SPRUCE ETTY RICHARD

NATURALISTA.- Nació en Ganthorpe, New Yorkshire, Escocia, aldea cercana al castillo Howard, el 10 de Septiembre de 1817 y fue hijo legítimo de Richard Spruce, respetable maestro de escuela en Ganthorpe y en Welburn, buen matemático y calígrafo, y de Mary Etty, que murió joven, miembro de la familia del pintor de ese apellido.
Educado por su padre, quien volvió a casar en 1831 y tuvo ocho hijas, el joven Richard estudió griego y latín con un viejo maestro apellidado Longdale y permaneció en casa ayudando en la enseñanza a su padre hasta que cumplió la mayoría de edad en 1838.
Se aficionó a la astronomía, realizó una lista de las plantas que se encontraban en las cercanías de Ganthorpe en orden alfabético con 403 especies y elaboró una flora del distrito Maltón con 485 especies de plantas florales solamente, que aprovechó en parte el botánico Baines en su obra “La flora de Yorkhire publicada en 1840.
El 39 fue maestro practicante en una escuela de Haxby a 6 y ½ kilómetros de York. El 40 enseñó matemáticas en el “Collegiate School de York” hasta el 44 que se clausuró el plantel. Con diccionarios había aprendido el francés.
A mitad del camino entre su casa y el colegio quedaba en Hebden Bridge la hojalatería de Sam Gibson, con quien trabó amistad en forma casual. Era uno de esos obreros aficionado a la botánica que tanto se daban en la Inglaterra del siglo XIX, quien le presentó a otros botánicos y hasta le consiguió libros (la Flora Botánica de Hooker y el Diario de Viaje de Darwin) El 40 descubrió e identificó la carex paradoxa como una nueva planta británica. También se había especializado en musgos, tan abundantes en esa región.
Su dedicación a la botánica era permanente desde el 19 de Junio de 1841 que halló en Shigsby Moor, a pocas millas del norte de su casa, uno de los hipnos internados en espléndido fruto, juró en el mismo lugar que de allí en adelante el estudio de las plantas sería el gran objetivo de su vida.
Ese año comenzó a publicarse la revista mensual “The Phytologist”, dedicada especialmente a la botánica inglesa y colaboró en ella con sus notas sobre plantas raras encontradas en sus excursiones. Pronto inició correspondencia con numerosas autoridades en la materia, tales como el Dr. Thomas Taylor, uno de los autores de las “Museología Británica”, con el Dr. William Wilson, con Sir William Hooker, con George Benham y con William Borrer. A Taylor visitó durante las vacaciones del verano de 1842 estudiando los musgos de su rico herbario. Borrer le devolvió la cortesía en Septiembre y volvió al siguiente porque juntos recolectaron plantas raras. De allí en adelante siguieron escribiéndose continuamente.
De veinte y siete años de edad, a fines de 1844, sin ocupación fija y con un porvenir incierto, a través de sus amigos Borrer y Hooker intentó conseguir un empleo en un jardín botánico colonial o en una agencia de plantas, pero como el asunto se mostraba difícil, sus amigos prefirieron enviarlo de excursión a los Pirineos y hasta le adelantó Borrer el dinero para ello, en la confianza de que a su regreso cubriría los gastos con la venta de un herbario de plantas disecadas y perfectamente clasificadas. En eso estaba, cuando una epidemia de escarlatina asoló la población de Welbum y murieron tres de sus cuatro pequeñas hermanas, postergando el viaje.
El 45 halló un nuevo musgo para Inglaterra, el leskea pulvinata, que hasta entonces se pensaba que solo existía en la Laponia. Ya le consideraban una autoridad en la materia pues acostumbraba recolectar las especies, estudiarlas bajo el microscopio y encontrar los caracteres distintivos de cada una de ellas.
Entre el 45 y el 46 visitó Francia, primero estuvo en Burdeos y luego en Pau, coleccionando y estudiando flores y musgos en los Pirineos, especialmente las criptógamas. De regreso visitó a su amigo Borrer en Sussex y tras una deliciosa excursión de tres semanas (1) pasaron a Londres donde tenía que hacer algunos arreglos con las colecciones pirenaicas que debían ser clasificadas y empacadas para sus compradores, gastando en dichos trabajos el resto del año 46.
