WRIGHT MONTGOMERY THOMAS CHARLES

PROCER DE LA INDEPENDENCIA.- Nació en el paraje rural de Queensborough, a orillas del río Boyne, parroquia de Drogheda, Condado de Louth, Irlanda, el 26 de Enero de 1799, cerca de la ciudad de Dublin y fue bautizado con los nombres de Thomas Charles James.
Segundo hijo legítimo de Joseph Wright, de condición noble y distinguida (provenía de un guerrero normando llegado como arquero en las huestes de Guillermo el Conquistador en el siglo XI) propietario de la finca rural llamada Golagh Hall y esquire (notario) de Queensborough y de Mary Montgomery, de la familia propietaria de Beaulieu House en esa vecindad Nieto de Thomas Wright y Anne Mollen, bisnieto de Joseph Wright y de su prima Mary Wright. Tataranieto de Thomas Wright y de Eleanor. Cuarto Nieto del Capitán de la Armada de Cronwell James Wright que combatió en la batalla de Drogheda, asaltó Dublin en 1649 y se posesionó de las tierras de Golagh Hall para sí y sus descendientes y de su segunda esposa Mary Slake. Quinto Nieto de John Wright y Margaret Radcliffe, ingleses que descendían del primer varón conocido de esta familia quien arribó en 1066 y partició en la Batalla de Hartings como arquero del duque de Bretaña.
En 1810 ingresó a la Academia Naval de Portmouth donde estudió hasta graduarse de Oficial Guardiamarina de Su Majestad. Realizó su primera misión durante la guerra Anglo – Americana iniciada en Junio de 1812 y navegó en el navío “Newcastle” al mando de George Stewart en la batalla “De los botes” durante el bloqueo de Boston y luego a la larga persecución desde principios de 1814 hasta fines de Mayo del 15 de la fragata “Constitution,” a través del sur del Atlántico y del Mediterráneo, solo para enterarse que la guerra Anglo – Americana había terminado.
De regreso atendiendo al llamado del Comisionado Luís López Méndez, agente personal de Simón Bolívar en Inglaterra, se incorporó en Noviembre de 1817 como Oficial voluntario de la “Legión Británica” para combatir en Venezuela contra las fuerzas pacificadoras españolas del General Pablo Morillo.
El proceso de reclutamiento de voluntarios se había iniciado en la parroquia de St, Agnes en Kennsington Park, Londres, el 4 de Mayo de 1817. En Diciembre cinco contingentes de voluntarios provenientes de Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda, se embarcaron con destino a Sudamérica, zarpando parcialmente de Fawey Harbour. En su mayor parte combatientes en las guerras napoleónicas y que estaban sin empleo.
El Estado Mayor estaba compuesto por los Coroneles Mac Donald, Campbell, Skenene, Wilson, Gilmore, Hippsely, y el Mayor Pluket, con un total de ciento veinte y siete Oficiales, tres mil ochocientos cuarenta soldados entre lanceros, dragones de a caballo, granaderos, cazadores, rifles, húsares y rasos, en las naves cañoneras Indian, que naufragó en el viaje a América; Prince, Britannia, Dawson y Esmerald. Nueve años más tarde, en 1827, de los ciento veinte y siete oficiales solo sobrevivían Wright en Guayaquil y Harris y Sandes en Cuenca, pero éste último falleció tempranamente en 1832. Los ciento veinte y cuatro restantes habían muerto en combate o a causa de las enfermedades tropicales.
En la “Dawson”, cuyo Capitán era Mr. Domer, vinieron ciento treinta voluntarios a las órdenes del Coronel Edward Hall Campbell, entre ellos, el joven Wright.
Vientos huracanados detuvieron por dos ocasiones al mencionado bergantín que tuvo que arribar al puerto de Falmouth y luego a Fowey Harbour en Inglaterra, desde donde zarpó el 2 de Enero de 1818 con destino a las Antillas, que hallaron azotadas por la mortal peste de fiebre amarilla, algunos murieron, otros desertaron y no faltaron los que regresaron a Europa, entre ellos el Coronel Campbell con el cuerpo de su hijo Duncan, fallecido en dicha epidemia. El Coronel Robert Piggot asumió el mando y en la isla de Santo Tomás arribó el Almirante Thomas Brion con una pequeña escuadra. Finalmente, tras superar otros incidentes desagradables, los expedicionarios desembarcaron en a la isla Margarita el 21 de Abril de 1818, tras casi cinco meses de navegación. Semanas más tarde, en la pequeña población de Angostura fue presentado a Bolívar, por quien sentía una gran admiración pues profesabanlas ideas liberales producto de la revolución francesa, ideas que jamás abandonaría wright.
Incorporado al teatro de operaciones bélicas inmediatamente participó en la campaña de “Apure” que fue de constante hostilizamiento al enemigo en un terreno fragoso y tropical, lleno de insectos y sabandijas y con un calor que superaba normalmente los treinta grados hasta que el 13 de Agosto de 1818 fue creado el batallón Rifles, así llamado porque estaba conformado por soldados rifleros británicos al mando del Coronel Piggot, aumentado con indios y mestizos de las misiones del Caroní en la Guayana venezolana. Poco después se dio el célebre combate del río Arauca donde el general José Antonio Páez derrotó a fuerzas muy superiores del Pacificador Pablo Morillo, quien había comenzado la ofensiva contra los destacamentos militares en el Apure, buscando destruir esa importante base patriota, pero estos, fieles a las tácticas guerrilleras, de no presentar combates a descubierta, fueron retirándose ordenadamente usando varios movimientos de repliegue hacia el río Arauca primero y luego al Orinoco.
En 1819 Morillo abandonó con su ejército las regiones de los llanos a causa del invierno que ese año fue muy fuerte e inundó casi toda esa extensa planicie venezolana y dejó abandonada la Provincia de Casanare fronteriza con la Nueva Granada, estableciendo su base en Calabozo, oportunidad que aprovechó Bolívar para llevar a efecto la liberación de dichos territorios. El 27 de marzo de 1819 Wright intervino en la acción de “El Trapiche de Gamarra” con éxito incierto para los patriotas.
