WALLPHER BERMEO: Luis


Wallpher, hijo de europeo, supo digerir las escuelas clásicas del Viejo Mundo en su taller, dándole con toque personal el sabor ye sudamericano tanto de las altas montañas como de los ardientes trópicos. La realidad natural y social del medio, la cultura misma de nuestros pueblos afloran fluida, espontáneamente en su obra. Dueño de un diseño seguro y propio, documentó muy bien ciertos momentos de la vida y usos de Guayaquil o Río de Janeiro, Oruro o El Cuzco. En 1936 se editó su álbum “Potosí Colonial” en Bolivia; en 1949, el álbum de 20 acuarelas del Ecuador, Perú y Bolivia, “Reliquias Coloniales en Tierras de los Incas”; y en 1953, el álbum de grabados “Motivos Autóctonos Bolivianos”.
En muchas colecciones figuran sus obras, entre otras: en la del Museo Nacional de Buenos Aires; y en las de la Universidad de Potosí, de la Universidad San Francisco Javier en Sucre; de la Municipalidad de La Paz; del Palacio Presidencial de El Alto (Bolivia); en la Pinacoteca de Magé en Río de Janeiro y en las de Casa de la Cultura de Guayaquil, Quito y Cuenca, así como en colecciones personales del Dr. Miguel Romero Vicuña y doña Yela Loffredo de Klein, verdaderos mecenas del artista.
Luis Wallpher Bermeo, pintor, escultor y grabador, fue un guayaquileño más conocido en el resto de América del Sur que en su patria. Su obra es un excelente resultado del academicismo andino contemporáneo, con fuertes tintes expresionistas. Cultor de lo figurativo, desde el retrato hasta el quehacer de las masas; tienen sus formas humanas fuerza y frescura a un tiempo. Sus comienzos se dieron en el área del expresionismo en denuncia, una de las corrientes en boga hace más de medio siglo. Luego, paulatinamente introdujo en sus cuadros la imagen costumbrista, volviéndose menos crispados y más eficaces para la documentación histórica-sociológica. Manifiesta exigencia por un figurativismo academicista cuando opina: “…El movimiento artístico de nuestro tiempo no necesita ser distorsionado ni caricaturizado en sus formas, ya que el presente reclama una pintura clara, comprensible, que sin esfuerzo se deje entender y sentir, como sucede con las obras maestras de todos los tiempos…”.
A los 19 años ganó el Premio de la Sociedad de Artesanos Amantes del Progreso, y a los 22, el Primer Premio de Pintura con motivo de la fiesta del montubio en Guayaquil, evento organizado por la Asociación Regional. Después de publicar su primer álbum de Acuarelas referido a escenas del Guayaquil de aquel tiempo, marcha hacia el sur del Continente. Algunos años antes de su muerte, en 1981, publica nuevamente su carpeta de 18 acuarelas sobre estampas porteñas, bajo el auspicio del Banco Central. En la dedicatoria de esta colección, el artista escribe “… Todos estos viejos temas de Guayaquil son tradicionales de principios de siglo. En mi memoria se han conservado como prodigios archivados en los sueños de mi niñez, aún me parece oír los distintos pregones callejeros de los vendedores ofreciendo con gritos musicales o estridentes voces sus vendimias, sus pescados, sus telas, sus helados, etc., como así también en el ambiente tan típico del bajo fondo, contemplar a los actores de la época…”.
La pintura de Wallpher, como su vida, tiene un dejo aventurero y romántico. Su condición de maestro y enseñante de Bellas Artes, ayudó a formar a varias promociones de jóvenes artistas sudamericanos, pero limitó severamente su producción. Wallpher Bermeo fue profesor y director de la Escuela de Bellas Artes “Zacarías Benavides” de Sucre, Bolivia; director de la Facultad de Artes de la Universidad de San Francisco Xavier de Chuquisaca; profesor de Bellas Artes en varias academias argentinas, brasileñas y peruanas. Recibió muchas distinciones en estos países, entre otras: Diploma de Honor del Ministerio de Relaciones Exteriores de Bolivia, 1939; Gran Premio para artistas extranjeros en Buenos Aires, 1939 y 1943; dos Medallas de Oro en La Paz, Bolivia, 1957. Fue miembro de las sociedades de Bellas Artes de Brasil, Argentina, Bolivia y Perú.
El pintor guayaquileño era intransigente en el terreno estético. Sostenía que… “No todos los pintores son artistas. Los artistas se hacen a base de aptitudes y largos años de aprendizaje, estudio y abnegación…”. El costumbrismo del Guayas tiene en él un gran exponente. Poca justicia se ha hecho a este indiscutible valor del arte plástico. Nosotros le rendimos homenaje en el primer aniversario de su fallecimiento.