En 1848 reemplazó a su padre enfermo en la escuela, luego padeció del hígado. En el otoño viajó a Londres a controlar la venta del herbario de Taylor y sus libros y aprovechó para visitar a Sir William Hooker y a George Bentham, quienes decidieron apoyar sus planes para recolectar plantas en la misteriosa e inexplorada hoya amazónica sudamericana a través de un contrato con el herbario de Kew, considerado el mejor del mundo en su tiempo, cuyos directivos financiaron la expedición.
Embarcado en Liverpool en Junio del 49, realizó la travesía del Atlántico en el “Britannia” acompañado del joven Robert King y con Herbert Wallace, quien iba a reunirse con su hermano, ocupado en la exploración de la amazonía.
En Julio arribó finalmente al gran Pará en la desembocadura del Amazonas cuya selva está compuesta casi en su totalidad de especies arborescentes con hierbas que crecen sobre los troncos y las ramas, herborizando tres meses en la hacienda de Archibald Campbell. En Octubre viajó por el río Amazonas a Santarem en la confluencia del Tapajoz y por éste hasta el Aripecuru hasta el fin de su punto navegable en la Guayana inglesa. Conoció a A. R. Wallace, después excursionó por Obydos y el río Trombetas. Nuevamente en Santarem, realizó observaciones sobre la vegetación y sus habitantes y a pesar de ser época de lluvias avanzó hacia el río Negro, atravesando inmensas zonas anegadas. Durante el trayecto conoció a un inglés de apellido Mac Culloch que había vivido en el Canadá y al italiano Henrique Antoni, famoso por su bonhomía y por ser un espléndido anfitrión.
De Manaos partió el 14 de Noviembre de 1851 y lentamente exploró la selva virgen del bajo Río Negro recogiendo especies poco o nada conocidas y recién el 15 de Enero de 1852 llegó a Sao Gabriel da Cachoevia y durante siete meses se estableció para realizar la más rica cosecha de novedades fanerógamas, visitó las cataratas, las selvas montañosas de Sao Gabriel, la sierra da Gama, los cerros del río Negro superior.
En Septiembre arribó por el río Negro a Marabitana cerca de la frontera con Venezuela donde cambió el equipaje de su piragua antes de seguir a la primera aldea de ese país llamada San Carlos que debía ser el centro de sus operaciones por cerca de cinco meses y exploró el Casiquiari, inmenso canal natural que une al rio Negro con el Orinoco. Allí se estableció para realizar la más rica cosecha de novedades fanerógamas, mas, en estas inmensas regiones se encontró sin víveres pues los peces no abundan en las aguas del Rio Negro y los sembríos tampoco,
El 8 de Marzo 1853 fue picado por una hormiga negra de grandes dimensiones y pasó peligros, dolores y sustos. A finales de año navegó hasta las cataratas del Orinoco donde comienzan los llanos ricos en pastos, adquirió un buey e hizo salar la carne.
El 54 recorrió las cataratas de Maipures por el camino de Javita y regresó a la población de San Fernando sobre las cataratas el 19 de Junio mas por desgracia era la estación de lluvias en el alto Orinoco y en medio de tempestades y diluvios casi no podían cocinar pues el charqui era atacado por enjambres de moscas, cayó enfermo con fiebres remitentes perdiendo dos meses y cuando pudo remontó de nuevo el viaje por el Atabapo en canoa y haciéndose trasladar en hamaca por la montaña de Javita.
A cada momento encontraba nuevas especies y otras que no habían sido vueltas a observar desde los tiempos de Bompland y Humboldt, Finalmente arribó a Manaos en Marzo del 55. Entonces decidió seguir recolectando hacia el Perú y enfiló a Tarapoto, donde habitó dos años y encontró una enorme variedad de helechos (unas doscientas cincuenta variedades) sobre todo en las montañas de La Campana a mitad del camino hacia Moyobamba, trabajando en el descubrimiento de especies botánicas nuevas y entre ellas las del género Hevea, fuente del caucho.
