TINAJERO VILLAMAR FERNANDO

ENSAYISTA.- Nació en Quito el 5 de Enero de 1940. Hijo legítimo de Fernando Tinajero Manrique, quiteño, administrador de los bienes de su familia entre los que se encontraba la hacienda “Guachalá” cerca de Cayambe, que luego se vendieron y empobreció, trabajando en la Caja del Seguro. Fue, además, violinista de mérito; y de Piedad Villamar Andrade, ibarreña.
“Aprendí las primeras letras con mi mamá. Nuestro hogar era contradictorio, con muebles solemnes y nivel económico estrecho. Realicé la primaria y secundaria en el Colegio La Salle y durante el último año presidí la Academia literaria que dirigía el hermano Cornelio. Producimos poemas y cuentos y hasta editamos una revista.”
Bachiller en 1958, entró a estudiar Derecho en la U. Católica y llegó a aprobar el segundo curso. En 1.960 trabajó un año en la Contraloría con S/.700 mensuales y se cambió a la Facultad de Filosofía de la U. Central. Con Ulises Estrella, Bolívar Echeverría, Luis Corral y Marco Muñoz hicieron un programa en Radio Metropolitana titulado “Letras y Pueblo” y en un Festival Universitario de Poesía les pidieron que se unieran al “Grupo Umbral” de Alfonso Barrera Valverde, Eduardo Villacís Meythaler, Eloy Soria y otros y llegaron a realizar un Recital conjunto; pero la intención de Tinajero era filosófica y se iba radicalizando por efecto del clima político que se vivía a raíz de la revolución cubana, de suerte que se produjo el rompimiento y hasta polemizaron por periódico sobre la poesía de salón y el prejuicio del excesivo nerudianismo. Fruto de ese distanciamiento fue la creación del grupo “Tzanzico” con Estrella, Muñoz, los hermanos Luis y Simón Corral, el argentino Leandro Katz, etc. Después se unirían otros como Antonio Ordóñez y el 62 presentaron en el aula magna de la CCE su primer Recital denominado: “Cuatro gritos en la obscuridad”, que rompió las formas acartonadas y burguesas propias de esta clase de actos y fue largamente comentado.
De intento se dejó transcurrir casi una hora para exasperar al público, de pronto se hizo la obscuridad total y se escuchó un alarido tremendo que venía del fondo, apareció la cara de Katz alumbrada por una vela y recitó. Luego recitaron tres más, también alumbrados, en los otros extremos. Al final Katz se paró en una silla en el centro del local, sacó un rollo de papel periódico y gritó: “I el público bobo, bobo, bobo” y les tiró en el rostro pedacitos de ese papel !La gente se indignó muchísimo.
El movimiento de los Tzanzicos apareció cuando en el país se había pasado de la literatura de la miseria a la miseria de la literatura, y por eso denunció a los literatos y a la literatura y fue odiado por los derechistas, ignorado por los pontífices y los periodistas sesudos pero aplaudido en las Universidades, Colegios y Sindicatos como grupo tierno e insolente, por eso sus poetas eran los únicos que podían llenar cualquier local donde se presentaban imponiendo las nuevas formas, ceremoniales y agresivas, destinadas a vencer la crasa inercia de los sistemas socio económicos detentadores del poder.
El 63 la Junta Militar de Gobierno intervino a la CCE y los Tzanzicos se trasladaron a un cafetín sin importancia situado en Benalcázar y Chile, llamado “Aguila de Oro” que rebautizaron “Café 77” donde los viernes de noche empezaron a realizar coloquios y recitales que terminaron con la clausura del café a fines de ese año y los Tzanzicos fueron perseguidos. Estrella pasó a Centroamérica y terminó viviendo en New York. Tinajero, en cambio, decidió viajar al Perú; pero al llegar a Piñas fue contratado de profesor sin sueldo en el Colegio “Ocho de Noviembre” mientras llegaban las partidas. El Tesorero Municipal daba los suplidos y estuvo un año enseñando Historia del Ecuador y viviendo en casa del Párroco, Angel Tinoco Ruiz.
El 64 nuevamente en Quito, participó en el I Congreso de Escritores y Artistas Jóvenes del Ecuador realizado en Azogues y fue electo Presidente, denunciando públicamente a la Casa de la Cultura Ecuatoriana por haberse vinculado a la dictadura militar y convertido en una academia elitista y empezó con otros jóvenes iconoclastas a trabajar por una revolución cultural y un cuestionamiento profundo y totalizador del país, para ello se creó la revista de combate “Pucuna” de la que aparecieron ocho números.
Entonces trabajó en la Oficina Nacional de Personal, dictó la cátedra de Filosofía en el “Manuela Cañizares” y reanudó sus estudios de Filosofía.
