En 1824 Rocafuerte viajó a Londres como secretario de la legación mexicana que presidía el general Michelena, quien debía obtener un préstamo de 16 millones de pesos para su gobierno. A los pocos meses Michelena regresó a su patria y quedó Rocafuerte de Encargado de Negocios. En 1825 recibió el dinero de manos de los banqueros Barclay -Herring y Cía. y utilizó una parte en adquirir tres navíos que despachó a Veracruz para apretar el cerco del castillo de San Juan de Ulúa último reducto del poderío español en México.
Mientras tanto la situación económica había cambiado en Londres y una fuerte recesión se hacía sentir produciendo ruidosas quiebras, la Casa Goldschmidt desapareció con parte de los fondos de la república de Colombia, que se perdieron para siempre.
El 22 de febrero de 1826 el Ministro colombiano Manuel José de Hurtado solicitó a Rocafuerte la cantidad de sesenta mil libras para cancelar un dividendo de la deuda colombiana que se vencería en el mes de abril. Había que salvar el crédito de la naciente república y Rocafuerte sin pensarlo dos veces, el 7 de abril ordenó a sus banqueros que entreguen dicha suma a Hurtado, quien se comprometió a nombre de su gobierno a cancelarla en 18 meses plazo y sin intereses; pero si caía en mora a su vencimiento el 7 de octubre de 1827, reconocía el pago del 6% de interés anual. Meses después el gobierno de México aprobó secretamente esta partida.
Sinembargo para 1.830, año en que se disolvió la Gran Colombia, las naciones resultantes se encontraron que debían varios créditos en Londres, siendo uno de ellos el que había contraído Hurtado en 1.826. Para solucionar estos problemas se reunieron en Bogotá el 23 de diciembre de 1834, los representantes de Venezuela, Ecuador y Nueva Granada – hoy Colombia – y acordaron dividir el pasivo en partes proporcionales. De esta convención quedó el Ecuador grabado con la llamada «Deuda Inglesa» y con la «Deuda Rocafuerte», que así es como se conocía a la deuda con México.
La liquidación de esta última arrojó el siguiente resultado: Capital 60.000 libras; intereses 3.004. Total 63.004 libras, de las cuales Colombia aceptó pagar 31.500. Venezuela 17.957 y Ecuador 13.547 libras.
Y pasaron los años sin que ninguno de estos países se acordara de cancelar sus cuotas en la deuda mejicana o Rocafuerte, que era una deuda de honor, dadas las circunstancias que la originaron. En 1856 el gobierno de México cedió el crédito, por una suma menor, a favor de la casa bancaria «Martínez del Río y Hermanos» de esa capital, que continuó las gestiones y pudo cobrar a Colombia en 1857 sin ningún problema. Con Venezuela el asunto se presentó más difícil y entonces los Martínez del Río apelaron al Arbitraje Internacional en la Corte de La Haya, que terminó con un Laudo o sentencia condenatoria para Venezuela, que pagó en1903.
Desde entonces quedamos de únicos deudores y aunque se reconoció por nuestra parte esta deuda de crédito pública, no una sino varias veces y se la ha hecho constar en diversas proformas presupuestarias, indicándose que es imprescriptible y de honor, jamás se la ha pagado.
Los Martínez del Río, uno de los cuales fue marido de la actriz Dolores del Río, nunca han dejado de cobrarnos. En 1.943 le hicieron pasar un mal rato al Dr. Carlos Alberto Arroyo del Río con ocasión de su viaje presidencial a México. Luego en 1.951 reclamaron formalmente a la Embajada ecuatoriana. La deuda cobró actualidad y los periódicos publicaron numerosos reportajes. El 8 de diciembre el asunto pasó a conocimiento del Dr. Alfredo Peñaherrera, Ministro del Tesoro, quien ofició el 16 de enero de 1.952 a la Cancillería, expresándose en los siguientes términos: «Me encuentro recopilando toda la documentación que sobre este asunto pueda existir en los archivos» y se dio por bien servido dejando nuestro crédito en los suelos.
Para entonces el monto de la deuda ascendía a 114.947 libras que se descomponían de la siguiente forma: 1) Interés simple al 6% anual desde el 7 de octubre de 1827 hasta el 7 de abril de 1951 suman 98.951 libras. 2) Gastos ocasionados por las gestiones de cobro 2.086 libras 3) Alícuota de capital aceptada en 1834 por el Ecuador 13.547 libras, y 4) Reclamación del señor Torrens, quien había actuado para el cobro y luego exigió sus gastos a los Martínez del Río, 363 libras.
En febrero de 1.980 fui visitado por uno de los Martínez del Río quién me pidió que iniciara el cobro judicial de la deuda. Decidí actuar ante el gobierno como amigo y ex compañero de estudios del presidente Roldós. Jaime tuvo la amabilidad de recibirme en su despacho, conversamos de todo y gastó en mi persona más de una hora, riéndonos de varias anécdotas juveniles que ambos recordábamos. Al final le expuse mi asunto y se mostró sorprendido que el Ecuador no hubiera cancelado una deuda tan pequeña y antigua, cosa inexplicable sobre todo entonces, cuando aún estábamos en bonanza petrolera y ofreció ordenar el pago inmediato, pero ocurrió su muerte. No nos volvimos a ver e ignoro si habrá tratado el asunto con el Ministro de Finanzas.
Ese año celebrábamos el sesquicentenario de nuestra Independencia y hubiera sido muy patriótico pagar la «Deuda Rocafuerte». Ahora también lo sería, porque celebramos el II Centenario del nacimiento de tan ilustre mandatario. El Ecuador aún tiene tres compromisos históricos, internacionales y de honor, esta deuda llamada Rocafuerte o mexicana, la Anzoátegui y la Fabré, puesto que la inglesa o de la Independencia fue cancelada en 1.978 por el Ministro de Finanzas Licenciado Juan Reina Santacruz. Alguien dijo que esa deuda se había pagado por cuanto cada cierto tiempo Inglaterra exigía su cumplimiento. ¡Lástima que las otras deudas no cuenten con ese tipo de padrinazgo! Cabe preguntar entonces: ¿Se cancelarán algún día?