Oviedo Pedro


El día 17 de enero de 1630, se verifico con gran solemnidad, en la Catedral de Quito la ceremonia de la toma de posesión del obispado. Fue un día lunes; a las nueve de la mañana, acudieron a la iglesia las comunidades religiosas, los párrocos y todo los demás eclesiásticos de la ciudad: el cabildo secular, los Oidores con el Presidente Morga y el Visitador Galdós de Valencia, muchas personas notables y un numerosísimo concurso de pueblo.
El Ilmo. Don Fray Pedro de Oviedo, noveno Obispo de Quito, gobernó como diez y siete años, desde 1629 hasta 1646, y en tan largo tiempo de episcopado no desmintió ni una sola vez, la fama de prudente y manso que le precedió en Quito, antes que llegara a esa ciudad. Era nativo de Madrid e hijo de don José de Oviedo y Doña María Falconí, ambos personas de no oscura nobleza, siendo muy joven visito la cogulla de Monge cisterciense y no tardo en llegar a ser Abad del monasterio de San Clodio. Honrado con la muceta de doctor en la Universidad de Alcalá, desempeño en ella con gran aplauso el profesorado de Teología escolástica hasta que fue premiado con la mitra de Arzobispo de Santo Domingo, en la Isla Española. Tales muestra de sagacidad y tino dio en el gobierno de su obispado, principalmente presidiendo un Sínodo provincial, convocado para la reforma y mejor organización de la provincia eclesiástica, que el Rey Don Felipe Cuarto juzgo que galardonaría los meritos del Prelado trasladándolo a la diócesis de Quito, cuyo emolumentos en aquella época eran más pingues que lis de Santo Domingo.    


El papa Urbano Octavo autorizo la traslación y el señor Oviedo vino a Quito traslación se verifico el año de 1628 y el nuevo Prelado desembarcando en Cartagena, hizo su viaje, dos eran las que más resplandecían, a saber; su devoción fervorosa y su mansedumbre inalterable. A este Obispo de le debe el templo, que hasta ahora existe en el Quinche y las mejores alhajas que enriquecen ese santuario.
Pocos meses después, en 1647, salió ascendido a la metropolitana de Charcas; había gobernado la diócesis de Quito, durante más de quince años, con mucho acierto y cordura. Era varón de esclarecido ingenio, docto en ciencias eclesiásticas, comentador de Aristóteles y de Santo Tomas en la Universidad de Alcalá, gran limosnero y muy consagrado la fortaleza con la mansedumbre. El Ilmo. Señor don Fray Pedro de Oviedo llego a su arzobispado y fallecido en breve, contribuyendo a acotarle la vida lo dilatado y penoso de un viaje de casi mil leguas, acometido en una edad tan avanzada.