SEVERINO; Juan Pedro


El famoso padre Juan Pedro Severino. Nació en 1585, “en un pueblo de la Marca de Ancona”, según Mercado (25). Vino a Quito en 1595 y entró en la Compañía de Jesús en 1605 (26). Por cuatro veces fue rector del Colegio de Quito, y, en el mismo Colegio y la Universidad de San Gregorio, mantuvo la cátedra de primaria de teología por más de veinticinco años. De su magisterio ha escrito Mercado: “No solo en la teología escolástica era maestro consumado, sino también en la mística” (27). Estudió la lengua del Inca. Escribió la vida del padre Onofre Esteban, como lo diremos más de propósito en el capítulo siguiente.
Y se vinculó tan estrechamente con la ciudad que, cuando iba a salir de ella, en 1651, el Cabildo en pleno pidió encarecidamente al Provincial de los jesuitas se impidiese tal salida “por tener todos al dicho Padre Juan Pedro Severino gran amor, por su virtud y santo celo en el bien y consuelo de las almas y ser padre espiritual y confesor de los más vecinos y personas nobles, y estar el dicho padre enfermo, impedido para tan largo viaje (el viaje era al Reino de Granada) y de caminos tan ásperos, y Ser tanta su modestia y sencillez, que es público aún no sabe ponerse a caballo” (28). El virtuoso y bondadoso anciano murió en 1657, con fama de santo. Cuando el P. Camacho -a quien nos vamos a referir de propósito en este mismo capítulo- cayó gravemente enfermo en Loja y creyó llegada su última hora “invocó-dice Jouanen- en este trance a su fiel amigo y compañero, el Padre Juan Pedro Severino que algún tiempo antes había muerto en olor de santidad en el colegio de Quito y le pareció que mostrándose entre sueños le curaba de su dolencia..” (29).
Fruto de los cursos de teología del P. Severino es una “Generalis De Deo eiusque Attributis Disputatio”, 202 hojas, copia manuscrita en 1674
Nació Severino en 1585 —lo hemos dicho ya en el capítulo anterior (14)-; vino a Quito en 1595, e hizo la profesión en 1622; fue cuatro veces Rector del Colegio de Quito y leyó en ese mismo Colegio la cátedra de prima de teología por veinticinco años y, según autorizado testimonio de primera mano, “no solo en la teología escolástica era maestro consumado, sino también en la mística”/(15).
Su “Vida del Padre Onofre Esteban”, un tomo en cuarto que, compendiado, se incluyó más tarde en los “Varones ilustres de la Compañía” de Jesús” de Andrade, se escribió en 1638, y, según Velasco, “es obra que puede llamarse única, para los puntos más esenciales de la historia de ese tiempo”
Vivían y eran famosos por su palabra el P. Juan Pedro Severino, ya nombrado como teólogo, muy docto predicador” el P. Alonso de Rojas, “gran predicador” en su caso lo vamos a comprobar muy despacio:/ el P. Gaspar Vivas, “eminente predicador, docto en todas las materias”, catedrático de vísperas en la Universidad de San Gregorio; él P. Gaspar de Cujia, predicador docto, por entonces en las misiones de Mainas; el. P. Rodrigo Narvaez, ”criollo de la ciudad de Cuenca, catedrático de prima, de veinte años, gran predicador”; c) P. Juan de Amestoy, natural de Valencia, ”gran predicador, docto, y como tal tiene la cátedra de Positivo en esta Universidad”; el P. Diego de Medina Cobarrubias, “natural de esta ciudad, eminente predicador, catedrático de prima, procurador general de las provincias de Quito y Santa Fe’; el P. Agustin de Campos, “natural de las montañas de Burgos, excelente predicador en Talento y ciencia”, al tiempo rector del Colegio de Pasto;, el/P. Iñigo Pérez de la Justicia, de Aragón, Catedrático de Moral y lector de Artes, predicador”; el’ p. Juan de Santiago, natural de Cartagena de Indias, “predicador docto” y lector de filosofía; el rector de Ibarra,’p. Alonso Pantoja, naluri de España, “docto y predicador”; el ya nombrado P. Lucas de la Cunya; el también nombrado P. Juan Camacho; el’ p. Bartolomé Pérez, natural de España, gran escritor, teólogo y predicador.”; el P. Hernando Cabedo, “esencial persona para predicar”, rector entonces en Panamá; el P, Juan Amador de Peralta, rector del Colegio de Cuenca “docto predicador”.