MICHAUX HENRY

ESCRITOR.- Nacido en la antigua ciudad de Namur, capital de la provincia de Valonia, reino de Bélgica, el 24 de mayo de 1899, en el seno de una familia burguesa; nunca tuvo buena salud, era cardíaco.

Estudió con los jesuitas y hasta pensó en algún momento dedicarse a la vida religiosa, pero siguiendo los consejosde su padre al graduarse de bachiller inició estudios de Medicina en la Universidad de Bruselas que renunció en 1920 por un largo viaje como marinero de altura – fogonero – en Boulogne – sur – mer. Al año siguiente se embarcó en Rotterdam a bordo de “El Victorioso” y vino a América, visitando los puertos del Atlántico del Norte y Sur del continente. Estuvo de paso por Río de Janeiro y Buenos Aires, viviendo sus primeras experiencias literarias – Tolstoi y Dostoievski – como un adolescente angustiado

Leía infatigablemente pero no encontraba paz ni sosiego. Las aventuras terminaron por hastiarlo, el exotismo de pueblos y países lo asqueaban. Su tema preferido era preguntase: Los meses pasan, sufrir, sufrir. Marinero sin rumbo cierto ¿Qué haces por ti y por el mundo? Sin embargo, esa etapa de cuestionamiento interior terminó de golpe a la lectura de los “Chants de Maldoror” (Cantos de Maldoror) del Conde de Lautremont, que lo llevaron a la experiencia literaria y escribió por primera ocasión en su vida, dando rienda suelta a sus despechos y liberándose de ellos; era como si los hubiera soltado para que salieran a azotar el mundo con terrores; y fueron desde entonces dramas inenarrables para muchos, pero ya no para Michaux, que comenzó a escribir..

En 1923 la revista “Le Disque Vert” (El Disco Verde) que editaba su amigo el poeta Franz Hellen en Bruselas, publicó sus “Fábulas de los orígenes”, “Caso de Locura Circular”, “Las Ideas Filosóficas de quien yo fui” con introspecciones, autobiografía y disquisiciones psico filosóficas… aunque lo más original es su angustia, la fuga y un lenguaje inventado y tan nuevo que se constituyó en lo principal de lo suyo.

El 24 vivía en París y pasaba hambre, aunque tenía amigos influyentes en el campo de la literatura que creían en su prosa barroca y rebuscada, pero fiel a su intención personalista y a su lirismo natural de poeta que escribía en prosa. Igualmente descubrió el surrealismo en pintura en la obra de Paul Klee, Max Ernst, Giorgio de Chirico, interesándose también en las artes gráficas y trabó amistad con el escritor Jules Supervielle, quien creyó en su valor literario y lo impulsó. Frecuentó a renombrados surrealistas pero no perteneció a grupo alguno, irrumpió en el medio de las letras parisienses con algunos poemas y un primer libro que se publicaron en la“Nouvelle Revue Francaise” sin éxito. Cuando aún no tenía treinta años conoció al poeta ecuatoriano Alfredo Gangotena, que le invitó a realizar un viaje a Sudamérica.

En 1927 Michaux había publicado su primer libro de versos titulado “El que fui” y a fines de año – el domingo de navidad – salió con Gangotena hacia América. Estuvieron en Curazao, el canal de Panamá y el día 28 de Enero del 28 arribaron a Guayaquil para tomar el auto ferro al día siguiente, que les llevó a Quito en plan trashumante de un año por el Ecuador y comenzó un Diario de Viaje de la siguiente manera: Corría el año 1927 cuando un forastero, sufriendo del corazón – y – constipo – atravesara el océano para pescar exotismo. Viaje posible – imposible. Tomó la ruta de los conquistadores. En navios con mascarones de proa de faz y ambición desafiantes que se aventuraban, con débiles medios, a través de la inmensidad. Partió desde Amsterdam. Ciudad de puntos estrechos, con jardines tendidos al agua. Sedientos de mar. De libertad submarina. De alguna ventura – aventura (sic)

