Escribió veintisiete libros y más de un centenar de monografías, de la más variada temática, que fueron publicados en Europa entre los años 1655 y 1700 y traducidos a diversos idiomas; solo uno, su “Historia de la provincia del Nuevo Reino y Quito”, en 4 voluminosos tomos, fue publicado en Bogotá, 1957.
De los diez millones de ecuatorianos de la actualidad y tal vez de toda su historia, apenas un centenar conocería la personalidad de Pedro de Mercado, habrá leído todas sus obras o siquiera una de ellas.
Tan destacado hombre de ciencia y letras, nació en la ciudad de Riobamba, en los albores del siglo XVII, el 29 de junio de 1620, fue hijo de un distinguido matrimonio de inmigrantes europeos que vinieron a América atraídos por la fama de las ricas tierras recién descubiertas y conquistadas; en esa época Riobamba había sido oficialmente denominada Villa de Villar don Pardo y sobresalía por el número de habitantes, su gran desenvolvimiento socio-económico, entre sus 130 familias de europeos se contaban: franceses, portugueses, de Flandes y Obviamente de España.
Cuando Pedro de Mercado, llego a la edad de la “instrucción”, fue confiado a una escuela-convento de modalidad “exclusiva”, en su ciudad natal, en donde le enseñaron, según el da a conocer, “reglas de gramática y algunas cuestiones religiosas”.
El 23 de febrero de 1636, ingreso al colegio de jesuitas de Quito y allí, por ser un joven de la elite, a más de otros atributos, fue escogido por el P. Gonzalo de Buitrago para el noviciado de la Compañía de Jesús, y de este maestro y director, al que tanto admiró Mercado, escribió una de sus primeras biografías. Sus estudios de Filosofía y teología, los continuo en el prestigioso noviciado de Quito, en donde, según él nos refiere, trabó amistad con el Hermano Hernando de la Cruz, religioso que tuvo tanta trascendencia con la edificación del templo de la Compañía de Quito, y sobre todo en la vida espiritual de la santa ecuatoriana Mariana de Jesús; en esa misma época de novicio recibió la deferente amistad de su maestro el P. Alonso de Rojas, célebre en Quito por su actitud heroica y mística, en las erupciones del Pichincha, terremotos y pestes, que asolaron la región y es ante él, que Santa Mariana (la Azucena de Quito), pronuncio su admonitora y profética sentencia: “El país no desaparecerá por los terremotos, sino por los malos gobiernos”.
Antes de su culminación novicial jesuítica, parece que tuvo dos viajes, el uno a Europa que según dice Enrique Otero (su biógrafo), duda si s profesión lo hizo Íntegramente en Quito en España; la otra ausencia posible, fue a la amazonia ecuatoriana, no en calidad de misionero sino como “testigo de Vista”, como observador sociológico de los hombres de aquellas recónditas regiones, de los “Maines”, como Mercado los denomina y nos induce a creer en esta posibilidad, la lectura de sus monografías: “De los matrimonios entre estas naciones que contiene el Gran Para o Marañón” y “Las fiestas de estos indios antiguamente consistían en beber”; corroboran también en la posibilidad de su visita a la amazonia, sus investigaciones de Ciencias Naturales y escritos titulados: “De algunos peces que hay en las aguas de los ríos que cruzan por estas tierras”, “De los animalejos que pueblan el aire y molestan a los que habitan en estas tierra”, “De varios géneros de hormigas (insectos-abejas), unas que causan gusto y otras que dan pesadumbre”, etc. La lectura de estos capítulos nos indican que el mismo estuvo en la zona del río Marañón, que allí conoció la morfología y además características vegetales de algunos: arboles, “palmas”, del barbasco, que utilizaban en esos lejanos tiempos, como hoy, en la pesca indígena, de esa variedad de animales, ofidios, aves, crustáceos, moluscos e insectos; la descripción que hace de algunos ejemplares botánicos y zoológicos, con profusión de datos y su apreciación utilitaria para el hombre, le sitúan como un conocedor a fondo de las Ciencias Naturales, nada menos que hace 4 siglos, en que no había aun la clasificación de Linneo ni otros fundamentos de la ciencia actual, por lo que se consagra como pionero y precursor de la investigación de la naturaleza, del Ecuador , mucho antes de Maldonado, Velasco, Pedro franco Dávila, Eugenio espejo y otras luminarias del siglo XVIII.
Una lista completa de las obras de Pedro de Mercado, es la dad por el bibliófilo Carlos Sommervogel y por Luis Antonio, de España. Su primera obra: “La destrucción del ídolo, el que dirán”, publicada en Madrid en 1655, fue traducida al italiano en 1670 por Giacomo Herte en Venecia, la segunda edición en Génova en 1711; el alemán Pedro Morens lo tradujo al latín, en Viena 1679, o sea que su primer libro tuvo un éxito sorprendente, como también fueron los siguientes. A más de sus obras de carácter científico, histórico, sociológico, fueron de teología, moral y mística.
El P. Juan Pacheco de Colombia dice: “Vino al país en 1653, fue rector de la Universidad Javeriana de Santa Fe en 1687 y falleció en la misma ciudad, el 11 de julio de 1701; pero si el P. Pedro de Mercado, ha sido ignorado en su patria adoptiva (Colombia), no es un desconocido para los eruditos europeos” ¿y en el Ecuador?
Nace en Riobamba 1620
Ingresa en la compañía de Jesús 1636
Primera obra: Destrucción del ídolo (Madrid) 1655
Rector del Colegio de Honda 1659
Rector y Maestro de novicios en Tunja. Escribe El cristiano virtuoso 1667
Rector del Colegio máximo y Universidad Javeriana 1687
Publica en Cádiz nueve libros de espiritualidad 1688-1693
Publica en Ámsterdam obra Espirituales, cuatro tratados 1699
Muere en el Colegio de Santa Fé 1701
(1620-1701) riobambeño, jesuita. Escritor fecundo, el primero que haya escrito historia entre los autores ecuatorianos. Sus obras principales publicadas todas en España: “El ídolo que dirían” 1655; “El Cristiano virtuoso”, 1673; “Practica de los misterios eclesiásticos” 1676; y otras 24 mas. Acaba de publicarse en Bogotá su “Historia de la provincia del Nuevo Reino y Quito de la Compañía de Jesús”, 4 tomos, 1957. Murió en Santa Fé de Bogotá.
De la Compañía de Jesús, nació en Riobamba, hijo de padres europeos, tomo la sotana en el año de 1636 a los 16 de edad, profeso de cuarto voto.- Fue Rector de la Casa de Noviciados de Tunja en el Nuevo, Reino de Granada y después, del Colegio de Honda; excelente predicador, en cuyo ejercicio empleó muchos años. Escribió: destrucción de los Ídolos, Madrid, 1656