Ramírez Miguel.

El segundo es, que en una estancia cerca del mismo Riobamba, se hallaba en amistad ilícita el Alguacil Mayor con una mujer, cuyo marido había fingido ausentarse: y estando dentro de la sala los adúlteros, la madre de la culpada, dos niños hijos suyos, una india con otra criatura en los brazos, y el Padre Fray Miguel Ramírez, Prior de Agustinos de aquella villa, que había sido llamado por el Alguacil mayor pretextando una confesión, sólo porque le acompañara a un paseo al campo. El marido unido con algunos amigos mal intencionados, fue a la casa sorpresivamente y cerró las puertas con ánimo de pasar a cuchillo a todos los que estaban dentro. Más sabiendo que estaba allí el Padre Ramirez, dio voces para que saliera inmediatamente. Los delincuentes, que conocían el violento carácter del ofendido marido, tuvieron por cierta su muerte, y pidieron al Padre Ramírez que los confesara y absolviera. Más como el Padre dilató en salir para confesar a estos infelices, el irritado marido salió fuera, cerró las puertas e incendió la casa, en la que perecieron todos los que dentro de ella estaban , sacrificando su vida el Padre Ramírez por cumplir con su Ministerio. En esta catástrofe se observaron tres cosas extraordinarias: 1ª El Padre Ramírez llamado para un paseo fingiendo con este objeto una confesión, sirvió efectivamente de confesor de la mujer, del Alguacil y demás personas que perecieron en las llamas, a quien el Padre no dejó de exhortar mientras les duró la vida: 2ª que al tiempo que se estaba quemando el religioso, hubo tan grande estruendo en su convento, que el Provincial Fray Antonio Chávez, y los demás religiosos creyeron que se hundía el convento y que perecían todos; y 3ª que habiendo las llamas consumido toda la casa, se encontró el hábito del Padre Ramírez intacto a pesar de que a su contorno ardía un fuego activo.