MONARDES NICOLAS

NATURALISTA.- Nació en Sevilla, España, en 1507. Era hijo de un librero genovés y debido a su claro talento siguió estudios superiores hasta graduarse en 1530 de Bachiller en Artes y en Filosofía en la Universidad de Alcalá de Henares, recibiendo la influencia de Antonio Nebrija; entonces optó por seguir la profesión que había sido de su abuelo materno el Cirujano Martín de Alfaro, estudiando botánica y cirugía hasta 1533 que se doctoró en la Universidad de Sevilla.

Pasó sus años de aprendizaje práctico con Gara Pérez de Morales con cuya hija Catalina se casó en 1537, tuvieron siete hijos, cuatro de los cuales pasaron a América, siguiendo la costumbre imperante en la Andalucía de esos tiempos.

Durante cincuenta años ejerció la medicina en Sevilla, obteniendo prestigio social y posición económica, lo que a la larga le permitió publicar sus obras, todas ellas centradas en la terapéutica y en la medicina, así como en el coleccionismo de plantas y en su tráfico con las Indias.

En 1536 editó un tratado con el título de “Diálogo sobre la Farmacodilosis” donde recomendó el estudio de los autores clásicos, en especial al griego Dioscórides, el 39 otro en latín sobre las sangrías en el llamado Mal de Costados, bajo el título de “De secanda vena in pleurit inter grecos et árabes concordia” tema que se prestaba a agrias polémicas entre los médicos europeos del tiempo, unos eran seguidores del humanismo y otros de la tendencia arabizante, así como uno sobre las rosas y su aplicación terapéutica titulado “De Rosa et partibus eius” en 1540.

Como publicista dio a la imprenta la edición en idioma castellano de la obra de Juan de Aviñón, médico francés de origen judío del siglo XIV.

Se conoce por referencia de sus vecinos que acostumbraba sembrar en un huerto trasero de su casa, ubicada en la calle de la Sierpe, numerosassemillas de plantas autóctonas y/o traídas de las Indias. Entre estas últimas logró cosechar tabaco, guayabas, etc. y aunque su jardín nunca tuvo las proporciones de los de sus amigos Simón de Tovar y Rodrigo Zamorano, no dejó por eso de ser uno de los más conocidos en su época.

También poseyó un museo de objetos naturales de procedencia exótica: animales disecados, piedras preciosas, minerales, maderas, resinas, cortezas, gomas, semillas y piedras bezoares, convirtiéndose en un auténtico experto en Europa.

Durante más de veinte año no publicó nada pues desde 1533 estuvo muy ocupado en la creación de la primera compañía mercantil que se conoció en Sevilla, con su socio Juan Núñez de Herrera, agente comercial en el pueblo de Nombre de Dios (Panamá) dedicada a comerciar los productos medicinales que recibía de las Indias.

El plan era cargar esclavos africanos desde Sevilla y recibir de las Indias ciertos productos como la cochinilla, tinte de gran demanda en la manufactura textil europea, así como algunos medicinales indianos que gozaban también de gran rentabilidad, el palo santo, los bálsamos, la caña fístula, la raíz de Mechoacán; sin embargo hacia 1563 se esfumó la rentabilidad del negocio y ante la presión de los acreedores se refugió en el monasterio sevillano de Regina Coeli, ofreciendo a los acreedores una salida negociable a la quiebra mediante pagos parciales y anuales, pues el monto adeudado ascendía a veinticinco millones de maravedises.

El acuerdo le permitió recuperar su libertad y en 1565 dio a la luz en Sevilla, la primera parte de su obra más importante, la “Historia medicinal de las cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales, que sirven al uso de la medicina” en la que se ocupó extensamente de la flora americana, sus elementos medicinales, alimenticios, textiles, etc. basada en los documentos de los Cronistas y en las referencias que llegaban a la Casa de Contratación, con un recuerdo minucioso y muy interesante de las plantas y de algunos minerales usados en esa época para curar las enfermedades, relacionando en forma alfabética los recursos naturales y haciendo gala de profundos conocimientos en materia de terapéutica y salud.