Michaux escribía y enviaba esos trozos a Jean Paulham, Director de la “Nouvelle Revue Francaise” donde causaban escozor en la piel de los ecuatorianos en París porque fue un testimonio escandaloso de nuestra pobreza y atraso. Nada le gustaba, ni los volcanes que tanto habían entusiasmado a los viajeros del pasado pintoresco, ni la cordialidad y apertura natural de nuestro pueblo; pero al mismo tiempo dijo grandes verdades. Todos fumamos aquí (Quito) el opio de la grande altura (casi 3.000 mtrs.) voz baja, pequeños pasos, respiración corta, poco se pelean los perros, poco los niños, poco ríen y terminó por declarar que el viaje había sido una pifia, que ningún viaje hace el mundo más ancho, sino más mundano al viajero; sin embargo, fue decisivo para su prosa, que se enriqueció e hizo telúrica, porque habló de “las verdes ancas de las praderas”, de las “rocas bajo la luna”, del “follaje de las rocas”, de las “raíces de la tormenta”, de la “frescura de las aguas” y de “las sienes, que más blancas que todas las nieves, palpitan en los fontaneras del limpio cielo”. I es que Michaux toda su vida fue un sujeto pensieroso, aburrido de si mismo y de los demás, dado a la introspección, decaído de ánimo y hasta maniaco depresivo, lo que debe hacer que los ecuatorianos piensen que su visión de nuestro país fue escrita desde dichos puntos de

vista, ninguno de ellos acorde con la normalidad y optimismo necesarios en un turista medio.

“Ecuador Journal du voyague” constituyó su primer libro importante y fue trágico por haberse escrito en una época trágica, lamentablemente es casi desconocido en el Ecuador. Michaux permaneció entre nosotros hasta Octubre del 28 en que partió rumbo a la amazonia a través del río Ñapo. En Noviembre arribó al Quitos, siguió a Manaos que encontró muy tarde pues ya había pasado el fabuloso boom cauchero que la hiciera tan rica y famosa. El 15 de Diciembre estaba en el gran estuario amazónico del Pará y el 3 de Enero siguiente embarcó a El Havre, arribando doce días despues.

Entre 1930 y el 36 recorrió Europa, Asia y Africa y salieron otras de sus mejores obras: “Mis propiedades” en 1929, “Un tal Pluma” en 1930 y “Un bárbaro en Asia” en 1933. En 1936 lanzó “Viaje a la gran caravana” que sorprendió a la critica por tratarse de “un viaje interior a regiones totalmente imaginarias” y fue calificado como “expresión de las múltiples posibilidades del ser humano ante las agresiones que le reserva su condición”. El 37 comenzó a dirigir como redactor jefe de la revista “Hermés” que se publicaba en Bruselas y cuyo objetivo era provocar o facilitar ciertas confrontaciones directas entre la filosofía, la mística y la poesía. El 39 realizó nuevos viajes, el 41, frente a la invasión alemana, se instaló a pintar en el mediodía de Francia.

Ese año 41 André Gide tan homofílico como Michaux le dedicó un opúsculo que centró en él la atención del público, pero el conflicto lo situó como a todos los escritores y artistas en un grave aislamiento, sin embargo fueron años de intensa producción, de su pluma salieron “En el país de la magia” en 1941, “Je vous écris d’un pays lontain” el 42 , “Adversidades, exorcismos” en 1945, Aquí, Poddema” el 46 y “La vie dans les plis” en 1948.

Después de la ll Guerra Mundial Michaux se nacionalizó francés, ingresó al círculo de pintores de París con hermosos dibujos y composiciones. Ya se había reconciliado con la pintura a la que odiaba en un principio por ser “la representación o duplicación de la abominable realidad”: sin embargo, nunca fue un pintor figurativo, más bien fue simbolista, como correspondía a su posición altamente subjetiva, profundamente mágica y absolutamente sincera. Expuso con regularidad su obra plástica en varias galerías parisinas, publicó numerosos libros ilustrados, también se interesó por la caligrafía, la aguada, la acuarela, el grabado o la tinta china.