Encontrándose en Tarapoto había recibido la orden del gobierno colonial inglés de la India, de pasar al país de la quina, como entonces se conocía a los Andes ecuatorianos, a fin de recolectar semillas y plantas jóvenes de diferentes tipos de la cinchona succimbra de color rojo, para ser exportada a las grandes zonas palúdicas en ese país, con la finalidad de sembrarlas y obtener su alcaloide llamado quinina, único remedio conocido contra las temidas tercianas o paludismo.
El 23 de Marzo de 1857 en compañía de dos comerciantes españoles que preparaban viaje a Guayaquil por negocios. En dos canoas (él y un criado en la una y los dos comerciantes en la otra, con siete remeros indios cada canoa) siguiendo por el rio Huallaga hasta su embocadura y allí tuvieron que cambiar de equipaje, encontrando que las pequeñas poblaciones hasta Santiago de Borja habían sido abandonadas a consecuencia de la invasión de los feroces indios Huambisas jamás sometidos por los colonos españoles.
Igual sucedió con las plantaciones del rio Pastaza, pues sus propietarios habían sido asesinados o estaban huidos, de manera que debían hacer de centinelas y relevarse por turno sucesivamente. Ya eran tres semanas que navegaban y no encontraban a ningún ser humano. Acosados por las lluvias, las tempestades y los mosquitos, a los veinte días arribaron a un pueblecito de indios llamado Pinches y a los veinte y tres a Andoas, cambiaron el equipaje de las canoas y adquirieron víveres para el resto del viaje concluyendo la travesía por el Marañón y el Pastaza en la confluencia con el Bobonaza, y por este enfilaron aguas arriba hasta la aldea indígena de Pacayacu arribando el 21 de Mayo donde volvieron a cambiar de canoas por otras más ligeras hasta Canelos que encontraron casi desierta pues sus indios habían salido a buscar oro en las arenas auríferas de un afluente del rio Curaray,
Los comerciantes españoles estaban apurados por llegar a su destino y se adelantaron mientras Spruce envió al Gobernador indio a buscar los cargueros que necesitaba para transportar su equipaje, ocupándose entretanto de conseguir víveres, buscar musgos y colectar hermosos coleópteros que abundaban allí de modo extraordinario.
El 14 de Junio salió por la selva, trepando alturas resbalosas, costeando precipicios, nadando un buen número de ríos y arroyos crecidos por las lluvias, durmiendo bajo un techo improvisado de hojas de palmera sobre un poncho de caucho que le protegía de la humedad del suelo. El grupo estaba formado por él, su criado y catorce indios cargueros hasta que el 26 de Julio arribaron al rio Topo, lleno de torbellinos espumosos y blancos como la nieve pues sus aguas descienden de las montañas de los Llanganati. Una hora antes se escuchaba el ruido que producían sus torrentes, de manera que era un obstáculo casi insalvable cruzarlo.
Decidieron esperar que sus aguas bajen pero como las lluvias no amainaban la espera se prolongó por tres días y sus noches. Al cuarto, estando los víveres escasos comprendiendo que era necesario encontrar un paso pues los indios comenzaban a murmurar, recorrió las orillas cosa de un kilómetro y encontró dos grandes piedras en la mitad del rio y con cañas guadúas pudieron construir una vereda de paso que atravesaron con poco peso para que no se rompa. Así fue como superaron tan difícil trance y todo ello mientras se hacía de noche y a lo lejos se escuchaba el arribo de una feroz tormenta, pero sus preciosos objetos (libros, manuscritos, microscopio, telescopio, fueron abandonados) y tras quince días de camino por los ríos Pastaza y el Bobonaza siguió hasta Canelos en la región oriental del Ecuador, a donde arribó en la época lluviosa, tomó hacia el norte y tras vencer el tremendo escollo que significa el paso de las cordillera – excursionando mucho por diversas zonas – buscó los mejores sitios para la cinchona y Baños, primera aldea civilizada de los Andes ecuatorianos, enseguida visitó Ambato, donde comenzó a sufrir de reumatismo en Abril del 60 y a pesar de que guardó cama y siguió el tratamiento que el médico le recomendó, nunca más pudo pararse erguido o caminar sin sentir, un cierto dolor.
