Era Fernando de Montesinos descendiente de una vieja familia leonesa de la villa de Osuna y más pobres que un gato cuando empezó a estudiar derecho canónico y habiéndose graduado de Doctor tomó las Sagradas Ordenes y pasó a Chagres en las Indias en 1628, en la armada del Virrey Conde de Chinchón y de allí siguió al Perú, siendo destinado a la secretaria del Obispado de Trujillo y luego al rectorado de ese Seminario, donde por su aplicación y méritos lo transfirieron al curato de Potosí, cargo pingüísimo y muy apetecido, dadas las riquezas de esa villa; y como no era tontito allí se preocupó de averiguar las antigüedades de los indios, preguntándolo todo hasta llegar a tener un conocimiento vasto de las gentes del Collao andino.
Poco después pasó a Lima y en 1636 comenzó a escribir un Informe que tituló: “Beneficio común o directorio de beneficiarios de metales y arte de ellos, con reglas ciertas para los negrillos. Memorias antiguas, historiales y políticas del Perú” que entregó al Virrey para ver si lo premiaban, lo que no ocurrió.
En 1639 impresionado por el Auto de Fe inquisitorial celebrado en esa capital el 23 de enero, escribió otro Informe, que también permaneció inédito como el primero y de allí en adelante empezó a pergeñar “Los Anales del Perú”, obra que le ha dado la fama que tiene. Para 1642 vivía en Cajamarca y poco después regresó pobre a España, a ocupar el curato de la Campana en Sevilla. En 1644 dirigió un Memorial al Rey “demandando una pensión en premio a sus servicios y con el objeto de pasar sus últimos días dedicado al estudio en México o Lima” , aunque parece que ni siquiera recibió una negativa y nada más se conoce de él, suponiéndose que debió fallecer en Sevilla, donde quizá algún día se halle su partida de defunción.
La importancia de Montesinos radica en haber manifestado que antes que nacieran los catorce incas de la genealogía de Garcilaso de la Vega, existieron varias dinastías compuestas de un centenar de monarcas, lo que ampliaría la antigüedad andina siquiera hasta el año 2.000 antes de Cristo.
Clements Markham, en su “Historia del Perú”, ha indicado que Montesinos se limitó en esto a seguir las aseveraciones del jesuita Blas Valera, el primero en estudiar las antigüedades andinas en forma científica y uno de los autores que más consultó Garcilaso para componer sus Comentarios.
Montesinos no vio publicadas sus obras; sus Memorias antiguas recién salieron a la luz en 1882 y Los Anales en 1906 y en dos volúmenes, de tal suerte que no produjeron ningún efecto entre sus contemporáneos y aquí cabe anotar que como tampoco se publicó la obra de Valera, los dos únicos autores que trataron sobre la antigüedad andina, esta fue desconocida.
Montesinos es fabulista y su libro habla de la misteriosa Ophir en los siguientes términos: “Un nieto de Noé, llamado Ophir, viajó a poblar una región hasta entonces desconocida llamada Hamérica, nombre originado en una variante de la locución latina “Hec María” con el que entonces, siglos antes del nacimiento de Cristo, ya se celebraba el anuncio de lo que había de ocurrir en casa de un carpintero de Nazaret “. Aquí cabe preguntar cómo es que desde los tiempos de Noé se hablaba el latín en Palestina, idioma que solo fue llevado menos de un siglo antes de Cristo por los romanos.
Pero siguiendo con Montesinos leemos que “la rica ciudad fenicia de Tiro cortó toda comunicación con Ophir” Y pasaron muchos años hasta que los reyes católicos Fernando e Isabel, titulados también reyes de Jerusalén, restablecieran las comunicaciones con Hamérica y en razón de su título ejercieran legítimo derecho de dominio sobre los indios de estas comarcas descendientes de las gentes de Ophir, quienes les debían pleitesía a sus antiguos reyes de Jerusalén y a sus nuevos de Castilla y Aragón. Linda forma de explicar jurídicamente un derecho de conquista ejercido con sangre sobre gentes extrañas c inocentes y sencillas. Sinembargo cabe mencionar en favor de nuestro Cronista que esos eran tiempos tomísticos y todo se trataba a base de concatenamientos lógicos obtenidos de premisas forzadas y casi siempre falsas como en este caso, una expedición a Hamérica que jamás se realizó y parentescos bíblicos sin base científica.
Sin embargo Montesinos tiene partes de mucho interés que servirían para escribir novelas de la vida real del antiguo Incario; por ejemplo, cuando se refiere a las señales que hubo en el cielo en tiempos de la antigüedad, dice que se vieron dos cometas espantosos que aparecían en forma de león y sierpe y además ocurrieron dos eclipses de sol y luna muy notables, elRey mandó a reunir a los sabios y amautas que consultaron sus ídolos y entendieron que el “Illatici” o diablo malévolo, quería destruir al mundo, acabando con la luna, que sería comida por los cometas. Entonces los niños y mujeres empezaron a dar voces lastimeras y gritos de espanto, forzando a los perros a que aullaran para que el dios sol los oyera y los guerreros tocaban sus bocinas y tambores para hacer mas bulla, arrojando grandes piedras al cielo para asustar y herir al león y a la sierpe y de tal suerte se libró el mundo de una segura destrucción. ¿Qué psiquiatra hubiera podido describir mejor la mentalidad mágica de los antiguos indios americanos, tan dados a las supersticiones?