No obstante este primer fracaso Bolívar continuó con su plan de acción y el día 23 de Mayo lo expuso en detalle en la aldea de los Setenta ante los jefes del ejército patriota. Páez debía realizar una maniobra envolvente hacia Cúcuta o Pamplona, poblaciones fronterizas con el piedemonte andino que separaba la Capitanía de Venezuela del Virreinato de la Nueva Granada, utilizando mil hombres de caballería para engañar a los realistas mientras Bolívar y dos mil trescientos hombres tres días más tarde se ponía en marcha hacia Guasdalito a orillas del río Arauca con cuatro batallones de infantería, a saber: El Rifles al mando del Coronel Arthur Sandes, el Barcelona con el Coronel Ambrosio Plaza, el Bravos de Páez con el Coronel José de la Cruz Carrillo y la Legión Británica con el Coronel James Rooke
El 11 de Junio Bolívar arribó al poblado de Teme donde se encontraba el General Francisco de Paula Santander con mil seiscientos hombres de infantería y seis cientos de caballería. Los ríos se encontraban crecidos, era pleno invierno, hacía frío, llovía constantemente y el suelo estaba anegado. Existía, sin embargo, gran disciplina en la tropa, aunque los alimentos eran escasos y no había la posibilidad de obtenerlos. Por otra parte se requería que el armamento y las pocas municiones permanecieran secos
En tan difíciles circunstancias no quedaba otra solución que atravesar el ramal oriental de la cordillera para arribar a Tunja en territorio granadino al otro lado de la cordillera, donde se encontraba acuartelado el Coronel realista José María Barreiro. Tunja era el sitio de paso obligado hacia la capital Bogotá, pero existiendo tres caminos, hubo que escoger uno de ellos. El primero era relativamente fácil por corto y cómodo, atravesando las salinas de Chita aunque estaba fuertemente custodiado. El segundo era por Labranza grande hasta Sogamoso donde se encontraba el cuartel de los realistas y el tercero era por el Páramo de Pisba camino inhóspito pero no vigilado, que permitiría sorprender al ejército enemigo.
Tras cuatro días de descanso Bolívar y los suyos pasaron a Pore situada al pié de la cordillera y continuaron hasta el fuerte de Paya, sitio en que la vanguardia de Santander puso en fuga a los trescientos soldados realistas de la guarnición el 27 de Junio de ese año 19.
El 2 de Julio comenzó el ascenso de la cordillera por el paso de Pisba a tres mil metros de altura. Dos días más tarde, el cinco, completaron la travesía. Esta acción militar de Bolívar, realizada en pésimas circunstancias, logró sorprender al enemigo realista en la población de Socha que no opuso resistencia. El paso de la cordillera fue casi una acción suicida, muchos murieron, otros enfermaron y no faltaron las deserciones por eso ha sido considerada una genial acción militar.
En sus Reminiscencias el propio Wright comenta: El ejército se había visto expuesto por largos meses a las inclemencias de los elementos, sin amparo de las lluvias incesantes en su marcha forzada, hambreados y casi desnudos los soldados. Al cruzar la cordillera el granizo y la nieve volviéronse intolerables: Trescientos hombres perecieron en el páramo de Pisba durante solo un día de marcha, corriendo casi un cuarto de los ingleses la misma suerte; pero esto no puede causar asombro si se tiene en cuenta el estado de desnudez en que se encontraban todos, pues aún la mayoría de los oficiales andaban descalzos y muchos sin camisa, saliendo de los ardientes llanos del Apure en tamaña vestidura, para así desafiar el frío glacial de las cumbres.
Tras cuatro días de descanso y contando con una disminución masiva de la caballería, que redujo considerablemente la capacidad de la tropa, armas y municiones, Bolívar continuó la marcha y el 10 de Julio llegó con su ejército a los Corrales de Bonza y a Gámeza por la margen izquierda y derecha respectivamente. Al día siguiente – 11 de Julio – se dieron dos combates sangrientos. En Bonza el Coronel Briceño arroyó a los realistas que se retiraron a Tópaga y en Gámeza una compañía patriota fue atacada y tuvo que replegarse con fuertes bajas, pero Bolívar dispuso el contra ataque utilizando la vanguardia de Santander que logró desalojar a los realista hasta la misma población de Tópaga.
Entonces el ejército patriota bajo fuego enemigo se ubicó en formación de batalla, que fue rehusada por los realistas en Tópaga y pasaron a ocupar la altura de El Molino. Finalmente, tras ocho horas de acción Bolívar suspendió el ataque para desplazarse hacia Gámeza donde reunió a todas sus fuerzas y al día 12 continuó la marcha y entró a los Corrales de Bonza.
El día 20 buscó dar batalla pero el General Barreiro la rechazaba desde las alturas que venía ocupando, de manera que en la madrugada del 25 los patriotas dieron un rodeo y marcharon hacia Paipa para cortar las comunicaciones realistas con Bogotá. La situación era desesperada pues los patriotas se encontraban sin víveres y al borde del límite del cansancio y no podía resistir una larga campaña.
Como Bolívar lo sabía, en el tiempo era su enemigo, trató de forzar la situación y se internó en el “Pantano de Vargas, donde finalmente Barreiro presentó combate, que fue recio y ambos ejércitos sufrieron enormes pérdidas pero se interrumpió la acción a causa de un torrencial aguacero al caer la noche. Mas, los patriotas, sacando fuerzas de donde no la tenían, vieron por primera ocasión y de frente al grueso del enemigo y demostraron que llevaban la ofensiva y hasta podían vencerlo. Durante esta batalla el “Rifles” desalojó a una partida enemiga fortificada en una colina y en la Orden General se confirió la Orden del Libertador a todos y a cada uno de los combatientes ingleses, sin distinción de rangos, por su valeroso comportamiento en batalla.
Los ejércitos se retiraron a descansar y el 4 de Agosto Bolívar dispuso el retorno a Venezuela para engañar al enemigo, pero en la noche dio contramarcha de manera furtiva hacia Tunja, tomando dicha ciudad al día siguiente a las once de la mañana. Esta nueva acción militar demostró que el genio táctico y la imaginación prodigiosa de Bolívar superaba en mucho a la de Barreiro.
Barreiro intentó la vía más rápida a Bogotá donde esperaba unir sus fuerzas a las del Virrey Sámano y organizar la defensa de la capital, y en la madrugada del día 7 de Agosto Bolívar tras una marcha relámpago interceptó a los realistas en el puente de Boyacá sobre el río Paipa siendo las dos de la tarde y abiertos los fuegos, dos horas después dividió al ejército enemigo y le obligó a rendirse.
Boyacá fue una gran victoria para las armas patriotas y un hecho táctico y decisivo en la independencia de la Nueva Granada. La primera Compañía del Rifles tomó prisionero a Barreiro que fue fusilado por orden de Santander con treinta y siete jefes realistas cuatro días más tarde, el 11 de Agosto, dentro de la llamada Guerra a Muerte. Wright fue ascendido a Capitán en el campo de batalla. Esta sangrienta campaña es la hoja de servicio más alta de Wright en pro de la independencia americana.
Poco después Bolívar y sus soldados ocuparon Bogotá. El Rifles estaba al mando del Coronel Arthur Sandes y se componía de ocho compañías cuyos comandantes eran: 1) Ramírez, 2) Wright, 3) Duxbury, 4) Philam, 5) Fatherstonetaugh, 6) Loedell, 7) Mogassi, y 8) Romero que tras la ocupación de Bogotá fueron pagadas y vestidas con los uniformes apropiados, tomando para el efecto parte de los dineros que las fuerzas del Virrey no pudieron trasladar en su aparatosa fuga de la capital.
En Octubre Wright viajó junto al Rifles hacia el norte, ocupando la población de Pamplona, para formar la brigada de “Las Guardias” que intervino en Ocaña y enfiló hacia Valledupar en la provincia de Santa Marta, tomando dicha población.
