Salazar Francisco Xavier.

Las más notables de esas reformas se redujeron a rebajar un millón de pesos de Los intereses vencidos, y a conceder a los acreedores la mitad del aumento que en lo sucesivo hubiese sobre el uno por ciento en los rendimientos de las aduanas. A este proceder del Congreso, poco digno como era, respondió el agente Mocata una pretensión insensata. Solicitó al Presidente de la República que ratificará e hiciese ejecutar el convenio despreciando la resolución de las Cámaras. Alegó , que la asamblea nacional de 1.852 había autorizado al Gobierno para celebrar Lo, cosa que realmente le correspondía cama sucede en todos los tratados, sin que por ello pueda entenderse, que la autorización se extiende hasta privar al cuerpo legislativo de sus atribuciones constitucionales en materia de hacienda, y particularmente lo tocante al crédito público. De lo cual estaba bien convenio Mocata, pues no se opuso a que el Gobierno tomara conocimiento del convenio cuando el resultado no le fue favorable. El Gobierno se opuso, como debía a tal pretensión, a pesar de las notas groseras e injuriosas que el tal agente tuvo la insolencia de dirigirle, sirviéndose de la pluma de un mal ecuatoriano, el Er. Francisco X. Salazar, que desconocía a la autoridad de uno de los poderes constitucionales de su patria para recibir una retribución pecuniaria.

En 1.859 Darqueay Salazar , lo que primero que hicieron fue acercarse al Gral. Maldonado, y le convencieron que debía acaudillar èl movimiento. I Rebelión en presencia del enemigo extranjero, qué infamia García Moreno avanzó y lieg6 por fin a la Loma de Tumbaco, donde se encontró con todo el ejército enemigo. Combatieron y venció Urbina. Cómo no había de vencer, si Urbina era uno de los mili- tares más inteligentes, si comandaba mayor amor ejército, y si García Moreno era tan bisoño en el arte militar, como casi todos los que obedecían sus Genesis Causa no insignificante del descalabro que en Tumbaco sufrieron los Quiteños, fue el atraso de la artillería, la cual no et o en la refriega, en razón de la cobardía de su Jefe. Este era el ya conocido Francisco Javier Salazar, quien en Guayaquil había Obtenido indulto en el mes anterior, con la condición de que no volvería a tomar armas contra Robles.

Posiblemente vallecaucano, educado en Bogotá, donde casó con una hija de Jorge Tadeo Lozano, hermano de San Jorge, Josefa, con quien se estableció en Quito, adonde llevaba en alhajas toda su fortuna que durante el viaje le robó un sirviente. En esa ciudad se recibió de abogado, perteneció a la sociedad patriótica “Escuela de la concordia”, en 1.791, actuó ente los próceres del año 9 y en segunda junta suprema fue presidente del Senado, nombre que se dio al tribunal de justicia o antigua audiencia , el año 12.