Fragmento.

Si en sátira maligna revelara

los misterios, Aurelia, de tu vida;

si yo dijera que tu linda cara

solo es una pintura deslucida

si en tu alquilado pelo no alcanzara

a contar tus adonis, mi querida,

me odiarías con razón, como a enemigo

mas, ¿porqué odiarme, cuando nada digo?

A los abogados quiteños en 1846 endilgó otro poema, imitativo de la canción del pirata, con música del maestro Elías Espinosa y letra del insigne poeta español José de Espronceda, que tanto daba que hablar en esos tiempos.

 

El abogado pirata con diez códigos por banda

pluma en mano, a toda vela,

no surca el mar, sino vuela

un letrado parlanchín.

Doctor-pirata llamado

por tanto pleito “el temido”

en mi tierra conocido

del uno al otro confín.

Derrama leve arenilla

y al silbar, súbito el viento

con trémulo movimiento

desata un talego azul.

Y después de muchas veces

cuenta alegre su dinero

así canta placentero

sentándose en un baúl.