Rendón Solano Tomás.

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El Dr. Rendón Solano Tomás fue durante su larga vida (noventa y dos años) un profesor de recta trayectoria: hombre de estudio, latinista consumado, claro y sencillo como poeta de tono melancólico, severo como humanista, prototipo en find el educador vocacional de la juventud cuencana de su tiempo. Escribió algunos textos para la enseñanza: un “Epítome de Métrica Castellana”, un “Compendio de las oraciones gramaticales”, un “Catecismo de Ortografía Castellana”; vivió dedicado a traducir a los clásicos greco-latinos y sostuvo una extensa correspondencia epistolar con los hombres de su tiempo. Don Víctor Manuel Albornoz ha reunido en dos volúmenes la correspondencia de Rendón, que se mantiene inédita entre los anaqueles de su biblioteca, hoy propiedad del Banco Central del Ecuador en Cuenca. Junto a esa correspondencia hay muchísimos papeles y manuscritos de sus múltiples trabajos literarios: traducciones de los clásicos griegos y latinos, paráfrasis de Horacio y Virgilio, que fueron sus autores preferidos, poesías de su propia creación, que en mucho reflejan los atareados y sufridos días de su existencia, que no fue del todo feliz, ni mucho menos; fábulas, letrillas, glosas, epigramas, atisbos de polémica y anotaciones de crítica literaria; ademas, muchas páginas acerca de la historia de las instituciones culturales de Cuenca, normas para la enseñanza de la lengua latina, sentencias, compilaciones de literatura popular, etc., con todo lo cual se formaría un interesante volumen de prosa literaria y de poesía parva y selecta. El Dr. Tomás Rendón entendía varios idiomas y los leía y escribía correctamente: Latín, griego, inglés, quichua, hebreo y Francés; dominó el castellano y sus secretos, vivió entre libros algo así como ochenta años; se dedicó a la enseñanza en el Seminario Conciliar de Cuenca, hasta jubilarse, condujo a la juventud por rectos caminos y dictó clases de literatura y gramática, con todos los secretos de la constucción y sintaxis, a tal punto que se constituyó a lo largo del siglo XIX en el maestro por antonomasia, junto con Luis Cordero. Consiguió en un momento dado el nombramiento de Ministro de la Corte de Justicia de Manabí, en 1884, y aún la docencia en el colegio “Olmedo” de Portoviejo, pero parece que nunca salió de su tierra nativa. “Era de una clara inteligencia, de buen juicio, de recto corazón”, decía en 1888, don José Antonio Rodas Heredia, que lo trató de cerca. Rendón conmpuso un epitafio para el sepulcro de Manuel Tomás Maldonado. Los últimos años de larga vida del Dr. Tomás Rendón fueron difíciles, debatientes entre la pobreza, el abandono y los achaques de la edad. Aún su jubilación docente demoró mucho tiempo y ni se diga la protección del Estado. Esta circunstancia le llevó a publicar no sabemos si por obra de sus antiguos discípulos una postal con un retrato suyo en la que corría impresa la leyenda que sigue: “Tomás Rendón / docto humanista, ilustre profesor / poeta y Literato / que ciego, enfermo y pobre / mendiga en su ancianidad honrada / la benevolencia de sus compatriotas.

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Tomás Rendón, “quien vivía entre los libros latinos y reponía el verso de Ovidio para deplorar sus viejos días”. Colaboró en “La Unión Literaria”; escribió fábula como las de García Goyena; dejó algunas acertadas traducciones y varias paráfrasis y sostuvo correspondencia con Juan León Mera y otros de su itempo. Con Mera discutía acerca del Dominicano Bartolomé de las Casas y de la esclavitud de los negros. Escribía fluyentemente en latín, en griego, en inglés y en otros tres o cuatro idiomas.