En 1965 arribó Agustín Cueva Dávila de Francia y con Tinajero editaron “Indoamérica” nuevo pensamiento de un pueblo nuevo, cuya dirección compartieron; revista reflexiva y teórica que también llegó al octavo número el 68.
Con Alejandro Moreano, Francisco Proaño Arandy, Abdón Ubidia, Raul Pérez Torres, Ulises Estrella, Iván Eguez, Raul Arias, Polo Barriga, Agustín Cueva, e Iván Carvajal sacó la revista ‘’La Bufanda del Sol” foro en el cual se inició una verdadera revisión crítica de nuestra historia en la cultura como instancia del proceso social y sus miembros de redacción, sin quererlo, formaron con el tiempo el llamado “Frente Cultural” que preconizaría dos años después un cambio radical en las estructuras culturales del país. Tantos trabajos le tuvieron atareado y al graduarse el 66 partió por dos meses a los Estados Unidos becado y visitó como observador diversas universidades. A su vuelta los escritores y artistas jóvenes decidieron conseguir la reorganización de la CCE, para lo cual iniciaron una campaña muy intensa y cuando todas las gestiones fallaron, se tomaron el local el 25 de agosto de 1966, fue designado miembro de la comisión que el gobierno de Clemente Yerovi formó para elaborar una nueva ley.
Se eligió presidente a Benjamín Carrión, vicepresidente a Oswaldo Guayasamín y secretario a Tinajero; quién al poco tiempo entró en contradicciones con Carrión y renunció el 68 antes de terminar su período. Entonces fue tachado de heterodoxo y de iconoclasta, pero otros prefirieron calificarle simplemente de parricida,
Mientras tanto había publicado el 67 su ensayo titulado: “Más allá de los dogmas” en 181 pags. con prólogo de Carrión, “ como una contribución al estudio de nuestra identidad cultural, con planteamientos valientes y científicos en torno a la praxis social y que inaugura una época de análisis objetivos en nuestro país, acerca de varias disciplinas”. Se vivían tiempos de cambios, en la misma Colección de la CCE. salió ese año otro ensayo valioso y decidor de nuestra realidad social y cultural “Entre la Ira y la Esperanza” de Agustín Cueva Dávila.
Esta primera obra de Tinajero pecó de intuitiva, de allí que se ha negado a reeditarla, Más allá de los Dogmas – sin embargo, en ella empezó su búsqueda implacable de la identidad nacional pues, ante el colonialismo y el extranjerismo “Nuestra cultura no ha logrado desarrollarse ni adquirir una personalidad propia, ni se ha convertido en una totalidad orgánica porque en ella no se ha producido el necesario mestizaje, debido a que el mestizaje étnico ha sido siempre mal visto. El renunciamiento de lo propio se ha convertido en el valor primario de nuestra inauténtica cultura…”
El 68, por sus planteamientos “parricidas” fue durante atacado por Clodoveo González en “Mi pluma lo mató”. Fue invitado a título personal por la UNESCO a participar en una reunión de expertos sobre desarrollo de centros culturales en Budapest e intervino con tanta brillantez que Mahadi Elmanjhira, Subdirector General de la UNESCO, lo contrató para trabajar en París, con vista a la preparación de la Conferencia Intergubernamental sobre políticas culturales a celebrarse en Venecia el 70; mas, desengañado de la burocracia cultural que se vive en la UNESCO, donde es costumbre que todos cobren, viajen y figuren pero nadie hace nada realmente positivo aunque de vez en cuando aparecen algunos estudios valiosos, viajó a Checoeslovaquia como Director de las emisiones de radio Praga para América Latina, contratado por Vladimir Landovsky, para conocer Europa central y cumplió el ciclo doctoral en Filosofía para estudiantes extranjeros en la U. Carolina de Praga sustentando su tesis sobre “La Filosofía crítica de la Historia”, aún inédita.
Entonces dio comienzo a un diario autobiográfico, regresó a Quito, formó parte del grupo “El frente Cultural”, que seguía editando “La Bufanda del Sol” en su segunda época y entró a la U. Central a dictar un Seminario sobre “Introducción a la Dialéctica” en la Escuela de Sociología; tres meses después pasó a la U. de Esmeraldas y enseñó Lógica, Filosofía General e Historia de la Cultura por S/.8.000 mensuales.
En 1973 Edmundo Rivadeneira lo llevó a Quito de profesor de Estética e Historia del Arte en la Facultad de Artes de la U. Central. También asesoraba al Instituto Otavaleño de Antropología y escribió “La Colonización como problema antropológico”, ensayo en 20 pags.
