POLITICO Y MILITAR.- Nació en Quito el 11 de Enero de 1824. Hijo legítimo del Dr. José María Salazar y Lozano, abogado y Profesor de la Universidad de Santo Tomás, y de María Dolores Arboleda y Retana, quiteños.
Recibió las primeras letras en su casa, se bachilleró en el Colegio de San Fernando en 1842 y al ser presionado por su padre para que siguiera la carrera de Abogado, le contestó que prefería hacerse militar. Su padre le amenazó con cortarle toda ayuda y tuvo que estudiar ambas al mismo tiempo, como soldado de un Regimiento de Caballería.
En 1846 contrajo matrimonio con Virginia Miranda Rivadeneira. En 1850 firmó una petición para que se permitiera el ingreso de los jesuitas al Ecuador. Ese año, durante las luchas civiles entre los partidarios de Diego Noboa y Antonio Elizalde, combatió en Tabacundo de Sargento Mayor a las órdenes del Coronel Nicolás Vernaza Prieto y vencieron a los elizaldistas del General Fernando Ayarza.
El 29 de Abril de 1851 se incorporó de Abogado pero nunca ejerció. El Dr. José Fernández – Salvador y López le colocó la muceta sobre las charreteras y exclamó “Que las glorias de Minerva oculten por fin en el Ecuador las glorias de Marte.”
En 1852 fue Juez de Letras y protestó contra la salida de los jesuitas. El 53 fue enviado de Teniente a la Guarnición de Ibarra donde permaneció por espacio de dos años y sostuvo diversos amoríos con varias damas, naciéndole dos hijas. De regreso en Quito surgieron dificultades en su hogar “por la grave enfermedad psíquica de su esposa” y comenzó a vivir separado. La señora empezó a sufrir severas depresiones causadas por la conducta donjuanesca de su marido que jamás llego a aceptar y peor a consentir.
Entre 1852 y el 56 gozó de toda la confianza del Presidente Urbina y lo mismo ocurrió con su sucesor Francisco Robles, quien lo envió el 57 a continuar sus estudios a Alemania, Francia e Inglaterra, cuyos idiomas llegó a dominar con fluidez.
En Abril de 1859 figuró de miembro de la guarnición de Guayaquil e intervino para dominar la asonada del Coronel Francisco Darquea. En Junio, aparentemente se volteó contra su protector el Presidente Francisco Robles, pero el 3 de Junio como Jefe de los milicianos al servicio del Triunvirato de García Moreno se limitó a observar el combate de Tumbuco y fue el causante de ese desastre militar para los alzados pues no hizo entrar a la artillería a su cargo.
En Noviembre, ya definitivamente en el bando de García Moreno, volvió a voltearse con el Comandante Cavero, acaudilló la rebelión del batallón Pichincha en Riobamba y al ser dominado el golpe tuvo que huir a Quito, donde permaneció escondido por espacio de siete meses, hasta que escribió varias cartas a García Moreno indicándole que se había fingido revolucionario para salvarlo. Luego se valió de la influencia del General Juan José Flores para lograr un acercamiento y finamente logró convencerlo y obtuvo que nuevamente le nombrara Jefe de la Artillería en 1860.
Con cinco cañones hizo la marcha al puerto principal. En Guaranda sufrió retraso, cerca de Babahoyo quedó aislado y finalmente logró pasar el Estero Salado a la altura de puerto Liza a eso de las cinco de la tarde del 23 de Septiembre de 1860, continuó por la sabana y a las 11 de la noche entró al barrio del Astillero, haciendo que los franquistas se replegaran a la casa de las nieves (frente a la actual Vieja Casona universitaria) y finalmente a Ciudavieja, donde finalizó toda resistencia a la altura de la plaza de la iglesia de la Concepción, vecina a Santo Domingo, en horas de la madrugada.
Ascendido a Coronel por García Moreno “atendiendo a los importantes servicios y al denuedo y pericia con que se ha conducido en la campaña y principalmente en la toma de esta plaza”, pasó a figurar entre los principales Jefes del Ejército. El 61 publicó una “Descripción del Altar” en el periódico “El Iris” de Quito.