Esta travesía tampoco estuvo libre de peligros, por el contrario, arrojó enormes pérdidas de vidas por el constante ataque de las hordas de indígenas armados de arcos y flechas que obstaculizaban el avance de las fuerzas insurgentes. Los indios estaban mandados por los frailes Capuchinos que empuñaban las armas y atacaban a los patriotas por sorpresa y sin misericordia, no solo mataban, también robaban ropa, caballos, asnos, ganado vacuno, etc.
En una de estas emboscadas y estando al frente de su destacamento de veinte y cinco hombres fue atacado por un grupo de indios que habían estado escondidos en los árboles y fue Wright el primero en ser alcanzado y herido de flecha debajo del hueso omóplato derecho; y mientras se trababa el combate un sargento de apellido Carrillo trataba frenéticamente de extraerle la flecha de la espalda pues se hallaba debajo del hueso, teniendo que torcerla a fin de que pudiera salir como había entrado y cuando por fin, exhibiendo la flecha en su mano, el sargento exclamó: Mi Capitán, aquí está la flecha, yo estoy muerto”, se desplomó sin vida, pues otra flecha había traspasado su corazón. En esta refriega hubo varios heridos y muertos y así continuó la marcha. Mas, sucedió que el mismo día, el pelotón mandado por el Capitán León había sido destacado para realizar un recorrido en dirección opuesta y también tuvo que enfrentarse con los indios tomando dos prisioneros y al encontrarse con un destacamento de relevo supo lo sucedido y exclamó ¡El Capitán Wright herido y el Sargento Carrillo asesinado, los bribones¡ y lívido de furia agarró por la cabellera a sus dos prisioneros, uno por uno, decapitándolos de inmediato con su propia espada. Eran los tiempos de la guerra a muerte decretada por Bolívar contra los españoles.
Desde Valledupar el General Lara resolvió emprender la marcha hacia el río Magdalena por la inmensa selva de Zipayán en solo dos semanas, sin un día de descanso, hasta topar con el pueblo de Piñón donde estaba esperándoles Bolívar empeñado en iniciar el sitio de Santa Marta y dispuso que el Rifles se reuniera con las tropas del General Montilla en Cartagena.
Nuevamente volvió el Rifles a cruzar el río Magdalena a las órdenes del Coronel Carreño, acompañando al batallón Girardot. Durante la travesía se enfrentó en dos ocasiones a fuerzas superiores. La primera vez en el sitio San Carlos de la Fundación y la segunda vadeando el llamado Río Frío y con el agua al hombro hasta que el 10 de Noviembre de 1820 se produjo la batalla de la Ciénega de Santa Marta, puerto que se hallaba protegido por una fosa y una empalizada y mientras los hombres del Girardot atacaban la puerta de la empalizada los del Rifles asediaban los parapetos con furia. Finalmente se contaron setecientos realistas entre muertos y heridos en el interior de la ciudad pues fueron pasados por las armas. Entonces Wright fue atacado de fiebre amarilla con vómito y todo, estuvo gravísimo pero al final sanó.
El Libertador celebró un Armisticio de cinco meses que puso fin a la Guerra a Muerte entre los dos bandos. El Rifles fue destinado a la plaza de Maracaibo, una parte por vía marítima – Wright entre ellos – y otra por tierra, atravesando el desértico territorio de la Guajira. Después el Rifles pasó a engrosar las fuerzas de Bolívar y tras la suscripción del Armisticio con el General Morillo, éste abandonó para siempre Venezuela, pero el 28 de Abril de 1821, al expirar el Armisticio, quedaban varios jefes realistas con miles de efectivos para continuar la lucha.
El General patriota Mariano Montilla puso sitio a Cartagena que capituló tras casi tres meses de asedio, ocupó Río Hacha y Maracaibo. Bolívar estaba con cinco mil soldados en Barinas, Páez con cuatro mil de refuerzos marchó para unírsele y para distraer a los realistas, el General Bermúdez inició su marcha desde el oriente hacia Caracas con dos mil efectivos mientras el realista General Miguel de la Torre se aprontaba a la defensa con nueve mil hombres.
El 20 de Junio de 1821 el ejército patriota atravesó el río Tinaco, el día 23 Bolívar pasó revista a sus fuerzas en la sabana de Taguanes y el 24 se enfrentaron ambos ejércitos. Wright formaba parte con sus compañeros del Rifles de la tercera División patriota al mando del Coronel Ambrosio Plaza, compuesta a su vez de cuatro batallones, el Rifles comandado por el Coronel Sandes, el Granaderos por Francisco de Paula Vélez, el Vencedor de Boyacá por el Coronel Johann von Uslar y el Anzoátegui por el Coronel José María Arguidegui, más un regimiento de Caballería.
A las primeras horas de la mañana Bolívar reconoció la posición de los enemigos y vio que era inexpugnable por el frente y por el sur, pues ocupaban alturas. Dispuso entonces que las Divisiones de Páez y Cedeño atacaran el flanco izquierdo en una maniobra envolvente, al tiempo que Plaza siguiera por el centro. Al detectar el ataque por la izquierda el General de la Torre ordenó al batallón Burgos que marche contra el Bravos de Apure, cabeza de la primera división y tan fuerte resultó el enfrentamiento que los patriotas tuvieron que retroceder dos veces, momentos en que el batallón Cazadores Británicos demostrando sangre fría y tras soportar varias cargas del ejército español sostuvo el combate y permitió que los Bravos del Apure pudieran reorganizarse y contra atacar con el General Páez a la cabeza.
La intervención de los británicos fue decisiva pero costó la vida de su jefe el Coronel Tomás Farriar y de diez y siete Oficiales superiores. En este estado los batallones españoles Infante y Hostalrich entraron a auxiliar al Burgos, pero los patriotas Bravos del Apure y Cazadores Británicos mantuvieron sus posiciones y los obligaron a retroceder en forma ordenada.
Mientras esto sucedía en el flanco izquierdo, en el derecho recién comenzaba el combate y los batallones realistas Príncipe, Barbastro e Infante sostenía la línea de combate frente a la caballería de la Primera División patriota. Para destruir esta División cargó el Húsares de Fernando VII pero tras disparar sus carabinas abandonaron ignominiosamente el campo de batalla.
La infantería patriota seguía atacando por el frente y la caballería por la derecha, y cuando el Regimiento de los Lanceros del Rey hizo su aparición y disparó sus mosquetes se pensó que iban a triunfar, pero éste Regimiento solo participó de la acción algunos minutos pues también huyó vergonzosamente. En este estado, comprendiendo que la acción estaba perdida, el Regimiento Primero de Valencey formó sus cuadros y comenzó a retirarse, perseguido de cerca por los patriotas pero pudieron llegar a la población de Valencia situada a solo dos leguas y en perfecto orden, mientras el resto de los españoles se refugiaban desordenadamente en Puerto Cabello.
