107A. Los escritos de Antepara en Europa

Este insigne guayaquileño nacido en 1.770 fue hijo póstumo de Juan Lorenzo de Antepara Zambrano, comerciante, y de Vicenta de Arenazas (hija de Francisco Xavier de Avilés Jiménez) nacida en Daule, donde fue criada como expósita por el sacerdote Arenazas a quien heredó, y que muy joven quedó viuda y con cinco hijos.

Dedicado al comercio y a la atención de los bienes maternos, se trasladó a México en 1.801 y allí casó con María Ignacia de Escurra y Pastoriza, se conoce a sus hijos José María nacido en México el 19 de febrero de 1.803 que radicó en Guayaquil en 1.831 y luego en Santa Elena, dedicado a la exportación de orchilla y de Juan, quien jamás visitó el Ecuador.

Ligado a los círculos mercantiles y revolucionarios de Nueva España, participó en la toma del poder iniciada por el Cabildo de la ciudad, pero la falta de apoyo del Virrey José de Iturrigaray hizo que este primer movimiento insurgente fracase y sus miembros tuvieran que esconderse o salir del país, por eso viajó a Europa so pretexto de adquirir una maquinaria para mejorar la producción en el trapiche que mantenía su suegro en la zona central mexicana.

“Llegué a Londres el 1 de septiembre de 1.809 y de inmediato empezó a circular entre los mexicanos residentes en esa capital, algunos de ellos exilados igual que él. Una de las primeras cosas sobre las que mis amigos llamaron mi atención fue un ejemplar de la Edimburgh Review de reciente publicación titulado Emancipation of spanish America, escrito a medias por el General Francisco de Miranda y el filósofo inglés James Hill.”

Antepara juzgó que contenía declaraciones y conjeturas sumamente interesantes y con respecto a Miranda añadió “entre estos importantes materiales había hechos referentes a un compatriota de quien había oído hablar vagamente. Pasó a ser mi natural deseo conocerle y por intervención de amigos comunes, especialmente del Canónigo chileno José Domingo Cortés de Madariaga, lo conseguí.”

Pronto surgió una hermosa amistad. Miranda le comenzó a tener en el grupo de sus íntimos colaboradores como su amigo mexicano vinculado a los jefes de ese país que estaban descontentos con el régimen español y le contagió su amor a la independencia. A este ideal Antepara dedicará desde entonces vida y fortuna y abandonando a su familia se instaló definitivamente en Londres, habitó en su casa situada en Grafton Street e ingresó a la frac masonería formando parte de la Logia Gran Reunión Americana también conocida como Logia de los Caballeros Racionales cuyo fundador en 1798 y Gran Maestre  era Miranda. Esta Logia estableció filiales en Cádiz en 1.811 y luego en Madrid al año siguiente.

Desde principios de 1.810, ante la crítica situación de los asuntos españoles y habiéndose entronizado José Bonaparte en el trono de Madrid, Miranda decidió publicar un periódico para hacerlo circular en el nuevo mundo con información y novedades. Para ello contó con la ayuda de varios “compatriotas” y el 15 de marzo apareció en la imprenta de R. Juiné, en Margareth Street 17, Cavendish Square, el primer número de “El Colombiano”, gaceta de aparición quincenal a dos columnas en idioma español. En el liminar superior de la primera plana figura un lema tomado del De Finibus de Cicerón, siendo el editor responsable Antepara. 

En su número inicial “El Colombiano” manifiesta que se proponía guiar a los habitantes del continente colombiano para ponerlos en estado de juzgar con rectitud y obrar con acierto en una materia que tanto les interesa, pues debe ser el origen de su futura felicidad. La materia es la emancipación, la felicidad es la libertad. 

Los textos circularon secretamente en el continente y fueron extractados y reproducidos en las Gacetas de Buenos Aires y Caracas, ciudades que habían proclamado la insurgencia del dominio español.

También dio a la luz un volumen en octavo con documentos históricos y explicativos que muestran los propósitos en curso y los esfuerzos hechos por el General Miranda para conseguir la independencia durante los últimos veinticinco años, aparecido bajo el título de “South American Emancipation” by José de Antepara, a native of Guayaquil, en inglés, 229 págs. e ilustraciones, en quinientos ejemplares, que circuló en Inglaterra principalmente y tuvo por finalidad servir de carta de presentación de Miranda, quien se movía en diferentes círculos políticos en ese país. Por esta obra se hizo conocido en las colonias españolas americanas al punto que el sabio Francisco José de Caldas lo menciona en uno de sus escritos en términos muy elocuentes y hasta efusivos.

 Indudablemente deseaba dar por primera ocasión documentos pertenecientes al archivo privado del General porque en el Prefacio de la obra dice “Entre el inmenso número de documentos que los sucesos de su vida y sus esfuerzos habían acumulado entre sus manos y que yo tuve el placer de leer con cuidado, se hallaban algunos que, completos o en extractos, imaginé que podrían ser de grande utilidad si se encontraban  al alcance de nuestros compatriotas y del mundo. Una vez que esta idea hubo madurado en mi fuero interno, y una vez que la comuniqué al General Miranda, éste confió asaz en mi criterio para permitirme seleccionar, de un tesoro que contenía más de sesenta volúmenes de documentos privados y de otra índole, aquellas partes específicas cuya publicación considerase de utilidad para la noble causa americana.

