MORA MENDOZA AZUCENA

ACTRIZ.- Nació en la población de Milagro, Provincia del Guayas, el 21 de Octubre de 1945 y fueron sus padres legítimos Braulio Mora Beltrán, natural de Naranjito, quien falleció al caer del primer piso de su casa cuando la Azucena solo tenía tres meses de edad y Claudina Mendoza Casquete, nacida en el Ingenio San Carlos, quien casó en segundas nupcias con José Vera Biáfara, oriundo de Chobo, quien distribuía el pan en el Ingenio.

Creció feliz con sus hermanos. Su madre era muy alegre, sabía bailar, cantar, imitaba voces, hacía gestos y acostumbraba reunir a los niños del Ingenio para hacer el Nacimiento vivo, distribuyendo los diferentes papeles de San José, La Virgen, el Niño, los Pastores, el Angel, los Reyes Magos, etc. dirigía los ensayos nocturnos y confeccionaba los vestuarios. La noche del 24 de Diciembre los niños se reunían en su casa y salían cantando a la iglesia. Los diablitos separaban al público con sus rabazos y piruetas. La comparsa arribaba al templo a las doce de la noche, sus miembros oían la Misa de Gallo y volvían por las calles cantando. En la casa se les brindaba chocolate, pan, caramelos y colas. La vida en el caserío del Ingenio era tranquila y bucólica. En Conducta existía un tren que iba a Naranjito, pero en mitad del camino había que hacer trasbordo a otro pequeñito que seguía hasta el Ingenio.

De seis años comenzó la primaria en la escuela Juan de Dios Martínez Mera del Ingenio, cuya Directora – Maria de la Pared – les hacía cantar, bailar y recitar durante la hora social de las tardes. I como su madre le había enseñado todo ello, destacaba entre sus compañeritas, al punto que en los exámenes finales la escogían para diversas actuaciones y sus padres eran muy felicitados. Durante los tres meses de vacaciones anuales la mandaban a la casa de sus padrinos Gonzalo González y Delia Cadena en Chimbo quienes la ponían a estudiar en un Colegio de monjas donde estaban sus hijos.

El 57 terminó la primaria. Su padrastro tuvo un serio tropiezo económico que le obligó a buscar a sus hermanas en Guayaquil. Mientras encontraba trabajo alquilaron un cuarto en Mascote y Capitán Nájera, finalmente se empleó en la Municipalidad y con el tiempo ascendió a Guardián de parques. Azucena comenzó a trabajar de vendedora en el almacén de calzado de Rómulo Luna ubicado en Diez de Agosto y Santa Elena por S/. 50 mensuales de sueldo.

El 59 leyó un aviso de prensa de la Profesora cubana July da Córdova Reyes, exilada de la dictadura de Fulgencio Batista, que anunciaba un método de lectura rápida. Azucena se matriculó llevada por su deseo de superación. Al poco tiempo July puso una Escuela de Teatro a la que también asistió. Las clases eran en un departamento alquilado en Sucre entre Quito y Machala y concurrían muchos alumnos. Pronto se hicieron grandes amigas porque ambas eran de carácter extrovertido. July la contrató de profesora de niños menores de 5 años en la escuelita que abrió en una villa de cemento en Alcedo y Tungurahua por S/. 250 de sueldo, después contrajo matrimonio con un señor Frank, tuvo una hija y el 64 la dictadura de la Junta Militar de Gobierno la persiguió por comunista, cerró su escuela y tuvo que abandonar el país ¿A dónde habrá ido la pobre, siempre perseguida, primero por los garroteros del tirano Batista, luego por nuestros torpes militares pseudo anticomunistas?

El 61 Azucena se dio tiempo para estudiar Secretariado en el Colegio nocturno “Cinco de Junio” y el 64 comenzó a trabajar de secretaria del Lic. José Barriga en su estudio profesional en Ballén y García Avilés, con S/. 500. El 69 Hugo Salazar Tamariz, que frecuentaba dicho estudio, la matriculó en la recién creada Escuela de teatro del Núcleo del Guayas de la CCE. Las clases eran nocturnas, la plana de profesores estaba integrada por Ilonka Vargas recién llegada de la Unión Soviética que la dirigía y figuraban el propio Hugo, Alsino Ramírez Estrada, Beatriz Parra Durango, Isabel Saad Herrería, etc. después enseñarían Marco Muñoz, Jorge Córdova, Jorge Vivanco Mendieta, etc. Inicialmente se inscribieron numerosos alumnos pero solo doce terminaron en el 71, siendo Azucena la única que sigue haciendo teatro hasta la fecha. Ese año casó con su compañero de estudios el Licenciado en Pedagogía César Tenesaca Ullaguari quien ascendió a rector del Colegio fiscal Carlos Cueva Tamariz de Guayaquil.