Esta magnífica victoria en Carabobo, considerada la más importante de las guerras de Venezuela, constituyó el principio del fin de la resistencia española, que siguió amagando un año más hasta 1823, cuando los últimos focos cayeron en las campañas posteriores: Cumaná, Puerto Cabello, Maracaibo y Coro.
Entonces el “Rifles” viajó siempre comandado por el Coronel Sandes a Cartagena, que capituló antes de su llegada y continúo a través del río Magdalena por Ocaña y Bogotá hacia Popayán, donde se libró la trágica batalla de “Bomboná” el 7 de abril de 1822. Esta acción ha sido calificada como el peor error táctico de Bolívar pues ordenó a su gente atravesar el desfiladero que rodea a la montaña donde fueron alevosamente masacrados en número superior a las mil bajas. Solo el Rifles salvó la situación, pues dando la vuelta a las fuerzas del Coronel Basilio García, atrincherado en las rocas escarpadas de la loma de Cariaco, logró sorprender a la retaguardia realista, hacerla huir, tras lo cual ocuparon su campo. Días más tarde el Rifles pudo unirse al grueso del ejército patriota y continuar hacia el sur. Wright ya era Teniente Coronel desde Febrero del 22, su conducta fue mencionada dos veces en el Parte de Batalla y por su excepcional valor y coraje recibió la Medalla de Bomboná.
En tales circunstancias se produjo una larga espera de un mes entre las fuerzas realistas y las patriotas. Por una parte los realistas no pudieron avanzar a Quito para auxiliar a Aymerich y por otra Bolívar se mantuvo inmovilizado.
Tras la victoria del General Sucre el 24 de Mayo en Pichincha, pasó el “Rifles” a combatir en Pasto, región que continuaba levantando la bandera del Rey. Mas, en el camino, encontraron a dos de los Oficiales realistas vencidos en Pichincha, quienes informaron a nombre del Coronel Basilio García, su deseo de capitular y entregar la ciudad de Pasto en forma pacífica. Empero en Junio uno de los Oficiales españoles prisioneros en Quito, el Teniente Coronel Benito Boves, logró fugar y consiguió insurreccionar la provincia de Pasto, aprovechando que las monjas de esa ciudad tenían escondidos mil mosquetes, dos cañones de bronce de cuatro libras cada uno y una gran cantidad de municiones.
La campaña de Pasto fue agotadora dada la fragosidad de las montañas circundantes y el empecinamiento de los vecinos que parapetados en las alturas disparaban sobre los soldados ocasionando gran número de muertos y heridos. El río Guáitara, como río de montaña es muy angosto, mitad río y mitad catarata y no es navegable, siendo infranqueable aún a caballo, y habiendo los pastusos destruido el puente, se requería buscar un paso. Sucre despachó a Wright, con dos Compañías. La suya y la del Coronel Fergusson, provistos de unas largas palancas para formar una especie de puente, con instrucciones de forzar el paso antes del amanecer. La marcha fue nocturna y penosa, soportando el invierno, pero encontraron que el camino había sido cortado perpendicularmente formando una muralla de tres metros de altura. Una de las compañías se desplegó en guerrilla para distraer al enemigo, la otra confeccionó una especie de gradas, hincando las bayonetas dentro del muro para que sirvieran de escalera, así lograron trepar, colocaron las palancas y cruzaron el río bajo un nutrido fuego de las avanzadas enemigas. Este episodio demostró el talento táctico de los patriotas insurgentes, que todo lo conseguían con ingenio, paciencia y heroísmo.
Mediante este ardid y tras largas semanas de combatir a las guerrillas, las fuerzas al mando del general Antonio José de Sucre atravesaron el Guáitara y ocuparon la irreductible ciudad de Pasto el 24 de Diciembre. Cuatrocientos cadáveres quedaron tendidos en la plaza principal. Boves logró fugar por la vía hacia Marañón y los pastusos se enrontraron inertes y expuestos a la venganza de los patriotas.
Al día siguiente, que era sábado, una mesa alta fue colocada en el centro de la plaza principal para que la ocupara el domingo el Magistrado de la Ley que leería la nueva Constitución. Esa noche el General Sucre dispuso un baile de gala en su casa y se convidó a todos los pastusos para que concurrieran a divertirse. En la entrada del domicilio, tanto dentro como fuera se había colocado una gran cantidad de licores en recipientes abiertos con vasos y copas al ruedo. Para que los que desearen se sirvan sin embarazo. Los oficiales del Rifles y los de la Caballería recibieron instrucciones especiales de portarse afables con la concurrencia y bailar con las damas, para demostrar la magnífica voluntad que animaba al General. El domingo de mañana las campanas de la iglesia se echaron a volar y la misa comenzó a las once. Sucre se adelantó hacia el pretil de la iglesia y como había mucha concurrencia de paisanos, alzando la voz para que todos oyeran gritó: Vaya y dígale al Coronel Sandes del Rifles que no asista con su Cuerpo a la iglesia, aquí no hay más sitio para militares. Cuando terminó la misa el General Salóm en uniforme de gala y acompañado de su vistoso cortejo formado por el Estado Mayor, subido en la tarima y puestos los lentes, comenzó la lectura del texto Constitucional y cuando iba por la mitad apareció el Rifles por las diversas esquinas de la plaza, formando un cerco en tomo a la muchedumbre, con bayoneta calada y respaldado por la caballería. ¡El Rifles¡ ¡El Rifles¡ comenzó a gritar la multitud pero el orador permanecía impávido, hasta que dejando a un lado el texto , dispuso que se deje salir a las mujeres y niños y abandonó la improvisada tribuna. Mil trescientos hombres fueron apresados y obligados a marchar hacia el cuartel, es decir, hacia un espacioso Convento que habían ocupado los patriotas. Al día siguiente el Rifles siguió su marcha a Quito llevando consigo a los prisioneros. Unos fueron enviados a Guayaquil y otros a Panamá a prestar servicios forzados como delincuentes incorregibles. Los más jóvenes ingresaron a los cuerpos de línea destinados a la campaña del Perú en calidad de reclutas. Por eso en Pasto se conoce a esta “sorpresa” como la noche de los Rifles.
Después de esta acción recibió el agradecimiento personal del Libertador que ordenó al Rifles viajar a Guayaquil, ciudad a la que arribó Wright en agosto de 1823. Entonces el General Sucre – conocedor de su experiencia náutica – le destinó al ramo de la marina, para que improvise una fuerza naval a fin de patrullar las extensas costas entre Guayaquil y Panamá. De aquí en adelante y bajo las órdenes directas de Bolívar, marchó en la vida militar dedicado especialmente a la marina y ya sin sus compañeros, cuya histórica divisa decía “El primero en el combate, el último en el cuartel”.
En Enero de 1824 asumió el mando de una nave de guerra destinada a transportar tropas para la campaña libertadora del Perú. En febrero ascendió a Capitán de Navío a bordo del bergantín “Chimborazo” y el 17 de Marzo recibió de Bolívar un mandamiento reservado conteniendo su nombramiento de Comodoro de la Escuadra del Sur, izando su propia enseña.
