La Sociedad de escritores, inicial para lo que más tarde habría de ser la Academia Nacional de Historia, tenía en su seno, bajo la dirección de González Suarez, a valores que son cúspide del pensamiento ecuatoriano. Desde aquel memorable 24 de julio de 1909 cumplieron una labor digna de sinceros reconocimientos, por su alto sentido de ecuatorianidad. Uno de aquellos privilegiados, por su talento y por su devoción a las investigaciones de orden histórico, artístico, literario, cultural, fue este quiteño cuyos méritos no los puede desteñir la amnesia generacional, el premeditado olvido o la insensibilidad de los tiempos en donde aparecen ciertos grupos que izan bandera “parricida”… y con insolente jactancia.
Doctorado en Jurisprudencia en la Universidad Central del Ecuador, catedrático de la misma Universidad y de otras extranjeras. Su función en la diplomacia fue reconocida y aplaudida mediante numerosas distinciones, capaz de ser en su tiempo uno de los funcionarios del Servicio Exterior que mayor condecoraciones ostentaba, miembro de la Junta Consultiva de Relaciones Exteriores. Ministro de Relaciones Exteriores. Embajador en Chile. Cónsul General en Madrid, intervino como Director de Limites en el secular problema con el Perú.
Representante del Ecuador a incontables congresos de carácter histórico y científico en el extranjero. Dice Isaac J. Barrera sobre Navarro: “tiene publicados muchos volúmenes. Es el crítico de arte que ha llevado a cabo mayores trabajos y tal vez mas detenidos estudios, que cuantos han seguido ocupándose en este difícil ramo de la historia, que requiere conocimientos técnicos especiales. En 1925 publico el volumen I de sus “contribuciones a la Historia del Arte en el Ecuador ” y obtuvo con él el valioso resultado de intereses en el arte quiteño a los estudiosos españoles y americanos que no lo conocían o que no lo apreciaban en su verdadero valor. Además de aquellas obras que podían considerarse como fundamentales en la historia del arte, tales como “La escultura en el Ecuador”, 1929, o sus famosas monografías sobre el templo de la compañía de Quito, de San Francisco y la Merced, ha dado también a la publicidad una serie de monografía de grande interés e importancia: “Curiosa ordenación arquitectónica en el claustro del convento de San Agustín”. 1928. “Un pintor quiteño y un cuadro admirable del S. XVI”, 1929; “La Medicina y los médicos en Quito, durante la época colonial”, 1930; “Novedades y originalidades en las formas de arquitectura hispanoamericana”, 1938. Navarro es un investigador infatigable que ha interesados a muchos públicos de América, los cuales conducidos por los libros y folletos de nuestro escritor, se han empeñado en conocer y estudiar con detenimiento provechoso para la honra artística de nuestra Republica, la riqueza acumulada por el Coloniaje en los templos y monumentos de la ciudad de Quito”.
Socio Fundador de la Sociedad Ecuatoriana de Estudios Históricos Americanos, que se instalo en Quito el 24 de julio de 1909, sesión a la que no concurrió por encontrarse ausente José Gabriel Navarro comenzó por interpretar la Epigrafía quiteña y luego dedico sus esfuerzos a la historia del arte en el Ecuador.