En 1858 visitó Guayaquil, siguió a la sierra ecuatoriana, ascendió al Tungurahua y al Carihuairazo, torció a Quisapincha, Pasa y Latacunga, en una de cuyas escribanías encontró el Derrotero de Valverde o Guía para descubrir el tesoro de Atahualpa, enterrado en algún lugar ignoto de las misteriosas montañas de los Llanganati.
Gran parte de su itinerario se halla comentado en la obra “Notes of botanical on the Amazona and Andes” editada en dos tomos en Londres por su amigo el sabio Alfred Rusell Wallace, que ayudado por el ecuatoriano Jorge Gómez Rendón, recopiló buena parte de las notas inéditas de viaje, cuando ya Spruce había fallecido. Entre 1.939 y el 40 el profesor Jonás Guerrero la tradujo al español y publicó por parte en los Anales de la Universidad Central de Quito. En 1996 la editorial Abya Yala editó los dos volúmenes en 749 págs. corridas
En Ambato hizo buenas amistades y recibió nuevas informaciones sobre el derrotero de Valverde para hallar el tesoro de Atahualpa en los Llanganatis entrando por la población de Píllaro (x)
De allí viajó a Alausí y el resto del año pasó en los bosques húmedos y subtropicales vigilando la recolección de plantas de quina; que secaba, seleccionaba y empacaba él mismo para evitar los hongos que a veces suelen atacarlas. En Septiembre estuvo de visita en Guayaquil y embarcó las primeras cajas en el vapor “Pacific” con destino a Panamá e Inglaterra. Enseguida viajó a Babahoyo, exploró en la hacienda Aguacatal y su ayudante Mr. Cross llegó del bosque con otras plantas. Con él pasó a Caracol, Babahoyo y nuevamente a Guayaquil e hicieron otro embarque en la misma nave. En Loja tenia alquilados algunos bosques de chichona condaminea, pero como todas las variedades de quina se cosechan al mismo tiempo, entre Agosto y Octubre de cada año, por encontrarse en la costa no podía controlar la recolección en Loja.
Con el inglés llamado James Taylor, incursionó en la zona comprendida entre Limón y Ventanas en la actual provincia de los Ríos, y encontraron un ingenio azucarero donde cercaron una parcela, prepararon el suelo y sembraron miles de renuevos de árboles de quina en Agosto de 1860, sometiéndolos a diversos modos de tratamiento. Después comenzaron a experimentar con semillas bien maduras y secas y todas dieron buenos resultados, de suerte que se dedicó a recogerlas para su envío por Jamaica, en un número no menor a cien mil.
En Enero de 1861 se mantuvo recogiendo algunas otras muestras en la finca “La Bella Unión” de Francisco Aguirre Abad en Daule y cuando pasó el invierno siguió a Pascuales y Guayaquil. En Agosto vivió en la hacienda “Chonana” cercana a Santa Lucía de su amigo Guillermo Illingworth Decima-Villa, donde le atendió su cuñado el médico Alcides Destruge Maitín y se enteró que éste había perdido seis mil dólares en la quiebra de la casa bancaria de Juan Antonio Gutiérrez. Allí redactó un Informe sobre la Expedición para recolectar semillas y plantas de cascarilla roja
Ese año apareció en Londres “Repart of the expediction to procure seeds and plants of the Cinchona succiruba or red bank tree” explicando quienes financiaban sus viajes. Contó que había comprado el año anterior en Guaranda, en cuatrocientos pesos, la licencia para sacar semillas de Cinchona y que al enterarse de esto muchos se reían del gringo esplénico, pues era costumbre regalarlas como cosas sin valor.
Junto a sus reportes sobre las zonas de cascarilla roja dibujó un mapa pequeño de los lugares explorados corrigiendo muchos errores constantes en el Mapa general de Manuel Villavicencio Montúfar que Spruce tomó como base a falta de otro mejor. El Resumen es una obrita con observaciones muy interesantes sobre la flora ecuatoriana, según opinión del sabio Teodoro Wolf.Entre Febrero y Agosto del 62 permaneció en Chanduy tratando de recuperar su salud por el clima seco de ese lugar. En Septiembre regresó a Guayaquil a reclamar su capital. En Enero del 63 viajó a la costa norte peruana. En Febrero estuvo en Piura y meses después pasó a Amotape. El 64 descansó en Paita y finalmente partió en Mayo a Inglaterra por la vía del istmo de Panamá.