En Junio del 62 intervino en la I Guerra contra Colombia, En Tulcán estuvo al frente de cien soldados artilleros. En Cumbal “se batió flojo” y al producirse nuestra derrota huyó del campo de batalla, se escondió en una zanja, fue hallado por una partida enemiga y enseñando con el índice su cabeza, donde una incipiente calvicie simulaba una corona, se declaró capellán del ejército ecuatoriano y así pudo salvar su vida. Esa noche se reconoció pariente con el Jefe colombiano Julio Arboleda. Al día siguiente fue canjeado con todos los miramientos a su condición eclesiástica con otros prisioneros y al descubrirse su estratagema, empezó a ser conocido con el sobrenombre de “el padre Salazar”.
En 1863 pasó de Gobernador a Manabí y como de costumbre se metió en líos de faldas, circunstancia que aprovecharon los montoneros liberales para apresarlo mientras estaba en casa de su conviviente la Chana Bailón, y conducido al caserío del Colorado, luego de dos días de aventuras, logro convencer con su simpatía y labia a sus captores para que le pusieran en libertad, garantizándoles su salida a Panamá. De esa manera logró volver a la Gobernación, pero dos días después el guerrillero Manuel Cabrera volvió a atacar Montecristi y en Agosto y Octubre se repitieron otras acciones, teniendo Salazar que ordenar el fusilamiento de cuatro prisioneros para imponer definitivamente el orden.
En 1865 ejerció el Ministerio de Guerra durante los últimos meses de la primera presidencia garciana. El 67 volvió a ocupar ese Ministerio con el presidente Javier Espinosa. Para el terremoto de Ibarra del 68 recorrió la provincia de Imbabura y escribió la leyenda “El hombre de las ruinas,” publicada meses después.
En Enero del 69 dirigió el inicuo cuartelazo de García Moreno contra el presidente Javier Espinosa y se prestó a la farsa de elegir Presidente Interino a Roberto Ascázubi, quien conformó su Gabinete con su cuñado García Moreno en Hacienda, Pablo Herrera en interior y Relaciones Exteriores y Salazar en Guerra y Marina.
Poco después, al convocarse a una Asamblea Nacional constituyente, salió electo Diputado por la provincia de Loja y tras la designación presidencial de García Moreno fue ascendido a General.
Durante las discusiones del proyecto constitucional de García Moreno, que exigía ser católico para tener la nacionalidad ecuatoriana y que el pueblo denominó la Carta Negra, los diputados Uquillas, Martínez y Vicente Lucio Salazar se opusieron alegando razones lógicas. Entonces intervino en la tercera discusión apoyando a los Diputados disidentes con un discurso de corte republicano. Los primeros habíanse expresado por convicción, actitud que resultaba incompatible con la voluntad omnímoda del tirano. Tanto el General Salazar como su hermano Luis Antonio eran espíritus independientes, poco acostumbrados al servilismo, como tuvieron oportunidad de demostrarlo en múltiples ocasiones.
También ese año dio a la luz “El Método productivo de enseñanza primaria aplicado a las escuelas de la República del Ecuador” y el primer tomo de “Táctica de Artillería”. En Diciembre acaeció que uno de sus hermanos fue separado del ejército por desconfianza de García Moreno. Sabedor del asunto, acudió a Palacio y en presencia de un Ministro diplomático dijo “Ud. sabe que los Salazares le hemos sostenido en todas las circunstancias, la destitución de mi hermano es una clamorosa ingratitud”.
García Moreno se levantó de su asiento y gritó: “Yo soy quien ha sostenido y sostiene a todos Uds. Ponga Ud. inmediatamente su renuncia” y le hizo retirar. Poco después Salazar renunciaba, movía influencias y permanecía en el cargo, pero desde ese momento encubrió su encono astutamente.
En Enero del 70 enviudó y escribió la poesía “Plegaria”, grito de dolor que depositó sobre la tumba de su esposa amada a la distancia. También es de ese año su folleto sobre “Instrucción de Tiro”. El 71 ocupó la Comandancia General de la plaza de Guayaquil y con tal motivo visitó numerosos lugares, fruto de lo cual fue “Rasgos descriptivos de varias poblaciones y sitios de la República del Ecuador.”
Del 72 es el segundo tomo de “Táctica de Artillería”, cuya segunda edición aparecería en Quito en 1884, fue electo Miembro fundador de la Academia Ecuatoriana de la Lengua y editó “Información sobre la integración de batallón en la nueva táctica de Infantería”. En Noviembre presidió el primer Comité para la erección del monumento al Libertador Simón Bolívar, que se levantaría en la Plaza Matriz de la ciudad y sería parecido al existente en Lima.
