En 1857 es el caso del Presbítero Gaspar Avendaño publica una hoja suelta, con buen número de firmas de sacerdotes, pidiendo al Congreso Nacional nombrar Obispo de Cuenca al Sr. Dr. José María Riofrío, Provisor de Cuenca en 1834, puesto en el difícil trance, líbrase de él pidiendo dictamen al Padre Solano para ver si puede, o no, conceder licencia para la publicación del secreto confesional. Puesta la resolución en sus manos, Fray Vicente estudia el punto y resuelve en el sentido de que puede accederese a lo que exige el Prefecto, quien, como buen católico, acata la decisión, aplacando la curiosidad que lo devora y el ansía de demostrar su acuciosidad al Gobierno. Obispo de Pompeyópolis y luego Arzobispo de Quito.
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