Rayo Faustino L.

Los jesuítas – lo corrobora Roberto Andrade -, reyes donde han clavado la estaca, habían querido serlo en el Oriente, donde quisieron llevarse el oro de unas minas y cometer otras depredaciones propias de ellos. Rayo se opuso con fuerza, los jesuítas se quejaron al tirano, y éste destituyó a Rayo y le defraudó algunos miles de pesos. Rayo desde entonces se estableció en Quito, donde se casó y llegó a ser buen padre de familia… Rayo no era mojigato, ni devoto… Cuando veía a García Moreno se le encendía el rostro y juraba que había de matar al tirano. Nadie tuvo de que quejarse de Rayo en Quito, porque su comportamiento era hidalgo, irreprensible sus costumbres, y nunca dejó de cumplir sus promesas.
El 29 de Octubre de 1871 Rayo hallábase en Tena, desde donde escribió a su amigo Camilo Tapia avisando que dentro de tres días partiría para Quito “por encontrarse esta provincia peor que antes por estos padres”; y que, sin pérdidas de tiempo, regresaría “lo más pronto”. Aconsejaba, finalmente, a su amigo que no fuera a esos pueblos porque había “Prevención para hacerlo salir”. Tapia era comerciante.
Apenas llegado a Quito debió prohibírsele el regreso al Napo, pues presentó tres solicitudes sucesivas – el 20 de Diciembre de 1871, el 26 de Enero y el 8 de Marzo de 1872 – para poder regresar, siéndoles negadas todas ellas.
Una explicación de estas negativas puede hallarse en la carta que el jesuíta Andrés Justo Pérez, sucesor del padre Fonseca, escribía el 26 de Enero de 1872, advirtiendo que “solo quedarán en la misión los blancos que tengan oficio y no comercien”. (W. Loor obra citada, pag. 172). Es decir, en actividades comerciales los misioneros jesuítas no admitían competidores.
“Según cálculos del mismo P. Pérez los créditos de Rayo en el Oriente llegaban a cinco mil pesos pero parece que el mismo García Moreno se interesó … en perurgir a los jesuítas que verificasen ese cobro, que de otra parte no era muy justo. De todos modos Rayo fue pagado de sus haberes, y en 1875 nada se le debía por este concepto. El mismo P. Pérez refiere, que habiendo venido a Quito, en Diciembre de 1875, en una conversación con el Ministro liberal, Gómez de la Torre, este cayó en la tentación de decir que la muerte de García Moreno se debió al poderoso brazo de Rayo… y la causa fue haberle prohibido entrar al Napo para cobrar su plata. Ante esta afirmación el Padre…. le contestó: “Yo mismo remití al asesino Rayo diez cargas de pita y de orden para que siguiera recibiendo sus deudas, sin meterse a examinar su justicia” y agrega que otra causa, y no deudas de los indios que fueron pagadas, debieron influir en el crimen.
Rayo visitó a García Moreno la mañana del propio día 6 de Agosto. “A eso de las siete de la mañana – dice – García Moreno salió de la iglesia de Santo Domingo en compañía de su esposa Doña Mariana del Alcázar… Allí estuvo, en el vestíbulo, el capitán Faustino Rayo, quien saludó: “Buenos días, su Excia.- Buenos días, Capitán.- Ha oído su Ecia. la misa del Señor de la Expiación.- La he oído. Venga Ud. conmigo, le voy a mostrar un galápago inglés que acaban de obsequiarme. Para ver el galápago inglés, penetró en la casa presidencial no solo Rayo sino también Banderas. El sicario Hipócrita se despide de García Moreno con demostraciones de gratitud.
“Entre tanto – prosigue el historiador jesuíta – Fray José María Masiá se introdujo en el palacio presidencial, y de sopetón dijo al Primer Magistrado – Guárdese su Excia., hoy día le van a matar… Padre Masiá – contestó el Presidente – NO ME MATA SINO LA RAYA” …. es el tope o límite que Dios pone a la existencia de cada individuo..” (Obra citada pág. 469-470). García Moreno se burlaba de las amenazas de muerte; pero sus crímenes había ya rebasado todo límite.