      ANDANZAS MILITARES DE ANTEPARA

El Periódico “El Colombiano” no estaba destinado a la venta, su circulación era subversiva y fue prohibida por las autoridades españolas. Su primer número circuló el 15 de marzo de 1.810, Miranda anunció proféticamente: La independencia del continente es un evento previsto después de largo tiempo y todas las naciones tienen fijados los ojos sobre el nuevo mundo, para ver qué partido tomaran en la crisis actual en que se halla la monarquía española. En el segundo número se refirió a la invasión napoleónica a España. Ambos números circularon en los ministerios y pasaron a los puertos de las colonias españolas en América, pero en Mayo  dejó de aparecer  por prudencia para evitar las retaliaciones que pudieran surgir del Ministerio de Asuntos Exteriores de Inglaterra ante las continuas reclamaciones diplomáticas del embajador español Duque de Alburquerque..

Entre Julio y Septiembre Miranda y Antepara acompañaron a Simón Bolívar, Andrés Bello y Luís López Méndez, comisionados por la Junta de Caracas en Londres, juntos asistieron a la recepción diplomática privada que el Ministro Wellesley les brindó en su quinta de Apsley House. Esta Comisión fue aclamada por la prensa inglesa con el título de Embajadores de la América del sur y obtuvo el ofrecimiento de un respaldo de la flota británica para el caso que Francia atacara las costas de Venezuela en apoyo al régimen español, cuyo embajador en Londres volvió a protestar por el tratamiento altamente honroso dado a “los insurgentes.”

En agosto fue con Bolívar en su visita a la casa del filósofo inglés Jeremías Bentham y en septiembre a la del pedagogo Lancaster, creador del método de enseñanza mutua a través de monitores y se acordó entre los comisionados que Bolívar debía regresar a Venezuela antes que Miranda.

A finales de 1.810 arribaron Antepara y Miranda a Venezuela. El 13 de diciembre les recibió Bolívar en su casa caraqueña de Gradillas.  Antepara llevó consigo el Archivo y habiéndose reunido el Congreso en marzo de 1.811 pasó a ser constituyente y el 7 de Julio se declaró la independencia de Venezuela.

Iniciada las operaciones militares contra la ciudad de Valencia, Miranda no la tomó cuando hubiera podido hacerlo y ese error le costó el éxito de la campaña y tuvo que capitular ante el General Monteverde el 25 de ese mes. Miranda y su gente salieron presurosos a refugiarse en el puerto de La Guayra donde fue entregado prisionero a los españoles, no así Antepara que pudo huir a la isla de Curazao. Miranda fue llevado a Puerto Rico y de allí a Cádiz donde moriría cinco años después, el 14 de Julio de 1.816, de sesenta y seis  de edad, prisionero en las carracas. Su cadáver fue lanzado a un playón situado al pié del Castillo y en la alta marea lo arrastró el mar.

Mientras tanto el secretario privado de Miranda había logrado salvar el archivo con escritos en español, inglés y francés y anotaciones en latín y griego, que envió a Inglaterra donde permaneció más de un siglo hasta que el III Lord Barthust lo puso en las manos del ilustre historiador William Spencer Robertson, quien lo publicó en su magistral obra titulada “Life of Miranda” editada en Chapel Hill, USA en 1.929 y que traducida al español por Julio E. Payró ha visto sucesivas ediciones, mientras el gobierno de Venezuela adquiría los sesenta y tres volúmenes en la suma de siete mil  libras esterlinas, dándolos a la publicidad en veinte y cuatro tomos. Es necesario aclarar que los dos tomos relacionados con las andanzas de Miranda en Venezuela, desde su arribo a Caracas hasta su captura en La Guayra, quedaron en Venezuela y se desconoce su paradero. Varios historiadores han extractado algunos capítulos de ellos, de manera que la colección completa del Archivo Miranda llegaría a sesenta y cinco volúmenes.

Entre 1.812 y el 14 Antepara vivió posiblemente en las islas del Caribe y ya sin ocupación específica este último año volvió subrepticiamente a Guayaquil pues no lo podía hacer a México donde sus actuaciones revolucionarias eran conocidas y hubiera sido apresado. Regresaba pobre y perdido su hogar en esa capital. 

En nuestra ciudad mantuvo un bajo perfil y como vivía su madre, que siempre fue persona adinerada no tuvo que trabajar, pero se encontraba vigilante. Olmedo recién volvió a Guayaquil procedente de las Cortes de Cádiz el 28 de noviembre de 1.816 y Rocafuerte lo hizo en Junio del 17. La mañana del 9 de febrero del 16 figuró entre los defensores de Guayaquil cuando el ataque de la flotilla del Almirante Guillermo Brown, corsario al servicio de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Con Villamil fue comisionado por el Gobernador –  por ser los únicos vecinos que hablaban inglés – para rescatar a Brown, aprisionado en el interior de su barco y lo bajaron al malecón cubierto únicamente con la bandera de las Provincias Unidas del Río de la Plata, pues su ropa le había sido arrebatada en el fragor del combate por los milicianos guayaquileños y de esta forma el Corsario salvó la vida gracias a la confraternidad masónica con Villamil y Antepara. I cuando días más tarde fueron canjeados los prisioneros españoles que venían con Brown éste pudo salir bien librado de su aventura bélica.