Este religioso, insigne por su santidad, salió muchas veces del Convento de Quito para ir a predicar el evangelio en las Provincias de las Cayapas y Barbacoas, Indios barbarismos, y con su celo y gran virtud logró reducirlos al servicio de Dios nuestro señor. En sus viajes era tan ajeno a las comodidades, qué iba a pie y descalzo, sin cama, ropa, ni prevención de sustento alguno; toda su compañía era su breviario y una imagen de la madre de Dios. La Real Audiencia de Quito, hizo justicia a los méritos del padre Gaspar de Torres, escribiendo a la majestad de Felipe II el siguiente informe: “El Vble. P. Fray Gaspar de Torres, de la Merced, es varón verdaderamente escogido por Dios para convertir almas a su fe”.
