Montalvo Antonio


Nació en Ambato, el 24 de marzo de 1901. Funda la Revista “América” y el Grupo del mismo nombre con Alfredo Martínez. Autor de “Camino” y de “Alba de Ensueño”, en el que participa también Martínez. “Los Centauros” y “El Cosmopolita” son revistas que llevan su mensaje literario.  Con Augusto Arias publica, en 1944 en ediciones del Grupo “América”, “Antología de Poetas Ecuatorianos”. Su poesía recorre el paisaje de su pueblo natal, en “Miraflores” y “Ficoa”, trepa despaciosamente las encumbradas calles de Quito y desciende al trópico para cantar a la yungla “Brava sensual y capitosa”. Es buen paisajista en “Feria de Ciudad”: “Canción de Hoya/ urbana de la plaza que canta algarabía./ Feria de mi ciudad: vernácula alegría/ del devenir autóctono para un pastel de Goya… “fue aparentemente tranquilo, si hemos de pensar en las desazones del hombre, sobre todo cuando de espíritus sensibles se trata; apoyado en una serena conformidad… hay que volver al titulo de su poemario, “camino” para pensar en la digna y conforme ruta de su paso en su avanzar sin ambiciones; en el sencillo decoro de su confidencia y en la noble fraternidad de la que rebosaba su alma, sin las palabras excedentes de la retorica de la vida”, dice su biógrafo y amigo, Augusto Arias, en “Biblioteca Ecuatoriana Mínima”.
Su vida estuvo llena de sobresaltos por supervivir en un medio egoísta, lleno de cuestiones intrascendentes, en donde era duro, muy duro el ganarse la vida. Su obra es parva y trata, a medida que pasan los años, de depurar su estilo, anotándose: “Alba de ensueño” (1922) y “Camino” (1943). Mas que hacer poesía se dedica a la crítica literaria, siendo por ello que Jorge Carrera Andrade dice de Montalvo: “a pesar de que últimamente se ha dedicado al comentario crítico, se puede decir que se halla realizando una especie de poesía de la crítica”.
“Erguida sobre el plinto del trampolín, / bajo el sol que retuesta su cuerpo en primavera/ y el cielo fulgurante de diáfana alegría,/ la muchacha del baño, que una danaide fuera, / recorta su figura en el azul fantástico:/ junco sensual prendiendo los ámbitos del día”. Poesía, verdadera poesía que surge para darnos mensaje de profunda voz lirica. “La muchacha del baño” resume la visión del poeta como una “gaviota luminosa que va a emprender el vuelo”. Montalvo fue poeta, en el estricto sentido de la palabra, un hombre preocupado por los problemas de la cultura no solamente del lugar natal, del que salió muy joven en busca de otros horizontes.
Luego, púdica y ágil, flexiona en ritmo breve, y en graciosa parábola cruza el aire, curvada, sirena retorcida en la marina fragua. Hirio la luz el vuelo de ese cuerpo de nieve y salto hacia los aires, brillante e irisada, la loca pirotecnia de las estrellas de agua.
(De “La muchacha del baño”)