MONTEVERDE ROMERO CARLOS

PEDAGOGO.- Nació en Guayaquil en 1863 y fueron sus padres el español Carlos Monteverde, natural de las Islas Canarias, quien llegó al Perú, hizo fortuna, pasó al Ecuador y en sus últimos años vivió en París, viudo de muerte y tuvo que salir de Quito para evitar problemas; entonces, tras catorce años en la capital, pasó nuevamente a Guayaquil como Director de Estudios de la Provincia realizando una brillantísima labor pues era un hombre serio, discreto y muy trabajador. Alquilaba una casa de cemento en la calle Diego Noboa en el cerro del Carmen propiedad de un señor Icaza, con un mirador de cemento que daba hacia atrás y tenía una hermosa vista al río.

Durante su gestión realizó la reforma educacional bajo el asesoramiento de la segunda Misión Pedagógica Alemana, construyó la Escuela Modelo al sur de la urbe que puso bajo la dirección del notable maestro Manuel María Valverde, donde se impartió por primera ocasión en Guayaquil las asignaturas de Educación Física y Deportes y la Hora Social semanal, aplicando la doctrina de los Pasos Formales. Dicha escuela se hizo famosa por su piscina y canchas de básquet, volley y fútbol, deportes que recién comenzaban a practicarse en el país.

Otra de sus facetas interesantes fue la defensa apasionada de los animales callejeros que diariamente eran martirizados por sus insensibles dueños. Con tal motivo fundó en 1 915 la Sociedad Protectora de Animales, criticada por los espíritus insensibles que la calificaron de pueril y anodina, y tuvo corta duración.

Se cuentan diferentes anécdotas. Un día que salía de su casa vio como dos caballos subían al cerro un enorme tronco de árbol; indignado apostrofó a su dueño y soltó los troncos, que rodaron con gran estrépito y enorme regocijo de la muchachada del sector. En otras ocasiones intercedía en defensa de las pobres mulas que tiraban de los carros urbanos, todas llagadas debido a los fuetazos que recibían de los conductores.

Tales gestos de bondad le acarreaban disgustos y desasosiegos, pero al mismo tiempo le conquistaron la buena fama propia de los espíritus elevados. Por eso era querido y respetado su paso por las calles.

Poseía una extensa biblioteca y como Director de Estudios tenía fama de severo y algo de gruñón pero nunca de injusto, pues fue un maestro en el entero sentido de la palabra. A Medardo Angel Silva favoreció con una cátedra primaria pues el joven poeta no tenia título de Bachiller para aspirar a desempeñar algo más lucrativo.

Solía alentar al profesorado con frases certeras y gestos ecuánimes; sin embargo, a la hora de separar a los malos elementos no trepidaba en hacerlo con las consiguientes molestias.

A un profesor Arboleda, beodo consuetudinario que asistía a clases en ese lamentable estado, tuvo que separarlo tras varias amonestaciones. El hombre tomó venganza y le mandó a dar de garrotazos a la salida de la Dirección de Estudios, que funcionaba por los años veinte donde hoy se levanta la Biblioteca Municipal.

A finales de 1925 sintió una irritación a la laringe y como iba perdiendo la voz viajó a hacerse tratar en el Hospital de la Zona del Canal de Panamá, donde le diagnosticaron un cáncer aunque nunca había fumado en la vida. De regreso a Guayaquil ya no salió y falleció a los once meses de enfermedad, el 13 de Agosto de 1926, tras sufrir una traqueotomía para evitarle la asfixia.

Su estatura más que mediana, delgado, de chiva y bigotes, usaba lentes por miope, ojos café, carácter adusto pero bondadoso en familia. Al final de sus días y en el lecho del dolor fue visitado por el Profesorado del Guayas que le obsequió un Artístico Álbum con la firma de sus compañeros.

Buen padre y esposo, acostumbraba mandar a su familia a tomar clima en Riobamba y luego iba a visitarlos llevando obsequios a los niños y no tenia aprensión de cargarlos. A su hijo Carlos le dio un triciclo y el niño se sorprendió gratamente al punto que muchos años más tarde aún recordaba el gesto cariñoso de su progenitor.