VALDANO MOREJÓN JUAN (1939)


Doctor en Filosofía y Letras. Estudios en la Facultad de Filosofía y Letras y Facultad de Jurisprudencia de la Universidad de Cuenca, con especialización en Fran
en España: Universidad de Aix-en-Provence y Universidad Complutense de Madrid, Profesor de Literatura en el Colegio Nacional “Manuela Garaicoa de Calderón”. Profesor de Literatura Contemporánea y de Teoría Literaria en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Cuenca.
En razón de su formación humanística bien ha hecho el Diario “El Tiempo” de Quito en calificarlo como “uno de los más altos exponentes del pensamiento joven ecuatoriano”. Afirmación que merece nuestra solidaridad, por su actividad de promotor de cultura, docente superior y escritor. Asesor cultural del CONADE.
Ensayista, autor de “Humanismo de Albert Camus” 1973: “Panorama de las generaciones ecuatorianas” 1976; “La pluma y el cetro”, 1977; “El cuento ecuatoriano”, 1978. Integró la “Selección del nuevo cuento cuencano”. Uno de los organizadores del I Encuentro sobre Literatura Ecuatoriana, Cuenca, 1978. EL N° 100 de la Colección “Letras del Ecuador” se dedicó a su libro de cuentos “Las huellas recogidas”.
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Nació en Vinces el 7 de julio de 1880.
Se trasladó de niño a Guayaquil y aquí vivió desde entonces. Desde muy joven, sintió la vocación de ser maestro.
Se preparó para ello haciendo todos los estudios exigidos, en los cuales descolló siendo siempre el primero y el más cumplido de los alumnos.
Años más tarde, comienza a desarrollar su tarea, como profesor y después Director de las escuelas de la Sociedad Filantrópica del Guayas, y del internado de la misma. En esta labor puso en evidencia sus altas dotes de dirigente docente y educador. Dictaba clase y al mismo tiempo atendía a la marcha de todo el inmenso plantel, inculcando a sus pupilos los más sanos principios de moral y de trabajo. Era rígido para eso. Decía que el alma de los ciudadanos se forma en la escuela bajo los imperativos del estudio, la disciplina, las buenas costumbres y el trabajo.
Después, fue también Director de la escuela nocturna de Primaria y de Contabilidad de la Sociedad de Artesanos Amantes del Progreso. Casi no tenía tiempo de descansar.

Terminaba sus labores a las seis y media de la tarde, habiendo comenzado a las cinco de la mañana. Entonces marchaba, muchos aún lo recuerdan, por la calle Chanduy, hoy García Avilés, hacia la Sociedad de Artesanos, donde dictaba contabilidad y dirigía el establecimiento. Muchísimos contadores le deben al señor Vera lo que saben.
Además, era profesor particular y numerosas familias requerían que se hiciera cargo de la instrucción de sus hijos e hijas a domicilio.
Don Fermín Vera Rojas era realmente un sabio. Conocía de memoria todas las ciencias pedagógicas vigentes en su tiempo, y por la estructura, era capaz de comprender varios idiomas. Sacrificando su vida familiar, se instaló a vivir en la Filantropica del Guayas para poder cumplir más eficientemente su deber y ejercer vigilancia sobre los educandos, hijos del pueblo de Guayaquil.
Era respetadisimo por sus alumnos. Su palabra era acogida como ley. No usaba el castigo corporal, bastaba que él hablase para que brillase la razón y se aclarase el entendimiento y la conciencia del alumno.
Falleció el 13 de abril de 1939, después de un derrame cerebral que lo inmovilizó durante cierto tiempo. Víctima del exceso de trabajo y de la preocupación que él sabía poner para sus nobles tareas.
Fue casado con la señora Mercedes Lago, que le sobrevive, y sus hijos son: Ernesto, fallecido trágicamente; Andrés que reside en Quito; doctor Antonio, odontólogo, fallecido, Pedro, también fallecido, y Manuel dedicado a los negocios. Señoras: Anita Vera de Darquea, Mercedes Vera de Castillo y Fanny Vera de Bárriz, que viven en Nueva York, Rosita Vera de Briz Hernández y Piedad Vera de Mendivia, que también reside en Nueva York.