El 28 de Mayo de 1864 hizo su arribo a Southampton tras casi quince años de ausencia. Estaba pobre y enfermo pero sus amigos le consiguieron una pensión anual de cincuenta libras esterlinas que Sir Markham logró aumentar en 1877 en cincuenta más del gobierno de la India inglesa pues, sin ser agrónomo, había logrado por vez primera en la historia, cultivar semillas de quina y conseguir que las plantas crezcan, se desarrollen y se vuelvan robustos árboles. Esta misión quinera permitió el cultivo de la quina fuera de Sudamérica.
Apenas llegado visitó al farmacéutico Daniel Hanbury y a sus amigos botánicos con quienes se había carteado durante todos esos años, pero su enfermedad no le permitía sentarse a la mesa por mucho tiempo, a escribir o usar el microscopio, porque sangraba por el recto. Por consejos de Hanbury consultó en 1867 al Dr. Hartiey, quien descubrió que sufría de una estrechez justamente en el intestino grueso que ninguno de los otros médicos hacía sospechado y con un simple tratamiento de enema y narcóticos suaves le mejoró notablemente y así pudo completar grandes trabajos botánicos.
Spruce estudió la aclimatación de las Cinchonas, algunas de cuyas variedades había enviado a la India donde fueron plantadas, al igual que en Ceilán, pero no fructificaron porque la temporada seca es muy prolongada, pero al ser trasplantadas a las Indias Orientales (Indonesia) se aclimataron tan perfectamente que en pocos años se producía tanta cinchona, que refinada y transformada en el alcaloide quinina, que se administraba en polvo, abastecía desde 1886 ampliamente los mercados mundiales.
Ese mismo año 64 apareció en la Revista de la Sociedad Linneo un trabajo suyo que trata sobre las Palmas de la Amazonia y la región ecuatorial de la América del Sur en 118 págs. obra clásica y llena de sugerencias, algunas de las cuales fueron adoptadas por autores posteriores y su obra sobre los Musgos que apadrinó la Sociedad Linneo en 632 pags con la descripción completa de 1710 especies procedentes de Sudamérica, de las cuales 580 fueron recogidas por Spruce y de esas, 254 eran completamente nuevas.
Vivía en una pieza grande alquilada en una quinta cercana a la población de Welbum en York. El 67 el célebre botánico Von Martius le solicitó la elaboración de uno de los ordenes naturales para su gran obra sobre la Flora del Brasil, pero se excusó por razones de salud pues había reducido sus observaciones metereológicas e hipsométricas, dedicando más tiempo a la etnografía y lenguas nativas, aparte de otros asuntos científicos y como en la selva escribía a lápiz y a menudo en clave por las incomodidades del camino y la premura del tiempo, empezó a poner orden en sus notas y a redactarlas limpiamente.
En 1871 había envejecido considerablemente, usaba lentes y una larga y poblada barba blanca le daba el aspecto de anciano venerable. Sus estudios botánicos le llevaron al conocimiento de que las teorías evolucionistas de Darwin estaban en lo cierto y fue uno de los más fervorosos discípulos de ese sabio. El 72 recibió la visita del botánico sueco Lindberg, de los biólogos Slater, Anderson y Braithwaite y de los botánicos Inchbald y Giles Munby. El 75 falleció en Londres su corresponsal y gran amigo Daniel Handbury. Por entonces se carteaba con su antiguo profesor G. Stabler.
Era tenido por sabio y en su modesta pieza recibía a notabilidades como Lord Northbrook, ex Gobernador General de la Indias; el Duque de Argyll y la duquesa; Sir Clement Markham, Lady Lanerton, etc. En 1876 fue retratado en Coneysthorpe.