Mientras tanto había acortado el material traído de Praga como ensayos y que pasaba de las mil páginas, entonces sin renunciar a la objetividad, al rigor, a la exactitud de la ciencia les dio forma de novela que tituló “El Desencuentro” y la presentó en 1976 al Concurso promovido por el sesquicentenario de la U. Central, obteniendo el Primer Premio de S/ 40.000 con un jurado compuesto por Mario Benedetti, Alfredo Pareja Diez-Canseco y Manuel Corrales. La obra trata sobre “Las contradicciones de una juventud pequeño burguesa comprometida con un proyecto revolucionario frustrado en la década de los sesenta” en 356 págs. y por su estructura histórico psicológica figura en el ciclo de las nuevas novelas ecuatorianas. Esta segunda versión, daría paso años más tarde a una tercera, siendo un caso único en la historia de nuestras bellas letras nacionales en donde casi siempre ha primado el repentismo. Lamentablemente Tinajero ha manifestado que no tiene el duende necesario para trabajar el género novelístico. Pues lo suyo es una historia de desencanto entre lo posible y lo real, es decir, los ideales y las prácticas ideológicas. I anunciada como la primera de una trilogía, Tinajero no ha vuelto sobre su promesa dada la escasa popularidad alcanzada con “El Desencuentro” tachada de demasiado intelectualizada para llegar al grueso de los lectores.
El 77 fue contratado por el Convenio Andrés Bello para fundar el “Instituto Andino de Artes Populares”. “Yo hice el proyecto y me eligieron Subdirector General, teniendo a cargo la dirección técnica, pero faltó apoyo económico y renuncié el 79’’.
El 77 después de su divorcio, había contraído nupcias con la Sicóloga Jimena Romero Balarezo, tienen dos hijos y acostumbran trabajar en proyectos culturales conjuntos.
El 78 volvió a la U. Central como profesor de “Corrientes artísticas y literarias contemporáneas” y “Crítica de Arte” en la Escuela de Información. De allí pasó el 79 a la Escuela de Ciencias Internacionales y enseñó “Estructura Económica y Social del Ecuador” y “Teorías del Desarrollo”.
“La Corporación Editora Nacional” que dirigía Hernán Malo le solicitó que investigara la historia cultural del Ecuador, como prólogo de un libro que pensaban publicar con motivo del sesquicentenario de la creación de la República. “Yo les propuse como trabajo la Asincronía cultural del Ecuador, que apareció en dicha publicación y después recogí en Aproximaciones y Distancias bajo el título de Aquiles y la Tortuga”.
En 1982 salió en Barcelona una Antología con estudio introductorio suyo bajo el título de “Imagen Literaria del Ecuador, en 526 págs. libro que a pesar que su autor lo considera marginal, circuló profusamente en nuestro país y gustó más.
Desde 1983 comenzó a escribir dos editoriales semanales para el diario “Hoy” de Quito, donde mantuvo tres años las columnas «Equívocos y Malentendidos» y «El oficio de leer» y entró a enseñar al Colegio Alemán como profesor a tiempo completo de “Literatura” y “Filosofía”; pues, en la U. Central, ya no encontraba el pluralismo ideológico necesario para la libr exposición de las ideas.
A raíz de su primer trabajo de investigación y crítica cultural (Aquiles y la tortuga) había continuado sistemáticamente estudiando la cultura ecuatoriana y produjo el resto del material que aparece en “Aproximaciones y Distancias”, que vio la luz en 1986, en 162 pags. calificado muy acertadamente por Samuel Guerra Bravo como compendio de diversos ensayos escritos por un hombre que abrazó el duro oficio de decir verdades, ya no desde el simple punto de vista intuitivo, sino responsablemente, con autenticidad, convicción y raciocinio.
Esta obra se ha considerado como la más representativa de su trayectoria intelectual, pero le atrajo enemistades y ocasionó problemas, al punto que salió de “Hoy”, debido a que algunos “se disgustaron por mis apreciaciones sobre la teoría de la pequeña nación expuesta por Benjamín Carrión que yo critiqué acerbamente”.
Su posición renovadora chocaba con el pensamiento marxista de la intelectualidad ecuatoriana del momento, todavía entrabada en la problemática política de la guerra fría, que no se daban cuenta del fracaso económico mundial de los regímenes comunistas, que solo habían acarreado miseria y la pérdida de la libertad de esos pueblos. Tinajero no era pro yanqui ni cosa parecida, pero combatía a nuestros obcecados líderes culturales ecuatorianos defensores a ultranza de la débil posición del comunismo mundial, que desaparecería con la caída del muro de Berlín el 9 de noviembre del 89 y la Prereztroika de Gorvachov en Rusia.