Con el título de profesora de teatro consiguió emplearse de Coordinadora de actividades culturales de la Universidad de Guayaquil para la extensión de Milagro, donde se trasladaba cada fin de semana. Entre sus labores destacó el montaje y la presentación para la incorporación de licenciados en pedagogía, de la obra “ Historia del hombre que se convirtió en Perro”, en un acto, tomada del libro “Cuatro Historias para ser contadas” del autor uruguayo Oswaldo Dragún.

El 74 pasó a dictar la materia de Historia del Teatro en la Facultad de Filosofía y Letras en Guayaquil. En Junio del 77, habiendo arribado al Ecuador el actor y director argentino Ernesto Suárez, perseguido por la sangrienta dictadura militar de su país, el Centro Municipal de Cultura inauguró en la Biblioteca Municipal un curso de teatro para aficionados, de tres meses de duración, que dado su éxito se prolongó tres meses más.

Ernesto decidió estructurar un Conjunto teatral en forma de cooperativa y fundó el Teatro “El Juglar” en un departamento alquilado en Boyacá y Ballén. Ese año montó las siguientes obras: “La Farsa de Robin y Marion”, “El Centrofoward murió al amanecer” y “La Farsa de Patalen” pero ninguna tuvo éxito, hasta que decidieron hacer algo propio y salió “Guayaquil superstart” con seis skech cómicos sobre la vida diaria de la ciudad, titulados: 1) Bien venido a la ciudad, 2) El Colectivo, 3) Guayaquil

nocturno, 4) Importando modas, 5) El Hospital, y 6) El Papeleo.

Ampliando el primer skech se sacó “Como es la cosa” y desde entonces El Juglar fue noticia y el teatro comenzó a llenarse como lo había anunciado Ernesto, cuando en alguna ocasión – hecho el gracioso – profetizó: De algún culo ha de brotar sangre… frase que no por grotesca dejó de ser profética.

La segunda etapa de El Juglar siguió con “De la Ventana a la calle”, “El Galán”, “Contigo pan y cebolla”, “Guayaquil beautiful”. Al mismo tiempo hacían teatro infantil los domingos de mañana con obras como “La Cenicienta” y “Caperucita Roja”, que también constituyeron sonados éxitos.

Guayaquil presenciaba un auge teatral a través de las compañías de Ernesto Suárez en El Juglar y Raúl Varela en el Humoresque. Después se construyó el teatro Candilejas en el Unihotel, pero cuando estos artistas se regresaron el 87 a Argentina y Perú respectivamente, sin formar directores ni líderes sino simplemente actores, disminuyó el interés y El Juglar volvió a ser departamento, el Humoresque se transformó en discoteca y finalmente cerró para siempre sus puertas y El Candilejas en insípido Salón de recepciones.

En El Juglar se repartían los trabajos por área, existiendo la de Limpieza, Biblioteca, Libretos, la Teatral, Publicidad. Azucena se desempeñó principalmente en la teatral y con sus compañeros conoció casi toda la provincia del Guayas y numerosas poblaciones de la costa y sierra del país, viajando a diversas presentaciones en las fiestas cantonales y parroquiales, asistiendo a invitaciones de escuelas y colegios, I aprovechando las vacaciones anuales de Marzo trabajó en Perú, Argentina, Chile, Colombia y los Estados Unidos, en giras artísticas que duraban entre quince y cuarenta y cinco días. Vida tan irregular y agitada, a la larga le costó su matrimonio.

Mientras tanto   había   comenzado a relacionarse con el Canal 2 de Televisión pues como El Juglar requería de publicidad para su subsistencia, los miembros hacían esporádicas presentaciones por paga, a través de los primos Enrique Arosemena Robles y Cecilia Alvarado Robles, funcionarios de Ecuavisa encargados de las contrataciones. Desde entonces ha trabajado en diversos programas de TV como “Mis adorables entenados” donde cosechó nuevos éxitos.

Su carácter expansivo, su trato cortés, su pensamiento de izquierda, trabajadora incansable del teatro y de la TV, cosecha el cariño del público en cada presentación, que la premia con admiración y aplausos.