En el 55 expuso una retrospectiva en el Museo Nacional de Arte Moderno de Paris y dijo que su intención al pintar no era la de huir del mundo si no potenciar la representación de éste. Hacia 1948 había empezado a experimentar con drogas alucinógenas. Durante un viaje a México el 56 utilizó la mezcalina y en su cuarta experiencia un error en la dosis le llevó al borde de la locura. En esto fue un adelantado a la década de los años sesenta de la guerra del Vietnam, no para huir de realidades sino para experimentar las posibilidades e incógnitas de la máquina del ser.

En 1956 publicó el ensayo “Miserable milagro” seguido de “El jardín exaltado” y “Los comienzos”, su único libro y en el que reitera su voluntad de encontrase, siempre encontrarse, en un viaje sin fin y sin comienzos.

Desde entonces efectuó un registro de sus conocimientos interiores y exteriores, explorando el sub consiente y los sueños, analizando las percepciones más extrañas, la relación del hombre con el sufrimiento, la pintura de los alienados, de manera que su obra se presenta unitaria y coherente a pesar de su amplitud y de las dificultades que ofrece, “constituyendo una expresión altamente poética de algunos de los problemas típicos de nuestro tiempo.” Falleció el 21 de octubre de 1984 en París a los ochenta y cinco años de edad, casado y divorciado varias veces y con hijos.

“Su existencia constituyó una prueba del esfuerzo del hombre moderno por encontrarse a sí mismo, para recorrerse interiormente, investigando las posibilidades de la imaginación y del cerebro, del yo interior que nos conmueve, atormenta, sofoca y termina por destruirnos en un mundo hostil, de potencias circundantes y alucinantes”.

“Fue un aventurero sin tregua”, intuitivo al margen de toda sociedad o grupo organizado. Su vida era seguida por el mundo intelectual europeo a pesar del rechazo a la publicidad y a los periodistas, pues era un avanzado en la búsqueda de nuevas formas y vivencias y por ello fue un hombre solo, valiosamente solitario, ubicado frente a su misma y propia entidad.

Para nuestra patria representa uno de los puntos más altos de la poesía postmodernista del presente siglo. Compañero de Gangotena, lo guió y condujo a nuevas interpretaciones, mitos y definiciones y su “Diario de viaje, Ecuador” constituye un testimonio único de este país por su originalidad.

El 2006, el Museo de Luxemburgo (Paris) al presentar la exposición “L’envolée Lyrique (el vuelo lírico) con obras de 1945 al 46 expuso algunas de sus pinturas como parte de las más representativas obras realizadas en esos dos años.

Su “Ecuador. Journal de voyague”, editorial Gallimard de Paris, salió el 29 dedicado a Gangotena y a su camarada de piragua Andrés Pardiac de Monlezún, cuñado de Gangotena, quien le acompañó en el regreso a Francia a través de las selvas por el Napo hasta lquitos y por el Amazonas hasta Pará. La obra fue traducida al castellano por el escritor Cristóbal Serra para la editorial Tusquet, de Barcelona, que lo publicó en 1983 (1) pero antes había suscitado el interés de la crítica.

Robert Bréchon: Toda su obra traduce un sentimiento de malestar frente a sus semejantes y la dificultad de vivir con los hombres y mantener buenas relaciones…. Paralizado por el temor de perderse no busca buenas relaciones realmente humanas con los otros; arrojado lejos de los nombres, prefiere asumir la soledad, acomodarla esconderse en ella. Siente la presencia de otra persona como la intervención de un elemento discordante, parasitario, factor de conflicto y d despersonalización; como una ruptura de equilibrio y armonía. Para él, los hombres siempre serán extranjeros.

La Universidad San Francisco de Quito editó “Alfredo Gangotena o la escritura escindida” de Adriana Castillo Berchenko, en su traducción al castellano por Cristina Burneo, que contiene numerosa información sobre el viaje de Michaux.