Es el tipo del industrial renovador de viejas costumbres. Si no con escritos, ni con discursos, el enseño la higiene, con el ejemplo vivo, en el Azuay. Su posición económica le permitía lo que entonces significaba un lujo y no trepidó en gastar sus riquezas en ello. Es el primero en construir casas de ladrillo, sistemáticamente; introduce en ellas como de muchas importancia, el excusado y baño. Las gentes de la comarca, al principio envidian lo que creen un derroche, pero aprenden y después imitan. Construye cómodas casas rurales, haciendo más humana la vida en ellas. Todo esto contribuye a mejorar el ornato y sobre todo la higiene en el campo y en la ciudad.
A Ordoñez la aborrecían por ser agente del Gobierno, y le hirieron con tres balazos intentando asesinarle, cuando creyeron que yo iba a ser víctima de otros asesinos dijo García Moreno en 1869 al Papa Pío IX en su queja contra el obispo Toral y su secretario el Dr. Antonio Borrero Cortázar.
El camino de Naranjal, iniciado desde principios del siglo anterior, fue empresa en que don Carlos Ordoñez puso su mayor ahínco, soñando en convertir la apenas bosquejada vía, en ancha y cómoda carretera. Para ele efecto, con el decidido apoyo del Gobierno, consultando el menor costo para las cajas fiscales acometió la obra, pero imponiendo a la raza India una excesiva contribución de brazos. Esta arbitrariedad del gobernante exasperó a los hacendados, y el Dr. Agustín Cueva acusó al Gobernador, ante los tribunales de justicia, con la imputación de haber obligado, a uno de sus jornaleros, a trabajar en la casa que tenía en construcción la sociedad Ordoñez. Sin Don Carlos, vino la suspensión y el abandono de la obra. la anulación de la Carretera Cuenca Naranjal, incluye graves responsabilidades para los que anteponiendo la miseria de la rivalidad a los imperativos del progreso y el patriotismo, retardaron el adelanto y la prosperidad de la mayor parte del Austro ecuatoriano. La hoja del Dr. Cordero, entre fabuladas y coplas, dimes y diretes, en sus cuarenta y tantas ediciones, diariamente de cuenta del juicio criminal que se le sigue a don Carlos Ordoñez, cuya defensa, en lo legal corre a cargo del Dr. Juan Jaramillo, y en lo literario, de Tomás Abad y Rafael Villagómez Vieja, que con Notas Oportunas, devuelven, dolosamente, las imputaciones y cuchufletas de Crónica Diaria.
Diaria peor las cosas van subiendo de punto, y a la acusación del Dr. Cueva se suma el rencor en las declaraciones de los Dres. Manuel Vega, Tomás To-al y don Pedro Arriaga, etc. La Pastoral del 23 de abril, del Obispo Tora Ordeñes buida al secretario de la Curia Dr. Antonio Borrero Cortázar, pone gravísima nota a la contienda. Dicha pieza es comentada con otra magnífica del Dr. Tomás Abad, la misma que es inmediatamente censurada por el obispado. El autor se humilla ante el Prelado; hace el mismo don Carlos Ordoñez, pero este se enardece contra Borrero y el hermano del Obispo, a quienes destierra de Cuenca y, para justificar ante García Moreno lo desmedido del recurso, declara la plaza en estado de sitio. En la hoja suelta una protesta indispensable, desde Loja, los desterrados claman al gobierno, manifestando el injusto y tiránico proceder de la autoridad provincial, y el Presidente de la República, corta por la sano, deponiendo al Gobernador, (como afirma Crónica Diaria) y nombra en su reemplazo al Dr. Francisco Arboleda.
En 1883, Repunta en este periodiquillo la causticidad. El Alfiler se hunde, envenenando, en el alma de don Carlos Ordoñez, sin dejar punto sano en la epidermis del Coronel Ramón Pesantez. A entrambos presenta atados a la picota del ridículo, con el nombre de Voladores de Brigada.
En 1861, García Moreno recibe carta de su antiguo condiscípulo en la universidad y cordial amigo de esos días doctor Antonio Borrero Cortázar, insinuándole que el cargo de Deán de la catedral de Cuenca se lo provea en la persona del señor doctor José Ignacio Ordoñez Lasso. Al dar respuesta, el Presidente declara con franqueza conocer pocos antecedentes del recomendado debido a la juventud de este y al hecho de haber permanecido varios años en el exterior, si bien mantiene cordial amistad con los hermanos mayores, don Carlos y don Salvador. Designándolo para presidir el cabildo eclesiástico cuencano, en reemplazo del Dr. Matías Paz, fallecido poco antes.