Acompañado de la corbeta Pichincha y del bergantín Chimborazo inició el 12 de Abril el patrullaje de las costas peruanas con siete transportes debidamente pertrechados y listos a prestar ayuda en el traslado de las tropas cuando el Libertador así lo requiriera.
Bolívar le ordenó proceder bajo las órdenes del Almirante Martín Guisse, Jefe de la Escuadra Unida, porque las fuerzas españolas habían ocupado el fuerte del Callao.
Al arribar al puerto de Huanchaco las tres naves de Wright se unieron a la flota de Guisse a fin de reforzarla pues la escuadra española estaba fondeada en el Callao y se componía de un poderoso navío llamado Asia, del bergantín Aquiles y otras varias naves.
Con Guisse continuó Wright en el bergantín Chimborazo hasta el puerto de Huacho. El 6 de Octubre de 1824 llegaron a la isla de San Lorenzo frente al Callao – Wright iba en la Chimborazo – y al día siguiente avistaron a las naves españolas colocándose bajo el fuego de los fortines y del Asia, fondeando al ponerse el sol entre los castillos y el Asia, la corbeta Victoria de Ica, los bergantines Aquiles, Pezuela y Constante, pero no se produjo el combate por cuanto la escuadra republicana se dirigió afuera seguida de la española, mas una espesa neblina les impedía detectarse y cuando aclaró los combatientes vieron que la Protector se hallaba a sotavento de la proa del Asia y a distancia de tiro de fusi.
Entonces la Protector enfiló rapidamente hacia la pequeña isla de San Lorenzo por cuanto Guisse quería obligar a las naves españolas a maniobrar mar afuera para empeñarse en una acción decisiva, empero ambas escuadras continuaron su ruta paralela por espacio de cuatro horas tanteándose sin trabar un formal combate.
Siendo las primeras horas de la tarde Wright y el bergantín Chimborazo se adelantaron a la nave de Guisse y por esta razón recibió la mayor parte de los disparos que le hizo el Aquiles, al punto que estuvo en peligro de zozobrar pues comenzó a hacer agua por tres horámenes, pero controlada la situación volvió con viento favorable y a toda vela sobre la escuadrilla enemiga sin dejar de disparar sobre el Aquiles, mientras las naves españolas eran mantenidas a raya por la Protector. En cuanto a las otras naves insurgentes – la Guayaquileña y la Pichincha – apresuraban su marcha para entrar en combate, de manera que la reincorporación de la nave de Wright fue providencial para salvar a la Protector, que se hallaba solitaria y acosada por las naves enemigas.
La nave de Wright nunca abandonó el combate y con sus rápidas y sorpresivas maniobras se convirtió en una distracción peligrosa para el enemigo español, que optó finalmente por volver al Callao, dejando la mar de afuera al dominio de los insurgentes. El Almirante Guisse elogió el comportamiento de Wright y la tripulación del Chimborazo. El Libertador le felicitó el 10 de Noviembre desde Chancay.
Este fue el último combate naval librado en aguas del Pacífico contra las naves españolea porque en Diciembre del 24 el ejército patriota derrotó a las armas españolas en la batalla de Ayacucho y al saberse en Lima que la victoria había sido completa para los insurgentes, el jefe de la escuadra realista Capitán Roque Cruzeta abandonó las aguas del Callao y enfiló hacia las Filipinas pero al llegar a las islas Marianas se rebeló la marinería, apresó a la oficialidad y volvieron a México, mientras en el Perú se prolongaban las hostilidades porque el General José Rodil, hecho fuerte en el Castillo de San Felipe del Callao, se negaba a entregarlo.
Al final, el 23 de Enero de 1826 se produjo su capitulación. Rodil entregó el fuerte y se retiró a España, consumándose la independencia del Perú, último bastión de los realistas en Sudamérica.
En Abril de 1825, teniendo veinte y seis años y dos meses de edad y el título de Capitán de Navío Wright se hizo pintar un retrato al óleo, luciendo en las palas el ancla, insignia de su rango naval, que envió a sus padres en Europa y se conserva en poder de una rama familiar en Liverpol.
El 24 de Noviembre de 1826 fue ascendido a Teniente General de Marina, grado equivalente al de Vicealmirante, con la antigüedad desde el 1 de Mayo anterior.
Entre 1826 y 28 prestó servicios como Comandante General del Cuarto Distrito de la Marina con sede en Guayaquil y a la vez fue Capitán del Puerto. Este último año Colombia declaró la guerra al Perú reclamando el pago de los gastos de guerra de la independencia y la demarcación política de los límites entre ambas naciones, aunque la principal razón del enojo del Libertador fue la soterrada intervención de los peruanos para destruir el gobierno bolivarista en el Alto Perú (Bolivia)
En Junio de este año 28 el Perú inició las hostilidades y ordenó el zarpe de la escuadra naval al mando del Almirante Jorge Martín Guisse, quien bloqueó el golfo de Guayaquil.
El día 2 de Julio la corbeta de guerra “Libertad” de fabricación norteamericana, veintidós cañones de calibre veinte y cuatro cada uno, navegó hacia las aguas del golfo de Guayaquil para guardar la entrada del río Guayas entre Tumbes y la isla del Muerto, registrando el ingreso y la salida a los buques nacionales o extranjeros que navegaban en esas aguas cercanas a Guayaquil.
Al siguiente día, 3 de Julio, Bolívar publicó una Proclama e indicó que el gobierno de Colombia emprendía esta guerra contra el Perú sin su voluntad, pero al mismo tiempo designaba al General Florencio O’Leary para que viaje a Lima a fin de obtener la suspensión de hostilidades, mas esta comisión no surtió efectos, siendo respondido el 9 de Septiembre con la orden de bloqueo de todos los puertos colombianos desde Túmbes hasta Panamá.
El día 29 de Agosto el nuevo Intendente del Departamento Juan Illingworth ordenó a Wright zarpar a bordo de la goleta La Guayaquileña y que se acompañe con la corbeta Pichincha de menor armamento, al mando del Teniente de Fragata Juan Undsworth, para investigar la presencia de la nave enemiga en aguas colombianas.
La noche del 31 de Agosto Wright avistó a los peruanos de La Libertad comandada por el Oficial chileno Carlos García del Póstigo a la altura de Punta Malpelo, pero los invasores aprovecharon la distancia de doce millas para hacerse a la vela y eludir el encuentro, siempre seguida de las naves nuestras.
A las dos de la tarde del siguiente día 1 de Septiembre de 1828 empezó a soplar brisa, las dos naves colombianas (La Guayaquileña y La Pichicha) lograron acercarse a la peruana para pedir explicaciones y como ésta se encontraba preparada para el combate, Wright puso a La Guayaquileña por su aleta de barlovento a medio tiro de pistola y preguntó a viva voz las razones del bloqueo, siendo respondido con frivolidades primero y luego con una andanada de tiros de fusilería ante lo cual ordenó a su gente amarrar ambas embarcaciones para iniciar el abordaje.
