Olmedo Troyano Miguel


En los veranos de 1784, 1785 y 1876 Miguel Agustín de Olmedo exploro varias rutas posibles, gastando 1.500 pesos de su propio peculio –una cantidad de cierta consideración. En 1787 el padre del bardo de Junín recomendó que la corona invirtiera entre 25.000 y 30.000 pesos en la construcción de una vía transitable durante todo el año, comenzando en la hacienda de Nuestra Señora de la Soledad en la construcción de una vía transitable durante todo el año, comenzando en la hacienda de Nuestra Señora de la soledad en la ribera Izquierda del rio de bodegas de Babahoyo. La ruta de Olmedo hubiese seguido al Caracol aguas arriba, hasta punta de Catarama, donde se habría construido un puente a través del piedra, quizás el ahora llamado Pijulto, y se hubiese continuado a lo largo del margen izquierdo del Piedra hasta cerca de su nacimiento, donde se habría dividido, hacia Guaranda por la vía del pueblo de Guanujo, y hacia Ambato por la vía de los Villorrios de Salina y Santa Rosa. La propuesta de Olmedo, como tantas otras, se archivo de fondos.
La Fragata San Fermín era, por 1768, del capitán Miguel de Olmedo, padre del Prócer, después fue del General don José de Cortázar y del Capitán Agustín Ruiz Cano, pasando en septiembre de 1774 a mano de don Luis de Tola y Fernández. 


Un barco muy pequeño llamado San Fermín de que era dueño Dn. Miguel de Olmedo, malagueño, vecino de Guayaquil, que tomo 32 días en la entrevista desde Guayaquil.
Miguel de Olmedo, en enero de 1784, adquirir a la junta de Temporalidades de Quito dos de las isla de Daule y la de Guare, jurisdicción de Guayaquil, en 20.000, los 15.000 de contado y los 5.000 de resto a plazo de cinco años, pagaderos a 1.000 cada uno. El mismo personaje, padre del cantor de Junín, toma en julio de 1783 las de Salinas y Zarumilla, en la “jurisdicción de Piura termino del Pueblo de Tumbis”, en 2666 con 5 y ½ reales, los 666 y 5 y ½ reales al contado y los 2000 a plazos de dos años, pagaderos de 1.000 cada uno.
Cuando José Joaquín de olmedo estudiaba leyes en Lima, su padre era propietario del “san Isidro”. El joven estudiante quejaba se a su padre en carta del 14 de diciembre de 1804.
Nuestro San Isidro esta aquí varado en el puerto; en ninguna parte se ha hallado plata para su habilitación y lo que ha sido peor es que el Caballero Álvarez Vásquez se ha cerrado en no dejar salir del barco a su expedición de sales, que podía ser bien útil, porque no se le han satisfecho los 800 pesos que se le deben, y ya se ha hecho pago con el escaso producto de las maderas. Yo he empleado todo género de persuasión y aun de suplica, pero inútilmente. En versándose materia de interés no debe contarse con los hombres.