En 1885 apareció su “Hepáticas del Amazonas y los Andes peruanos y ecuatorianos” en un volumen de la “Transactions and Proceding” editado por la Sociedad Botánica de Edimburgo con descripciones completas de más de 7.000 especies y variedades, distribuidas en 43 géneros y con un gran número de nuevos subgéneros, todos bien caracterizados y definidos. Cerca de 500 habían sido recogidas por el propio Spruce y de estas más de 400 eran completamente nuevas para la ciencia. Esta obra le abrió las puertas de la fama mundial, su epistolario aumentó considerablemente con los botánicos de Europa y los Estados Unidos y en su honor se crearon los géneros Sprucea – Wilson y Sprucella – Stephani.
En el invierno del 89 sufrió un ataque de parálisis que le tuvo dos meses imposibilitado. El 90 el botánico francés Jean Baptiste Louis Pierre le dedicó el género Sprucella de las familias de las Sapotaccae. El 92 se dedicó a distribuir su inmensa colección de hepáticas sudamericanas en equipos de especies, escribiendo las etiquetas con todos sus detalles A fines del 93 enfermó de gripe porque el invierno se presentó muy frió y tras un corto empeoramiento falleció el 28 de Diciembre de 1893, de setenta y seis años de edad, en la habitación donde había vivido desde su regreso a Inglaterra en 1864, en Coneysthorpe, Castle Horward, New Yorkshire, Escocia, acompañado únicamente de una ama de llave y una niña, sus fieles compañeras. Le sobrevivieron dos de sus hermanas y fue enterrado en Terrington junto a sus padres, de acuerdo a las instrucciones que dictó a su albacea Mattew B. Slater.
Fue el introductor de la quina en Asia. Las semillas enviadas por Spruce fueron plantadas en Ceilán y en el sur de la India donde germinaron pero al poco tiempo, por la falta de agua de esos suelos durante la estación seca, quedó demostrado que no eran las zonas más aptas; después se experimentó su siembra en Indonesia que tiene un clima lluvioso permanente, con tanto éxito que desde 1.886 esas zonas empezaron a cubrir la demanda mundial de quina.
Liberal en política y en religión, amante del trabajo, nada provocaba en él su indignación. Admiraba a la naturaleza en todas sus variadas manifestaciones y deseaba transformarla, por eso aspiró a convertir el bosque salvaje de la selva amazónica en un jardín fecundo.
Sus investigaciones sobre la vegetación del interior de Sudamérica, ha sido la más importante desde los tiempos de Humboldt, no solamente por el número de especies recogidas que llegaron a sumar siete mil, sino también por el número de varias formas genéricas conque se ha enriquecido la ciencia, por su investigación sobre las aplicaciones económicas de las plantas en los países que visitaba y por el número y el valor científico de las observaciones que hacía en situ, anotándolas junto a las muestras, las cuales había remitido a Inglaterra, en embarques completos depositados en el herbario de Kew. Con los años su fama creció, de manera que hay más de doscientas especies nombradas en su honor.
Su carácter fue siempre alegre, animoso y contento, gustándole los chistes aunque fuesen a costa suya. Jugaba al ajedrez y sabía de música. Cortés y caballeroso en su conducta, afectuoso, amable y simpático; como amigo, anecdótico y humorista.
Físicamente era alto, trigueño, delgado y de rasgos algo meridionales. Delicioso compañero de viaje por su fino humor. Ordenado, aseado y en sus cartas de caligrafía uniforme. Tenía pasión por la perfección, por eso fue admirable como coleccionista. Otra faceta importante de su vida es la estrecha amistad que mantuvo con el sabio Alfred R. Wallace, considerado junto a Charles Darwin como el codescubridor de la selección natural de las especies.
EL TESORO DE ATAHUALPA EN LOS LLANGANATI
(x) El 16 de noviembre de 1532, Francisco Pizarro penetró en el territorio de los incas y empezó la conquista de este rico y próspero imperio. Pizarro logró emboscar a Atahualpa y lo condenó a prisión pero a cambio de su vida aceptó la promesa de un rescate que consistía en llenar su celda de oro hasta la altura de un hombre con el brazo levantado. Poco tiempo después el rescate empezó a ser cubierto con piezas de oro traídas de todos los lugares del imperio. Se estima que el valor actual del oro que el inca pagó por su rescate sobrepasaría el medio billón de dólares.
