Es un perfecto trotamundos: inteligente y pícaro, rebelde y aventurero. Sus acciones preocupan mucho a sus parientes. Emplean le dé Oficial Segundo en las Reales Cajas de Quito y deja de una plumada el insignificante cargo. Rematar los situados para Cartagena, colaborando con Durama, y procede con cierta incorrección económica. Va a Cerro de Pasco, Cuzco y Lima, y deja pésimos antecedentes en notables vecinos de Lima. Más tarde, los Elizalde, el Oidor Galdeano, reclamaran sus débitos a la familia de Quito. Va a Madrid, trabaja en un modesto empleo Real, por influencia de sus parientes Montoya, Pineda y Villaforte, y se entrega a la aventura mujeril. Finalmente le sorprende la muerte, soltero y abandonado, lejos de los suyos y de su Patria. En 1795 se le entierra en la Iglesia San Martin de Madrid, encargando el arreglo de sus asuntos a Gaspar de Montoya y a su Hermano se la Alegre. Por unos pocos miles de pesos que dejara se levanta una polvareda de intereses desacreditadores.