“Dos leyes contrarias parecen hoy oponerse una ley de sangre y de muerte que (…) obliga a los pueblos a estar siempre preparados para salir al campo de batalla, y una ley de paz, de trabajo, de salvación, que no piensa más que en liberar al hombre de las calamidades que le asedian…” constataba Pasteur, en 1888, en el discurso de inauguración del instituto que lleva su nombre. Preocupado por mejorar la condición de sus semejantes, este humanista había elegido ya su camino, estimulado por un padre curtidor, del que alaba la influencia: “Mirar hacia arriba, aprender cada vez más, intentar elevarse siempre, esto es lo que tú me has enseñado…”
Pasteur nace en Dole, en la región del Jura, el 27 de diciembre de 1822, y pasa su juventud en Arbois. Abandona cierta inclinación por el dibujo para orientarse hacia las ciencias y entrar en la Escuela Normal superior. Intrigado por un apunte de un físico, se lanza al estudio de los cristales y descubre lo que distingue radicalmente el mundo mineral del mundo orgánico. Asociando cristalografía, química y óptica, abre la vía de la estereoquímica I.
Pasteur estudia luego las fermentaciones. Gracias a sus investigaciones, explica la revista Label France, demuestra que todas ellas se deben a la existencia de un microorganismo específico, que es posible estudiar cultivándolo en un medio propicio y estéril, y así establece lisa y llenamente las bases de la microbiología. Queda un enigma por resolver: ¡de donde vienen esos fermentos? Se acabo la secular teoría de la generación espontanea. La destrucción de esta “quimera” no solo le vale admiradores…Su tesis de los gérmenes, siempre dispuestos a desarrollarse, no es del gusto de todos. Así descubre el sabio la vida sin aire. Y dedicándose al estudio de los parásitos del vino, obtiene un procedimiento para conservar mediante un tratamiento térmico los líquidos alterables.
(Cerveza, leche…); la pasteurización.
El Instituto Pasteur es, con sus ocho premios Nobel, una institución tan venerable como eficaz. El rigor de su fundador, su constante preocupación por poder aplicar los descubrimientos científicos, continúa inspirando a sus sucesores. Con el deseo de trabajar a favor de la salud política, prosigue su lucha contra las afecciones “clásicas” tales como la rabia tuberculosis, enfermedades tropicales, etc.. a la vez que combate las patologías características de nuestra época, como el cáncer, las alergias o el SIDA.
Los grandes descubrimientos
1885: Elaboración de la vacuna contra la rabia
1894: Nacimiento de la seroterapia: Identificación del bacilo de la peste
1904: Pruebas de quimioterapia anti infecciosa
1921: Elaboración de la vacuna BCG contra la tuberculosis y los sueros antivenenosos
1927: Vacuna contra la fiebre amarilla en el Instituto Pasteur de Dakar
1936: Descubrimiento de la acción anti infecciosa de los sulfamidas
1955: Puesta a punto de la vacuna contra la poliomielitis
1983: Descubrimiento del VIH 1. Virus de la inmunodeficiencia humana (agente del SIDA)
1986: Descubrimiento del VIH 2
1988: Vacuna contra la hepatitis B mediante ingeniería genética.