En 1873 sacó “Prontuario Militar para uso de los nuevos Cuerpos de la Guardia Nacional”, en Diciembre viajó a Washington para llegar a un arreglo sobre la cuestión del ferrocarril y pasó a Europa a comprar buques en Inglaterra, pero como García Moreno también le había pedido que consiguiera la venida al país de varias comunidades religiosas, tuvo que seguir a París, donde contrajo segundas nupcias con la adinerada damita guayaquileña Tomasa Rendón Briones, de solamente veinte y siete años de edad y gestionó la traída de los Redentoristas expulsados por su posición de intransigencia en Alemania, de los hermanos de la Misericordia para el servicio de los Hospitales y de los padres Escolapios para la educación popular. Igualmente aprovechó su estadía en la Ciudad Luz para visitar a seis importantes escultores con la finalidad de que presenten sus proyectos del monumento a Bolívar, con presupuestos incluidos, y poder seleccionar el más conveniente.
El 74, tras ser recibido por la reina Victoria y el Papa Pío IX, regresó a Quito y volvió a ocupar el Ministerio de Guerra, dándose cuenta del atraso ideológico en que vivía el país a consecuencia de las ideas aberrantes de García Moreno. Posiblemente el choque de ambas mentalidades (la europea que acababa de volver a frecuentar y la oscurantista quiteña de la teocracia garciana) le hizo meditar sobre la conveniencia de un cambio, que solo podría operarse con la desaparición del tirano y desde entonces comenzó a conspirar cuidándose mucho de no ser descubierto, tal es así que al ocurrir el asesinato de García Moreno a la 1 y 1/2 de la tarde del 6 de Agosto de 1875, estaba en su despacho ubicado en el interior del palacio y no salió a ver cual era el motivo de los disparos. Después diría en el juicio, que no lo hizo porque creyó que se trataban de piedras.
También deja mucho que pensar la actitud de los militares de Quito, pues ninguno defendió a García Moreno durante los cinco minutos que duró su masacre, siendo espectadores cercanos ya que en la esquina de la plaza mayor funcionaba uno de los cuarteles.
Aún más, la muerte sorpresiva del asesino Faustino Lemos Rayo a manos de un soldado, la innegable intervención en la conjura del Jefe de la Artillería Francisco Sánchez, la participación en todos los preparativos criminales de su primo Luis Miranda Rivadeneira, el hecho de que hubiere sido escogido el Dr. Luis Antonio Salazar Arboleda como candidato único para suceder en la presidencia y el enamoramiento del joven Roberto Andrade con una hija del propio General Salazar, llevan inevitablemente a pensar que desde sus altas funciones de Ministro de Estado, manejó los hilos del asunto para poner en contacto a los jóvenes liberales con Faustino Lemus Rayo, para hacerles creer que iban a ser apoyados por la Artillería y en fin, que triunfaría una revolución y serían héroes y no villanos perseguidos por la justicia.
Sánchez fue sindicado por Cornejo Polanco en su declaración, fue tomado preso en Agosto de 1875 pero fugó en Octubre y los jueces lo absolvieron por falta de pruebas. Wilfrido Loor ha opinado que Sánchez “si tuvo compromiso para la entrega del cuartel de la Artillería a los revolucionarios; pero no llevó a cabo su traición por el justo temor que lo tomaran preso y ser juzgado criminalmente por su deslealtad al intentar seducir a los oficiales y a la tropa, “explicación que podría aceptarse como válida si no existieren los demás indicios de la participación de su jefe Salazar”.
Mucho se ha hablado y escrito al respecto, pero siendo las opiniones tan contradictorias, aún no se ha expresado la última palabra. De todas formas, el pueblo quiteño empezó a desconfiar de Salazar y su figura se tornó asaz impopular a pesar de que era el miembro del nuevo Gabinete más preponderante, el factótum de los dos meses posteriores al crímen, hasta que el 2 de Octubre se produjo un motín popular, cuando sin aviso previo la gente salió espontáneamente a las calles, ocupó la Plaza Mayor de Quito al grito de “Abajo los Salazares” y como la tropa hizo causa común, Salazar y Manuel Ascázubi (cuñado del fallecido mandatario) perdieron sus ministerios. Entonces hubo elecciones y triunfó la candidatura del crimen, como fue llamada la del liberal Antonio Borrero.
A raíz de la revuelta popular la situación de Salazar se volvió crítica pues tuvo que huir del Palacio y tan conflictiva que vivió asilado en la legación colombiana y cuando en 1876 triunfó la revolución del General Ignacio de Veintemilla, salió a la costa y por Guayaquil viajó desterrado al Perú.