La obra está dividida en tres partes, la segunda apareció en Sevilla en 1571 y en 1574 salieron las tres partes formando una sola, con numerosas descripciones de plantas antes no conocidas o que por su rareza poco se sabia de ellas. Describe el palo para los males de los riñones y la orina, las habas purgantes, el cardo Santo, las cuentas de Santa Elena, el guacatame, el árbol de la canela, el gengibre, el ruibarbo, el cachos, las flores de sangre, el árbol para la reuma, el pacal, la hierba para el mal de riñones, las cuentas jaboneras, las hierbas para los quebrados, el mastuerzo, la lechugilla silvestre, el curioso árbol que demuestra si uno a de vivir o de morir, el granadillo, el árbol del sol, etc.

Como médico tuvo una extensa y bien nutrida clientela, entre los más importantes estuvo el Arzobispo de Sevilla y futuro Inquisidor General, la Duquesa de Béjar, el Duque de Alcalá.

Sus juicios certeros aún son válidos en la mayor parte de los casos. Fue el primero en tratar sobre las virtudes medicinales del anime, el copal, la tacamaca, el aceite de la higuera del infierno, la caña fístula, el sasafrás, la fruta que crece debajo de la tierra o cacahuate de mani, el tabaco, el bálsamo del Perú, del Mechoacan, la zarzaparrilla, el paico, el guayabo, el liquidámbar y la leche de pinipini.

La Historia Medicinal fue inmediatamente traducida a numerosos idiomas y se reeditó en 1580 por el mismo Monardes y con posterioridad a su muerte siguieron apareciendo nuevas ediciones pues estuvo considerada un clásico de la medicina europea por contener los nuevos aportes Indianos, materia de otros tantos métodos curativos, y por cuanto innovó en método y en remedios, al punto de socavar las bases de la caduca medicina filosófico y tradicional de Galeno, que se fundamentaba en principios y no en experiencias. También para interesar a los lectores en los beneficios de las nuevas plantas, verdaderas novedades que arribaban de las Indias, al punto que determinó la fundación del Jardín Botánico de Sevilla con productos naturales de las Indias.

En 1569 Monardes editó “Drogas de Indias” que trata sobre las cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales y que sirven al uso de la medicina, el tabaco, la sassafras, el cardo santo y de otras muchas yerbas y plantas, simientes y licores y en 1574 sacó un folleto acerca de la piedra Bezaar, basándose para ello en una Carta en latín, recibida de Lima en 1568 que le escribió Pedro de Osma y Jara y Zejo (1) con la razón de sus descubrimientos sobre las plantas y hierbas medicinales autóctonas de estas zonas, así como la yerba escorconera. En 1571 dio a la luz un “Tratado del efecto de varias hierbas”.

Fue el descubridor en Europa de la angina maligna o difteria y el sabio Linneo en el siglo XVIII le dedicó el género Monarda. Falleció con fama de sabio botanista en Sevilla el 10 de Octubre de 1588, de más de ochenta y un años de edad, en casa de su hija Jerónima, entre las nueve y diez de la noche, a causa de una violentísima apoplejía.

Las obras de Monardes son citadas en la “Biblioteca Botánica Mexicana” de León, en los “Pioneros del estudio de plantas indígenas” de Haws publicada en ondres en el siglo XVIII y en el Clásico Pritzel de la “Biografía Alemana”.

Su Historia Medicinal fue traducida al latín por Charles de LEcluse y al inglés por John Frampton, porque rebasó el antiguo herbario con novedades indianas, apuntando las similitudes y diferencias con los productos nuevos, porque además familiarizó a los europeos con plantas de gran trascendencia como la piña, el cacahuete, el maíz, la batata, la coca, la zarzaparrilla, etc.

También es suyo el tratado sobre las bondades del hierro, editado en español, en 1574, bajo el título de “Diálogo del hierro” como capítulo de su Historia Medicinal.