Los españoles nunca cumplieron su palabra de liberar al Inca y en julio de 1533 Atahualpa fue llevado a juicio y acusado de incesto, poligamia, adoración a falsos dioses y crímenes en contra del rey. Fue estrangulado el 29 de agosto mediante la pena del llamado garrote vil; sin embargo, no contaron con la indignación del pueblo inca y creyeron que éstos seguirían enriqueciéndoles con metales preciosos, pero una ola de ira se esparció por todo el imperio y la gente exclamaba “Nos arrebataron al hijo del sol”, “no más oro para los asesinos”. Fueron dadas instrucciones de que no se traiga más oro a la prisión, e incluso las caravanas que venían en camino se regresaron. Es por esto que innumerables tesoros desaparecieron en la sierra y en la selva. Los Incas se burlaron de los españoles y años después les decían “Ustedes han poseído las semillas, pero han perdido un campo lleno de trigo”.
En el siglo XVI un soldado español llamado Valverde se amancebó con una mujer india de la región de Píllaro, hija de un Cacique de la tropa de Rumiñahuy en 1534 de los que habían escondido objetos de oro y plata luego del asesinato de Atahualpa.
El expedicionario inglés Richard Spruce que realizó una expedición a lo largo del área amazónica entre 1849 y 1864 había escuchado muchas historias de los nativos acerca de los fantásticos tesoros que yacían en las montañas de la región de los Llanganatis y cuando fue llevado a una casa en la pequeña población de Baños de Agua Santa cerca de Ambato, encontró una colección de trabajos del botanista español Anastasio de Guzmán y Abreu. Las notas se hallaban casi destruidas por los insectos, había también unos mapas de las montañas de Llanganati y relatos de algunas expediciones que el investigador español había realizado en ellas. Finalmente consiguió más documentación en la Escribanía de Latacunga, al interior de una carpeta que contenía informes del Rey de España y una carta relativamente moderna, del 14 de Agosto de 1827 pues había sido escrita por alguien que conoció a Valverde, la que comienza así “Una carta guía escrita por Valverde habla de sus viajes a las montañas de los Llanganatis, las cuales visitaremos frecuentemente y de las cuales regresaremos con una gran cantidad de oro. Instrucciones reales piden a los propietarios de Latacunga y Ambato, que se encarguen de buscar estos tesoros y que esta carta guía sea guardada en una carpeta en la ciudad de Latacunga”. El tal Derrotero o Guía de Valverde dice así: Por la mañana continuaremos a lo largo del camino y llegaremos a una quebrada, donde se encuentra un puente que nos llevará hacia el otro lado. Aquí será posible conseguir más provisiones para el resto del viaje. Seguiremos la misma dirección hasta ver una montaña, la única cubierta por margasitas (piritas) luego continuaremos por un pequeño valle donde se cultiva cañas, y donde éstas son utilizadas para elaborar sombreros Este es el pasaje de los incas, y el único camino por donde podemos pasar. Las montañas se encuentran a nuestra izquierda. Continuaremos el camino y llegaremos hasta una de las cascadas del Llanganati, la misma que desemboca en una pequeña laguna. El lodo de la misma posee mucho oro y lo podemos verificar con solo poner nuestras manos en el. Pasaremos por la cascada y otras rocas para llegar a la tercera montaña, que se encuentra a los pies del lago. Este lago posee una cantidad desconocida de tesoros de los viejos indios, los mismos que lo crearon con sus propias manos en este hermoso valle.
Spruce comparó las palabras de Valverde con el mapa detallado que se encontraba junto a las notas y descubrió que el viaje podía ser verdadero. De regreso a Inglaterra dio a conocer su informe a la Sociedad Geográfica Real de Londres, que lo publicó íntegramente en su Revista y dada la popularidad lograda, fue republicado en 1908, cuando ya Spruce había fallecido. Desde entonces han sido varios los cientos de aventureros que se han adentrado a las misteriosas montañas de los Llanganatis en busca de tamaña fortuna, pero hasta la presente ninguno de ellos ha podido dar con el sitio exacto del tesoro, lo que no disuade ni perturba a los nuevos expedicionarios que cada cierto tiempo toman la posta dejada por los anteriores, creyendo que ellos si serán los felices descubridores del oro del Inca.