Entablado el combate naval a la altura de punta Malpelo, que fue de espacio cerrado porque no nos convenía pelear en espacio abierto dado que la nave peruana tenía veintidós cañones frente a los doce de la nuestra, los noventa y seis marinos de Wright sostuvieron un nutrido fuego de fusilería hasta que se produjo un principio de incendio en la popa de La Guayaquileña lo que distrajo a la tripulación por pocos minutos; ocasión propicia que fue aprovechada por los marinos peruanos para cortar las espías, desamarrarse y abandonar el combate retirándose hacia el sur, aunque muy maltrechos. Casi enseguida la corbeta Pichincha, que se había retrasado, hizo acto de presencia pero sus marinos no pudieron entrar en combate pues prefirieron ayuda a terminar el fuego en La Guayaquileña, finalizando con bajas en ambos bandos, La Guayaquileña perdió su ancla estáis, bordas y casi toda la jarcia pendiente, trazada, bauprés y cebadora. Sufrió veinte y cuatro muertos y treinta y seis heridos.
Los peruanos, en cambio, tuvieron cuarenta muertos y el Capitán de la Corbeta La Libertad Carlos García del Póstigo quedó mal herido con dos balazos, siendo reemplazado por el Comandante Juan José Panizo. Demás está decir que las naves combatientes se retiraron del sitio llevándose sus heridos y muertos.
Así las cosas la flota peruana comandada por el Almirante Martin Jorge Guisse, enemigo jurado de Bolívar, compuesta de dieciséis buques de guerra y varios transportes se acercó hacia Guayaquil y el 22 de Noviembre atacó a las cuatro y media de la tarde el fuerte de Las Cruces, a pocas millas al sur de Guayaquil, defendido solo por dieciséis hombres que no pudieron oponer resistencia cuando la cadena de protección fue rota por la marinería de las naves peruanas y de poca cosa sirvió que fueran asistidos por los bergantines Guayaquileña y Adela más cinco naves dotadas de cañones de veinte y cuatro libras porque Guisse había dispuesto a su flota en formación de ataque y tras pocas horas logró ocupar el fortín, avanzó hacia la ciudad.
Dos de sus naves de guerra; La Prueba y La Libertad desde las cuatro de la tarde bombardearon el malecón de Guayaquil hasta las ocho de la noche. De parte de los sitiados solo la tercera compañía del batallón Caracas se replegó a lo largo del malecón, lo mismo que las fuerzas sutiles formadas por lanchas cañoneras. El total de nuestras pérdidas materiales sumó varios miles de pesos, se perdió una de la baterías del malecón y numerosas casas sufrieron daños en sus estructuras. En cambio la flota peruana quedó descalabrada cuando una de las baterías de la planchada impactó en La Prueba que debió ser remolcada.
Al amanecer del día 23 de Noviembre al iniciarse la marea favorable las lanchas colombianas se acercaron a la escuadra enemiga y empezó un cañoneo sin mayor provecho pues los peruanos se acercaron nuevamente al malecón hasta ponerse a tiro de pistola frente a la casa del Cabildo y tras una horrible descarga de metralla y usando palanquetas causó gravísimos daños materiales mientras dos compañías del batallón Caracas desplegadas en guerrillas y la artillería compuesta de cuatro cañones sostuvieron el fuego hasta las siete de la noche, cuando los peruanos enviaron dos lanchas para apoderarse de los cañones del malecón, pero fueron rechazados.
En la madrugada del 24 volvió Guisse a la ciudad pero dio su mala suerte que La Protector se varó a tiro de pistola frente a la Aguardientería (Calle malecón y Diez de Agosto actuales) oportunidad que los guayaquileños aprovecharon para montar un cañón de a veinte y cuatro escudándose tras un terraplén y bajo el mando del Coronel Juan Ignacio Pareja, rompieron los fuegos a las seis de la mañana y alcanzaron la nave capitana de Guisse, matándole instantáneamente. Su reemplazo, el Comandante José Boterín, se replegó al fuerte de Punta de Piedra a la entrada del golfo de Guayaquil, mientras una avanzada guayaquileña, tras cinco horas, ponía fuera de combate a un destacamento peruano, causándole dieciocho baja.
La historia chica guayaquileña ha olvidado que estos días 22, 23, y 24 de Noviembre de 1828 la ciudad estuvo despoblada y en gravísimo riesgo de incendiarse con las bombas enemigas y que el resto del año 28 y buena parte del 29 numerosas familias por el temor a nuevos incidentes seguían viviendo en sus haciendas , el comercio de la plaza decayó notablemente y la economía se situó en el punto más bajo registrado en la década.
Numerosas poblaciones de la costa habían plegado al Perú, entre ellas Daule (la más importante por su cercanía a Guayaquil) Machala, Balao, El Morro, Santa Elena y como el grueso del ejército colombiano había sido destinado al Azuay, Guayaquil se encontraba desguarnecida y cercada; mas, a pesar de esta circunstancia negativa, la ciudad se defendió como pudo durante dos meses que duró el asedio. En total se dispararon más de tres mil tiros hasta el 19 de Enero de 1.829 que el General Juan Illingworth suscribió una Capitulación honrosa estipulando que si en diez días no se conocía la suerte de las armas terrestres, la ciudad se entregaría al Perú, como efectivamente sucedió el 1 de Febrero de 1829.
Los peruanos se apoderaron de las pocas naves colombianas, pues el grueso de la flota se hallaba en el Caribe. Ya ocupaban militarmente las provincias de Loja y Azuay. Wright se había reincorporado al ejército con el rango de Coronel y Sucre lo nombró su Edecán en la campaña del sur que terminó con la batalla de Tarqui el 27 de ese me de Febrero de 1829. También formó parte de la comisión negociadora de los tratados que se suscribieron el día 29 en Girón donde los peruanos aceptaron la devolución inmediata de Guayaquil sin condiciones, pero no cumplieron, lo cual motivó al Libertador a salir de Bogotá. El 12 de Junio arribó a Baba mientras el General Mariano Necochea sacaba sus fuerzas de Guayaquil con destino a Samborondón a fin de presentarle batalla.
Trasladado a la costa y al frente de la vanguardia del ejército de Bolívar, el día 16 de Junio Wright atacó a los peruanos en Samborondón, lo hizo por el río con ciento veinte y dos hombres y once esquifes haciendo que los quinientos soldados peruanos que ocupaban dicha población se retiraran en vergonzosa fuga. Esta acción militar permitió a las fuerzas del Libertador avanzar pacíficamente y establecerse el 20 de Junio en el cercano sitio de Buijo, próximo a Guayaquil, donde el Libertador instaló su campamento militar con el ánimo de tomar hacia el puerto principal, lo que no sucedió porque el 22 de Septiembre se suscribió el Tratado de Paz con el Perú, que abandonó definitivamente nuestro territorio, de manera que Colombia recuperó el dominio del golfo, la ciudad de Guayaquil, sus zonas aledañas y todos los buques y naves capturados durante la campaña marítima.
