Nació en Quito el 12 de abril de 1892. Profesor de enseñanza secundaria: Castellano, Literatura y Cívica. Concejal Municipal de Quito (1949 a 1951). Vocal de la Junta Central de Asistencia Pública (1950). Distinguido periodista: inició sus labores en el año 1909 en el Diario “La Prensa” de Quito. Ha escrito en los siguientes Diarios capitalinos: “El Ecuatoriano”, “El País”, “La Nación”. De 1933 a 1952 Columnista y Jefe de Redacción del importante Diario “El Día” cuya actividad sobresale en la historia del periodismo ecuatoriano. Jefe de Redacción de la Revista “El Ecuador Comercial”. Columnista y Subdirector del Diario “El Sol”. Director y redactor de varios periódicos ocasionales, entre ellos el semanario “Pepe tijeras”.
Ha publicado los siguientes libros: “La Cuestión Penal en el Ecuador”, “La vida en las selvas”, “Odio y sangre”, “Vida anecdótica del General Eloy Alfaro”. Miembro de Número de la Sociedad Iberoamericana de Madrid y de otras instituciones del exterior Socio de la Unión Nacional de Periodistas. Presidente por dos ocasiones del Circulo de la Prensa de Quito miembro del Grupo América y del Ateneo Ecuatoriano. Recibió Condecoración de la Junta del Centenario de la Batalla del Pichincha, Medalla de Oro “Francisco de Miranda” concedida por el Gobierno de Venezuela, Diploma “Al buen ciudadano” otorgado por la Municipalidad de Quito, Diploma de Honor de la Unión Nacional de Periodistas. Como Director de “El Año Ecuatoriano”, anuario de la vida nacional, ha desarrollado y está cumpliendo benemérito y sacrificado trabajo en donde las cualidades de perseverante escritor de Julio C. Troncoso se presentan atestiguando la trascendencia de una cobra brillante y la importancia de este intelectual! conocido ampliamente, también, por su seudónimo de Julio Pico.
La línea de conducta que mantiene “El Año Ecuatoriano”, de acuerdo a editorial publicado en su edición 1967- 68 y a la realidad: “Cuando el año 1952 salió nuestra primera edición, no llegamos a la arena periodística para hacer negocio. Llegamos por cumplir una grata y repetida insinuación de gentiles amigos del H. Cuerpo Diplomático –uno de ellos y el más entusiasta en el empeño, el Embajador de Venezuela en el Ecuador, ese gran hombre de cultura y espíritu americanista que fue el doctor Elías Pérez Sosa que tanto quiso al Ecuador,, repetida insinuación, decimos, para que diésemos una publicidad anual, un volumen con estudios serios e informaciones responsables que recogieran el haber de la Patria ecuatoriana, su vitalidad periódica en su economía, en su intercambio comercial, en su movimiento social y administrativo, en su cultura y en su historia, ya también en su legislación y hasta en sus vaivenes políticos con sus hombres y hechos notables.
No llegamos para cumplir la consigna de ningún gobierno o partido político. Nuestra primera entrega circuló con la bandera de independencia, libertad y justicia que enarbolamos. Independencia con sendero rectilíneo. Libertad de pensar y escribir, al amparo de nuestras leyes y de la estructura democrática que es la esencia y fundamento de nuestra nacionalidad. Y justicia para todos los ecuatorianos, sean éstos del color político que fueren; justicia para los poderes públicos, para los mandatarios cuan- do proceden bien desde sus altas tribunas de acción; justicia para las instituciones serias que laboran colectivamente por un mañana mejor para la República; justicia para los ciudadanos que ofrendan iniciativas y acción en el afán cotidiano de sus actividades, cumpliendo la noble tarea bíblica, que es también tarea de hondo sentido ci- vico nacional, de comerás el pan con el sudor de la frente.
Esta fue nuestra ética de acción hace 15 años. Y continuamos firmes a ella sin adular ni calumniar a nadie por interés personal o por paga. No brindamos elogios a ningún gobierno porque no tenemos necesidad de hacerlo a ningún precio. Recogemos no la oferta oropelesca de gobernantes interesados en el engaño sino la obra que realizan; no la palabra hueca de ciertos políticos interesados en una peligrosa acción demagógica de trastorno de las instituciones que nos rigen sino la acción sincera de los hombres, la ideología puritana de los convencidos y leales a los partidos políticos, que buscan la acción medular en la evolución doctrinaria de cada uno, porque sentimos respeto para todas las ideologías políticas que son el nervio de la vida republicana del país, cuando ellas representan sinceridad y afán de superación en la marcha de los tiempos”.