El 11 de Diciembre de 1866 murió en Quito, Encargado de Negocio de S.M. Británica y de religión protestante. El cadáver de este malogrado representante ingles debía ser enterrado en lugar conveniente expresamente señalado por el gobierno ecuatoriano de entonces, pero, una equivocación de última hora, hizo que el cortejo se encamine al cementerio católico de la capital, lo que fue oportunamente avisado al Arzobispo Yerovi, que impidió el entierro, haciendo los regresar. Este ridículo incidente puso de manifiesto la intransigencia religiosa del Arzobispo, que no permitió la sepultura de los diplomáticos acreditados en Quito, protestaron ante el gobierno y este fundo el Cementerio No Católico de la capital, para evitar que ocurran nuevos escándalos.