En 1830 volvió a surcar el mar, en esta nueva ocasión comandó la fragata “Colombia” y en septiembre ascendió a General. En 1831 contrajo matrimonio con Ángela Rico Rocafuerte, convertido al catolicismo antes de la boda, tendrán cinco hijos. Ella había sido una de las tres señoritas escogidas para coronar a Bolívar en Guayaquil, con Mariquita Plaza del Campo y Carmen Calderón Garaycoa. La familia vivió en la extensa casa de propiedad de Vicente Rocafuerte, tío abuelo de la novia, ubicada en P. Carbo y 9 de Octubre, esquina.
En 1834 al proclamar Rocafuerte su Jefatura Suprema en Guayaquil Wright dispuso algunas operaciones ofensivas en el río Guayas y en el malecón de la ciudad, mientras las fuerzas terrestres enfrentaban a los floreanos, siendo de mucha importancia el combate de Chanduy en el que el Coronel Agustín Franco derrotó al General Juan Otamendi, provocándole ciento cincuenta bajas, pero dada la mala conducta del Comandante Pedro Mena, que terminaría traicionando a Rocafuerte y entregándole a sus enemigos, Wright se separó del mando del ejército revolucionario y las operaciones bélicas sufrieron una lamentable interrupción, según opinión de Juan Murillo puesta años más tarde en su Historia del Ecuador, pero siguió acompañando a su tío político Rocafuerte, siempre a su lado.
Mena convenció a Rocafuerte de la necesidad de emprender operaciones contra la población de Machala y habiendo quedado el campamento revolucionario de la isla Puná indefenso, fue tomado por el jefe floreano Antonio Pío de Ponte. Rocafuerte, Wright y el Comandante Agustín Lavayen cayeron prisioneros la noche del 18 de Junio de 1834 y permanecieron veinte y cuatro días en la cárcel de Guayaquil con grave peligro para sus vidas. I solo fueron liberados cuando Rocafuerte pactó con Flores, pues éste veía que su situación política en la capital se deterioraba con el alzamiento de José Félix Valdivieso quien formó un ejército de gente bisoña al mando del General Isidoro Barriga, que bajó a la costa y ocupó varias poblaciones estacionándose en Babahoyo.
Las conversaciones de paz promovidas por Rocafuerte que envió a dos delegados a Quito para ver si lograban la unión de ambos bandos fracasaron rotundamente, y no habiendo otro camino que la guerra, se dispuso la movilización del ejército Convencional así llamado por Rocafuerte. El General Barriga desocupó prontamente Babahoyo, y para no quedar aislado se internó en la sierra donde esperó pacientemente.
El choque armado se produjo en la llanura arenosa de Miñarica cerca de Ambato el 18 de Enero de 1835. Wright dirigió el frente izquierdo formado de dos columnas de infantería para rematar con una carga vigorosa a la bayoneta calada, y tras dos horas de intensos combates se decidió la victoria con la caballería del General Juan Otamendi que persiguió a los derrotados y los hacía matar a lanzadas por la espalda, de manera que ocurrió una gran mortandad pues se calcula en ochocientos los fallecidos, todos ellos serranos. Tras esta acción Wright recibió el grado de General de División en el campo de batalla. Poco después ingresaba Flores con los vencedores en Quito y días más tarde lo hacía Rocafuerte, quien asumió de inmediato el mando supremo de la República.
Desde mediados de 1835 fue Comandante General de la Provincia y Distrito de Guayaquil. En Noviembre del 39 falleció su esposa a la edad de treinta años. En 1842, durante la terrible epidemia de fiebre amarilla que asoló a la ciudad, permaneció en funciones, disciplinó a la tropa y ayudó a la provisión de víveres. El 43 marchó a combatir al general Agustín Franco que se había alzado en guerrillas en Esmeraldas venciéndole en Muisne. El 6 de Junio del 44 y después de cinco años de viudez, contrajo nuevas nupcias con su cuñada Josefa (Pepita) Rico Rocafuerte, matrimonio sin descendencia, ella había estado al cuidado de sus hijos con total entrega, esmero y dedicación. Durante todo este tiempo Wright siguió al frente de sus funciones como Comandante Militar de Guayaquil.
A finales del 44 Vicente Ramón Roca utilizó a un joven para denunciar al General Fernando Ayarza, ilustre soldado de la independencia, que mandaba uno de los batallones en Guayaquil, a quien acusaron de fomentar una revolución. Wright, en su candorosidad de caballero sin tacha, creyó el infundio y depuso al dicho Comandante, quien se ofendió del gratuito agravio y se unió a los revolucionarios de Roca, que continuaron urdiendo su plan.
En Febrero de 1845 Wright develó el golpe revolucionario encabezado por el Coronel Francisco Jado y Urbina, pero a los pocos días se produjo la revolución del 6 de marzo.
Esa mañana los rebeldes ordenaron su detención pero su escolta su hizo una valerosa resistencia dentro del Cuartel de Ciudavieja, rechazando los amagos del Coronel Guillermo Franco Herrera, quien intimaba la rendición. En esta acción murieron seis personas. Momentos más tarde fracasaron las conversaciones por parecer las condiciones de los insurrectos inaceptables.
A las dos y media de la tarde Wright se puso a la cabeza de las tropas leales mandando sobre la primera columna, la segunda estaba dirigida por el General González y la tercera por el Coronel Pio Díaz y juntos atacaron el Cuartel de Artillería, que se había reforzado con la presencia de numerosos voluntarios civiles, tratando de desalojar a los rebeldes que dirigía el General Antonio Elizalde Lamar, sin embargo a las cinco, en vista de lo inútil del ataque, Wright se retiró ordenadamente a la sabana quedando cien muertos en la refriega por parte de los leales y sesenta por los rebeldes, y viendo que la opinión pública le era adversa capituló bajo condiciones honrosas al día siguiente 7 de Marzo
Después del Tratado de “La Virginia” su situación personal se volvió asaz difícil y prefirió radicar por un tiempo en Chile, pero volvió el 47, aunque a finales de ese año fue apresado bajo la acusación de conspirar junto al Coronel José Ramón de Sucre Lavayen unido a su concuñado Agustín Oramas, al Coronel Pereira y a Marcos Avellán contra el gobierno del Presidente Vicente Ramón Roca. El jefe del movimiento era Wright, contaba con la ayuda de numerosos subalternos de la guardia que había ofrecido entregar el batallón Libertadores y media Brigada de Artillería mientras Avellán, Sucre y Oramas conseguían voltear al batallón Babahoyo acantonado en Bodegas, pero una denuncia puso en alerta al Gobernador y el Plan fracasó.
El periodiquito “El Diablo” editado por el joven Gabriel García Moreno hermano del Gobernador del Guayas Miguel García Moreno, dio la lista de los militares comprometidos y que habían pedido su pasaporte para salir del país: Wright irlandés, Vicente Martín español, Juan B. Pereira, Manuel Cortés y Juan Rodríguez venezolanos, Juan Domínguez, Francisco Salazar, Manuel Santander y Francisco Sotomayor, ecuatorianos.