Eran por entonces tan fanáticos en sus ideas, que no aceptaban diálogos ni respuestas difusas. Recuerdo que en alguna reunión en Quito fui presentado a Edmundo Rivadeneira quien me preguntó de sopetón si yo era comunista, cuando le contesté que no era político (entonces me creía un historiador, ahora sé que solo soy biógrafo) se dio la media vuelta y se fue. Ha de haber pensado que hablando conmigo iba a perder su tiempo, pero después logré acercármele y hasta le hice su biografía, que pienso debió agradarle pues me salió bastante completa y hasta bonita por anecdótica.
Ese mismo año apareció su antología “Teoría de la cultura Nacional”, con estudio introductorio, dentro de la Colección “Biblioteca Básica del pensamiento ecuatoriano qué editaba el Banco Central. El estudio aludido “es el negativo de la fotografía que quiero tomar, pues aspiro a elaborar una teoría explicativa del fenómeno cultural del Ecuador, que es justamente lo que ahora estoy haciendo. “I en efecto, Tinajero se hallaba atareado escribiendo un ensayo “De la evasión al Desencanto” que apareció en 1987, en edición bolsi libro de 115 págs. Con tres capítulos sobre la cultura ecuatoriana para la nueva historia del Ecuador que está elaborando la Corporación Editora Nacional.
Del 88 es “Un hombre, una época, un libro” estudio histórico sobre los Sangurimas de José de le Cuadra, prólogo a una edición que preparó el Centro de Estudios Latinoamericanos de la U. de Paris X, Nanterre y al que yo contribuí con los datos de vida de De la Cuadra, que aparecen en el tomo I de mi Diccionario Biográfico,que tuve el agrado de obsequiarle en el departamento que el alquilaba el sótano de un edificío.
En 1989 dio un vuelco hacia lo religiosos tratando de encontrar una solución a su problema económico existencial y se hizo cristiano evangélico.
Del 91 fue “Para una teoría del simulacro” con certeras anotaciones sobre el pensamiento político ecuatoriano a lo largo de nuestra vida republicana. Posteriormente comenzó a escribir para el diario “El Comercio” una muy leída columna político cultural, desligado ya de la controversia que encontró años antes sobre el comunismo mundial.
El 2014 sacó “El siglo de Carrión y otros ensayos” considerando a Benjamín Carrión como el hilo conductor de una trama que permite al lector comprender el curso del siglo XX en el Ecuador. Esta nueva contribución de Tinajero al género del ensayo, le significó un reconocimiento tardío pero justo a Carrión, por su gestión cultural a través de sus generosas críticas literarias, así como por la Casa de la Cultura, uno de sus más importantes logros, sinó el mayor.
El 2007 comenzó a laborar en el Palacio Presidencial como Asesor del Presidente Rafael Correa, a quien escribía muchos de sus discursos. El 2015 recibió con toda justicia, dada su extensa carrera como intelectual y filósofo de nuestra historia y literatura el Premio Nacional Eugenio Espejo en actividades literarias, año 2014.
Polígloto, habla inglés, francés y checo, se halla atareado en escribir una síntesis sobre sociedad y cultura en el Ecuador desde 1960 hasta el 85 para la revista Iberoamericana de la U. de California; un estudio histórico-crítico sobre la primera época de la Revista de la Sociedad Jurídico-Literaria 1902-6 que ocupará un volumen dentro de la colección de revistas ecuatorianas que está publicando el Banco Central; Cinco capítulos para la Historia de la Literaturas del Ecuador, corriendo a su cargo la coordinación de período que va de 1533 a 1767; Un estudio teórico para fundamentar el análisis literario, cuya primera versión fue presentada en un seminario que dictó en Noviembre de 1986 a profesores de literatura bajo los auspicios de una Fundación alemana con sede en Bogotá y varias colaboraciones sobre literatura de la zona andina, que serán incorporadas en la Historia social de la literatura Hispanoamericana que prepara la U. de Berlín.
Unas notas de su curso de Filosofía y otros trabajos que él considera menores, podrían formar algunos volúmenes, pero Tinajero es perfeccionista y prefiere pulirlos con detenimiento.
Su participación en numerosos Seminarios y Consejos de redacción de revistas literarias y filosóficas le hacen merecedor al calificativo de uno de los más brillantes intelectuales del país, de los pocos que pueden ser considerados geniales.
Su estatura mediana, pelo y bigote negros, barba cana, rostro blanco y curtido por el sol, mirada inteligente, brillante, escrutadora sonrisa fácil y espontánea, movimientos y ademanes rápidos y nerviosos, amigo del café a toda hora, cordial, amistoso -aunque combativo- trabajador incansable.