José Ordoñez nació en 1829, cursa los estudios superiores en la universidad de Quito y en 1853 incorporarse al cuerpo de abogados de la Republica. Dos años después, desechando las riquezas y los halagos del mundo, siente el impulso de la gracia divina y rindiese al dulce mandato de la verdadera vocación, consagrándose como Ministro del Altar. Separarse de la poderosa empresa comercial en la que estuvo asociado a sus hermanos, y con las cuantiosas ganancias que se le entregan trasladase a Europa, ansioso de adquirir más extensos y sólidos conocimientos para el cumplido desempeño de su carrera sacerdotal. Cinco años permanece en París –entregado a profundos estudios religiosos en el famoso Seminario de San Sepulco, con los que completa brillantemente su formación espiritual. Vuelve a la tierra nativa, y es entonces cuando García Moreno tiene conocimientos de sus virtudes. Tiene razón Julio Tobar Donoso cuando asevera que la índole de ambos se asemeja. En 1861, al tener conocimiento que el dr. Ignacio Ordoñez prepara nuevo viaje a Europa, García Moreno lo llama a Quito y, después de conferenciar detenidamente con el, le asigna honrosa comisión que demuestra el alto concepto en que lo tiene y la confianza que en el deposita, pues le encarga obtener de los Superiores de las comunidades de “Hermanas del Sagrado Corazón” y hermanos de la Escuela Cristianas” el que funden también en la capital del Ecuador, un establecimiento similar a los que mantienen en el viejo continente y fuera de él. El Dr. Ordoñez Lasso se embarca rumbo a Europa, vivamente interesado en cumplir la delicada misión que se le confía. Aunque parece inútil decirlo, su viaje tanto a la ida como durante la permanencia y el regreso no ocasiona ningún gasto al estado, pues es su costumbre hacerlo con sus propios medios económicos.
Que notabilísimos conservadores, incluso el Ilmo. Señor Ordoñez, su hermano Don Carlos, sus parientes y amigos y algunos Canónigos de Cuenca, fueron veintimillistas de tuerca y tornillo.
“El Hmo. Y Rvmo. Señor Doctor don Ignacio Ordoñez fue primer obispo de Riobamba y murió de Arzobispo de Quito el 14 de junio de 1893: nació en Cuenca, coopero con sus instancias y con el auxilio de dinero a la composición y publicación de la Historia General del Ecuador; sin el auxilio de este señor me habría sido imposible hacer el viaje a Europa, permanecer en España y dar a luz los primeros volúmenes. Fue este prelado muy aborrecido en vida, y uno de nuestros literatos, Juan Montalvo se titula “Mercurial Eclesiástica”. El reverendísimo señor Ordoñez era severo y usaba más de rigor que de lenidad en el gobierno del Obispado; su trato era serio y adusto y en político acaudillo el partido conservador, el cual, juzgaba el Obispo, que era el único que no perseguiría a la religión en el Ecuador. Hombre de buena fe y muy solicito por la conservación de los fueros de la autoridad espiritual.
Los siete tratados, que en febrero de 1884 lo prohíbe el Arbispo de Quito, Monseñor José Ignacio Ordoñez Laso, habiendo ratificado la Curia Romana tal decisión.
Continúo asistiendo a las sesiones, y con trabajos y fervor provechosos porque no habían partidos encontrados en las cámaras. Ya llegaba el termino de la contienda y por enfermedad dejo de concurrir y aprovechando mi ausencia se resolvió gestionar la elección de Arzobispo, pero felizmente mejore y restituido a mi puesto, acorde con los amigos los pasos del candidato nacional el Ilustre Obispo de Ibarra monseñor Dr. José Ignacio Checa el contradicción con el de Riobamba señor Ordoñez apoyado por el Partido Conservador que le encabezo Camilo (Ponce) presidente de la Camarada Representantes.
Veintimilla cuando seguía camino del destierro, aseguran que dijo: “me voy, ms dejo a Ignacio Ordoñez”. ¿Considero castigo para el país? ¿Creyó que lo vengaría? No hay duda: el antiguo Dictador sabía conocer a los hombres. Pocos eclesiásticos cuentan el Ecuador, mas exagerados y propensos a las contiendas políticas, que el anterior Arzobispo de Quito. Los liberales eran para su señoría, seres infernales; propender a sus exterminio, obra santa, la llegada a Quito del libro “Los siete tratados” le dio ocasión para, una vez más, poner en claro sus tendencias.
Sacerdote, consagrado Obispo de Riobamba el 27 de Septiembre de 1866. Juan Montalvo la dedico su “Mercurial Eclesiástico” en que no lo trata muy bien que digamos, como respuesta a la orden de prohibición de lectura de sus obras, decretada por Monseñor Ordoñez.
Para Ordoñez se dijo: “sus ojos opacos de Empecinado onanista” (la Mercurial Eclesiástica) de Juan Montalvo.