Nuevamente en Chile desde 1848, solo y sin sus familiares, subsistiendo como agente de la Casa comercial de su concuñado Manuel Antonio de Luzarraga en Valparaíso, quien representaba a la compañía naviera Pacific Steam Navegation Co. vivió varios años hasta que fue trasladado al Callao, gozando de buenos sueldos y ya en unión de los suyos.
El 4 de Julio de 1852 se presentó en el malecón de Guayaquil formando parte de la escuadrilla del General Juan José Flores y tras recios combates con los defensores tuvieron que retirarse a dos millas de la ciudad y luego de cinco días siguieron a la isla Puná, en vista que no se produjo el alzamiento de la población. Wright estaba herido en la espalda por una bala de fusil y había comandado la nave de guerra Chile, que sufrió varios daños a consecuencia de los cañonazos recibidos. El retorno al Callao fue decepcionante.
A finales de 1860, tras casi doce años de ausencia regresó con el triunfo del ejército de Flores y García Moreno y continuó al frente de la agencia de la “Pacific Steam” que representaba Luzarraga así como de sus negocios de exportación. Al siguiente año era Presidente de la Compañía nacional de vapores del Guayas, Vice Cónsul de México y de los principales del Banco de Crédito Hipotecario.
En 1862 obtuvo del Rey de Armas de Irlanda una certificación del “Crest” (escudo) de su familia para su uso y el de su descendencia, firmado por Sir John Bernard Burke, Rey de Armas y Heraldo principal de toda Irlanda, pergamino que lo poseía su tataranieto Stanley Wright Roggiero hasta su fallecimiento donde consta el lema de su familia: El premio a la virtud es el honor. Por esta época escribió en inglés sus recuerdos y los tituló: “Reminiscencia de los oficiales ingleses en las campañas de Bolívar, en la guerra de la independencia de Colombia” que a pesar de ser sido varias veces consultadas. continúan inéditas.
Durante los primeros años de la presidencia de Gabriel García Moreno tuvo Wright la oportunidad de valerse de su amistad con el General Flores para interceder a favor de varios amigos injustamente perseguidos por el tirano. Tantos abusos hicieron que en 1863 se disgustara con García Moreno que había iniciado su régimen terrorista y clerical, por eso conspiró e influyó para que la “Casa Luzarraga” entregue dinero al doctor Marco Espinel con fines revolucionarios. Descubierta la trama por las autoridades fue buscado y traído desde Babahoyo a su casa en Guayaquil, que García Moreno allanó, encontrando la bandera inglesa tendida al pie de la escalera por orden de doña Pepita Rico; entonces gritó a su Edecán Martínez Pallares: “Recoja usted con todo respeto la bandera de su Majestad Británica y detenga prisionero a ese General ecuatoriano”. Wright fue conducido a la cárcel y allí permaneció varios días recobrando su libertad por falta de pruebas; sin embargo, su empleado, el joven Manuel Antonio Aguilar fue torturado con inaudita crueldad por el propio tirano que mandó a darle doscientos azotes, pero como no dijo nada comprometedor contra su jefe, éste se salvó, mientras García Moreno comunicaba a los suyos que había desbaratado una conjura regionalista para separar a Guayaquil de la sierra, dirigida en lo militar por Wright y en lo civil por Pedro Carbo. Lo cual era una mentira cerdosa.
A finales de 1864 el partido liberal lanzó la candidatura presidencial de Pedro Carbo. De inmediato se formó un Comité electoral en Guayaquil y los más prestantes ciudadanos se afiliaron a él – Wright entre ellos – entonces el atrabiliario presidente García Moreno lo clausuró con pesquisas y sacó del país a Wright en compañía de su amigo Juan Ferruzola Paredes a quien acusó de conspirador inveterado. Carbo y Juan José Luzarraga Rico – otro miembro del Comité – no fueron molestados.
En 1868 su salud decayó considerablemente pero aún tuvo fuerzas para presidir el Banco del Ecuador cuando se fundó ese año y para apoyar la candidatura liberal del doctor Francisco Javier Aguirre Abad por cuyo motivo su casa estaba permanentemente rodeada por la policía, García Moreno mandaba en el país a través de los gobiernos títeres de Jerónimo Carrión primero y de Javier Espinosa después, por eso le mantenían en la lista de enemigos políticos vigilados.
En Diciembre empeoró, se asfixiaba de continuo pues tenía enfisema y estaba cardiaco, ya no podía salir de la cama, dos Obispos le atendieron en su agonía: Monseñor José Tomás de Aguirre Anzoátegui y Luís de Tola y Avilés quienes tuvieron que abrirse paso entre la soldadesca para subir a la casa del ilustre enfermo, que falleció el jueves 10 de diciembre de 1868, a las cuatro de la tarde, de casi sesenta y nueve años de edad, mientras una leve garúa caía sobre la ciudad. Fue velado en su casa de la calle Pichincha, “damas enlutadas cruzan por los amplios corredores y las habitaciones sumidas en penumbra.”
Los restos fueron enterrados en la iglesia de San Francisco que se quemó durante el incendio Grande del 5 al 6 de Octubre de 1896, entonces se perdieron pues solo apareció el ataúd de aluminio en que reposaban y la lápida de mármol.
Su retrato de cuerpo entero consta en la Galería de veinte y un generales de la independencia mandada a pintar por el General Juan José Flores a Antonio Salas, que permanecieron en la quinta El Placer en las faldas del Pichincha hasta que este edificio fue destinado para que funcione el Instituto Nacional Mejía en 1902, siendo colocados los retratos en los corredores de la mansión; pero el polvo y el viento los maltrató hasta que en 1922 los compró Jacinto Jijón y Caamaño quien encomendó a Luís Veloz su restauración. Hoy se encuentran en el Museo de la Universidad Católica de Quito, donde yo los vi con gran detenimiento hace ya muchos años, no así sus marcos tallados y revestidos de pan de oro que se dañaron con el tiempo y ya no existen.
I es de anotar que el cuadro que dice Castillo, se refiere al General Paz del Castillo, que ejerció la Intendencia de Guayaquil en 1826 y no al prócer Mariano Castillo.
Alto, rubio y de ojos azules, enamorador con las damas porque gustaba correr aventuras galantes cuando viajaba a la isla Puná por negocios, siempre se llevaba una. Diestro para echar naipes y relatar anécdotas, gracioso y sincero con los amigos y leal y consecuente con sus ideas francamente liberales, por eso siempre gozó de una merecida popularidad.
En 1949 el bisnieto Alberto Wright Vallarino publicó en Buenos Aires la biografía titulada “Destellos de Gloria” basada en su autobiografía arreglada por José Joaquín Pino de Ycaza, quien agregó en “Rostros antiguos y papeles viejos” las románticas correrías de Wright con la hermosa y aristocrática Juana Bodero y Franco, viuda que era del Capitán Feraud, quien poseía entre sus múltiples atributos físicos unas amplias y generosas “peras,” al decir de Pino de Ycaza.