En Guayaquil habían sido aprehendido en 1869 por intervenir en la revolución de Veintimilla conspiradores, en unión de Veintimilla: fueron sometidos a Consejo de guerra, y sobre ellos recayó la pena de pérdida de sus empleos e inhabilitación para volver al servicio. Al saber García Moreno esta sentencia, privo de sus empleos a los vocales del Consejo; y cuando se traslado a Guayaquil, castigo con la muerte a los absueltos: Nieto y Cabrera fueron nuevamente juzgados, sentenciados y pasados por las armas. D. Vicente Piedrahita, secuaz de García Moreno, hasta entonces, había sido el defensor, como abogado, de Nieto y Cabrera, y alcanzando la primera sentencia. Por solo esto, Piedrahita recibió orden de ir confinado a una hacienda, cercana a Guayaquil.