Pasó algunos meses en Lima, luego siguió a Santiago de Chile con su esposa, viviendo de sus ahorros y del dinero de ella que falleció en 1882. Como ese año el presidente Veintemilla había proclamado su dictadura personal, decidió volver a la acción y aprovechando el descontento nacional se puso al frente de un pequeño contingente de voluntarios en Piura, entró al Ecuador por Celica, dio un largo rodeo en Valladolid, finalmente tomó Loja y fue designado “Comandante en Jefe de las Operaciones”.
De Loja pasó a Alausí y derrotó a los leales del Comandante Víctor Fiallo. En Ambato se unió a las fuerzas del General José María Sarasti y juntos cercaron Quito el 9 de Enero de 1883, triunfando al día siguiente.
Enseguida comenzó la campaña a la costa. Salazar mandó el ejército Restaurador que bajó por Babahoyo y Sarasti el de Huigra, uniéndose ambas fuerzas en la sabana al norte de Guayaquil con las fuerzas Regeneradores de Eloy Alfaro, quien tuvo que hacer grandes esfuerzos en su campo para impedir que le hicieran desaires a Salazar.
El 9 de Julio ocuparon Guayaquil las fuerzas combinadas de ambos ejércitos. En Octubre casó por tercera vez con su cuñada Isabel Rendón Briones, ocupó nuevamente el Ministerio de Guerra, salió Diputado por Loja y fue electo Presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, donde no le faltaron partidarios que quisieron exaltarle a la presidencia de la República, dadas sus condiciones personales de simpatía, amabilidad, buenas maneras, inteligencia notoria y conocimiento en muchos órdenes, pero el Partido garciano le negó su apoyo y a la postre tuvo que declinar la candidatura. Entonces propuso la formación de un Gobierno Plural o Consejo Nacional compuesto de cinco miembros, tal como lo había observado en Suiza, pero el proyecto fue desechado por inconveniente para una nación tan difícil de gobernar como era el Ecuador.
En 1885 editó un “Tratado de servicio de Campaña en la Guerra Moderna”. El 86 el presidente Plácido Caamaño lo envió de Ministro Plenipotenciario al Perú, donde permanecería casi tres años, con la secreta consigna de hostilizar al grupo de exilados políticos ecuatorianos que habían convertido a Lima en su cuartel general.
En 1888 volvió a sonar para la Presidencia de la República pero nuevamente fue pospuesto por los garcianos, que no le perdonaban su solapada participación en el asesinato del caudillo; para esa fecha, su pensamiento había evolucionado hacia un cosmopolitismo marcadamente liberal.
Al ocupar la presidencia el Dr. Antonio Flores Jijón le designó Ministro del Interior y de Relaciones Exteriores pues era el militar más culto de la República y el mayor conocedor de Reglamentos y leyes castrenses, individuo de Número de la Academia de la Lengua y de otras tantas instituciones culturales del exterior, caballero simpatiquísimo y de conversación admirable, que tan bien hablaba de temas nacionales como extranjeros, buen conocedor de las ciencias y las artes.
En 1889 presidió en Guayaquil los actos conmemorativos de la inauguración de la estatua de Bolívar y colaboró asiduamente en la “Revista Ecuatoriana” que se publicaba en Quito. El 90 se afilió al naciente Partido Progresista y convirtióse en el candidato oficial a la presidencia de la República para las elecciones de 1.892; con tal fin renunció su cartera el 91 y salió en campaña política, pero estando en Guayaquil fue violentamente acometido de fiebre amarilla y murió a las cuatro de la tarde del 21 de Septiembre, de escasos sesenta y siete años de edad. Sus restos fueron trasladados a Quito y reposan en el cementerio de San Diego.
Su desaparición fue muy sentida, excepto en el campo liberal que no le perdonó jamás su intervención contra los exilados en Lima desde el 85 al 88.
Su estatura mediana, piel blanca rosada, rasgos regulares, pelo y bigotes cafés, rostro sereno, ecuánime de continuo, aunque era hombre de pasiones. Fue un personaje de gran mundo en el completo sentido del término; como poeta gustó de las composiciones trágicas y dolorosas.
Su busto se yergue al frente del Ministerio de Defensa Nacional en Quito y su viuda le hizo construir un hermoso y solemne mausoleo.